El emperador y la mujer caballero – Capítulo 137

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


—Mmmmm… La emperatriz…

El rostro de Lucius I se ensombreció, parecía infeliz por eso. Mientras tanto, Sir Ainno se tapó la boca para tratar de ocultar su risa. Sir Bentier vio a Sir Ainno estremecerse y se preocupó. Le preguntó al emperador:

—Su alteza, ¿qué le pasa a Sir Ainno?

—Inno está siendo inmaduro, está probablemente perdiendo su mente demasiado.

—Sir Pollyanna me dijo que pensaba que Sir Ainno ha estado actuando de manera extraña últimamente. Supongo que era correcto.

—Mmmmm… Recuerdo que Inno ha estado actuando adicionalmente extraño alrededor de Sir Pol. De todos modos, sobre la emperatriz…

Lucius I se frotó la frente. Trabajar demasiado y su falta de sueño lo estaban agotando. Podía sentir su estrés en arrugas que se estaban formando ligeramente en su frente, lo cual era una enorme preocupación.

—Si nos decidimos en quién será la emperatriz, podría ser problemático. Designemos simplemente como emperatriz aquella que tenga mi heredero primero.

—Esto podría causar innecesarios conspiraciones y celos entre las damas, su alteza.

—No hay más que tres, así que como mucho, podrían hacerse daño entre ellas. Va a estar bien.

Sir Bentier asintió en acuerdo. Cuando la conversación terminó, Sir Bentier salió, dejando al emperador con los retratos de las damas. Sir Ainno no salió de la habitación. Se puso de pie en frente de la ventana y observó a los guardias que patrullaban el castillo. Lucius I, que no podía dormir, continuó trabajando en su escritorio.

—Su alteza.

—¿Sí, Inno?

—¿Y si…?

—¿Sí?

—¿Y si todas las damas acaban teniendo solo hijas? ¿Qué se hará a continuación? No importa lo duro que lo intente, ¿y si no nace un príncipe?

—Entonces me voy a tener que conseguir otra esposa.

—Sabes que es por eso que necesita para tener concubinas, ¿no? Su alteza, necesitas recordar esto.

—Lo sé.

Unir la totalidad de los continentes podría fallar si él no tenía un adecuado heredero para continuar con este trabajo. Lucius I sabía mejor que nadie lo que era necesario para tener un hijo. Que no importaba la madre que fuera, mientras el padre fuera el emperador. Debido a que él era todavía joven, no estaba muy preocupado por eso.

—Estoy seguro de que estás deseando que Sir Pollyanna estuviera aquí en lugar de yo, su alteza —se burló Sir Ainno.

—Por supuesto, y si ella estuviera aquí, no creo que pudiera haberme controlado.

—Si ella no fuera estéril, podrías haberle ofrecido el puesto.

—Eso no sé…

Lucius I parecía fuera de sí. ¿Tendría que haberle ofrecido el puesto de emperatriz si no fuera infértil? Al principio, pensó que sí, pero pronto, el emperador se dio cuenta de que ese no era el caso. No habría importado si Pollyanna era emperatriz en lugar de su esposa o concubina. Habría sido miserable, incluso si se convertía en emperatriz.

La Pollyanna Winter que el emperador conocía era una mujer trabajadora. Entrenaba todos los días, la razón por la cual tenía sus manos duras y desgastadas. Amaba montar a caballo por todo el reino y formar a sus guardias.

Esta era la Pollyanna que amaba Lucius I.

Mirando hacia la oscura noche, en un cielo cubierto de estrellas, Lucius murmuró:

—Quiero que ella sea feliz. Eso es lo que más quiero.

Aunque lo dijo, obviamente el emperador parecía no querer darse por vencido con ella. Sir Ainno frunció el ceño, molesto. Si Lucius amaba tanto a esa mujer, ¿por qué no confesarse? Para ocultar su ceño fruncido, Sir Ainno miró hacia otro lado .

Ese emperador era un idiota.

♦ ♦ ♦

Las nuevas esposas de Lucius I llegaron a sus habitaciones en el castillo de Jaffa. A Pollyanna se le dio la lista de personas que iban a quedarse en este lugar, por lo que examinó el lugar con ojos de halcón. Tenía que asegurarse de que sólo las personas que iban a vivir ahí se encontraban en el lugar. Las damas parecían estar nerviosas mientras esperaban.

Pollyanna conoció a Tory Seeze antes. Excepto por el hecho de que su familia estaba en una tensa relación con el emperador, Tory Seeze ella era una hermosa dama. Era una belleza típica del norte con un comportamiento tranquilo y obediente.

La princesa de Mongsheim, Stra, era la más joven de las esposas. Parecía infeliz y ansiosa, tal vez porque ella tenía que compartir su marido con otras mujeres. En las regiones del continente medio, se aceptaba e incluso se honraba a una caballera. De todas las regiones, el centro del continente era quien mejor trataba a las mujeres caballero. Stra sonrió con torpeza para tratar de ocultar su nerviosismo. Sus criadas la servían con afecto, lo que indicaba que la princesa debía de haber tratado sus personas así.

La princesa Rebecca del pequeño reino del sur, Nanikun, era la más mayor de las tres, sin embargo, era la más pequeña y delgada. Si Tory era la típica belleza del norte, que era alta y delgada, Rebecca era la típica belleza del sur. De pie junto a Tory, Rebecca parecía mucho más joven.

Rebecca estaba de pie con el apoyo de sus damas. Se veía muy cansada, probablemente por el largo viaje. Pollyanna recordó el informe sobre Rebecca.

Decían que era muy frágil.

Las personas tenían la cuestión de que si una mujer era demasiado frágil podría tener problemas a la hora de tener hijos, pero en cierta medida, esa fragilidad se consideraba femenino y deseable.

Cuando las damas se fueron y ella se quedó sola, Pollyanna sonrió alegremente.

Me encanta la forma en que son todos tan hermosas.

A Pollyanna le gustaba todo de ellas, pero su favorita era conservadora. De hecho, Tory recibió la bienvenida de todos en el castillo. Aunque técnicamente Tory tenía el estatus más bajo de entre todas las esposas del emperador, ella era la única de Acreia, y esta era su ventaja.

A diferencia de las princesas, cuyos reinos fueron conquistados y que ahora tenían que vivir en una tierra extranjera, Tory estaba siendo honrada por su emperador desde su hogar. Los criados de Tory, que conocían a muchos de los trabajadores de Jaffa al ser de Acreia, los recibieron con alegría. Los sirvientes de Stra y Rebecca, por otro lado, miraron alrededor con torpeza , tratando de hacerse con el nuevo entorno.

Lo primero que tenían que hacer las nuevas esposas del emperador era ser examinadas por el médico real. Fueron dos médicos los que visitaron el lugar, y Pollyanna conocía a uno de ellos. Era el barón Redikal, pero no conocía al otro.

Mmmm… ¿Quizás es un especialista en ginecología?

Era un viejo hombre, lo cual era muy inusual para un ginecólogo. Para ser médico o curandero se requería una amplia formación. Era una profesión muy respetada y la mayoría de médicos llevaban una excelente vida. Era una carrera muy popular, pero se requería de tiempo largo de trabajo para tener éxito.

No había muchos médicos que se especializaran en la salud de la mujer. Era muy caro ver a estos médicos, por lo que las mujeres pobres a menudo visitaban a una comadrona.

Las damas nobles, en la otra mano, eran por lo general muy reacias a buscar un ginecólogo, y esta era la razón por qué no había muchos disponibles. Como se había decidido que iba a casarse, Lucius I nombró a un ginecólogo para revisar la salud de sus esposas.

Las damas fueron examinadas, y el médico anunció que estaban todas sanas. Las damas fueron inmediatamente a descansar a sus aposentos privados. Pollyanna iba a retirarse también cuando el ginecólogo la paró.

—Su Majestad me pidió que la examinara también, marquesa.

—Pero estoy perfectamente sana.

El anciano la miró con comprensión y respondió:

—He oído un rumor acerca de la marquesa. Creo que esta sería una buena oportunidad para que la revisaran.

—Bueno, si quiere examinarme, en realidad hay una cosa que sí me gustaría que revisase.

—Oh, ¿qué es?

Pollyanna miró alrededor para estar segura de que estaba sola con el médico.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido