Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 3: Renacimiento


La voz de uno de mis hermanastros decía:

—¡Haz lo que digo! ¿Quieres ser arrojada a prisión?

Se estaba dirigiendo a la niñera, Sujin, no a mí. Sujin era atormentada constantemente. Yo tenía tres hermanastros, o eso me dijeron. El segundo y tercer hijo se comportaban de mala manera. Molestaban a Sujin para que los entretuviera a todas horas, mientras yo permanecía sin ser alimentada. El Segundo hermano mayor, llamado Hwanseok Kim, tenía cinco años. El tercero, llamado Hwanseong Kim, tenía cuatro.

Yo estaba gateando a cuatro patas. Hwanseong dijo con algo de afecto, —¡Hey, Hwanseok! ¡Se está meneando como un gusano!

—¡Qué babosa tan fea!

Los dos bastardos se rieron mientras yo pretendía no entenderlos e irradiaba alegría. A pesar de ser una princesa por nacimiento, conocía mi lugar en la jerarquía. No podía hablar descaradamente a mis hermanos. Les ofrecí lo que esperaba que fuera una tierna risilla.

—¡Hwanseok, ella es tan linda!

El segundo príncipe, Hwanseok, lo regañó, —No deberías decir que las chicas son lindas. Las malcría.

Hervía de ira. Si tuviera una vena en la frente habría explotado de furia. ¿No son todos los bebés, ya sean niños o niñas, lindos?

Ante la voz severa de su hermano, Hwanseong dijo dócilmente, —Oh cierto. Lo siento.

¡No te eches atrás de esa manera! Pensé, pero externamente sonreí y emití una risa feliz. Qué poco sabía yo de todas maneras. Solo era una infante de veintiséis años. Siempre y cuando no cruzase la línea, podía soportarlo casi todo. Mi primer objetivo sería Hwanseong.

Me arrastré diligentemente hacia uno de los juguetes de Hwanseong. Levanté un pequeño coche deportivo que a él le gustaba. Me sorprendí por lo pesado que era, pero no me permití mostrarlo. Decididamente me arrastré hacia él y se lo ofrecí a Hwanseong, recordando sonreír con energía.

—¡Hwanseok! Bueno, ella no es linda exactamente, pero… es como un pequeño cachorro.

Hwanseok respondió, —Entonces di que ella es un perro.

¡No le enseñes esas cosas! Claramente, ¡hay una diferencia entre un cachorro y un perro!

Hwanseok declaró, —Las chicas son inmundas. Están llenas de gérmenes.

Mi temperamento hervía. ¡No soy inmunda! Te lo mostraré. Puede que no tenga poder ahora, pero te haré tragar tus palabras.

Para mi horror, Hwanseong asintió, —Eres un genio, Hwanseok.

Estaba estupefacta. Suspiré en frustración por el arduo camino frente a mí.
Un poco más de tiempo pasó. Todavía encontraba difícil caminar, pero ya podía mantenerme en pie. Ahora tenía mi primer encuentro con mi padre.

—Está caminando temprano,— dijo mi padre.

Estaba deleitada de que me prestase por lo menos un poco de atención. Intenté mostrar mi más adorable sonrisa. Emití sin querer un sonido que me sedujo incluso a mí.

Seoyeong Kang, quien evidentemente era mi madre, pronunció orgullosamente, —Es bastante madura.

—Incluso así, ella es tan solo una niña,— respondió él.

¡Bien! Estaba dispuesta a darte una oportunidad porque eres muy atractivo, ¡pero lo has llevado demasiado lejos! ¡A partir de ahora te llamaré Rey Escoria!

Me levanté con mis brazos bien abiertos para lanzarle ese insulto a él. Estiré mis brazos y traté de levantarme. Fallando, probé de nuevo. Entonces me moví tambaleándome hacia él.

—Creo que ha tomado gusto por usted, Su Majestad. Ella ya puede reconocer a su padre.

Con un golpe, caí al suelo. Mi rodilla empezó a doler. Probé de nuevo. Me caí. Con cada sucesivo intento, me acerqué un paso a él. Tras siete intentos y siete fallos, me paré frente a mi padre.

¡Hey, Escoria! Con mis pensamientos, le maldije, pero con mis acciones, mostré adoración infantil. Llámalo instinto de supervivencia, pero sabía que él tenía en su poder mi vida o mi muerte. Con solo una palabra, un hombre podía ordenar la muerte de una mujer. Y este hombre era el rey. Si tenía un día malo, no sería nada para él matarme. Lo que era impensable en Corea del siglo veintiuno era la norma aquí.

Escoria entonces dijo despreocupadamente, —Prepárate para dar a luz a un niño esta noche.

Seoyeong se mostró radiante como si hubiera recibido una bendición, —¡Sí, lo intentaré!

¿Intentar? ¡Como si fuera todo su responsabilidad! Tanta ignorancia — en una sociedad tecnológicamente avanzada, también. Mi furia hervía otra vez, pero me recordé a mí misma cuál era mi posición aquí.

Era tan adorable como podía ser. Estaba limitada a sentarme, arrastrarme, caerme, o dormir todo el día, pero practicaba ser adorable en mi cabeza. Todavía no he visto mi reflejo, pero esperaba ser linda.
Probé hablar con todas mis fuerzas, con mi más adorable expresión. ¡Tú bastardo! traté de decir mientras reía dulcemente.

—¿Qué es lo que está tratando de decir esta pequeña mocosa?— mi padre le preguntó a Seoyeong.

—Creo que está tratando de decir que le ha echado de menos. Mire, está sonriendo,— respondió mi madre.

Él contestó, —Qué molestia. Tómala.

Mis manipulaciones para ganar su afecto acabaron en un completo desastre. Pero todavía tenía infinidad de oportunidades. Ni siquiera podía caminar todavía.

Esa noche fui sometida a unos mortificantes gemidos. Estaba sorprendida con Seoyeong -no esperaba que ella fuera tan salvaje. En verdad, realmente no estaba mortificada; de hecho, era más bien entretenido. Quería continuar mi voyeurismo [1], pero me quedé dormida.

Pronto conocería a la persona que me mostraría el primer rayo de esperanza, mi hermano mayor. A través de él, empecé a conseguir algo de conocimiento sobre este mundo.


[1] Voyeurismo: Conducta o comportamiento sexual que consiste en buscar placer sexual en la observación de otras personas en situaciones eróticas.

Una respuesta en “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 3: Renacimiento”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido