Dama Caballero – Capítulo 11: Este es el principio

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Helen no podía hablar ante el repentino foco de atención.

En ese momento, la expresión molesta de la marquesa Holland apareció ante su vista. Helen no podía olvidar que esta fiesta del té fue organizada por una de las mujeres más poderosas de la sociedad del sur, y ella no sería la que arruinaría esto.

Mientras Sarah y Margaret estaban distraídas por el inesperado desarrollo, Helen rápidamente tomó nota de la situación. No entendía por qué Elena había golpeado la taza de té, pero ella improvisó un nuevo plan de inmediato.

Iba a enterrar a las hermanas Blaise aquí. Mirabelle se había atrevido a burlarse de ella, y la humillación que recibió hoy fue demasiada como para que retrocediera ahora, justo después de haber agregado la sal como truco.

Ante el sonido de la taza de té rompiéndose, la fiesta se había vuelto completamente silenciosa, pero ahora los murmullos comenzaron a llenar el aire. La atención de todos se dirigió a la marquesa Marissa, quien se acercaba a ellas para ver qué había sucedido.

Llegó justo detrás de Elena y estaba a punto de preguntar qué estaba pasando cuando…

— ¡Ay!

De repente, Helen se disolvió en lágrimas.

Sarah y Margaret parecían las más avergonzadas de verla llorar. La cara de la anfitriona estaba descompuesta mientras miraba a Elena, Mirabelle, Sarah y Margaret reunidas en la mesa. No era un problema menor que Helen, una mujer noble, llorara en su reunión.

— ¿Qué está pasando aquí?

Helen fue la primera en responder con una voz ahogada.

—Lady Lawrence derramó una taza por error, y solo le pedí a las hijas Blaise que bebieran un poco de té con nosotras como disculpa…

Los ojos de Helen estaban llenos de lágrimas mientras se cubría la boca con ambas manos. La marquesa le dio un pañuelo a Helen en un intento por calmarla.

—Oh, seca tus lágrimas, señorita.

—Entonces lady Blaise tiró la taza al suelo y se rompió… Me siento tan… tan avergonzada y dolida…

Helen aceptó el pañuelo ofrecido por Marissa y se secó las lágrimas. Luego fingió contener los sollozos y volvió a hablar.

—Lady Blaise, ¿he hecho algo mal?

Ella apretó el pañuelo contra su pecho. La curiosa multitud se volvió hacia Elena y Mirabelle.

La marquesa Marissa fulminó con la mirada a Elena, pareciendo más fría que antes.

—Lady Blaise, ¿es esto cierto?

Las expresiones de preocupación de Sarah y Margaret se convirtieron en alivio cuando la situación se tornó a su favor. Solo la expresión de Mirabelle permaneció ansiosa por el repentino cambio de humor.

—Um, hermana…

Ante la temblorosa voz de Mirabelle, Elena tomó la mano de su hermana. Luego Elena miró directamente a Sarah, a Margaret y a Helen que estaban frente a ella.

La razón por la que no recordó este incidente de inmediato fue porque todavía era relativamente joven cuando ocurrió. En el futuro, donde ella experimentó dificultades después de que mataran a su familia, el recuerdo de haber sido engañado para beber té salado era ridículamente trivial.

Cuando Elena trabajaba como mercenaria, siempre corría el riesgo de envenenarse e incluso casi moría en algún momento. Beber esta taza de té salado no era nada para Elena. Si hubiera bebido esto sola, se habría reído por eso, pero… no con Mirabelle. Nunca podría perdonar a Helen por intentar engañar a su amada hermana para que lo bebiera.

Si pudiera manejar su espada aquí, Elena los habría derrotado con su fuerza sin una sola vacilación. Entonces, ella cortaría al menos un brazo solo para enseñarles una lección.

Sin embargo, esto es la alta sociedad y, las habilidades de lucha con espadas de Elena no eran de ayuda. En esta situación, se sentía más cómoda con la estrategia y la competencia justa con sus habilidades.

Una vez más, Elena se desilusionó con la sociedad, pero eso no significaba que fuera tan vulnerable como antes. Sabía muy bien que las palabras de la gente podían ser más aterradoras que los cuchillos. Ojo por ojo, diente por diente. Si Helen usara sus lágrimas para jugar este juego, Elena trataría con ella de la misma manera.

—Lo que dice lady Selby no es cierto, madame.

Ante la respuesta tranquila de Elena, la marquesa abrió la boca con curiosidad, pero Helen intervino antes de que pudiera decir otra palabra.

— ¿No es verdad? ¿Así que soy una mentirosa?

—Es cierto que íbamos a tomar el té juntas, pero no fue el té que nos dieron.

Marissa, que estaba escuchando a las dos mujeres, no pudo evitar interrumpir.

— ¿Qué significa eso en el nombre del cielo? ¿No era el té?

La cara de Helen se endureció en un instante. Así que era cierto que Elena notó su plan desde el momento en que derramaron las tazas de té. Pero, ¿cómo lo supo?

Ella no podía entender cómo sabía que el té estaba salado sin beberlo. No importaba lo mucho que lo pensara, no podía entender cómo la atraparon.

Sospechaba que algo estaba mal, así que evitó que su hermana lo bebiera.

Quería que Elena se avergonzara delante de todos antes de poder demostrar su afirmación. Sin embargo, si Elena ya descubrió su plan, Helen estaba lista con otra solución.

Esta es la única manera… Sí.

Cuando la gente comenzó a escuchar a Elena hablar, Helen dio un paso atrás con una expresión de resentimiento en su rostro. La evidencia estaba en la tetera que contenía el té salado. Si Helen fingiera derramar por error la tetera en el suelo, Elena no podría revelar la verdad, sin importar cuánto protestara.

La gente amaba los chismes. Una vez que los malos rumores sobre los Blaise se difundieran, sería difícil detenerlos, sin importar si eran ciertos o no. Tal era el juego en la alta sociedad y, Helen tenía la confianza de jugar más inteligente que nadie.

Además, los corazones de las personas eran débiles al ver a una mujer que lloraba. Helen fue la primera en derramar lágrimas, y sabía que todavía recibía una atención más comprensiva que Elena.

Helen dio un paso adelante con una cara determinada, luego fingió tropezar y caer en la mesa. Y, a diferencia del torpe intento de Margaret, Helen agarró el mantel con naturalidad.

La tetera sobre la mesa se sacudió y estuvo a punto de volcarse en el suelo. Sin embargo, en una ráfaga de viento, una silla se deslizó por el suelo y el respaldo impidió que la tetera cayera al suelo.

Al final, la tetera se balanceó y se detuvo en el borde de la mesa.

Los ojos de Helen se abrieron ante el truco dramático. Su mirada se movió lentamente en la dirección desde donde volaba la silla.

Allí estaba Elena con una cara impasible. Los que estaban lejos no vieron lo que había sucedido, pero Mirabelle, Sarah, Margaret y la anfitriona de la fiesta lo vieron claramente con sus propios ojos. Con los reflejos de una felina, Elena había agarrado la silla a su lado y la había empujado hacia Helen. Ella no podría tener ese tipo de agilidad sin una formación profesional.

Pero esa no fue la única sorpresa. Antes de que alguien pudiera decir una palabra, Helen levantó la mano y simplemente tiró la tetera precariamente equilibrada. Justo antes de que hiciera contacto con el suelo, Elena voló como un relámpago y su mano salió disparada para agarrar la tetera en el aire.

—Yo… ¡Yo…!

Helen no podía hablar, temblando de rabia.

Elena, por su parte, sirvió con calma una taza de la tetera llena con el té salado; cada uno se sus movimientos eran elegantes.

—Esto es de la tetera que me dieron a mí y a mi hermana. Si no hay nada distinto en este té, ¿te gustaría tomarlo tú misma?

La mente de Helen se aceleró mientras trataba de pensar en una forma de salir de esta situación. Sin embargo, negarse a tomar la bebida era equivalente a revelar que había algo ahí.

Sintió que todos las murmuraciones giraban entorno a ella. No había podido destruir la evidencia, y no tenía más remedio que beberla. Una vez que esto terminara, volvería a arriesgarse y rompería la tetera.

Helen aceptó la taza de té de Elena con manos temblorosas.

—Por supuesto. No hay nada distinto en él.

Ella habló suavemente, a pesar de saber cuánta sal contenía el té. Beberlo estaría lejos de ser agradable, pero ella no podría retirarse ahora.

Helen cerró los ojos y tomó un sorbo.

— ¡Uub… ub!

Helen intentó soportarlo, pero había sido educada como una mujer noble delicada y mimada y no podía tolerar algo tan horriblemente fuerte. Ella lo escupió de su boca.

Helen intentó apresurarse a limpiar el té salado derramado de su cara de color rojo brillante, pero ya era demasiado tarde. Hizo un lío irreparable frente a tantas personas.

Elena mantuvo su cabeza levantada elegantemente mientras miraba a Helen. La multitud murmuraba sobre ellas. Era parte del plan de Elena pagarle a Helen por lo ocurrido en su vida pasada dándole a beber el mismo té salado que Mirabelle estaba a punto de beber.

Ella predijo que Helen intentaría deshacerse de la tetera y bloqueó su intento. Sin embargo, incluso si se añadiera sal a la tetera, sería difícil demostrar que fue Helen quien lo hizo. Algunos pueden sospechar tranquilamente de ella, pero si un culpable no es realmente identificado, la situación eventualmente sería enterrada.

Elena no perdería tan fácilmente. Helen tuvo que intentar romper la tetera delante de todos, de lo contrario, podría haber sido difícil arriconarla tal y como estaba ahora.

Elena fingió taparse la boca con sorpresa, tal como Helen había hecho.

—Oh, ¿qué podría haber en el té? ¿No dijo lady Selby que no había nada en ello? No es un veneno, ¿verdad?

La sola palabra onduló a través de la multitud grandemente.

— ¿Veneno?

—Seguramente no…

El ruido de la multitud se hizo más fuerte, y Elena miró a su alrededor con una expresión de miedo.

—Lady Selby, estoy preocupada por su salud. Deberíamos llamar a un médico.

La marquesa Marissa parecía tener fuego en la mirada, dándose cuenta de que su merienda había sido arruinada completamente. Su furia estaba dirigida hacia Helen. Si los demás hubiera visto sus intentos por intentar romper una tetera, no podrían evitar pensar que ella era la culpable.

El rostro de Helen perdía color cuando notó que la situación comenzaba a ir en su contra. Para la nobleza, el honor era tan importante como la vida. Si los rumores se desbordaran sobre lo que sucedió hoy, Helen no podría mostrar su rostro en la sociedad del sur. Su intento de arruinar a Elena había terminado en su propia derrota.

Helen señaló rápidamente a Margaret de pie junto a ella.

— ¿Qué pusiste en esto?

—¿Qué? B-Bueno, eso es…

— ¿Me usaste para avergonzar a lady Blaise? Ni siquiera me di cuenta…

Helen llevaba una máscara inocente mientras culpaba a Margaret por su crimen.

Margaret, ya asustada, comenzó a preocuparse aún más.

— ¿De qué estás hablando? Solo hice lo que tú, lady Selby, me dijiste que hiciera…

—Nunca dije tal cosa. Esta broma es demasiado cruel, ¿no?

Helen miró rápidamente a Sarah, pidiendo simpatía. Sarah se dio cuenta de su significado y rápidamente la apoyó.

—Sí, fue lady Lawrence quien nos pidió que fuéramos a la mesa donde estaba sentada lady Blaise. Es un insulto que haya derribado las tazas de té a propósito.

Helen se relajó cuando Sarah tomó su lado.

Elena se apartó de ellos como si ya no fueran dignos de tratar con ella. Las mujeres habían cambiado de objetivo y condujeron a su miembro más débil a un rincón. Elena sabía desde el principio que Helen era la mente maestra, sin embargo, no se molestó en decir la verdad. Por alguna razón, Sarah y Margaret habían seguido las instrucciones de Helen y también eran culpables.

Los ojos de Elena volvieron a su posición original, y vio a Mirabelle sentada allí con una cara pálida. Le habló con una voz completamente diferente de cuando condujo a Helen a una esquina.

—Mirabelle, ¿estás bien?

A pesar de su respuesta, Mirabelle todavía parecía sorprendida por los acontecimientos que ocurrieron. Elena, sin decir nada, deslizó su mano en la de Mirabelle para tranquilizarla.

Para Mirabelle, esta era la primera vez que ocurría algo como esto. Aunque no tenía mucha experiencia social, no podía haber imaginado que habría algo extraño en el té que le habían ofrecido. Aún más, recordaba la mirada de desprecio que todos habían dirigido hacia ella. En ese momento, todos los pelos de su cuerpo se erizaron y se quedó inmóvil, sin saber qué hacer.

Elena, sin embargo, había tratado la situación con calma.

— Mi hermana.

— ¿Sí?

— ¿Cómo supiste lo que había en esa taza?

Elena volvió la cabeza hacia Helen, que aún intentaba hablar para salir de la situación, y luego se volvió a Mirabelle para responder su pregunta. El perfil de Elena era tan elegante como una estatua de mármol tallada por los dioses.

Después de pensar por un momento, Elena respondió con voz suave.

—Es un secreto.

Mirabelle puso mala cara a su respuesta. Entonces ella levantó un pulgar hacia arriba y le susurró en voz baja.

—Eso fue tan increíble.

Elena parecía un poco diferente de la que Mirabelle conocía hasta ahora, pero no lo dijo en voz alta. Ella parecía aún más asombrosa cuando tenía confianza.

Elena sonrió en secreto y se inclinó hacia Mirabelle.

—Este es el comienzo.

No habría imaginado que cambiaría el futuro a través de un encuentro con la hija de un Marqués.

Sin embargo, de ahora en adelante, el enemigo con el que tenía que lidiar era Paveluc, quien derrocaría al Emperador en el futuro y se convertiría en un Rey traicionero. Y, para evitar un camino así para Paveluc, a Elena nunca le faltarían habilidades como caballero o como dama. Ella podría hacer algo más que llorar como Helen si es necesario; tenía que actuar más inteligente que nadie.

De repente recordó que se suponía que Carlisle la visitaría pronto. ¿En qué estaba pensando Carlisle? Elena deseó que fuera tan simple como conocer las intenciones de Helen.

Sin respuesta, suspiró para sí misma.

♦ ♦ ♦

El día después de la fiesta de té.

Los actos de Helen y sus cómplices pronto se convirtieron en un chisme generalizado en la sociedad del sur. Se rumoreaba que Margaret había obligado a Helen y Sarah a entrar en su plan, pero cualquier persona sensata sabía que la culpable era Helen. Margaret era una criatura tan tímida.

Sin embargo, nadie lo mencionó abiertamente. Helen estaba respaldada por el poder del marqués Selby. El nombre de Elena también había pasado por la boca de muchas personas, pero se negó a involucrarse en eso. Solo había una cosa que le importaba.

La visita del Príncipe Heredero.

—No haría una visita real oficial al castillo Blaise, ¿verdad?

De forma privada o pública, Carlisle y Elena no tenían contacto entre sí, por lo que una visita oficial no tenía sentido de muchas maneras.

El príncipe Carlisle fue un héroe de guerra y el heredero al trono, sus movimientos eran observados de cerca por todo el mundo. Además, toda la sociedad estaba emocionada por su primera aparición en el baile. Incluso en la parte sur del país, se prepararon montones de carruajes para llevar a innumerables nobles a la capital. Si visitaba a Elena, seguramente llamaría la atención.

Simplemente esperó un mensaje para reunirse, pero pronto empezó a preocuparse de que algo malo hubiera pasado mientras tanto se encontraba lejos.

—Consígueme un carruaje. Tengo que irme un rato.

Tal vez sería mejor salir y darle a Carlisle la oportunidad de acercarse a ella. La criada de pie junto a ella, Mary, respondió de inmediato.

—Sí, mi señora.

Una mirada celosa cruzó la cara de Sophie.

—Le ayudaré a prepararse para salir.

Elena miró a Sophie. Ella fue la criada que la cubrió cuando fue a rescatar al Príncipe Heredero. Sin embargo, a pesar de la recompensa en oro, Sophie había comenzado a actuar con arrogancia y Elena no aprobaba ese comportamiento.

—No gracias. Mary se encargará de los arreglos.

—Sí, mi señora.

Sophie le lanzó a Elena una mirada de resentimiento, mientras Mary se ocupó de los preparativos.

Elena ignoró la mirada de Sophie y se permitió prepararse con los suaves movimientos de Mary. Más tarde tendría que abordar la actitud de Sophie, pero ahora su mente estaba ocupada con los pensamientos acerca de Carlisle, así que tenía poco tiempo para otra cosa distinta.

Ella no sabía de qué manera Carlisle iba a llegar, pero, ¿seguro tendría al menos un guardia con él? Decidió que sería mejor asegurarse de que supiera dónde estaba ella y reunirse con él afuera. Sería más seguro que el castillo Blaise, donde había muchos ojos en el reloj.

Elena salió corriendo del castillo y encontró al mayordomo mayor, Northman, esperando frente a un carruaje preparado.

—Allí están los caballeros que te acompañarán, así que espera…

—No voy a ir muy lejos, así que voy a ir sola hoy.

— ¡Ah, pero mi señora!

Elena se montó rápidamente en el carruaje y el cochero se dio la vuelta.

— ¿A dónde, mi señora?

—A la calle principal.

Tenía que ir al lugar más concurrido, donde sería fácil encontrarla.

♦ ♦ ♦

Después de llegar a la calle principal, la más transitada del sur, Elena le dijo al cochero que la recogiera nuevamente por la noche y le devolvió el carruaje.

Poco después de caminar por la calle, notó que la seguían.

¿Mi predicción era correcta?

Esperaba que si deambulaba por la concurrida calle por un tiempo, aparecería Carlisle.

El problema era, sin embargo, que había más de uno o dos seguidores.

¿Por qué había tantos?

3 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 11: Este es el principio”

  1. Muchas gracias por el capítulo, jajaja, tonta Helen, sola has muerto, solo lamento que Margaret fuera tratada cómo la pieza descartable, espero aprenda de esta experiencia y que pueda recuperar su autoestima, al tiempo de ver un nuevo problema venirse, en forma de Sophie, en fin.
    Saludos

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