Dama Caballero – Capítulo 24: Eres tan hermosa

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


La ópera era un pasatiempo popular disfrutado por muchos aristócratas, aunque Elena había asistido a unos pocos. Los boletos tenían una amplia gama de precios dependiendo del punto de vista; el precio de un asiento regular era casi igual al del salario mensual de un plebeyo. Sin embargo, muchos aristócratas iban a ver la ópera y las actuaciones por lo que los boletos se agotaban a menudo.

Aunque, incluso sin el alto precio, no tenía sentido que Elena y Carlisle se encontraran en un lugar así. Carlisle era consciente de que Elena quería ocultar su relación antes del baile, y tenía curiosidad de saber por qué había elegido la ópera.

Si bien era un lugar donde los aristócratas a veces se reunían en privado, a pesar de sus esfuerzos, seguramente se encontrarían con cualquiera desde la entrada hasta sus asientos.

¿Qué diablos está pensando?

Elena no había esperado que Carlisle ignorara su pedido para que no los vieran juntos. Si ese fuera el caso, ella también habría evitado pornerle una capa.

Mientras Elena reflexionaba sobre sus pensamientos, Kuhn, quien estaba esperando su respuesta, abrió la boca para hablar primero.

—Si no hay nada más, me despediré.

—Oh, espera un momento. ¿Puedes ver si hay una tienda en la Ciudad Capital donde pueda conseguir un vestido?

—Encontraré uno si lo deseas, pero verás a alguien más adecuado que yo a quien puedes preguntar.

— ¿Alguien más adecuado…?

La cara de Elena se volvió hacia él con una leve curiosidad, y Kuhn respondió indiferentemente.

—Sí. Estoy hablando del General.

— ¿Cómo sabe el Príncipe sobre eso?

Se sabía que Carlisle había estado en el campo de batalla desde que era joven, y solo había estado en la capital por un corto tiempo. No parecía ser el tipo de persona que sabía algo sobre moda o vestidos.

—Te reuniras y escucharás la historia sobre el General en persona. Esto es todo lo que puedo decir.

Kuhn guardó sus palabras, ya que no tenía intención de explicar nada más.

Elena sabía que no obtendría más respuestas de él, así que simplemente asintió con la cabeza. Ella se enteraría cuando fuera a la ópera esta noche.

—Me despido entonces.

—Por supuesto.

No había ninguna razón para que Elena mantuviera a Kuhn por más tiempo. Tan pronto como se le permitió, desapareció por la ventana en un instante. Esta situación se le estaba volviendo muy familiar.

Finalmente la dejaron sola en su habitación. Elena dejó escapar un largo suspiro y volvió a componer sus pensamientos.

Escuchó pasos corriendo hacia su habitación, y de repente la puerta se abrió de golpe. Fue Mirabelle quien irrumpió sin llamar.

— ¡Hermana!

Elena estaba a punto de regañar a Mirabelle por su rudeza hasta que vio la expresión intensa en su rostro.

— ¿Qué pasa?

—Escuché que los vestidos para el baile están completamente arruinados. ¿Es eso cierto?

—Ah.

Cuando Elena se enteró del incidente, no se lo mencionó a Mirabelle, preocupada de que su hermana no pudiera dormir. Parece que finalmente se enteró de ello.

—Mirabelle, ya sabes…

Elena comenzó a sudar por miedo a la inminente decepción de Mirabelle. Comenzó a explicar brevemente los hechos, sobre la criada Tilda que permaneció sola en el carro de equipaje, y supuestamente rasgó los vestidos y huyó. Elena no mencionó a Sophie. Los detalles que rodeaban el incidente aún no estaban claros.

— ¿Entonces, qué hacemos ahora? ¿Ya no podemos ir al baile?

—Es muy temprano para decir. En este momento, estoy tratando de descubrir si hay tiendas de ropa disponibles que pueden tomar pedidos.

—Todos los buenos ya están llenos. ¿Hay algo más que podamos hacer?

Los sentimientos de Mirabelle eran comprensibles. Estaban aquí por el Baile Real, donde el Príncipe Heredero haría su primera aparición. Los Blaise no podían darse el lujo de mostrarse con una apariencia humilde, no cuando toda la nobleza iba vestida en su mejor forma. Sería mejor no ir.

Pero, Elena no podía darse por vencida tan fácilmente, no cuando había planeado una primera reunión oficial con Carlisle, y no cuando Mirabelle había estado anticipando el baile durante mucho tiempo. Era una situación en la que las dos estaban molestas por diferentes razones.

Mirabelle entonces habló con arrepentimiento.

—Lo siento mucho. Nunca has usado un vestido tan bonito antes…

Su voz luego se alzó en ira.

— ¿Quién en la tierra hizo esto? No es posible que Tilda lo haya hecho sola.

—Sólo espera un momento. Tu hermana está trabajando en ello.

Elena se acercó a su Mirabelle con el corazón roto y le acarició suavemente el cabello.

—De alguna manera no las arreglaremos para asistir al baile.

— ¿Es eso posible?

Los pensamientos de Elena se dirigieron a Carlisle, a quien se suponía que debía ver esta noche.

—Bueno, haré mi mejor esfuerzo.

Había mucho que resolver con Carlisle, ella lo vería. No tenía idea de qué podría hacer para ayudar, pero si la reunión resultaba infructuosa, Elena tendría que encontrar otra manera.

Miró el reloj, confirmando la hora en que Carlisle enviaría el carruaje.

♦ ♦ ♦

El tiempo pasó rápidamente y en poco tiempo, el reloj se acercó a las ocho en punto, la hora en que llegaría el carruaje. Para entonces, Elena completó todos sus preparativos para asistir a la ópera. Aunque prefería vestirse con modestia, esta noche se vestía lo más espléndidamente posible para la ocasión. Puede que aún no sea tan extravagante como otras mujeres nobles, pero lo compensó con una cara bonita.

Para explicar la salida repentina, Elena le informó a Mirabelle que iba a buscar una tienda de ropa para completar un vestido nuevo. No estaba exactamente mal. Ella preguntaría al respecto cuando conociera a Carlisle.

Pronto el reloj dio las ocho en punto exactamente, y un magnífico carruaje negro se detuvo frente a la puerta principal de la mansión Blaise. Elena miró desde la ventana, notando que el tiempo de Carlisle era tan agudo como el filo de un cuchillo.

El cochero se levantó del carruaje y le habló a un sirviente, luego el sirviente le habló al mayordomo, quien finalmente le habló a ella.

—El carruaje ha llegado, mi señora.

Elena ya estaba al tanto e inmediatamente se dirigió a la calle.

—Gracias. Por favor, si mi padre llega, dile que no me encuentro.

—Sí, mi señora. Manténgase a salvo.

Después de recibir una despedida cortés de Michael, Elena se acercó al carruaje negro. El cochero le hizo una reverencia y abrió la puerta para ella. Después de confirmar con seguridad que Elena estaba a bordo, cerró la puerta y pronto el carruaje partió lentamente.

Los carruajes de Blaise eran ciertamente cómodos, pero ni siquiera podían compararse con este. El viaje fue tan suave que Elena no podía sentir las ruedas girando en absoluto. Era la forma más lujosa de viajar que jamás había experimentado.

Elena recordó que Carlisle viajaba con ella en un carruaje Blaise no hacía mucho tiempo.

—Si está acostumbrado a andar en carruajes como éste, entonces debe haberse sentido incómodo.

Elena sonrió para sí misma. Por alguna razón, era difícil imaginar a Carlisle montado solo en un carruaje. A pesar de que era el Príncipe Heredero que podía montar uno en cualquier momento que quisiera, parecía más adecuado para el montar a caballo.

Ella no sabía por qué estaba pensando en eso.

—Ahora que lo pienso, ¿desde cuándo no he sido reacia a verlo?

No eligió este matrimonio porque le gustaba. El suyo era un matrimonio contractual porque ella tenía mucho para beneficiarse de él, excluyendo sus propias emociones e intereses.

Sin embargo, por un extraño momento, todos sus pensamientos se volvieron hacia Carlisle. Una sonrisa se extendió en su cara antes de verlo. ¿Fue porque él siguió ayudándome? Era cierto que las habilidades de Carlisle superaban sus expectativas, y él la había estado apoyando de muchas maneras.

Bueno, es mejor que tener una relación incómoda.

Elena se sintió a gusto. Cualquier apoyo era bueno, pensó.


Después de un largo pero cómodo viaje en carruaje, finalmente llegó a la sala de ópera. La puerta del carruaje se abrió antes de que Elena tuviera que decir algo, y tan pronto como salió, sus ojos se abrieron ante la vista que se extendía ante ella.

¿Qué… Qué es esto?

Desde donde había salido del carruaje, todo a su alrededor estaba rodeado de grandes pancartas negras. Ella caminó hacia adelante con asombro marcado en sus rostro.

Las banderas se movían junto con los pasos de Elena. Cuando miró de cerca, vio que había gente rodeándola, sosteniendo pancartas y protegiéndola para que ningún otro aristócrata pudiera verla.

Hubo un zumbido de voces ante la extraña vista.

— ¿Quién es ese?

— ¿Quién es la persona que está siendo honrada?

Elena no pudo identificar a los dueños de las voces más allá de las pancartas. En cambio, ahora podía entender por qué Carlisle se sentía cómoda al encontrarse con ella aquí.

Caril confiaba en que no mostraría mi rostro a nadie.

Elena detuvo sus pasos, ya que nunca se imaginó a sí misma en este tipo de situación. Sin embargo, solo llamaría la atención de otras personas si continuaba deteniéndose.

Ante la vacilación de Elena, el hombre en el frente del cerco le habló en voz baja.

—Por favor sígame.

Elena avanzó sin decir palabra con la guía del hombre. ¿Cuántas personas podrían reconocerla solo por el sonido de su voz?

¿Me está llevando a asientos VIP?

Se rumoreaba que los asientos VIP eran un lugar popular para que los hombres aristocráticos ricos se entregaran a distintos asuntos. El costo de la ópera era tan alto, que no podía empezar a adivinar a dónde la llevaban.

—Espera, ¿hay alguien ahí?

— ¿Era esa la princesa de otro país?

Podía escuchar claramente lo que los otros aristócratas estaban diciendo fuera del escudo de pancartas. Sin embargo, Elena simplemente siguió caminando hacia adelante, aunque su mente estaba llena de preguntas.

Después de ver detenerse al que dirigía el muro de pancartas, Elena miró a su alrededor para ver a dónde había llegado.

—Ah…

Un jadeo de exclamación escapó de su boca. Se rió de haberse imaginado en alguna área VIP, cuando en realidad estaba en el palco [1] más caro de la ópera.

Ella solo había visto los palcos desde muy lejos y esta era la primera vez que estaba en una. Solo había pocos palcos privados en la sala de ópera, que no estaban reservados para la compra como otros asientos, sino que solo podían acceder a ellas sus propios dueños. Sólo los hombres más ricos del imperio podían pagarlos. Como los asientos regulares en la ópera constaba el salario mensual de un plebeyo, Elena ni siquiera podía adivinar cuánto costaría obtener su palco.

El lacayo que había guiado a Elena volvió a hablar.

—Vaya adentro.

Elena se recuperó de su asombro, asintió y entró. El sonido de la puerta al abrirse fue como un trueno cuando la anticipación aumentó sus sentidos.

Dentro de la habitación estaba Carlisle sentado tranquilamente con los brazos cruzados. Los asientos se colocaron en un área sombreada, por lo que sería difícil verlos sentados allí.

Carlisle se volvió lentamente hacia la puerta, notando que Elena había entrado. Sus ojos se encontraron en el aire, y ella vio los iris azules de Carlisle brillando débilmente en la oscuridad. Era un depredador hambriento frente a su presa.

Hubo un momento de silencio. La puerta se cerró detrás de Elena y su cabeza giró reflexivamente hacia el sonido. Carlisle la miró por un momento y luego habló primero.

—Me alegro de que nadie te haya visto esta noche.

Aún no se había recuperado lo suficiente como para poder hablar.

—Algo molesto podría haber ocurrido si te hubieran visto.

— ¿Qué quieres decir…?

—Es porque eres tan hermosa. Todas las miradas de los hombres estarán sobre ti.

La cara de Elena se sonrojó. Era la primera vez que escuchaba semejante cumplido.

—Gracias por decir eso, pero esa broma es bastante extrema.

Carlisle sonrió ante la cara enrojecida de Elena.

—Por favor, toma asiento.

Elena sentía sospechas sobre todo esto, pero había llegado tan lejos y no podía retroceder ahora. Ella se sentó a su lado a petición suya, pero no pudo deshacerse de sus sentimientos inestables.

—No sé acerca de ti, mi señora, pero nunca he estado en un lugar como este. Solo conozco el campo de batalla, así que quería venir contigo.

No esperaba que la invitara a la sala de ópera. Ella puso sus pensamientos en orden y luego respondió con voz tranquila.

— ¿Estos asientos fueron prestados por alguien que conoces?

—No.

Fue una refutación muy breve pero firme. Sin embargo, parecía tomar la pregunta de una manera diferente.

— ¿No te gusta la ópera?

—No, no es así…

A Elena no le disgustaba la ópera, aunque algunos miembros de la nobleza probablemente no les gustara. Sin embargo, ese no era el problema; el problema era que estaban en un palco excesivamente caro. No sabe cuánto costó, pero incluso si no lo sabía, no podía fingir que no le molestaba.

—Entonces, espero que podamos venir más seguido a la ópera juntos en el futuro.

Las palabras de Carlisle parecían implicar que él compró el palco solo para estar con ella.

Elena se sorprendió de que él revelara un hecho importante tan casualmente. Sería demasiado, incluso para el Príncipe Heredero. No podía alcanzar libremente las arcas estatales a menos que fuera el Emperador.

Además, Carlisle no tenía mucha influencia social, y no había pasado mucho tiempo desde que pasó del campo de batalla a la capital. ¿Donde obtuvo una suma tan enorme de dinero? Era cuestionable. Ni siquiera podía entender por qué gastaba tanto dinero en una reunión con ella.

El dinero tenía muchos usos prácticos, y si Carlisle se convirtiera en emperador, tendría que guardarlo para el futuro.

—Al parecer gasta demasiado dinero en cosas inútiles.

Carlisle le dirigió una mirada inexpresiva.

—Soy un hombre de gustos altos.

—No importa qué tan alto. Cómo puedes…

—Dijiste que no querías que nadie nos reconociera, así que, ¿no estarías satisfecha con estos asientos o quizás prefieres estar más abajo?

—Eso es…

No había nada malo con lo que dijo Carlisle, y ella cerró la boca. Ante la expresión desconcertada de Elena, su tono se volvió suave.

—Hay una cosa que no sabes.

Los ojos de Elena se volvieron hacia Carlisle, sentado a su lado. Estaba a punto de preguntarle qué quería decir, pero la voz de Carlisle se adelantó a la pregunta de Elena.

—Cuando me miras con esos ojos, quiero darte todo.


[1] Palco = Cuarto independiente a modo de balcón, con varios asientos, que hay en teatros y en otros espectáculos.

Kiara
Este principe, me supera, me su-pe-ra, es demasiado, creo que uno de los protagonistas mas geniales, va directo al grano y sin rodeos. ahora yo no se ustedes pero Elena dijo que confiaba en su cara bonita, pero ese vestido cof... bastante revelador... cof... un capitulo super emocionante ¿no lo creen? estoy ansiosa por que llegue el tan esperado baile.

5 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 24: Eres tan hermosa”

  1. Muchas gracias por el capítulo, guau, en serio, que demostración del dinero que posee Caril, como el mismo le dijo a Elena, cuando te veo, deseo entregarte el mundo, eso demuestra cuánto la aprecia, y lo más importante, Elena ya comienza a enamorarse de él.
    Saludos

  2. Me enamore de este príncipe por diosssss, es genial en todos sus aspectos. Ayer empecé a leer y me siento culpable por no agradecerles antes.. Muchas gracias por el trabajo!! ❤️❤️

  3. Ay bebé, ya caíste en la telaraña. Sólo di abiertamente que te encanta ese bombón, nadie te va a culpar, a mí me encanta igual, jajaja.

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