El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 7

Traducido por Lily

Editado por Nemoné


— ¿Quién desea verme?

La duquesa Salvatore miró al mayordomo mientras chequeaba papeles en su oficina.

El mayordomo, quién ha estado sirviendo a la duquesa Salvatore desde que era una niña, la miró con una cálida sonrisa en su rostro.

—Se trata de la señorita Leslie Sperado, se encuentra esperando afuera en la puerta principal.

Ante las palabras del mayordomo, la duquesa se levantó y se dirigió a la ventana.

Caminó entre las cortinas, que estaban medio cubiertas por las telas color rosa dorado, y observó a una pequeña niña que le llamó la atención, de pie frente a la puerta principal.

—Es muy pequeña.

La cabeza de la duquesa Salvatore se inclinó hacia un lado.

¿Tal vez nueve?  No, diez años.

No podría saber la respuesta con solo mirarla. Sus hijos siempre han sido grandes desde que eran muy jóvenes, por lo que tenían el doble de altura que un niño promedio, por esto no podría decir cuántos años tiene la niña.

—Por parte de la familia Sperado, no creo que hayan enviado a una niña para reemplazar a ese viejo idiota en la reunión.

Usar tales trucos para conseguir reunirse con la duquesa, la cual es difícil de conocer. Sin duda era un plan sucio.

La pequeña niña se mantuvo de pie frente a ese clima frío.

Sintió pena por ella, dirigió su mirada al carruaje que se encontraba detrás de la chica. Sin embargo, a la duquesa le pareció extraño que una pequeña niña viniera sola en nombre de la familia Sperado.

— ¿Había una segunda hija en la familia del Marqués?

Tan pronto la duquesa se dirigió al mayordomo, esta asintió.

—Sí, la hay. Hace un tiempo cometió un pequeño error y derramó té sobre el Príncipe Heredero cuando conoció a su prometida, la señorita Eli Sperado. Pasó mucho tiempo sin salir de su mansión luego de ese accidente. He escuchado últimamente que no se ha sentido bien de salud.

Marqués Sperado.

Muchos nobles mostraban ser bondadosos por fuera, pero por dentro solo había oscuridad en ellos. Uno de esos nobles era el marqués Sperado, quién solía ponerse a competir con otras familias nobles, y ya antes había escuchado al marqués alardear más de una vez sobre su hija.

[¡Nuestra encantadora Eli es la que traerá de vuelta esos días de primavera a la familia Sperado!]

La duquesa Salvatore recuerda que el marqués, quien usualmente se mantenía en bajo perfil, ese día demostró una gran felicidad. Alardeaba de su hija a los otros nobles, y estallaba en risas como una forma de burla hacia las otras familias.

[Ella es bonita. Y señores, no solo es hermosa, es encantadora.]

Un aristócrata hizo un comentario sobre Eli, pero el marqués Sperrado se echó a reír y sacudió la cabeza agrandando el comentario del noble.

[Es hermosa y encantadora, pero ella tiene algo que es aún más impresionante, ¡qué feliz estoy de que lo tenga.]

Otros nobles lo instaron a hablar para que diera más detalles, pero el marqués Sperado se rió y no dijo nada más. Por alguna razón no quitaba de su vista a la duquesa Salvatore.

¿Acaso se refería al poder? Hubo muchas personas que fueron hostiles hacia la duquesa Salvatore, quien fue la única que no había perdido su poder desde la fundación del reino. Incluso el marqués Sperado se sentía incómodo debido a la presencia de la duquesa, quien a pesar de los años, su familia se mantenía en pie.

Además a los demás nobles no les gustaba estar cerca de la familia Salvatore. A ellos solo les interesaba el poder y las riquezas que obtendrían si la familia Salvatore disminuye en estatus.

—Entiendo.

La duquesa, quien todavía observaba a la pequeña niña que esperaba afuera en la puerta, cerró las cortinas y se dirigió a su asiento.

— ¿Qué piensa es lo más correcto de hacer?

Como se esperaba de la duquesa, no les daría a ellos el placer de reunirse con ella tan fácilmente.

La duquesa se dirigió al mayordomo y le dijo:

—Afuera está haciendo un clima bastante frío, detrás de la pequeña niña está su carruaje, estoy segura que pronto se irá, no hay nada de qué preocuparse.

La duquesa volvió su mirada, y siguió revisando los papeles que tenía enfrente. Con esas palabras logró sacarse a Leslie de la cabeza, ahora solo tenía en mente esos papeles y agendas para ser revisadas junto con otros asuntos más importantes de qué preocuparse.

—Sí, señora. —El mayordomo suspiró y respondió calmada.

La duquesa Salvatore ignoró el hecho y tomó una pluma dorada y empezó a revisar los documentos.

♦ ♦ ♦

Después de revisar cuidadosamente los documentos finales, la duquesa se levantó del escritorio en su oficina y cerró sus ojos con fuerza. Tenía mucho trabajo por hacer, incluso debía de encontrar un niño adecuado para hacer un pequeño encargo y que cumpliera con las expectativas que la familia necesitara.

Quería dejar a cargo a una persona adecuada para ocuparse del trabajo que queda por hacer y tomar un pequeño descanso, pero sus dos hijos no eran personas muy confiables. El primero se parece a ella en personalidad, es demasiado franco, y el segundo tiene la autoestima de un perro que corre libremente e intenta sobresalir en todo.

De tan solo pensar en ello, le causaba arrugas en la frente.

El tiempo pasó rápidamente mientras reflexionaba sobre sus problemas, la luz del atardecer brillaba a través de las cortinas, faltaba poco para que anocheciera.

—Oh, Dios mío.

La duquesa, quien se acercó a la ventana, sin saberlo golpeó ligeramente el marco de la ventana con sus dedos mientras miraba a la pequeña Leslie, quien todavía estaba de pie enfrente de la puerta principal.

Esa pequeña niña aún está parada en la puerta, y el carruaje había regresado, ella estaba mirando directamente a la puerta principal mientras temblaba. Sin embargo, debido a su cabello blanco, lucía igual a un muñeco de nieve.

—Dijiste que los Sperado eran extrañamente una familia con muchas muertes en su segundo y tercero hijo.

En ese momento la duquesa recordó lo que su abuelo le había dicho cuando era una niña.

El asunto era de su interés. ¿Qué provocaba que esa niña pequeña fuera tan determinada?

Creo que estaría bien escuchar un poco de su historia.

—Su comida está lista, mi señora.

La duquesa se dio la vuelta y miró al mayordomo rápidamente.

—Voy a comer más tarde. Me gustaría conocer a mi invitado primero, así que por favor traiga a la señorita Sperado a la mansión.

La mayordomo estaba un poco sorprendida por el repentino cambio en la actitud de la duquesa, pero ella le sonrió con una leve sonrisa disimulada.

—Entonces, ¿la guio a la sala de recepción en el primer piso?

La sala de recepción en el primer piso era el salón más utilizado por la familia de la duquesa.

—Sí. Nos vemos en la sala de recepción.

De alguna manera, la reunión terminó siendo allí, y la sala de recepción en el primer piso se abrió con solo unas pocas personas.

Leslie fue guiada a la sala de recepción en el tercer piso, golpeó sus mejillas dejándolas rojas.

Desde la mañana hasta la tarde, me paré frente a la puerta principal hasta que la noche comenzó a impregnar las calles, y todo mi cuerpo estaba congelado.

Llevaba la ropa más gruesa que tenía para esta situación, pero desafortunadamente, sin un abrigo este vestido no impedía que el frío llegara a mi cuerpo.

No sé cómo logré llamar la atención de la duquesa Salvatore, pero no puedo dejar que me vea con el rostro tan pálido. 

Así que se frotó el rostro para deshacerse de la palidez. En eso escuchó un golpe, y una mujer mayor entró a la habitación.

— ¿Tienes frío?

A simple vista, la mujer se parecía un poco a Leah. Bajó con una sonrisa una taza de té caliente y la puso frente a ella.

—El chocolate caliente sería más adecuado para una señorita como usted, lamentablemente no hay nadie en esta casa que disfrute de ese tipo de cosas. En su lugar, le agregué bastante azúcar como compensación, espero que sea de su agrado.

—Gracias.

Siento el calor.

Leslie envolvió cuidadosamente la taza de té en sus manos.

Me gusta la calidez que brota de la taza de té. Era tan bueno que lo sostuvo por un tiempo, pero cuando intentó oler el dulce aroma, simplemente se le cayó. Y fue porque había estado parada afuera tanto tiempo que su mano congelada no pudo sostener correctamente la taza.

Afortunadamente, no se rompió. Pero dejó una gran mancha en la alfombra, la cual se vea a simple vista, y la taza de té rodó hacia el otro lado.

— ¡Lo lamento mucho!

Leslie no tenía idea de qué hacer y por el impulso se agachó rápidamente a levantar la taza, con ojos confundidos. ¡Lo único que pensaba era que se metería en grandes problemas!

No importa cuánto haya renunciado al amor de su familia, todo el sufrimiento que le habían causando en el pasado aún seguía presente.

Leslie aceptó el hecho de que dejó caer la taza de té al suelo, y comenzó a temblar como si hubiera sido culpable de cometer un crimen. Estaba acostumbrada a recibir los castigos del marqués Sperado. Cuando cometía un error, por más pequeño que fuera, solían interrumpir su sueño, o golpear su cuerpo con látigos u otros objetos. Pensado de esa manera Leslie pudo crear un método de defensa y desarrolló el hábito de tensar su cuerpo.

— ¡Lo limpiaré!

La mujer, quien observaba a Leslie mientras lloraba y limpiaba la alfombra con su falda, se acercó cuidadosamente a ella y le dijo:

—Señorita, esto no es gran cosa. La alfombra puede lavarse y el té puede ser comprado de nuevo —Luego extendió la mano y agarró con fuerza las manos heladas de Leslie—. Es natural que sus manos estén congeladas. Ahora, tome esta manta cálida, y descanse en el sofá, le traeré otra taza de té.

Luego, ella le dio unas pequeñas palmaditas en el hombro a Leslie para que se calmara y la sentó de nuevo en el sofá.

La mujer pronto cubrió su regazo con una suave manta blanca.

Leslie miró la suave manta y parpadeó. Esa manta, ella sabía perfectamente cuál era. Eli anteriormente había llorado durante diez días, ya que ella quería una manta como esa. Pero al final, fue solo un asunto al cual el marqués Sperado no le dio importancia.

Leslie estiró sus manos y tocó con delicadeza la manta.

Siento un cosquilleo en mis manos. Es como si estuviera tocando las nubes.

—Oh, ¿le gusta?

—Sí…

La mujer le sonrió con un gesto amable.

Leslie asintió y respondió con un pequeño hilo de voz.

Mientras tanto, la puerta se abrió y la duquesa Salvatore entró en la sala de recepción.

—Lamento la tardanza, señorita Sperado.

Leslie curvó su boca mientras miraba a la duquesa entrar.

Era una mujer con el cabello largo y negro, una máscara blanca le cubría la mitad del rostro, era más más alta que cualquiera mujer que hubiera visto.

Es incluso más alta que el marqués.

Naturalmente, Leslie comparó a este último con la duquesa, no, incluso su cabeza era más grande que la del marqués.

Leslie, recordaba que su cabeza también es grande.

Al mismo tiempo tanto, la duquesa como el mayordomo sonrieron al mismo tiempo.

—Oh, eres una chica muy linda, y creo que robaste el corazón de mi mayordomo.

La duquesa sonrió y se sentó en el sofá frente a Leslie.

— ¿El mayordomo?

Ante la pregunta de Leslie, la duquesa sonrió y giró ligeramente la cabeza en dirección al mayordomo.

—Soy Jenna Dorantes, el mayordomo de la familia Salvatore.

¡No es una criada!

Leslie, quien pensó que era una criada que trabajaba en la mansión, abrió los ojos  y parpadeó.

— ¿Debo disculparme? ¿O quizá simplemente olvidarlo?

Después de todo lo correcto sería que me disculpara.

—Tranquila, está bien. Seguro que para ti es un poco extraño que un mayordomo sea mujer. —Jenna sonrió de una manera tranquila y relajada.

Mientras tanto, una criada entró y en sus manos sostenía una bandeja de plata con dos tazas de té, azúcar y aperitivos entre los medicamentos.

Se colocaron las dos tazas de té frente a las dos mujeres, y la duquesa sonrió de manera tranquila a Leslie.

—Entonces, señorita Sperado. Ahora sí, ¿podemos escuchar la razón de su visita a la familia de la Duquesa Monstruosa?

4 respuestas a “El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 7”

Responder a Hiroki Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido