Dama Caballero – Capítulo 8: Voy a proteger a mi familia

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


— ¿Qué te hizo comenzar a hacer ejercicio tan de repente?

A Derek se le comunicó que Elena había comenzado a hacer ejercicio, pero pensó que no pasaría mucho tiempo antes de que renunciara.

Como las queridas hijas del Conde, Elena y Mirabelle habían crecido refugiadas como plantas en un invernadero. Mirabelle era excepcionalmente débil, y Elena en menor medida. Pensó que renunciaría en cualquier momento, pero se ejercitó constantemente durante días, despertando su curiosidad.

Ahora que corrió con ella, no pudo evitar ver a su hermana desde otra perspectiva. No era alguien que decide hacer algo de la noche a la mañana, solo porque sí. Debe tener algún tipo de fuerte voluntad conduciéndola.

—La aptitud física es importante, no importa lo que hagas. Es posible que mi querido hermano no sepa esto, pero no puedo hacer las tareas domésticas si mi cuerpo es débil.

— ¿Es eso así?

—Sí. ¿Vas a hacer más ejercicio? Regresaré ahora.

—Sí, pero no exageres. Si te esfuerzas demasiado al principio, lastimaras tu cuerpo.

—Lo tendré en cuenta.

Mientras él miraba con orgullo su retirada, Elena se inclinó ligeramente ante Derek y regresó al castillo.

♦ ♦ ♦

Tan pronto como Elena llegó a su habitación, comprobó el peso de los tobillos en sus pies. Había tres pequeñas bolsas de arena atadas a cada uno de sus delgados tobillos. Incluso a primera vista se podría decir que tenían un peso considerable.

Contrariamente a los consejos de Derek, ella estaba haciendo todo lo posible para estar lo más en forma posible. Sufriría dolor muscular intenso durante varios días, pero sabía por experiencia que esto eventualmente desaparecería.

Miró las bolsas y murmuró para sí misma:

— ¿Debo añadir otro?

Afortunadamente, la vida de una mujer noble era notablemente simple, aunque monótona.

La mayoría de las jóvenes nobles desayunaban, almorzaban y después cenaban, luego pasaban el resto del tiempo mejorando su apariencia. Cambio de peinados, elección de vestidos, o cuidado de la piel. Todo se centraba en el aseo personal. La forma más fácil para que las mujeres asciendan de estatus es casarse con hombres de mayor rango, y no hubo una competencia más feroz que la belleza.

El caso de Elena era inusual, ya que ella personalmente manejaba la riqueza de su padre.

Normalmente, después del matrimonio, la esposa se encargaría de la casa, pero como el conde Alphord no se había vuelto a casar, Elena tomó el mando. Tal vez por eso era muy madura para su edad. Después de calcular el salario de su padre, los gastos familiares y otros gastos diversos, se sentía realizada.

Otros aristócratas normalmente gastan el dinero de forma extravagantemente, y es comprensible que los nobles quisieran casar a sus hijas.

Además, si los niños no aumentaban su estatus, la mayoría de ellos terminaban casados ​​en una clase similar a la suya. Luego, el costo de la extravagancia invertida desde la infancia simplemente se desperdició.

Cuando miró a los otros niños de esa manera, naturalmente ahorró dinero y se negó a asistir a reuniones sociales a menos que fuera necesario. A Elena le encantó el tiempo extra que tenía. Después de que se hacía cargo de las comidas de su familia y cumplia con sus deberes como anfitriona, era dejada sola y nadie la interrumpía.

Después de los ejercicios de la mañana y las tareas básicas, Elena se sentó en el escritorio de su oficina. Una ola de emoción inundó su ser con esta familiaridad que había perdido una vez, pero ella fue capaz de adaptarse rápidamente. Todavía no sabía si podía ir a la boda de Glenn, y había muchos documentos que se habían acumulado en los últimos días. Podría haber lidiado con todo de una vez, pero por el momento era importante aumentar la resistencia, por lo que se esforzaba un poco cada día.

Cuando Elena estaba examinando mecánicamente los documentos y comprobando el sello de aprobación de los Blaise, hubo una invitación que llamó su atención.

—Esto… ¿cuándo llegó esto?

Un águila roja estampada en el centro del sobre blanco, es la insignia de una casa que Elena conoce muy bien. La Marquesa Holland. El emperador había otorgado póstumamente el título de Marqués a un hombre que murió en una de sus guerras. En cierto modo, no tenía sentido tener una marquesa sin un marqués, pero en este caso no era así.

Marissa Holland, la esposa del hombre que murió en la guerra, estaba disfrutando de su posición como una figura poderosa en la alta sociedad del sur. Envió invitaciones y llevó a cabo fiestas de té, y usó el dinero recaudado para ayudar a los menos privilegiados. Eran reuniones a las que todos tendrían que asistir, incluso si fueran menos activos en la sociedad.

Ya había pasado una semana desde que Carlisle prometió visitarla en diez días. Eso sería dentro de tres días, y la fiesta del té era el día anterior. Quería entrenar lo más posible antes de conocer a Carlisle de nuevo, aunque le parecía frustrante pensar que debía pasar su tiempo en eventos sociales inesperados.

¿Qué hice en mi vida pasada? ¿Asistí a esta fiesta de té?

Recordó los eventos importantes, pero los recuerdos de los detalles más pequeños  de hace veinte años eran muy escasos.

Se preguntó si tenía algo adecuado para la fiesta del té. A ella no le gustaba gastar dinero en artículos de lujo como vestidos y joyas, y con frecuencia arreglaba vestidos viejos para poder usarlos. A Elena le gusta vivir lo más simple posible, pero sabía que aún era parte de la aristocracia. Si estaba fuera de los estándares, sería natural que los Blaise fueran ignorados.

No tenía ningún deseo de llamar la atención de nadie en estas reuniones, pero tampoco quería parecer descuidada.

—Desearía no tener que hacer esto.

A pesar de sus quejas sobre el trabajo innecesario, Elena apartó su silla y caminó hacia su vestidor. Había pasado un tiempo desde que apareció en la alta sociedad, pero no había olvidado lo que le habían enseñado de niña. Estaba lleno de chismes y críticas. Si llevaba un vestido que estuviera atrasado en las tendencias de la moda, solo podía imaginar lo que las otras damas dirían.

No hay necesidad de que sea demasiado llamativo. Solo necesito lo suficiente para asistir.

Justo como Elena esperaba, toda la ropa en su armario era demasiado anticuada. No hace mucho, cuando se estaba probando ropa para el regreso de su padre, se dio cuenta de que estaba en una situación miserable en cuanto a vestidos.

—Haa.

No pudo evitar que un suspiro escapara de sus labios.

El leve chirrido de la puerta abriéndose llamó su atención, pudo ver a Mirabelle asomar la cabeza.

— ¿Qué estás haciendo hermana?

Mirabelle solía tener cuidado de no molestar a su hermana cuando estaba haciendo tareas domésticas, pero sintió curiosidad cuando notó que su hermana fue al vestidor.

Cuando Elena vio la imagen de la adorable Mirabelle, le respondió con una pequeña sonrisa.

—Recibí una invitación a una fiesta de té, así que estaba buscando un vestido para ponerme.

— ¿Una fiesta de té?

—La invitación debe haber llegado hace un tiempo, pero lo descubrí demasiado tarde.

—Bueno, si es tan importante, entonces no creo que tengas un vestido para usar…

Mirabelle conocía el estilo de vida simple de Elena mejor que nadie, por lo que no tenía que revisar el vestidor para conocer el estado de su guardarropa. Mirabelle quería molestar a su hermana aún más, pero mantuvo la boca cerrada al notar la expresión de la otra.

Elena miró su vestidor y murmuró para sí misma.

— ¿Cuánto tiempo tomará tener uno alterado?

Sus vestidos estaban fuera de moda, pero un par de ellos valían la pena si un sastre podía agregar un poco de encaje adicional en las mangas o la cintura.

Mirabelle respondió, sacudiendo la cabeza.

—Probablemente hay tantas órdenes para el baile del debut del Príncipe Heredero que no será posible con la fiesta del té tan cerca.

— ¿Es así?

— ¿Recuerdas la última vez que ordenamos vestidos para asistir a una fiesta? Seguimos escuchando esa excusa por la cual al final obtuvimos la vestimenta casi cerca del evento.

Las palabras de Mirabelle sonaban similares a algún otro recuerdo que sucedió hace mucho tiempo. Mirabelle estaba ansiosa por la aparición del Príncipe Carlisle y se sentían como si hubieran ganado un premio cuando sus vestidos finalmente estuvieron listos. Elena no respondió a esto, por supuesto, y Mirabelle la miró de forma extraña.

Elena sonrió torpemente y respondió rápidamente.

—Correcto. Lo hiciste.

Mirabelle observó a Elena por un momento, luego miró alrededor del vestidor que era demasiado pequeño para pertenecer a una mujer noble.

—De todos modos, esto es importante.

A pesar de que Elena no estaba amargada, no podía crear de algo que ellos no tenían. Aunque los Blaise no eran extravagantemente ricos, a ella nunca le había faltado dinero por el simple estilo de vida que llevaba. Sin embargo, todavía podría quedar atrapada en malas conversaciones si hacía algo mal.

Elena sacó el vestido más bonito.

—Bueno, no se puedo evitar. Es mi responsabilidad por no estar preparada.

— ¡No! Tengo un vestido que fue adaptado recientemente. Puedes quitar el lazo del vestido y adjuntarlo al tuyo.

—Por favor no. Eso arruinará tu vestido.

—Oh, vamos, podemos volver a ponerlo más tarde.

—Pero…

—No me gusta cuando la gente susurra sobre ti y tu forma de vestir, te lo prestaré. Pero a cambio hay algo que quiero.

— ¿Qué es?

Mirabelle puede parecer joven por fuera, pero es una niña inteligente para su edad.

Ella apenas pedía algo, así que esto hizo que Elena se preguntara qué quería.

— ¡Déjame ir a esa fiesta de té contigo!

— ¿Qué?

Elena se sorprendió por la inesperada declaración de su hermana menor. Mirabelle es demasiado frágil y débil para salir. No es que ella no quisiera hacer apariciones en la sociedad, pero rara vez lo hacía.

Por supuesto, no fue por su elección, pero de alguna manera parecía un poco extraño que Mirabelle, que no tenía mucha experiencia en las fiestas, de repente dijera que quería asistir.

— ¿Por qué quieres asistir a una fiesta de té? Si es solo para tomar un poco de aire fresco, te llevaré a una fiesta más elegante, no a una pequeña reunión como esta.

— ¿Lady Selby también estará allí?

—La fiesta es organizada por la Marquesa Holland, por lo que estará ahí a menos que suceda algo inusual.

—Eso es suficiente para mí. —dijo resueltamente, provocando aún más la curiosidad de Elena.

¿Será que no se llevaba bien con Selby? ¿Cómo podría tener un rencor contra alguien cuando ella había estado ausente en muchas reuniones sociales? 

Mirabelle no había recibido atención en la sociedad en la actualidad. Y no era solo ella. Elena y los Blaise nunca estuvieron en el centro de atención. Se preguntó qué recuerdo había olvidado.

— ¿Qué ocurre con lady Selby?

— ¿Ya lo olvidaste?

Mirabelle no dio más detalles. Elena trató de recordar, mirando hacia arriba por un momento. Cuando no pudo recordar nada, respondió con cuidado otra vez.

—No me acuerdo…

—Está bien. No entiendes, pero incluso si lo olvidas, Mirabelle nunca olvida un rencor.

— ¿Un rencor?

Esta vez Elena realmente parecía curiosa, escuchando las palabras de su hermana que eran inapropiadas para ella.

Mirabelle sacó el vestido de las manos de Elena.

—De todos modos, me llevaré tu vestido y lo arreglaré. Obtén el permiso de padre para que me permita ir contigo.

Con eso, Mirabelle tomó su vestido y se fue. Elena tenía algunos vagos recuerdos de lady Selby, pero no podía pensar en otra cosa.

Helen Selby. [1]

Ella es la única hija del Marqués Selby y no le faltaba nada en su vida. Es admirada por su hermosa apariencia, su figura delgada y un buen pedigrí. En la vida anterior de Elena, muchos nobles le habían propuesto a Lady Selby.

Pero, ¿qué fue lo que pasó?

Sus recuerdos sobre Selby eran débiles, ya que Elena había huido inmediatamente a otro país más allá de las fronteras de Ruford después de la muerte de su familia. Lady Selby podría haberse casado con un hombre digno de ella.

Solo después de que Elena se convirtió en caballero, se enteró de otros nobles del Imperio Ruford que intentaron vengarse de Paveluc. Sin embargo, la marquesa Selby no estaba entre los nombres que recordaba. ¿Habría sido porque lady Selby no seguía siendo una noble en la Ciudad Capital?

No había manera de que ella lo supiera ahora. Sin embargo, cuando reflexionó sobre el nombre de Helen Selby, recordó una escena extraña.

Cuando ella iba a una gran fiesta con mucha gente, había alguien que le daba una mirada particular. No podía entender por qué, pero la sensación era ominosa. Pensó que era la hermosa Helen que la miraba con ojos fríos.

Esa noche, Elena llamó a la puerta de su padre a petición de Mirabelle.

Su padre solía estar en casa durante unos pocos días, antes de partir nuevamente hacia la capital. Esta vez probablemente sería lo mismo. Su corazón estaba lleno de añoranza por su padre, al que no veía a menudo, pero, esta era la primera vez que lo visitaba en privado desde que regresó al pasado porque le resultaba difícil hablar con él.

Incluso ahora, sentía que no podía expresar sus sentimientos honestamente. Si solo ella pudiera ser un poco más linda y encantadora como Mirabelle, o si pudiera cumplir con las expectativas de su padre como su hermano…

Ella apretó y aflojó sus manos nerviosamente. La voz ronca  del conde Alphord vino desde el interior de la habitación.

—Adelante.

Con su permiso, Elena abrió la puerta con cuidado y entró.

Su padre estaba sentado frente a un escritorio grande con un montón de papeles a un lado. Al parecer, no era la única que había estado ocupada. Probablemente tenía más papeleo que ella ya que siempre estaba ausente por largos períodos.

Alphord miró a Elena, que estaba parada allí en silencio, y luego abrió la boca para hablar primero.

— ¿Qué sucede?

Intentó recordar lo que normalmente le habría dicho a esas palabras familiares, pero no pudo encontrar un saludo para su padre. Ella había cuidado de su familia desde que era joven y creció astuta e inteligente, pero Alphord actuó de manera bastante directa hacia ellos.

A menudo se sentía maltratada por los comportamientos de su padre y su hermano, pero de alguna manera terminó siendo la imagen de esos dos.

—Me disculpo si estás ocupado. Vine a preguntarte algo. Quiero llevar a Mirabelle a la fiesta del té organizada por la Marquesa Holland.

— ¿Mirabelle? No importa qué tan bien parezca estar ella en estos días, puede tener otra convulsión si la pones en demasía tensión. Intenta asistir a estas reuniones sociales por ti misma.

Como una familia de caballeros de prestigio, los Blaises valoraban más el poder. Solían pensar poco en la política y los chismes de la sociedad, y para él, el estilo de vida de Elena no era más que un juego de niños.

Por supuesto, Elena entendió esa forma de pensar por haber crecido en la familia de un caballero, pero no aprobaba descuidar este aspecto de la sociedad. Nunca se deben tomar chismes a la ligera. Elena comprendió mejor su valor, ya que había vivido toda su vida una vez.

—Mirabelle debe, eventualmente, llevar una vida social como condesa. Ella misma dijo que quería ir a la fiesta. Sabes que no puedes evitar que salga para siempre. La traeré de vuelta a salvo, así que puedes dejarme su cuidado.

—Mirabelle no está sana como tú. La pondrás en riesgo.

—También me preocupa la salud de Mirabelle. Pero no importa cuán débil sea ella, no puedes criarla como un pájaro en una jaula. Creo que deberías escucharla por una vez. Tendremos mucho cuidado de volver.

Elena no fue descuidada con la salud de su hermana. Ella no estaba haciendo esto solo como un favor para Mirabelle porque estaba arreglando su vestido, sino porque era lo que su hermana realmente quería.

El Conde miró a Elena en silencio mientras reflexionaba sobre sus palabras, luego le habló con una expresión indescifrable en su rostro.

—Elena, no estás hablando como tú. ¿Desde cuándo empezaste a desafiarme?

Elena se sintió avergonzada por los regaños de su padre. Ella no podía recordar cómo era ella con su padre en el pasado. ¿Le dijo cosas así en aquel entonces?

—Yo…

Elena trató de explicarlo con ojos temblorosos, pero Alphord la detuvo.

—Bien. Si deseas tanto que ella vaya, puede ir.

—Ah… Gracias, padre.

—Pero si algo le sucede a Mirabelle, serás la responsable.

—Lo entiendo.

—Esta es la última vez. Como te dije antes, trata de no salir lo más posible. Una mujer debe vigilar la casa hasta que se case.

—Sí, padre.

—No iba a decirte esto hasta que estuviera seguro, pero tienes una propuesta de la Casa Morris.

Las palabras brillaron como un relámpago en su oído. Desde que nació en la nobleza, se esperaba que ella se casara con alguien elegido por sus padres, pero no había oído hablar de esto en su vida anterior.

Elena le preguntó con voz ligeramente temblorosa.

— ¿Una propuesta de matrimonio para mí?

—Sí, por eso me preocupa. Tienes edad suficiente para casarte. De hecho, probablemente ya estés un poco tarde debido a la muerte de tu madre. Voy a decidir tu matrimonio antes de que sea demasiado tarde.

Quería preguntarle por qué no lo había dicho en su vida anterior, pero parecía saber la respuesta.

Dentro de un año, la casa Blaise estaría condenada. Si es así, había muchas posibilidades de que el emparejamiento hubiera fracasado. Además, la conversación reveló que su padre nunca debió haber oído reclamar nada en el pasado porque él no quiso decirle desde el principio.

Ella no sabía cómo reaccionaban las hijas de otros nobles después de que les dijeran que sus padres habían decidido con quién se casarían. ¿Pero no hubo dos reacciones principales? Te preguntas quién es tu pareja, o lloras y gritas que no quieres casarte.

Elena también se preguntó sobre el nombre de la familia Morris. Sin embargo, ella no sentía excitación, ansiedad y pena como otros niños nobles comunes. Ella ya había decidido casarse por el bien de su familia de todos modos.

Deseaba que su padre le hablara con más afecto, pero no tenía objeciones de lo contrario.

—Entiendo. Sé que harás una buena elección, pero todavía quiero casarme en una posición que sea la más beneficiosa para la Casa Blaise.

— ¿De verdad?

La cara normalmente severa de Alphord revoloteaba con sorpresa. Había pensado que ella estaría llorando ante la idea de estar separada de Mirabelle. Él no esperaba que diera una respuesta tan racional.

Pero, la sorpresa no terminó ahí.

—Si es posible, quiero que venga de una familia que tenga un estatus más alto que el marqués. Si es un caballero, quiero que sea al menos tan bueno como mi hermano en la lucha con espadas; y si es un comerciante, quiero que sea uno de los hombres más ricos del Imperio. Si no, entonces lo quiero lo suficientemente alto como para que pueda tener conversaciones privadas con Su Majestad.

— ¿Es eso lo que deseas?

Aunque deseaba que su futuro marido fuera atractivo, cariñoso y amable.

—Sí. No me importa en absoluto la apariencia, la edad o la personalidad. No importa si es viejo o gordo. Espero que al menos se cumpla una de las condiciones que mencioné.

—Ya veo.

Elena dejó escapar un pequeño suspiro de alivio ante la respuesta de su padre. El hombre ideal que ella quería era alguien que fuera guapo y que tuviera una buena personalidad.

Sería difícil si su padre escogiera arbitrariamente a cualquier hombre. Al menos ella dio su opinión con firmeza, y es mejor que revelar toda su historia. Se reuniría con el príncipe heredero Carlisle en unos pocos días, pero si ese matrimonio fracasaba, tendría que encontrarse otro hombre de todos modos.

No importa si no lo sabes. Yo protegeré a los Blaise, padre.

Se volvió lentamente para salir de la habitación hasta que su padre volvió a hablar.

—A diferencia de ti, Mirabelle es una niña delicada. No importa lo lejos que vayas, regresa a salvo.

Hizo una pausa, pero luego dio un paso adelante como si nada hubiera pasado.

Elena le respondió suavemente, cerrando la puerta sin mirar atrás.

—Buenas noches, padre.


[1] El nombre del nuevo personaje es Ellen pero es muy similar a Elena, así que lo cambié por Helen.

Kiara
Aunque explique las razones, me siento como Mirabelle un poco molesta por el tono que usa su padre hacia su hermana, es la que cuida la casa y la tratan muy mal. Por suerte nuestra prota no se desanima. Gracias por leer.

4 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 8: Voy a proteger a mi familia”

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