Dama Caballero – Capítulo 21: El tiempo es único

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Tan pronto como Elena llegó a la posada, se le informó que Mirabelle había perdido el conocimiento y se había derrumbado a causa de su condición.

Estaba claro que Mary no había estado esperando la situación y estaba desconcertada por lo que debía hacer.

— ¿Qué? ¿Por qué no me lo hiciste saber enseguida?

—Bueno… Envié a alguien, pero no sé qué pasó, mi señorita.

— ¿Llamaste al doctor?

—Sí, ella ya fue vista por el doctor…

— ¿En qué habitación está Mirabelle ahora? Llévame a ella de inmediato.

Siguiendo el ejemplo de Mary, Elena corrió a la habitación donde estaba Mirabelle.

Los nobles rara vez corrían, pero Elena no se molestaba en hacerlo. Su corazón palpitó dolorosamente en su pecho al pensar que Mirabelle se lastimaba mientras estaba lejos. En su mente, aún podía oír los gritos de Mirabelle siendo profanada.

Abrió la puerta con fuerza y corrió adentro. Vio a Mirabelle tumbada en la cama respirando uniformemente, y suspiró de alivio.

—Gracias a Dios.

Afortunadamente, Mirabelle no parecía tener dolor.

Elena se acercó a su hermana dormida, atraída hacia ella como un imán, y gentilmente rozó su mano contra su cara. El calor de Mirabelle trajo lágrimas a los ojos de Elena.

Miró la cara de su querida hermana, ansiosa por encontrar signos de dolor cuando algo que se suponía que no estaba allí llamó su atención. Era un abrigo. Las mantas que cubrían a Mirabelle casi lo habían ocultado al principio, pero ahora Elena podía ver a su hermana con la ropa demasiado grande. Mirabelle se aferró a ella con fuerza, y Elena no tuvo más remedio que hacer preguntas.

— ¿De dónde viene esto?

Sin embargo, un buen recuerdo le informó del dueño del abrigo.

Kuhn Kasha. ¿Por qué Mirabelle tendría su abrigo? Elena se volvió hacia Mary, que estaba de pie detrás de ella.

Mary inmediatamente se dio cuenta de lo que Elena quería preguntar y abrió la boca para hablar.

— ¡Si!

—Shh.

Elena se llevó un dedo a los labios, señaló la puerta y asintió con la cabeza para que salieran. Las dos mujeres abandonaron silenciosamente la habitación y solo hablaron después de que estuvieran a cierta distancia de ella.

— ¿De quién es ese abrigo?

—No lo sé. En realidad… Cuando me fui a la habitación para pedirle al empleado de la posada que aumentara la calefacción, oí que la señorita Mirabelle había colapsado.

— ¿Escuchaste? ¿De quién?

—Creo que era un empleado, pero estaba demasiado ocupada para recordarlo.

Después de escuchar el relato de Mary, Elena recordó dónde le había pedido a Kuhn que la esperara.

— ¿Fue en mi habitación donde se derrumbó Mirabelle?

— ¡Sí, eso es correcto! Estaba en tu habitación, lady Elena. Tal vez ella misma fue allí.

—Ya veo…

Tal vez fue Kuhn quien ayudó a Mirabelle cuando la vio colapsar. Pero eso no resolvió el misterio de por qué Mirabelle llevaba puesto su abrigo, o por qué lo sostenía tan fuerte.

Elena le preguntaría a Kuhn en persona y lo averiguaría. Antes de hacerlo, sin embargo, tenía que enfrentarse a Mary.

—Mirabelle tiene una constitución débil, y dejaste tu puesto sin dejar a alguien más ocupando tu lugar. ¿Y si algo más serio le hubiera pasado a Mirabelle mientras estaba fuera?

—Lo siento, mi señora.

—Lo dejaré pasar esta vez, pero si vuelve a suceder, debes estar preparada.

—Sí, mi señora, nunca dejaré a la señorita Mirabelle desatendida.

La cara de Mary también tenía un aspecto bastante cansado. Por supuesto, fue culpa de Mary por dejar sola a Mirabelle, pero Elena sabía que era difícil para la sirvienta atender todo por su cuenta durante el viaje. Había algunos otros sirvientes además de Mary, pero ella era responsable del liderazgo y la comunicación.

Sin embargo, a pesar del razonamiento frío de Elena, no pudo evitar notar los hombros caídos de Mary y su mirada arrepentida.

—Mirabelle es muy frágil. Te pido que prestes atención la próxima vez.

— ¡Sí, sí! Voy a… Realmente lo siento… realmente.

Mary no fue particularmente rápida o inteligente en su última vida. Sin embargo, Elena la mantuvo cerca porque era pura y de buen corazón. No importa lo competente que uno pueda ser en su trabajo, Elena no podía mantener a un oportunista que cambiaría su posición según el tipo de situación.

Elena quería darle a Mary otra oportunidad, así que le dio una palmada en el hombro a la doncella sin decir nada más. La intención de su corazón fue transmitida a Mary por completo.

Mary inclinó la cabeza, conmovida por el cálido perdón de Elena por sus errores.

♦ ♦ ♦

Elena regresó al dormitorio donde prometió encontrarse con Kuhn. La habitación aún estaba tan oscura como cuando se fue, pero Elena percibió la presencia de Kuhn de inmediato.

— ¿Qué le pasó a Mirabelle?

Las palabras de Elena parecieron caer en la oscuridad de la habitación vacía, hasta que la figura de Kuhn emergió lentamente de las sombras.

Kuhn observó a Elena con una mirada curiosa, pero como de costumbre, respondió en su tono plano y formal.

—Colapsó en esta habitación, así que la ayudé.

— ¿Por qué le dejaste tu abrigo?

Los ojos normalmente distantes de Kuhn, brillaron ligeramente. Rápidamente borró sus emociones antes de que Elena se diera cuenta.

—Ella no me dejaba ir.

— ¿Mirabelle?

—Sí.

Elena miró a Kuhn con una expresión de incredulidad. Mirabelle puede parecer una niña pequeña, pero nunca molestó a los demás. No era del tipo de persona que agarra la ropa de alguien y no la suelta.

¿Sería porque ella estaba enferma?

Elena no podía conocer los pensamientos internos de Mirabelle, por ahora esta era la mejor conclusión.

Analizó la figura de Kuhn de pie en la oscuridad, con su camisa y sin chaqueta. De alguna manera, sintió que lo entendía un poco más de este breve encuentro. Kuhn no era tan indiferente al punto en que no ayudaría a alguien.

—Me disculpo por llegar tarde, por lo que hiciste te doy enteramente mi gratitud. Gracias.

Él no respondió, permaneció mirando con sus indescriptibles ojos fríos.

— ¿Fue usted quien se disfrazó de empleado, llamó a la criada y al médico? Debido al rápido tratamiento, Mirabelle pudo mejorar sin ninguna complicación.

—Acaba de suceder. No tienes que decir eso.

—No, en serio, muchas gracias. Mi hermana es la persona más preciosa del mundo para mí.

Mirabelle lo es todo para Elena y con orgullo lo diría a cualquiera. Cuando escuchó que Mirabelle se había colapsado hace poco, era como si su corazón se hubiera desplomado en el suelo. Ella solo tenía un objetivo al volver al pasado. Paz para su familia. Por su padre, su hermano y Mirabelle, ella evitaría que se enfermen o lastimaran.

Después de un breve momento de silencio, Kuhn habló inesperadamente primero.

— ¿Cuándo verás la información sobre los Kraus?

—Necesito cuidar a mi hermana…, puede que sea difícil encontrar tiempo. Siento haberte hecho esperar.

—No, yo entiendo. Entonces te veré la próxima vez.

Kuhn se dio la vuelta sin perder el ritmo, como si esperara su respuesta.

Un pensamiento repentino vino a la mente de Elena mientras observaba a Kuhn ir hacia la ventana.

—Si algo malo le sucede a mi hermana, asi como hoy, por favor ayúdala.

—Esta fue la única vez.

Dejándola solo con esa breve respuesta, Kuhn rápidamente abrió la ventana y desapareció de la vista de Elena.

Las habilidades de Kuhn eran bien conocidas por Elena y ella quería que él protegiera a Mirabelle, pero desafortunadamente, su hermana no era su obligación. Kuhn no tenía razón para obedecer.

Elena se sintió abatida, pero al mismo tiempo, sabía que era razonable. Tenía que estar satisfecha con lo que Kuhn ya había hecho por su hermana…

Esta noche todas las relaciones iban en una dirección completamente diferente a la que Elena esperaba. Se preguntaba cómo acabarían todos.

Lo primero que hizo Mirabelle cuando se despertó al día siguiente, fue preguntar por su misterioso salvador.

—Hermana, ¿dónde está el hombre que se parece a mi osito de peluche?

— ¿Qué?

—Me refiero al hombre de cabello oscuro. ¿No lo viste ayer?

Elena fingió ignorancia sobre Kuhn.

No había ninguna explicación que pudiera darle a su hermana. No pudo explicar que él era un hombre asignado por el Príncipe Heredero, y mucho menos decir que un extraño se quedó en su habitación la noche anterior.

—No sé de quién estás hablando.

La cara de Mirabelle se arrugó en decepción. Ella ya parecía bastante enferma, pero con su expresión hosca encima de eso, Elena no pudo evitar sentir una punzada de culpa en el corazón.

— ¿Por qué estás buscando a alguien así? ¿Querías agradecerle por ayudarte?

—Le dije que no se fuera, pero se fue.

Mirabelle se aferró a la chaqueta que la rodeaba. No fue hasta que ella se despertó, libre de la niebla del dolor, que recordó cómo era él.

Antes de que Mirabelle de repente perdiera el conocimiento, recordó las últimas palabras que tuvo con él.

♦ ♦ ♦

—No soy un oso de peluche.

Cualquiera se avergonzaría si de repente se les preguntara si eran osos de peluche, pero él respondió con una calma tan extraña. Mirabelle podría haberse reído si no fuera por su condición.

El cabello negro azulado del hombre era asombrosamente similar al color de su oso de peluche. No era un color común entre la población. Tal vez en su bruma febril estaba desesperada por ver a su oso cobrar vida.

—Suéltame, por favor. Necesito traer a alguien más.

—Está bien… Sólo quédate aquí, por favor. No servirá de nada que el médico acuda de todas formas.

—Necesitas a un doctor.

Kuhn trató de alejarse de su agarre varias veces, pero cada vez Mirabelle sujetaba su abrigo aún más fuerte. Ella no quería estar sola. Odiaba quedarse sola mientras sufría.

Kuhn podría haberse liberado fácilmente de las manos de Mirabelle, pero parecía estar debatiendo consigo mismo qué hacer. No tenía ningún sentimiento hacía la joven hermana de Elena, pero era algo reconfortante su mirada en comparación con las miradas de pena o tristeza que a menudo le daban.

—No… me dejes… Cuando estoy enferma… odio estar sola. Estaré bien si te quedas un poco… Así que, por favor, quédate aquí…

Cada oleada de dolor era cada vez más fuerte, era tan doloroso que se sentía cerca de la muerte. En ese momento, pensó que no quería estar sola cuando muriera.

Pero el hombre respondió de una manera que nadie le había respondido antes.

—Joven dama, incluso el mundo está solo.

Esas fueron las últimas palabras que Mirabelle recordó. Cuando se despertó de nuevo, se preguntó si era un sueño. Un hombre que se parecía a su osito de peluche era realmente surrealista [1].

Sin embargo, el abrigo en sus manos no era parte de un sueño. Ella le había pedido que no se fuera, pero sus palabras no tuvieron efecto. Sintió una pequeña punzada de dolor.

♦ ♦ ♦

En la casa del marqués Selby.

Helen frunció el ceño ante la mujer que había sido traída. Había escuchado que esta mujer, que había sido destituida por la familia Blaise, había tenido dificultades en las calles, pero no se dio cuenta de que estaría tan sucia.

—Si hubiera sabido que se vería así, la habría bañado primero.

Helen sacó rápidamente un pañuelo perfumado, se tapó la nariz y se paró ante la mujer que yacía postrada en el suelo delante de ella.

— ¿Te llamas Sophie?

—Sí, sí, ¡mi señora! Soy Sophie, que trabajaba en la casa Blaise.

—Pero, ¿fuiste despedida?

—Oh, yo…

La voz de Sophie se apagó. Se vio obligada a abandonar la casa Blaise como castigo, y no se atrevió a decir nada en caso de que Elena viniera por su cuello.

Al ver que Sophie estaba muda de miedo, Helen se sacó algo del bolsillo. El tintineo de las monedas de oro hizo eco en el piso, y Sophie levantó la cabeza con sorpresa y miró a Helen.

Helen frunció el ceño al ver la cara sucia de Sophie.

—Esta será tu recompensa dependiendo de cómo lo hagas. Ahora, me gustaría que respondieras lo que te pido en detalle. ¿Por qué te despidieron repentinamente de la Casa Blaise?

—Me… Me echaron porque me enteré de que Elena se escabullía para encontrarse con hombres todas las noches. ¡Así que ella me despidió para mantener mi boca cerrada!

Al escuchar la indignada rabia de Sophie, una sonrisa cruel se dibujó en los labios de Helen. Ella ya conocía los rumores hasta cierto punto, pero tenía que encontrar a Sophie, la testigo del evento. De lo contrario, no estaría dispuesta a pagar una suma tan grande a la doncella.

— ¿Puedes decirme todo?

—Oh, cualquier cosa. Me ha salvado la vida.

—Ho ho ho, estoy deseando que eso llegue.

Helen ya planeó cómo vengarse de Elena en su cabeza. ¿Cómo se atreve a avergonzarla con el té salado? Elena pagaría por la humillación que Helen había sufrido de la manera más severa posible.

—Levántate. No creo que haya tiempo suficiente para decirme todo lo que sabes sobre Lady Blaise.


[1] Surrealista: Absurdo y sin sentido.

Kiara
Esta Sophie, no se cansa de causarle problemas a Elena.

Nemoné
De verdad. Se ponen tan resentidas, y solo por algo que ellas mismas crearon.

5 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 21: El tiempo es único”

    1. Muchas gracias por el capítulo, lo dije antes y lo vuelvo a repetir, fue mala idea dejar viva a Sophie, ya que a caído en manos de Helen, ahora bien, se nota que ella tiene una buena red de información dado que ha estado vigilando a Elena, pero esto puede que atraiga a Carlisle y el no dudará ni un minuto el acabar con la raíz del problema, aunque, seguramente Elena lo haga cuando de entere.
      Saludos

  1. Fue un buen gesto, pero, ver a esa peque abrazada a su abrigo. SHIP SEGURO. Elena es tonta y no lo vio, jajaja, pero está ahí re obvio. Cree que su hermana será una niña pequeña toda la vida.

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