Dama Caballero – Capítulo 70: Boda del siglo

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


Elena se encontró apurada en el momento en que abrió los ojos el día de su boda.

A partir de la mañana, su cabello y maquillaje fueron diseñados por un ejército de expertos, y todos los sirvientes de la familia fueron movilizados para ayudarla a vestirse de pies a cabeza. Mirabelle, así como Margaret, que había venido a la mansión desde lejos, mantuvieron sus ojos atentos en Elena. Finalmente, los preparativos fueron completos.

— ¡Oh mi Dios! —Exclamó Margaret, pero ella no era la única sorprendida.

Muchas de las sirvientas y expertas también se mostraron emocionadas y sorprendidas. Nunca habian visto una novia más perfecta, y Elena tenía un brillo etéreo sobre ella que no parecía venir de este mundo. Ya era bonita, pero hoy deslumbraba tanto que su belleza cautivaba a todos en la habitación.

—Te ves increíble, lady Blaise. He estado en innumerables bodas, pero nunca he visto una novia tan hermosa.

Elena sonrió levemente ante el espléndido cumplido de Margaret.

—Incluso si solo lo dices porque es mi boda, agradezco el cumplido.

—No estoy mintiendo. Pregúntele a alguien más, y obtendrá la misma respuesta. ¿No es así?

Margaret se volvió hacia la habitación y todas las mujeres asintieron con entusiasmo.

—Eres tan hermosa, mi señora.

— ¡La mejor sin duda!

Mientras todos cantaban cumplidos, Elena se sintió arrastrada por un nuevo sentimiento de vergüenza y felicidad. Sus ojos se volvieron hacia la joven que había logrado todo esto y tenía más trabajo que nadie: Mirabelle. Estaba mirando la escena con una mirada de satisfacción.

—Todo es por ti, Mirabelle. Gracias.

Mirabelle respondió con una sonrisa brillante y un sonrojo de vergüenza.

—Pero eres una modelo encantadora. No importa cuán hermoso sea el vestido, no se vería tan bien si no fuera porque eres tú quien lo usa hermana.

El ambiente se calentó entre ellos, cuando de repente hubo un golpe en la puerta. Mary fue la primera en acercarse.

— ¿Quién es?

La voz de Michael respondió en respuesta.

— El señor de la casa está aquí.

—Oh sí. Sólo un momento.

Mary corrió hacia atrás e informó a Elena que el conde Alphord estaba esperando afuera. Como Elena ya había terminado de vestirse para la ceremonia, miró a todos antes de hablar.

—Gracias por todo su arduo trabajo desde esta mañana. Mi padre está aquí, así que vuelvan a sus deberes. Las llamaré si necesito ayuda.

Las criadas respondieron en un coro simultáneo.

—Sí, mi señora.

Margaret miró a Elena con admiración. Incluso las familias nobles más prestigiosas no podían tener fácilmente una jerarquía como esta entre sus sirvientes. Las doncellas no tenían motivos para ser leales a la señora de la casa.

—Entonces estaré esperando afuera. Avísame cuando se vaya el conde —Indicó Margaret.

—Sí, gracias.

Mirabelle también le preguntó a Elena si quería estar a solas con su padre, y cuando Elena respondió afirmativamente, Mirabelle también se marchó.

—Me Iré ahora. Hasta luego, hermana.

—Sí.

Cuando la habitación finalmente se vació, el conde entró. Aunque estaba vestida con un traje espléndido, no había cambiado mucho. El elaborado disfraz lo hizo destacar más, pero aún llevaba el aspecto solemne y pesado de un caballero de mediana edad.

— ¿Estás lista?

—Sí padre. No te preocupes, estoy completamente preparada.

El conde Alphord nunca había preguntado sobre los arreglos de boda de Elena, y no había tiempo para hablar sobre la dote, incluso después de que se omitiera.

Por un momento, miró a su hermosa hija en silencio, luego sacó algo de su bolsillo interior. Elena lo miró inquisitivamente. En su mano había un joyero rojo que se abrió para revelar un par de delicados aretes de perlas. Un recuerdo pasó por la cabeza de Elena mientras los miraba.

—Oh, esto es…

—Sí, pertenecía a tu madre. Escuché que una novia debería tener una cosa vieja en su boda. Lo guardé durante mucho tiempo, ya que era su voluntad dejarlo contigo.

—Padre…

Elena recogió cuidadosamente los pendientes de perlas. Alphord miró a Elena con una expresión remota antes de continuar.

—De ahora en adelante, ya no serás hija del conde Blaise, sino la princesa heredera del Imperio Ruford. Tal vez a partir de este momento, no podré hablarte de forma descuidada.

—Sí.

—Debes comportarte como corresponde a tu posición. Nunca traigas vergüenza al nombre de tu padre.

Un día como hoy… le hubiera gustado que su padre le ofreciera palabras de calidez, pero ya conocía su personaje demasiado bien. Elena asintió con la cabeza.

—Lo recordaré.

Ella usaría su posición como princesa heredera para evitar la muerte del conde Blaise. No le importaba si él no lo sabía. Lo más importante era que protegía a su familia con sus propias manos. Alphord no le asignó tal responsabilidad en primer lugar, pero ella llevaría esta carga sobre sus hombros.

Alphord se volvió y habló en voz baja.

—Te veré en la ceremonia.

—Sí padre.

La reunión entre el conde Blaise y su hija había terminado. Cuando terminara la boda, su relación sería de princesa heredera y jefe de la Cuarta Orden de Caballeros.

Elena, ahora sola, se miró tranquilamente en el espejo y se puso cuidadosamente los pendientes de perlas. En el pasado, los artículos habían sido muy queridos por su madre. Elena sintió un nudo en la garganta al pensar en su madre usando estos mismos aretes.

Si tan solo madre aún estuviera viva…

Elena deseó haber podido regresar al pasado antes de la muerte de su madre, de seguro ella le entregaría por sí misma los pendientes. Los recuerdos de su madre se desvanecian poco a poco, pero Elena sentía mucho cariño cada vez que pensaba en ella.

‘‘Len, siempre sigue el camino que crees que es correcto.’’

Las palabras que su madre había dejado estaban profundamente arraigadas en la mente de Elena, sirviendo como la fuerza impulsora detrás de ella.

Entonces, se oyeron pasos, y la voz emocionada de Mirabelle vino desde afuera.

— ¿Puedo pasar un momento?

— Por supuesto. ¿Qué está pasando?

Mirabelle abrió la puerta y entró alegremente.

— ¡La tiara ha llegado desde el Palacio Imperial!

Las tiaras solo se daban durante las bodas a una Familia Real o de nobles de alto rango. Naturalmente, como princesa heredera, Elena también recibió una. Poco después, Margaret regresó a la habitación con los ojos brillantes.

Luego, los mensajeros imperiales vestidos con uniformes blancos marcharon elegantemente hacia Elena, luego inclinaron profundamente sus cabezas.

—Su Majestad el Emperador espera que aceptes esta tiara para la boda.

La corona brillaba con innumerables piedras preciosas. Un mensajero dobló la rodilla en un momento elegante y le tendió la tiara.

—Lo acepto.

Los otros mensajeros se arrodillaron ante Elena y proclamaron en voz alta:

—Gracias, Su Alteza Imperial. Gloria eterna al Imperio Ruford.

Era la primera vez que se habían dirigido a ella como “Su Alteza”. Elena estaba sorprendida por el título, pero las otras dos señoritas reunidas a su alrededor estaban aún más asombradas.

—Uwaaah —Había exclamado Mirabelle.

Después de recibir tal bienvenida de la Familia Imperial, Elena una vez más recordó que era el día de su boda. Los preparativos finales estaban completos.

Nemoné
Qué genial *sniff* Será mi segunda prota casada. Pero la boda de Elena será la primera a la que asistí. La otra prota transmigró y ya tenía su husbando e hijo.

Elena se sentó en un carruaje imperial dorado mientras era llevada hacia la plaza Bellouet. A ambos lados, las calles estaban llenas de ciudadanos arrojando flores hacia el carruaje dorado. Elena agitó su mano fuera de la ventana, agradeciendo a la gente.

Cuando finalmente llegó al destino, se sorprendió al ver la plaza aún más densamente poblada de lo que esperaba. No resultó difícil moverse por las calles ya que todos respetuosamente cedieron el paso, pero mientras miraba a las multitudes, apenas parecía haber ningún lugar para moverse.

Sé que es la boda del príncipe heredero, pero no me di cuenta de que habría tanta gente.

El emperador Sullivan no hace apariciones en público debido a su enfermedad, pero la multitud era un testimonio de cómo la gente estaba interesada en Carlisle.

Por otro lado, tan pronto como se bajó del carruaje dorado, se dirigió hacia la sala de espera de la novia con una última revisión a su vestido. Se le dio su ramo, y se le colocó el velo y la tiara en la cabeza.

Su corazón latía violentamente en su pecho, a pesar de que sabía que era un matrimonio por contrato.

¿Es porque es la primera vez que me caso?

Aunque esta boda era solo una exhibición, no podía evitar pensar el porqué se sentía tan nerviosa. Se preguntó qué estaría haciendo Carlisle en ese momento. La superstición en el Imperio Ruford decía que la novia y el novio no deberían verse antes de entrar en el salón de bodas, de lo contrario tendrían mala suerte. Elena se preguntó si Carlisle había llegado a salvo y si sus nervios estaban tan tensos como los de ella.

Finalmente había llegado el momento. Un caballero uniformado entró en la sala de espera y habló con una de las criadas.

—Ya es hora.

La criada le transmitió las palabras a Elena, y sabía que era hora de aparecer en el escenario. Se recobró y lentamente salió al pasillo.

Podía escuchar vítores en celebración de la boda del día, y cuando salió, los ojos de todos se abrieron sorprendidos cuando se reveló la hermosa apariencia de Elena.

El pasillo estaba alfombrado en blanco, y la primera persona con la que se encontró fue su padre, el conde Alphord, que estaba esperando para acompañarla junto a Carlisle. Elena tomó el brazo de su padre con manos temblorosas y caminó por el pasillo.

La música clásica comenzó a fluir al ritmo de los pasos de Elena, y la aparición de la novia hizo que los invitados se pararan de sus asientos. La gran plaza estaba llena de innumerables nobles y representantes de reinos extranjeros. También estaban los innumerables ojos de personas observando desde fuera de la plaza. Sus alientos quedaron atrapados por la impresionante apariencia de la novia…

Carlisle estaba parado debajo de una plataforma al final del pasillo. Lucía elegante y apuesto con un traje negro, la imagen perfecta de un novio de cuento de hadas.

En poco tiempo, Elena y su padre llegaron ante Carlisle.

El conde habló en voz baja, lentamente entregando la mano de Elena a Carlisle.

—Espero su amable cooperación, Su Alteza.

—Sí.

Carlisle miró tan intensamente a Elena a través del velo que no pudo evitar sonrojarse. Entonces la pareja, hombre y mujer, caminaron juntos hacia la plataforma. Era tan alto que tomó bastante tiempo llegar a la cima donde el oficiante estaba esperando. Mientras tanto, Carlisle le murmuró a Elena por la comisura de la boca.

—Estás más bella de lo que imaginaba.

—Gracias por decir eso.

—No son palabras vacías. A veces quiero esconderte, así soy el único que puede verte. No puedo soportar compartir esta visión con otros…

La cara de Elena, rígida por la tensión, se puso roja. Esas fueron palabras muy dulces. Tal vez estaba diciendo eso hoy porque sabía que su corazón estaba temblando.

La boda fue oficiada por uno de los más altos sacerdotes del continente. El cabello blanco, la barba y la sonrisa gentil en las comisuras de su boca le daban un aire de benevolencia.

—Antes de comenzar, me gustaría felicitarlos a ambos por su matrimonio. Que Dios los bendiga a ustedes y a todos los que están aquí. El matrimonio es un paso importante en el momento en que un hombre y una mujer se encuentran y dirigen una familia.

Elena solo estaba escuchando a medias las palabras del sacerdote cuando miró a Carlisle, solo para ver que todavía la estaba mirando desde un lado.

¿Me ha estado mirando desde que pasamos por el pasillo?

En su cabeza no podía creerlo, pero algo más le decía que era verdad. Ella se sintió un poco nerviosa ante su mirada fija, como si el novio estuviera indefenso ante la belleza de la novia. Elena sintió que podía derretirse por el afecto que se desbordaba de sus ojos. Después de un rato, volvió su atención al sacerdote.

— ¿El novio jura respetar, apreciar y amar a la novia durante toda su vida?

Carlisle respondió la pregunta sin dudarlo.

—Lo juro.

El sacerdote se volvió hacia Elena.

—Ahora le preguntaré a la novia. ¿La novia jura respetar, apreciar y amar al novio durante toda su vida?

—Sí, lo juro.

—Por la presente los declaro hombre y mujer. Que Dios los bendiga a ambos para siempre.

Elena suspiró con alivio porque finalmente había terminado, hasta que el sacerdote habló por última vez.

—Puedes dar el beso de juramento.

Elena estaba tan ocupada preparándose para la boda que se había olvidado del beso. Miró a Carlisle con sorpresa, pero él estaba de pie ante ella con una expresión mucho más tranquila de lo que esperaba.

Sus manos levantaron lentamente el velo sobre el cabello de Elena. Cuando su rostro fue revelado, un jadeo recorrió la sección de invitados. Los ardientes ojos azules de Carlisle se acercaron lentamente a ella. Sabiendo que esto era inevitable, Elena permitió el beso y cerró los ojos con fuerza.

Sintió los labios de Carlisle presionar acaloradamente contra los de ella. Había pensado que sería un beso ligero, y cuando pensó que había terminado, la gran mano de Carlisle se cerró repentinamente alrededor de la cintura y la otra alrededor de su cuello. La besó más intensamente, casi como si deseara devorarla, y los ojos de Elena se abrieron con asombro. Su corazón latía con fuerza en su pecho y su mundo giraba.

Finalmente Carlisle se apartó y Elena miró sus ojos. Casi sintió que su cuerpo estaba completamente poseído por su mirada.

Mi corazón va a estallar.

El beso fue tan impresionante que pudo escuchar su sangre retumbar en sus oídos y sentir un hormigueo en la boca.

Ese fue el primer beso que experimentó en sus dos vidas.

♦ ♦ ♦

Un joven sentado en una fila de invitados se sonrojó al ver a Carlisle y Elena besarse.

—Eso fue bastante fuerte.

Su abuelo a su lado no respondió, por lo que volvió a hablar.

— ¿Qué piensas, abuelo?

— ¿Sobre qué?

—Este matrimonio.

— ¿Que pienso? Creo que no tiene nada que ver con nosotros.

—Pero si el príncipe heredero se convierte en emperador, ¿no cambiará el panorama político?

—No importa.

Harry, el joven que parecía estar en su adolescencia, fue seleccionado como el heredero para dirigir a la familia Kraus en el futuro. El anciano sentado a su lado era su abuelo paterno, el conde Evans, y el actual patriarca de la familia. Evans observó a Carlisle y Elena desinteresadamente.

—Será igual, sin importar quién sea el emperador.


chibicom de=”Kiara” mensaje=”Corto, pero precioso y la imagen, y el beso oh este Caril no se anda con rodeos, fue muy bonito, que genial el vestido y Elena que bella, pero por sobre todo el husbando esta demasiado guapo, ¿como se puede ser tan bello? por cierto y ahora ¿quienes serán estos que aparecieron de la nada?” expresion=”encanto”]

3 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 70: Boda del siglo”

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