Dama Caballero – Capítulo 76: Te enseñaré

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Cuando Elena terminó de prepararse para su primera salida del palacio del príncipe heredero, se dirigió hacia la sala de entrenamiento privada, donde le informaron que se encontraba Carlisle. Recibió miradas de envidia de todos durante su breve viaje por el palacio, debido a que corrían rumores de que el príncipe heredero le otorgó un enorme regalo de devolución por puro amor.

Los caballeros, quienes se encontraban en la sala de entrenamiento, inmediatamente inclinaron sus cabezas ante la inesperada aparición de Elena.

—Salve a la Princesa Heredera. Gloria eterna al Imperio Ruford.

El saludo aún no le era familiar, pero no le desconcertaba tanto como antes, por lo que asintió con gracia en reconocimiento. Ella ya había estado aquí con Zenard y las armas alineadas en las paredes ya no la hacían sentir incómoda.

Mientras se acercaba al salón de entrenamiento privado de Carlisle, escuchó el sonido de una espada cortando en el aire.

Pronto, vio a Carlisle con su espada en mano y, al igual que antes, no llevaba camisa. Sin embargo, esta vez, ella no estaba aquí para estudiar sus habilidades en la esgrima.

—Caril.

Inmediatamente se detuvo y giró la cabeza, revelando a Elena sus ojos azules y el misterioso ardor que había en ellos.

—¿Ya estás despierta? Pensé que dormirías más. Parecías bastante cansada anoche.

A pesar de la preocupación de Carlisle por la condición de Elena, él era quien parecía exhausto.

—Dormí lo suficientemente bien. ¿Nunca duermes, Caril? Te ves peor de lo habitual.

—Bueno, supongo…

Estaba segura de que él se había quedado dormido primero, por lo que lo observó con curiosidad.

—¿Tuviste algún problema anoche?

—No. Yo… simplemente no podía dormir.

Era extraño que Carlisle, fatigado como estaba, no descansara, pero Elena hizo a un lado ese pensamiento. Había algo que era más importante. Se enderezó y miró a Carlisle directamente.

—Vi tus regalos de devolución.

—Entiendo.

Carlisle la miró de forma casual, pero ella tenía mucho que quería decir aún.

—En primer lugar, aprecio los rumores exagerados sobre nuestra relación. Estoy agradecida por la intención de tus regalos —expuso. Fue bueno el resultado, pero ella no estaba del todo contenta—. Sin embargo, es una carga demasiado pesada para mí.

—Colócalo como parte de tu deuda para después.

—Ya no te deberé más. No sé cuánto pueda devolver y no es mi naturaleza seguir recibiendo.

Estaba agradecida por la elevación de su prestigio en su hogar y en el extranjero, pero en su corazón no quería los regalos de devolución. Carlisle sonrió de lado.

—No voy a aceptar los regalos que te di de vuelta.

—He aceptado todo lo que me has dado hasta ahora y no puedo hacer más concesiones. Ya me has dado mucho, así que, por favor, te lo pido.

Carlisle captó la expresión severa de Elena y luego, se echó a reír.

—A veces pienso que sería mucho más fácil si fueras como otras mujeres y te gustaran tanto las joyas como los vestidos.

Carlisle envainó su espada y caminó hacia Elena en su estado semidesnudo. Ella no pudo evitar notar cada línea de sus músculos sólidos y bien formados.

Se detuvo frente a ella y la miró. Luego, lentamente, levantó la mano y colocó con cuidado un mechón de su cabello detrás de su oreja.

¿Era una ilusión o el corazón de Elena latía con fuerza? Miró a Carlisle con ojos temblorosos y él continuó hablando con una voz suave.

—Desearía que fueras una mujer que estuviera interesada en las joyas, que tus ojos pudieran deslumbrarse con la riqueza.

—¿Qué quieres decir? —preguntó ella

—Eres demasiado difícil para mí.

Elena pensó que la conversación fluía en una dirección extraña, pero antes de perseguir ese pensamiento, Carlisle continuó.

—Acepto tu opinión. No podemos luchar en nuestro primer día de matrimonio.

—¿De verdad?

La cara de Elena se iluminó al ver que  estaba de acuerdo con ella, pero Carlisle todavía no había terminado.

—Piensa en los obsequios de devolución como el costo para mantener el nivel de vida.

El costo para mantener el estilo de vida de la princesa de la corona era bastante grande, pero ciertamente no era equivalente a las joyas que Carlisle le dio. Elena frunció el ceño.

—No importa cuán grandes sean los costos de mantenimiento, no es tanto como los regalos de devolución.

—Considéralo unos pocos años de pago.

—Pero…

—No quiero recuperar lo que ya di. Creo que este es un buen negocio.

Por un momento, Elena agonizó por la decisión de Carlisle. Ella anticipó su terquedad habitual, pero él había concedido más de lo que esperaba. Carlisle no la dejaría regresar los obsequios de todos modos, por lo que decidió abordar esto de otra manera.

—Muy bien.

Carlisle parecía sorprendido por el tono tan frío de su voz, pero no había terminado.

—A cambio, calculé el valor exacto de los regalos de devolución y reste el costo de vida. Eso incluye los diamantes del vestido de novia. Tal y como sugirió, lo consideraré como el pago de algunos años.

Si lo dejaba para hacer una estimación, estaba segura de que él trataría de pagarle más nuevamente. Cuando Carlisle respondió, fue con una voz apagada.

—Si ese es tu deseo.

—Una cosa más —expresó Elena.

—¿Qué es?

—Así como acepté tus regalos extravagantes, por favor no rechaces ningún regalo que te haga en el futuro.

Una expectante sonrisa se alzó en los labios de Carlisle.

—¿Me vas a dar regalos?

Kiara
Es como un niño, que tierno

—Trato de devolver todo lo que recibo.

—Estoy deseando que ese momento llegue —respondió Carlisle alegremente. A diferencia de Elena,  él estaba muy feliz de recibir regalos, por lo que asintió y respondió sin dudarlo—: No me quejaré de nada de lo que me des, así que no te preocupes.

—Es una promesa.

—Cumpliré mi palabra.

Se forjó una nueva promesa entre los dos.

Elena no podía decirle esto a Carlisle directamente, pero ya había tomado una decisión después de recibir sus regalos de regreso.

—Debería comenzar a invertir pronto.

No había planeado nada tan lejano desde el principio, pero el continuo apoyo financiero de Carlisle, la hizo preguntarse dónde gastar todo el dinero. Recordó que conocía el futuro. Los negocios no eran su habilidad principal, pero podía invertir en los que sabía que tendrían éxito. Los inesperados regalos de devolución de Carlisle son una gran oportunidad para comenzar.

—Solo espera. Voy a aumentar nuestra fortuna.

Elena quería devolverle a Carlisle más de lo que él le había dado, por ese motivo, le hizo prometer que no rechazaría sus regalos extravagantes. Estaba decidida a organizar un plan de negocios basado en sus recuerdos sobre el futuro.

—¿Es este nuestro primer desacuerdo desde que nos casamos? Eso es algo nuevo.

—Sí.

No le había dado un significado profundo a la conversación hasta ahora, pero Carlisle lo miró desde una perspectiva diferente.

—Intentemos resolver nuestros problemas lo más pronto posible en el futuro.

—Sí, estoy de acuerdo.

—Entonces, espera un momento, esposa. Desayunemos juntos.

Se detuvo ante la palabra “esposa”, pero luego asintió. Formaba parte de su contrato.

Punto número cuatro: si no existen otros compromisos, comerán juntos cada comida.

Todavía no estaba claro el por qué agregó esa condición, pero era lo que quería. Estaba mirando la transpiración que corría del cuerpo de Carlisle cuando una idea se le ocurrió.

—Caril —habló y su mirada se volvió directamente hacia ella—. Ha sido difícil para mí entrenar en la mansión Blaise en secreto. Escuché que esta es tu sala de entrenamiento privada, ¿puedo usarla?

Si ella comenzara a entrenar adecuadamente, podría recuperar su fuerza máxima de su vida pasada. Carlisle pensó por un momento y luego respondió.

—No me importa. Sin embargo, muchos de mis hombres vienen aquí. Puedo ordenarles que no vengan sin permiso, pero…— comentó, pero su voz se apagó y Elena tuvo que forzar sus oídos para escucharlo. Carlisle sonrió y la miró con cariño—. Algunos pueden pensar que es extraño si te quedas en este salón de entrenamiento por mucho tiempo. A veces otras mujeres pasan por aquí, pero solo se quedan brevemente.

—Entiendo. No pensé en eso.

Elena colocó su mano sobre su barbilla. Deseó que hubiera un lugar donde pudiera entrenar tanto como quisiera, pero ningún otro lugar le vino a la mente. Los ojos de Carlisle brillaron como si un pensamiento entrara en su cabeza.

—Tengo una idea.

—¿Cuál es?

—Podrías estar en desacuerdo si lo digo, pero estoy seguro de que funcionará.

—Si funciona tanto como dices, entonces no me opondré. No me importa que sea mientras tenga un lugar para entrenar.

Para hacer emperador a Carlisle, tenía que usar el poder de muchas formas, pero la mejor opción era usando la espada. Matar era una habilidad necesaria, por lo que era urgente que restaurara sus capacidades lo antes posible para responder a los momentos críticos.

Fue cuando… Elena y Carlisle, quienes eran excelentes guerreros, captaron el sonido de unos pasos acercándose. Carlisle dio un paso más cerca de Elena. Fue solo un paso, pero se sintió monumental. Ella lo miró con asombro y cuando le habló, su voz era más baja y ronca que de costumbre.

—Última pregunta. No importa cuál sea el método, ¿verdad?

Elena sintió que algo estaba mal, pero terminó asintiendo con la cabeza, debido a que nunca podría dejar de practicar el entrenamiento con la espada.

—Sí, tienes razón.

Sin embargo, Carlisle intervino rápidamente.

—Entonces, pon tus brazos alrededor de mi cuello.

—¡¿Qué?!

Los ojos de Elena se abrieron en sorpresa cuando los labios de Carlisle chocaron contra los de ella en un beso feroz. Él movió su boca contra la de ella como un hombre hambriento, la agarró por la caderas con ambas manos y la levantó, ajustando su cuerpo para que estuviera más arriba que él. El repentino beso fue suficiente para revolver la mente de Elena.

El poderoso beso la había agitado y no tenía tiempo para respirar. En ese momento, Zenard dejó de caminar cuando vio a la pareja besándose ardientemente. Su rostro se encendió e inmediatamente giró para marchar directamente de regreso hacia afuera. Luego, se escuchó el sonido de su voz distante, gritando a todos que no entraran.

Sin embargo, Elena no tuvo tiempo de prestarle atención a eso. Ella era la presa de Carlisle, incapaz de escapar de su beso.

Después de lo que parecía una eternidad, Elena comenzó a sentir la urgente necesidad de respirar. Carlisle se apartó, sus labios más hinchados que de costumbre, y ella logró contener un jadeo áspero.

—¡Haa!

Elena miró a Carlisle aturdida y este le sonrió con picardía.

—Respira profundamente, esposa.

—Qué…

—Si se rumorea que estamos usando la sala de entrenamiento de esta manera, nadie se acercará a este lugar ni cuestionarán el por qué estás aquí.

Racionalmente, ella entendió lo que quería decir. Sin embargo, a pesar de que primero buscó su permiso, no le dio tiempo para preparar su corazón. Elena había dicho que no le importaba el método, pero de alguna manera se sintió engañada.

Carlisle, quien estaba mirando su estado de confusión, puso sus labios sobre los de ella una vez más. Ella se sorprendió por la serie de picotazos ligeros, él bajó los ojos y sonrió dulcemente.

—Aprovecharé esta oportunidad para enseñarte cómo besar y respirar al mismo tiempo.

♦♦♦

El portero estaba de guardia en la entrada del palacio imperial cuando vio a una anciana que se acercaba. Inmediatamente, bloqueó su camino.

—¿Quién eres tú?

—Vine aquí a toda prisa para ver a alguien.

El portero vio a la anciana delante de él. No estaba seguro de si ella era una aristócrata, pero tenía una presencia extraña e intimidante. Su cabello era de un blanco, seguramente por la edad, pero sus ojos aún brillaban con vigor. El portero levantó la voz.

—¿A quién viniste a ver?

—Estoy buscando a la señorita Elena Blaise.

—¡Ella es…!

El portero recordó la gran boda real de ayer. Elena era uno de los nombres más mencionados en la capital y no había ni una persona que no supiera que provenía de la familia Blaise. El portero no pudo ocultar su vergüenza.

—¿Quieres decir que estás aquí para ver a la Princesa Heredera? ¿Quién dijiste que eras?

—Ah. Ella ya debe haberse casado.

Los profundos ojos de la anciana se llenaron de pesar y terminó lanzando un profundo suspiro.

—Dile que su niñera la visita. He recorrido un largo camino.


Kiara
Oh mi Dios, este Carlisle, quiere lo suyo y pronto. Vamos, bebé, tú puede lograrlo, demuéstrale que realmente la quieres, muestra tu amor llenándola de besos.

2 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 76: Te enseñaré”

  1. Muchas gracias por el capítulo, debo apoyar a Carlisle, ya que Elena es demasiado lenta en descubrir las intenciones de Caril, kukuku.
    Saludos

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