El emperador y la mujer caballero – Capítulo 18

Traducido por Maru

Editado por Michi


El ejército de Lucius I no marchó inmediatamente hacia el sur. En cambio, reabasteció sus suministros, descansó y trató a sus heridos en Aehas y Kukda. Pollyanna esperaba que el ejército se quedara donde estaban por un tiempo más antes de continuar su conquista, pero Lucius I tuvo otra idea. Contra el gobierno tácito de la guerra en este continente, planeaba marchar en esta próxima primavera.

Ella entendió que esto significaba que iban a tener una ventaja. El reino de Bebero no esperaría ningún tipo de ataque por parte de ellos. Estarían suspirando de alivio porque el invierno casi había terminado.

Todos los reinos ya sabían lo que les sucedió a Aehas y Kukda. Tenía sentido atacar a Bebero ahora en lugar de darles la oportunidad de prepararse para la guerra. En primavera, su defensa también estaría baja.

Una guerra en primavera…

Era difícil entender la idea. Sonaba como una frase sin sentido, como “un hombre embarazado” o “una mujer barbuda”.

Mientras Pollyanna empujaba el fuego con el atizador de metal, las brasas negras se volvieron de color rojo brillante. Estaba preparando un brasero para la tienda de Sir Baufallo. Esta era una de las responsabilidades de su ayudante personal, Donau, pero Donau afirmó que era un trabajo de mujeres y se escapó. Era algo tan acreiano decir eso…

En Acreia, los hombres salían a cazar mientras las mujeres se quedaban para mantener la casa caliente.

Pollyanna quería golpear a Donau con el brasero, pero siguió siendo paciente.

Cuando estaba en el ejército de Aehas, tuvo que construir su propia tienda, que se suponía que debía ser manejada por mucha gente. Esperaba algo similar aquí, pero para su sorpresa, Sir Baufallo le dio una carpa privada sin ningún problema e incluso hizo que los otros soldados la armaran para ella. También le dijo que tomara todos los suministros que ella necesitara de su almacenamiento.

Pollyanna no podía pagar su amabilidad golpeando a su hijo. Ella se lo guardó para sí misma y dijo:

—Ese es el hijo de mi superior. Ese es el hijo de mi superior. Ese es el hijo de mi superior. Ese es el hijo de mi superior. Ese es el hijo de mi superior…

Donau era un imbécil.

Uno de los soldados de la unidad de suministros se acercó a ella con una olla y un cucharón y le dijo a Pollyanna:

—Me dijeron que vas a cocinar por un tiempo ahora.

—¿Yo dije eso?

—Lo escuché de ese chico, el ayudante  personal de Sir Baufallo.

—Guau, podemos comer la comida preparada por una mujer por una vez —dijo el otro soldado con entusiasmo.

—Pero esa persona no es una niña.

—Todavía será mejor de lo que podemos hacer nosotros mismos.

—Así es. Cualquier cosa cocinada por mujeres es mejor que eso por hombres.

Pollyanna miró los ingredientes con nerviosismo. Debido a la mentira de Donau, de repente se hizo responsable de la cena de su división. En Aehas, había cocineros oficiales, pero en el ejército de Acreia, esa posición no existía. Los hombres se turnaban para cocinar y funcionaba porque los hombres de Acreia estaban acostumbrados a preparar lo que habían cazado.

Mirando la olla gigante, Pollyanna se preguntó qué debía hacer.

Ella trató de dar vueltas y decirle a la gente que nunca se ofreció a cocinar, pero fue inútil. Los hombres respondieron:

—¿Qué? ¿Pero no podrías hacerlo de todos modos? Debes haber cocinado mucho en tu vida de todos modos, ¿verdad?

—Nos dijeron que vas a cocinar, así que eso es todo. Si tienes un problema con él, debes ir a buscarlo con esa ayuda.

—¿No puedes simplemente hacerlo? Debe ser fácil para ti hacerlo.

Esta no era la respuesta que esperaba de los soldados. Pollyanna no tuvo más remedio que ir a buscar a Sir Baufallo. Odiaba decirle de Donau a su propio padre, pero no tenía otra opción.

Pollyanna le explicó a Sir Baufallo lo que había sucedido de una manera muy objetiva. Parecía incómodo mientras se disculpaba. De hecho, era su responsabilidad entrenar a su ayudante personal e hijo.

—Me aseguraré de que Donau reciba una lección especial de mí, Sir Pollyanna.

—Gracias.

—Y estoy deseando que cocines.

—¿Perdón?

—Los soldados ya esperan que cocines, así que creo que debes hacerlo. No puede ser tan malo cocinar solo una vez.

Maldita sea.

Esto era ridículo. Todos estaban siendo irracionales, pero Pollyanna se cuidó de no mostrar su ira en su rostro. No tenía más remedio que seguir la orden. Este era un ejército; lo que sea que dijo su superior no de ser desobedecido.

Apretó los puños y los dientes.

—Claro…

—¿Qué dijiste?

—Dije que sí, señor.

—No te obligaré a hacerlo de nuevo, incluso si haces un buen trabajo, así que no hagas que tenga mal sabor a propósito.

—Haré mi mejor esfuerzo.

—Jaja, lo esperaré entonces.

Sir Baufallo le tocó el hombro con la esperanza de apaciguarla, pero eso no ayudó a Pollyanna a sentirse mejor en absoluto. Se sentía frustrada y enfadada.

Sacudió la cabeza mientras miraba los ingredientes de nuevo. Si lo hacía bien, los soldados dirían que no fue un gran problema porque era una mujer y, por lo tanto, debe ser fácil para ella. Si no hacía un buen trabajo, sabía que los hombres se enfadarían con ella.

Al final, Pollyanna decidió que al menos debería hacerlo bien. También podría hacerlo lo mejor posible ya que tenía que comerlo después de todo.

Pero…

Al final del día, Pollyanna también era una dama noble. Ella nunca pasaba tiempo en la cocina. Por supuesto, aprendió a cazar y reconocer los venenosos de los otros hongos, pero el viejo caballero nunca le enseñó a cocinar. Cuando ella estaba en el ejército de Aehas, había cocineros que hacían comida para todos.

De hecho, Pollyanna nunca había sostenido un cuchillo de cocina.

Afortunadamente, ella tenía algunos conocimientos nutricionales básicos. Estaba acostumbrada a comidas deficientes en su antigua unidad, donde siempre carecían de suministros, pero ahora había muchos ingredientes frente a ella. Esto significaba que lo que sea que ella cocinara, resultaría bueno.

Pollyanna recordó sus comidas anteriores. En su mayoría eran guisos. Frente a ella había una olla con algo de grasa, sal, carne, avena, trigo y varias verduras. Todo lo que tenía que hacer era ponerlos en la olla con agua y llevarla a ebullición. Ella hizo exactamente eso. Cortó todo mientras el agua hervía a fuego lento antes de tirar todo en la olla. También agregó algunas especias para un mejor sabor.

Mientras miraba la olla llena de estofado hirviendo, los hombres comenzaron a reunirse a su alrededor. Algunos de incluso divisiones diferentes llegaron después de escuchar que Sir Pollyanna estaba cocinando esta noche.

Aparentemente, fue Sir Baufallo quien se jactó ante los otros caballeros de que iba a poder comer un plato preparado por una mujer esta noche. Era algo extraño de lo que estar orgulloso porque desde que conquistaron Aehas y Kukda, tenían muchas mujeres de las ciudades para cocinarles durante su estadía en los reinos conquistados. Esto fue hace un tiempo, y aparentemente, estos hombres echaban de menos la cocina de una mujer.

Cuando oyeron que Pollyanna estaba cocinando, se reunieron a su alrededor como perros hambrientos.

Sintiéndose presionada, probó una cucharada de estofado.

¡Que…!

Sabía normal. De hecho, sabía igual que el estofado que tenía ayer. No estaba mal, pero no era nada especial. Tenía sentido ya que usaba los mismos ingredientes que la comida de ayer.

Pero Pollyanna sabía que si le daba esto a esos hombres, se quejarían al respecto, diciendo que no hacía lo mejor que podía. Luego comenzó a ponerse nerviosa, especialmente después de ver a algunos de los oficiales de alto rango reunidos dentro de la cocina.

¿Por qué están ellos aquí?

Tenía que hacer algo, por lo que Pollyanna arrojó aún más grasa en la olla. Más grasa haría que cualquier cosa supiera mejor, pensó. También puso aún más especias, y el olor espeso que provenía de la olla comenzó a extenderse. Los hombres comenzaron a salivar.

Sir Baufallo entró con Donau y le preguntó:

—¿Está listo?

Cuando Pollyanna asintió, los caballeros de otras divisiones insistieron en que también querían probarlo. Entonces les dieron una cucharada para probar.

Los caballeros se lo comieron y luego…

Vomitaron.

Maru
Se veía venir el desastre desde lejos. Es tonto pensar que Pollyanna debía saber cocinar por ser mujer. Aunque bajo mi punto de vista... es tonto que cualquier persona no sepa cocinar. La supervivencia y el buen gusto ya si eso en otra vida jaja

Michi
Bueno mis niños, aquí la moraleja del dia... No le pongan cosas al azar a la fucking comida solo porque pienses que sabría mejor así!! En cuanto a que porque eres mujer, a la de a fuerza tienes que saber cocinar, pues no, a mi se me evapora el agua :\'v Pero concuerdo con Maru, al menos algo sencillo, por supervivencia.

6 respuestas a “El emperador y la mujer caballero – Capítulo 18”

  1. Jajaja eso se ganan por machistas, esto me recuerda cuando empecé la uni y me invitaron un plato (un montón de verduras y no se que más,cortadas y hervidas), y aprendí a tragar sin oler ni respirar y sin expresión XD XD

  2. Para que la comida te sepa buena debes cocinar contenta, o eso me dice mi tía. No creo que ella haya está muy feliz que digamos
    ┐( ̄ヘ ̄)┌
    Mil gracias de todo corazón 😘 por el capítulo 🌻🌻

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