Dama Caballero – Capítulo 73: Solo lo diré una vez

Traducido por Kiara

Editado por Gia


La siguiente persona, a la cual Elena se acercó en la recepción, fue a la condesa Stella Viviana, una de las figuras sociales más importantes de la capital. Stella era un enemigo potencial, debido a que la había chantajeado sobre el hijo que mantenía escondido. Fue a causa de esa explotación que Elena pudo convertirse en princesa heredera, por eso se encontraba inquieta.

Elena encontró fácilmente a la condesa porque era la noble que tenía más damas reunidas a su alrededor. Stella saludó a Elena con una sonrisa radiante al notar que esta se acercaba.

—Oh, gracias por venir hasta aquí, Alteza.

Las palabras de Stella llamaron la atención de las otras damas y, poco después, todas la saludaron con una reverencia.

—Salve a la Princesa Heredera. Gloria eterna al Imperio Ruford.

Elena todavía se incomodaba cuando todos se inclinaban ante ella de esa manera, pero le devolvió la sonrisa sin ningún indicio de molestia.

—Es un placer conocerlas. Vine a ver a la condesa Viviana y las encontré a todas reunidas aquí.

—Oh, Dios mío, no me di cuenta de que la Princesa Heredera me estaba buscando. Hablaré rápidamente con ella y volveré a reunirme con ustedes, damas.

Stella respondió con confianza, como si conociera a Elena. Las otras damas les sonrieron a ambas.

—Sí, por favor regrese, condesa.

—Felicidades por su boda hoy, Su Alteza.

Las mujeres no tardaron en expresar sus felicitaciones y tanto Elena como Stella aceptaron sus palabras con brillantes sonrisas. Ambas salieron del pasillo hacia una terraza. Ya estaba anocheciendo y la brisa fresca de primavera soplaba agradablemente en sus rostros. Eran solo dos almas las que se encontraban ahí, pero Stella mantuvo una amable sonrisa en su rostro.

—¿De qué quería hablarme, Alteza?

Elena sentía curiosidad por la calma que Stella mantenía, como si su última reunión nunca hubiera sucedido. Después de deliberar sobre cómo empezar la conversación, Elena decidió ser directa.

—No esperaba una cálida bienvenida de tu parte.

—¿Hay alguna razón por la que no debería estar contenta de verla, Su Alteza?

La pregunta podría haber parecido absurda. Elena se aclaró, mientras, se preguntaba en qué demonios estaba pensando Stella.

—No terminamos nuestra primera reunión en buenos términos.

—Cumplió su promesa de permanecer en silencio, así que decidí olvidarlo.

Ante la respuesta de Stella, Elena comprendió una vez más que los oponentes más peligrosos no eran los que se mostraban exteriormente terroríficos. La reputación de la condesa, como mujer astuta, no era en vano. Stella sabía que ser abiertamente hostil con la princesa heredera no sería beneficioso para ella.

Pero ella no puede evitar ser cautelosa conmigo.

No había forma de que alguien se sintiera cómodo teniendo sus secretos más profundos expuestos. Otro dicho cruzó por la mente de Elena.

Mantén a tus amigos cerca, y a tus enemigos más cerca aún.

Stella mantenía a su enemiga, Elena, más cerca. Sin embargo, Elena también lo hacía. No podía dejarla sola, pero como la condesa no había realizado ningún movimiento aún, ella todavía no podía tocarla. Debía intentar atraer su corazón esta vez, pero la condesa era más hábil de lo que pensaba, por lo que no pudo evitar admirar a la otra mujer. No sabía si Stella la apuñalaría por la espalda, pero ninguna relación comenzaba teniendo una fe ciega. Elena decidió mantenerla por ahora y, si fuera posible, convertirla en su aliada.

—Me preocupaba que pudieras tener tus dudas sobre eso, así que estoy aliviada de que confíes en mí.

—Por supuesto. No hay nadie en este continente que no crea en la Princesa Heredera del Imperio Ruford. También me preocupaba que pudiera mostrarse reacia a mi presencia, así que me alegra saber que también confía en mí.

Fue un comentario agradable, con los halagos apropiados. Si el imperio Ruford fuera tan libre como el reino Freegrand, Stella podría haber sido una excelente embajadora. Era una pérdida de talento lamentable. En cualquier caso, aunque las verdaderas intenciones de Stella eran desconocidas, ella no era hostil con Elena.

Elena continuó con una sonrisa suave.

—Es un placer verte de nuevo. Por favor, ven al palacio en algún momento después de la recepción de hoy. Te enviaré una invitación personalmente.

—Oh, será todo un honor, Su Alteza.

Ambas se sentían como muñecas mientras guardaban sus verdaderas intenciones. Y, curiosamente, ambas lo sabían, pero fingieron no tener conocimiento de ello.

Después de la breve conversación con Stella, Elena volvió a entrar en la sala de recepción. Esta la siguió y luego, le hizo una reverencia.

—La veré más tarde, Su Alteza.

—Sí.

Stella se separó de Elena y regresó a su bandada de mujeres nobles. Mientras, Elena la observaba alejarse y consideraba con quién debía encontrarse a continuación. Sin embargo, antes de que pudiera tomar una decisión, se escucharon pasos acercándose a ella.

Elena los notó de inmediato, pero fingió ignorancia para no despertar sospechas de sus habilidades. El sonido de pasos se detuvo y una voz habló.

—Es un placer verla de nuevo, Su Alteza.

Elena se dio la vuelta y vio al embajador de Freegrand delante de ella.

—Oh, eres…

—Mi nombre es Log Ashmore.

A Elena le agradaba su uniforme bien planchado.

—¿Señora Ashmore?

No estaba segura de si la embajadora era un caballero, pero podría detectar fácilmente la postura de un espadachín.

—No, por favor, solo Log, Su Alteza.

Su permiso para dejar que Elena usara su primer nombre, significaba que quería ser más cercana a ella.

—Muy bien, Log.

Elena aceptó sin protestar. Estaba particularmente interesada en familiarizarse con la delegación de Freegrand, sobretodo por el bien de Mirabelle. Cuando Elena usó su nombre, la expresión de Log se iluminó.

—Estuve presente durante la boda y su belleza, Alteza, realmente me impresionó. El vestido de novia también fue sensacional.

—Estoy feliz de que pienses eso. Mi hermana menor aportó muchas ideas para lograrlo.

—Ah, ella es bastante talentosa.

Elena se hinchó de orgullo ante el cumplido de Log. Trató de contenerse por su posición como princesa heredera, pero si alguien alababa a Mirabelle, no podía evitar sentirse feliz.

Sonrió débilmente, luego, habló en voz baja.

—¿Hay algo más que le gustaría decirme?

—Oh. Escuché que regaló el tejido de la delegación Freegrand a otras nobles.

Elena se lo había prometido a Marissa. Parecía que la historia se había extendido rápidamente. Al final, asintió ligeramente.

—Si puedo, me gustaría entregarle otra tela como un regalo personal, Su Alteza.

—¿Para mí?

—Sí, Su Alteza. Espero que lo disfrute.

Elena sabía que en todos los reinos, los obsequios otorgados al estado podrían ser regalados a otros nobles. Sin embargo, una reunión y la promesa de un regalo personal son situaciones completamente diferentes. Los ojos rojos de Elena brillaron. Las relaciones humanas eran bastante simples y la política podría resumirse fácilmente en un “dar y recibir”.

Log quiere darme tela, entonces, ¿qué quiere obtener?

Elena quería saber sus intenciones, por lo que aceptó la oferta de Log y se aseguró de que tuvieran la oportunidad de volver a hablar.

—No puedo rechazar tu sinceridad. Luego me aseguraré de llamarte antes de que salgas del Palacio Imperial.

—¡Sí, gracias, Su Alteza!

La expresión tensa en el rostro de Log se suavizó, ahora estaba aliviada. Elena la miró con ojos curiosos.

—¡Ah, qué bueno!

De repente, Elena vio a Mirabelle en la habitación llena de gente. Ella sabía que su familia había asistido a la recepción; por supuesto, pero aún no había tenido tiempo de buscarlos. Elena se despidió de Log.

—Te veré pronto.

—Sí, Su Alteza. Gloria eterna al Imperio Ruford.

Después de recibir la reverencia de la embajadora, Elena inmediatamente se dirigió hacia donde estaba su hermana, la cual charlaba amigablemente con otra noble.

—¡Mirabelle!

Mirabelle giró la cabeza y mostró una sonrisa alegre cuando vio a su hermana mayor.

—¡Ah, hermana, no, Alteza!

Ella se corrigió rápidamente y soltó una risita. Elena encontró la vista tan adorable que no pudo evitar sonreír.

—¿Dónde has estado?

—Oh, he estado hablando con Glenn.

—¿Glenn?

Elena conocía a la joven junto a Mirabelle. Su prima Glenn tenía pecas y una cabellera roja y gruesa. Anteriormente, Elena había dejado el castillo de Blaise con el pretexto de ir a la boda de Glenn.

—Oh, Dios mío, Glenn. Debe haber sido un largo camino, ¿cómo llegaste aquí?

Glenn inclinó la cabeza y sonrió.

—Salve a la Princesa Heredera. Gloria eterna al Imperio Ruford.

—Puedes omitir esos saludos entre nosotras.

—Recibí mucha ayuda del estilista que enviaste a mi boda; por supuesto que tenía que asistir a la boda de mi prima. No, quiero decir, de Su Alteza —respondió Glenn.

Por alguna razón, Elena encontró conmovedor que su familia aún no se hubiera ajustado a su estado. Estaba más que feliz de verlos después de solo encontrarse con figuras políticas.

—Debe de haber sido un viaje difícil hasta la ciudad capital. ¿Ambas cenaron?

Elena interpretó el papel de la hermana mayor responsable entre Mirabelle y Glenn. Por ahora, podría arrojar la imagen pretenciosa de la princesa heredera y convertirse en la verdadera Elena.

♦♦♦

Carlisle también había estado rodeado de varias personas, pero pronto, todos le dieron un amplio espacio y terminó quedándose solo. Tal vez fue debido a su aura que nadie se le acercó, hasta que apareció una sombra solitaria a su lado. Carlisle sintió la presencia, giró la cabeza y vio una cara familiar.

Era Derek, el hermano mayor de Elena.

—¿Qué hace aquí, Alteza?

Derek le había dado una fría recepción a Carlisle, pero ahora estaba de un humor muy diferente. Carlisle respondió con una voz tan plana como la de Derek.

—Estoy esperando a mi esposa.

Los ojos de Derek brillaron por un momento, pero continuó con calma.

—¿Puedo permanecer a su lado por un momento? —preguntó Derek.

—Póngase cómodo —respondió Carlisle. Sin embargo, no inició ninguna conversación con él y este tampoco lo hizo. Derek seguramente tenía algo que decirle, pero de momento, no se intercambiaron palabras entre ellos.

Y así pasaron el tiempo, en constante silencio. Ninguno de los dos parecía incómodo al permanecer de pie, pero para otros, claramente era un ambiente cargado de tensión e incomodidad. Fue solo después de una larga pausa que Derek finalmente habló.

—Su Alteza.

—Si tienes algo que decir, dilo.

—Cuide bien de Elena. Asegúrese de que sea feliz.

Carlisle miró bruscamente a Derek, pero, a pesar de la expresión depredadora del príncipe, este continuó con calma.

—Si no lo hace, la Casa Blaise lo seguirá de por vida.

Carlisle sonrió.

—La familia Blaise ya es aliada del emperador. Lo que escucho ahora es que, si hago infeliz a Elena, podrías retirar tu apoyo.

Derek no lo negó. No sabía lo que pensaba su padre, Alphord, pero esos eran sus sentimientos. Carlisle entendió las intenciones detrás de sus palabras y sonrió. Solo había una razón por la que mencionaba eso.

—Escucha con atención porque solo lo diré una vez. No tienes que preocuparte. Haré todo lo posible para hacerla feliz.

—¿Lo dice en serio?

—Te lo dije, solo lo diré una vez.

Derek frunció el ceño ante la actitud arrogante de Carlisle. No esperaba que el príncipe hablara de esa manera, pero Mirabelle había dicho que si miraba a Carlisle a los ojos, vería cuánto amaba el príncipe a Elena. Aunque Derek no estaba seguro de lo que Carlisle sentía en ese momento, parecía entender un poco lo que su hermana quiso decir. Después de unos minutos de contemplación, Derek resumió sus pensamientos en una frase corta.

—Tiene mi lealtad, Su Alteza.

Otra sonrisa adornó la boca de Carlisle mientras pensaba en cómo la lealtad de Derek estaba ligada a la felicidad de Elena. Carlisle miró a Derek, quien estaba de pie junto a él con ojos ardientes. Si hubiera venido de otra persona que no fuera el hermano de Elena, no lo habría tolerado. Se volvió hacia el frente con una mirada indiferente.

—Estoy esperando por ver cómo demuestras esa lealtad.

—Puede depender de mi.

Y así, se creó una relación inesperada entre los dos. Tanto Carlisle como Derek se quedaron juntos, sin prestar atención a las mujeres nobles de alrededor, quienes miraban a la pareja.

♦♦♦

Redfield se sentó en la esquina del vestíbulo de la recepción, bebiendo su vino sin decir palabra alguna. Junto a él, había un grupo de jóvenes nobles que frecuentaba en las fiestas que organizaba. Si no fuera porque Elena se cubrió el rostro en el baile de máscaras, algunos de ellos la habrían reconocido.

—Segundo Príncipe, ¿no dijo que la Princesa Heredera asistió a la fiesta? Ella podría haber descubierto el secreto…

Redfield cortó sus palabras, como si no quisiera escucharlas.

—Por supuesto que no. Su tiempo ahí fue demasiado corto como para notar algo e incluso si lo hizo, ¿qué puede hacer al respecto?

—Pero…

Redfield estrelló su copa de vino sobre la mesa.

—Cállate. Si no me crees, resuélvelo tú mismo. Mi madre y la familia Anita están detrás de mí, ¿quién se atrevería a tocarme?

—Lo lamento, Segundo Príncipe.

La cara de Redfield se torció después de escuchar la disculpa. No quería dejar ir a Elena después de su reunión, pero había un momento para todo. Redfield había presionado durante la planificación de la boda de Elena, pero si hubiera ido más lejos, su madre, Ofelia, lo habría detenido. La emperatriz ya había organizado todo para que la boda de Carlisle se desarrollara sin problemas. Por lo menos, Redfield no era tan estúpido como para ser atrapado. Hasta entonces, podía engañar a Ofelia y divertirse.

Espera, cuñada.

Las emociones reprimidas de Redfield dieron paso a una sonrisa despreciable.

Cuanto más te resistes, más quiero tenerte.


Kiara
Es que a ver ¿a quién no le da algo con solo ver a estos dos hombres apuestos juntos? Son una delicia para la vista ¿a que sí?

2 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 73: Solo lo diré una vez”

  1. Muchas gracias por el capítulo, maldito pervertido HdP Redfield, ya lo dijo Elena, eres menos que la basura!!! Ya quiero verte caer en la desesperación cuando descubras que Elena ha obtenido las armas necesarias para derrotarte!!!
    Por el otro lado, tanto Elena como Carlisle están reafirmando su posición y reuniendo de a poco, personas que en un futuro serán sus compañeros.
    Saludos

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