Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 4: Hermanita


—¿Es ella mi hermanita? —Alguien dijo. Esa persona continuó, —Ella es muy bonita cuando sonríe.- Ninguno de los chicos que he conocido hasta la fecha han hablado tan cálidamente sobre mí. Hwanseok y Hwanseong eran meros niños pequeños de cuatro y cinco años. Este olía un poco más viril. Hey, no soy una pervertida. Sólo una pequeña y linda bebé, aunque no lo soy.

Este hermano parecía estar en secundario. Como mi padre, él era guapo. Mis tres hermanos eran muy guapos, habiendo heredado la deslumbrante belleza de mi padre.

Este hermano era el primer hijo de la Primera Reina, y su nombre era Hyungseok Kim. Pensé que podría sumergirme en su pacífica mirada. Por favor, sólo sigue mirándome con esos ojos tan hermosos…

—Ella es tan linda…

—Gracias Su Majestad-, respondió mi madre, Seoyeong. Con la mano el corazón, hizo una reverencia. Ella era la Tercera Reina. Ella salió de la habitación y me quedé sola con este apuesto muchacho, mi hermano. A mi edad, era demasiado joven para sentir deseos carnales. Si se siente una alarma, no hay ninguna razón para llamar a la policía. Pero mi corazón estaba agitado en los brazos de este apuesto joven. Me habría sentido así incluso si hubiera vuelto a mi cuerpo de veintiséis años. Oh, ¿empezabas a preocuparte? Te engañé, ¿no?

Me meció en sus brazos y dijo melancólicamente, —Habría sido mejor si hubieras nacido como un niño…- Él habló, con la guardia baja porque no sospechaba de un inocente infante. —Este mundo es brutal con las mujeres. Mi corazón duele de tan solo pensar en la vida que te espera.

Parecía que era mucho más sabio de lo que podía ser un chico de trece años. Aún acunándome, se sentó en la cama. Estiré mi mano hacia él y solté una risita. A cambio, él acarició mi cabeza afectuosamente.

Él habló otra vez, —Las chicas no tienen derechos en este mundo. Pero creo que sería bueno que pudieras conseguir esos derechos para todas las mujeres.

Me reí otra vez, pensando: ¡Estás soñando!

—Aunque soy un hombre en el exterior, estamos en la misma situación trágica.

Escuchando el lamento de Hyungseok, Seoyeong entró, —Su Majestad, es impropio del príncipe primogénito hablar de esa manera.

—Nací sin ni siquiera una pizca de poder mágico. Si no fuera un príncipe, habría sido asesinado o abandonado cuando nací.

—No hables así,- ella respondió.- —¡Sé fuerte! No importa lo que otros digan. ¡Su Majestad es el primogénito! Su Majestad tiene mi lealtad, no importa lo que pase.

Estaba aprendiendo más sobre este extraño mundo. La habilidad mágica era muy valiosa en este mundo. Cuando lo mencionaron por primera vez, emití una risita extraña e incliné mi cabeza. Sonaba extraño para mí, pero para otros, era el balbuceo encantador de un infante.

Y volvió a decir, —No podré verte por mucho tiempo, Madre. Sólo este hecho me llena de tristeza y soledad.

Seoyeong parecía muy afectada por sus palabras, y las lágrimas brotaron de sus ojos. Supongo que las mujeres son tratadas tan terriblemente que incluso un pequeño gesto de bondad le tocó el corazón. Mi adorable hermano se marchó, y se enjugó los ojos. Acunándome, empezó a hablar consigo misma.

—El primer príncipe volverá a ser un rehén del imperio.

Mi hermano no tenía habilidad mágica, aunque era el príncipe primogénito. Esto le hizo un rehén fácil para el imperio. Él decía que era tratado decentemente en el imperio, pero deber ser ciertamente difícil el ser separado de tu familia para vivir la vida de un rehén a tan temprana edad. La imagen de mi hermano, tan sabio y sufriendo, era encantadora.

♦ ♦ ♦

El tiempo pasó. Todavía encontraba a mis dos hermanos molestos. Pero, el más joven de los dos estaba obviamente teniendo un gusto por mí. No es que esto cambiara mi opinión inicial de él, por supuesto.

Hwanseong ordenó, —¡Cógelo!

Me arrastré obedientemente a cuatro patas, riendo. Podría empezar a andar ahora, pero el gateo era aún más rápido y fácil de hacer. Todavía sonriendo, cogí el muñeco de trapo que Hwanseong había lanzado y se la di.

Hwanseong sonrió con aprobación, —Bien hecho. Buen perro.

Hwanseok nos miró y lo corrigió: —Ni siquiera vale tanto como un perro.

Hwanseong reflexionó un momento y dijo:

—¿Entonces debería llamarla perro callejero?

¡Qué indignante! ¿No ves que estoy tramando venganza contra ti? ¡Todo esto es un acto! Bueno, por supuesto, él se olvidó cuando probó este nuevo insulto.

Lo maldije interiormente, pero la feliz sonrisa permaneció pegada a mi cara, porque era el billete para mi supervivencia. Mi impotencia me llenó de abatimiento, pero yo estaba trabajando hacia un objetivo. Yo ganaría a estos niños pequeños y luego a mi padre, a quien yo había llamado Escoria. Si yo fallara, ¿cómo puedo cambiar este mundo?

Hwanseong ordenó, —¡Ahora ladra como un perro!

¡Pequeño mocoso! Pensé mientras obedecía. ¡Mi dañado orgullo!

A mi madre, Seoyeong Kang, le gustaba leer, y me quejé para que me mantuviera en su regazo cuando estaba leyendo. Me moría de ganas de ver lo que había en los libros. Esta habitación era todo lo que sabía de este mundo y quería aprender un poco sobre lo que estaba allí. En caso de que se preguntaran si podía leer, la respuesta fue sí, por supuesto.

Llegó una oportunidad, cuando me encontré con lápiz y papel. Me asaltó el anhelo de volver a ver a Jinsu. Mi memoria era terrible, tal vez porque estaba en el cuerpo de un bebé no desarrollado.

Aun así, el recuerdo del rostro de Jinsu estaba impreso en mi mente como con tinta indeleble. Mi mano comenzó a moverse como si tuviera una mente propia.

Mi mano por sí misma escribió: —Te echo de menos.- Mi escritura era apenas descifrable. Estaba intentando escribir en coreano, pero un alfabeto que no conocía apareció. Mi madre se heló por la sorpresa.

—Seguramente eso no es…- Se calló, asimilando todavía la sorpresa. Un conejo de peluche en su mano, que podría haber sido para mí, cayó al suelo. Ella dijo: —¿Realmente escribiste esto?

En respuesta, levanté un papel, en el que escribí: —Te quiero mucho, mamá.

Su boca cayó abierta, incrédula de que un niño que apenas podía caminar estaba escribiendo. Reconsideré si era una buena idea revelar la extensión de mi inteligencia, así que escribí mal deliberadamente las siguientes palabras. Yo escribí: —Mutsho.

Ahí. Con esto, había demostrado que no era una niña corriente. Lo que sí sabía era que los hombres eran supremos en esta sociedad, y la magia era la moneda más alta. A mi conocimiento, yo no poseía el poder de la magia. Tenía que encontrar otra forma de sobrevivir. Yo no era en realidad ningún tipo de genio, pero podría ser tratado como uno si revelara las habilidades que había adquirido en mi vida anterior.

Después oí una voz familiar diciendo, —¿Qué es esto? —Era la Escoria — ¡el peor de los peores! Escoria, como podrías recordar, era mi padre, el rey. Fue entonces cuando vio lo que había escrito. ¡Adelante, he aquí mi prodigioso talento!

Él preguntó, —¿La niña escribió esto?

Seoyeong respondió, —…Sí.

Él después dijo, —Es completamente ilegible.

Me enfureció. ¿No es notable que un niño de un año pueda crear algo con algún parecido a la escritura? ¿Eso es todo lo que puedes decir? ¿Eras un prodigio?

No lo sabía entonces, pero él realmente había sido un prodigio y había empezado a escribir a la edad de uno, como yo. Este mundo era diferente. Tuve que olvidar todo lo que creía saber para entenderlo. Maldito, lo insulté en silencio. Sin embargo, me aferré a su pierna. Abrí los brazos y reí lo más dulcemente posible. Seguramente era una foto encantadora.

Pero Escoria balanceó su pierna para sacudirme, diciendo, —Qué fastidio. Me caí de frente sobre mi barriga. Pero no me disuadieron. Si me caía siete veces, me levantaría ocho. Si tan sólo pudiera ganarle… Sólo espera. Te pillaré.

Sonreí y gateé hacia él otra vez, gorjeando con mi voz de bebé.

Él dijo, —Ella no llora. Pensé que siendo una niña, montaría un berrinche escandaloso.

Mi madre dijo, —Ella es inteligente porque se parece a ti.

—Ella sigue siendo una niña sin valor alguno-, declaró

Sólo espera. Espera hasta que me vengue de ti.

♦ ♦ ♦

Ahora Lector, acompáñame mientras avanzamos tres años hacia el futuro. Ahora tengo cuatro años.

Mi segundo hermano mayor, Hwanseong, ahora siete, entró en mi habitación.

Mi madre se dirigió a él, —Su Majestad… Creo que usted no debe…

Él respondió: —No es asunto tuyo.

¿Hablas así a un adulto? ¿Cómo saliste así? Tan diferente del hermano mayor.

Seoyeong se quedó en silencio, pero yo le dije: —No lo haré.

Al menos por el momento, podría estar en mi terreno. Tuve el poder, al menos por un breve momento, porque tenía algo que quería.

Me dijo, —¡Por favor!

—Su Majestad el Rey dijo que no. Me meteré en problemas y no quiero meterme en problemas.

Esta era mi descarada excusa. El rey lo había prohibido. No era necesaria ninguna otra explicación. Era misógino y desagradable, pero estaba agradecido de que tuviera esa alternativa.

—¿De verdad quieres decir eso?

¡No puedo desobedecer a Su Majestad el Rey!

—¡Sólo esta vez!

—Su Majestad dijo lo mismo la última vez.

¡Pero eso fue hace mucho tiempo!-, insistió. Recordé que era realmente más mayor que él. Le ofrecí un trato.

—Entonces haz esto-, sugerí.

—¿Qué?-, ​​Preguntó seriamente. Entonces dijo: —No te daré una barra de chocolate.

No me interesan las barras de chocolate, quería decir. Ahora, ten en cuenta que incluso los príncipes no eran capaces de comer chocolate cuando querían. Nuestro padre era muy estricto, así que sólo podías tener una barra de chocolate al día.

Hwanseong se mantuvo firme y dijo: —Nunca jamás.

Sólo estoy tratando de conseguir algo a cambio de hacer su tarea escrita. Hwanseong estaba en la mejor forma física, pero era bastante tonto cuando se trataba de su trabajo en la escuela. Había oído que era un genio en la lucha de espadas, pero ciertamente no era muy inteligente.

—Sólo firma aquí.

—¿Aquí? Pero es como…

—Su Majestad no tiene que hacerlo si no le satisface.

Ahora tenía las herramientas para una falsificación. Tenía el documento en blanco. Yo no tenía en ese momento grandes planes para su firma, y ​​yo ya estaba satisfecha con sólo tener una copia de la firma de un príncipe. Seoyeong me miraba con preocupación, pero yo me aseguraría de que se olvidara más tarde.

Un día después, ocurrió algo tan increíble que pensé que estaba alucinando. Volví a ver a Jinsu.

3 respuestas a “Dicen que nací hija de un rey – Capítulo 4: Hermanita”

  1. HAHAHAHAHA niña inteligente. Me enamoró el hermano mayor, tan tranquilo y tan inteligente. Me gusta que tenga emociones y no como los otros dos más consentidos y cerrados de mente.

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