El emperador y la mujer caballero – Capítulo 48

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


Ser guardia de Lucius I era un trabajo fácil físicamente, sin embargo, era mentalmente agotador. Sintiendo que su cuello y hombros se ponían rígidos, Pollyanna los estiró. Estaba en su breve descanso, y pronto, iba a ser el momento para su lección otra vez.

El tema de hoy era cómo actuar cuando un enemigo se acercaba al emperador. Lo primero que debía aprender era cómo saber si alguien tenía intenciones dañinas hacia ellos.

—¿Y cómo aprendo a leer a la gente? —preguntó.

—Se basa principalmente en experiencias. También hay algunas personas raras que nacen con el sentido.

—Suena muy difícil.

—Sí. Es lo más difícil de aprender. Nunca se sabe quién podría atacar a su alteza. Podría ser cualquiera, incluso los favorecidos por el emperador.

Pollyanna no le temía al trabajo físico duro, sino a aprender a observar y leer a la gente… Esa era una habilidad completamente diferente, y sabía que no la tenía. Ella nunca lo aprendió ni lo practicó porque no lo necesitaba en el pasado.

Sabía que intentar aprenderlo ahora mismo sería imposible. El guardia también lo sabía, así que le dijo:

—En caso de duda, debes actuar como nuestro jefe.

¡Sir Ainno! ¡Por supuesto!

—¡Acción antes que palabras!

Pollyanna asintió con la cabeza, apretó los puños en señal de acuerdo y el guardia la elogió

—¡Eso es exactamente! ¡Todo lo que tienes que hacer es golpear a la persona primero! Incluso si resulta que te equivocaste con esa persona, ¡todo lo que tienes que decir es que lo hiciste para proteger al emperador! Nadie podrá culparte.

Todos los guardias reales eran bastante violentos, probablemente porque estaban dirigidos por Sir Ainno. Después de todo, era él quien hizo que Pollyanna perdiera un molar. También le rompió la nariz, que sanó torcida. A veces, cuando bebía un vaso de agua fría, todos sus dientes se sentían sensibles. Todavía lo extrañaba cada vez que masticaba un trozo de carne.

El guardia era un excelente maestro. Sir Ainno, que estaba en su descanso, estaba mirando cerca. Asintió con satisfacción y agregó:

—También puedes golpear a la gente perezosa y grosera.

—¿Eh?

—Cualquiera que no te guste, puedes darle una paliza. No importa cuáles sean sus edades o rangos. Bueno, supongo que no deberías golpear a niños y ancianos, ya que podrían morir. Y una vez que hagas esto varias veces, la gente aprenderá a no hacer nada estúpido frente a ti.

Sir Ainno también agregó que ya tenía los movimientos hacia abajo.

—Solo tienes que hacer lo que mejor haces.

La especialidad de Pollyanna era el asalto a los músculos y las articulaciones. No tenía la fuerza suficiente para romper huesos, pero estaba entrenada para hacer el máximo daño a hombres mucho más grandes que ella. No podía matar a nadie con sus propias manos, pero podía causar suficiente dolor para hacerlo sentir peor que la muerte.

Maru
Oh, vamos. Si yo, que soy una enana de apenas 1.54 me han enseñado en mi trayectoria de artes marciales a cómo acabar con un tipo mucho más grande que yo, estoy segura que Pollyanna podría mucho más. Solo hay que saber dónde atacar. Y una rodilla, por muy fuerte que seas, es muy fácil de destrozar, si sabes cómo jeje.

Sir Ainno señaló su entrepierna con una mirada de complicidad y Pollyanna comprendió de inmediato lo que quería decir. La “lección” que le enseñó a Donau era respetada por todos en la base. Cualquiera que mostrara la más mínima falta de respeto al emperador merecía el mismo trato.

Sobre este tema, Sir Ainno y Pollyanna estuvieron completamente de acuerdo. Según Sir Aiino, la única persona a la que se le permitió mostrarse descarada con el emperador era el duque Luzo. Pollyanna tenía permiso para golpear a cualquiera y a todos los que pensaba que tenían un comportamiento inaceptable.

A Pollyanna le gustó mucho eso.

Cuando estaba con Lucius I en su habitación con su espada todavía en su vaina, Pollyanna sintió un orgullo abrumador. A veces, cuando pensaba que el emperador no la estaba mirando, colocaba la mano sobre la empuñadura de su espada y miraba hacia la puerta como si se estuviera preparando para un intruso.

Lucius I encontró adorable a Pollyanna, que actuaba como una niña que recibía un regalo. La razón por la que le asignó el deber de la guardia real fue para descargar a su amigo Sir Ainno, así que cuando Pollyanna parecía extremadamente feliz y honrada, Lucius se sintió feliz y un poco culpable al mismo tiempo.

Pero en general, le gustaba ver lo feliz que estaba ella con este puesto.

Mientras pasaba más tiempo con el emperador, Pollyanna aprendió mucho sobre Lucius I. La mayor sorpresa fue su personalidad. Ella siempre pensó que él era un rey serio y reflexivo, pero ahora, se dio cuenta de que tenía diferentes lados que nunca antes había visto.

Era un joven que tenía la enorme ambición de unir el continente. Era un gran trabajador y un hombre extremadamente guapo.

El emperador era muy consciente de lo hermoso que era, y también sabía cómo usarlo en su beneficio. Era muy sensible con su apariencia, mucho más de lo que Pollyanna lo había sido con la de ella. Todas las mañanas, Lucius I le preguntaba a Pollyanna qué atuendo le quedaba mejor. Para ella, todos se veían muy bien en su emperador, por lo que le resultó muy difícil responder a su pregunta.

—De estos dos conjuntos, ¿cuál crees que funciona mejor para mí, Sir Pollyanna?

—Se verá hermoso incluso si usa una toalla sucia, su alteza.

—Esa no es la respuesta que estaba buscando.

Al igual que los otros jóvenes de su edad, el emperador se molestaba fácilmente.

Lucius I era hermoso y sabía que sus hombres estaban orgullosos de su belleza. Curiosamente, sus soldados estaban encantados con su aspecto, y el emperador estaba encantado de complacer a sus hombres asegurándose de que siempre se viera presentable.

Y no era solo para sus soldados. Lucius I creía personalmente en mantenerse al tanto de la última moda. Consideraba vergonzoso llevar ropa pasada de moda.

Cuando Lucius I se dio cuenta de que Pollyanna no iba a ser de ayuda en lo que respectaba al estilo, comenzó a preguntar a otros guardias. Cuando respondieron hábilmente y para satisfacción del emperador, Pollyanna se aseguró de escuchar con atención para poder conocerlo.

Como guardia de Lucius I, pudo conocer a muchas personas diferentes. Se familiarizó no solo con otros guardias y caballeros, sino también con los escribas y sirvientes del emperador.

Técnicamente, los sirvientes personales del emperador tenían rangos más altos que Pollyanna. Todos parecían tan sofisticados y bien informados que a Pollyanna le resultó difícil interactuar con ellos. Entonces, en cambio, se acercó más a los escribas.

Durante sus descansos, Pollyanna y el escriba Momo charlaron juntos. Momo se quejó en voz alta.

—No importa cuán diligentemente nosotros, los escribas, registremos la belleza de su alteza, no será suficiente. Nadie lo creerá, ¡no en la verdadera medida de todos modos! ¡Las personas del futuro que leerían nuestro trabajo pensarían que solo estamos exagerando! ¡Me entristece tanto que nuestras generaciones futuras no sepan lo hermoso que es nuestro emperador!

Ahora que lo pensaba, Pollyanna sentía lo mismo. Su emperador era el hombre más impresionante del mundo, pero lo más probable es que su belleza se olvidara en el futuro.

Cuando mencionó su miedo a los otros caballeros, todos estuvieron de acuerdo con ella. Sir Rabi, que tenía hijos, finalmente le dijo:

—Por eso es muy importante tener hijos. La gente del futuro podrá saberlo por la apariencia de nuestros descendientes, ¿verdad? ¿Tienes idea de lo adorables que son mis hijas?

Aparentemente, Sir Rabi tenía dos lindas hijas y un hermoso hijo. Afirmó que todos eran niños increíbles de voz fuerte.

Pollyanna estudió a los señores Aeke, Beke y Deke. Por ser hermanos, había un claro parecido entre ellos. Los señores Howe y Donau debían de parecerse a su madre porque no se parecían a Sir Baufallo, pero aún tenían claras similitudes con su padre.

De repente, Pollyanna pensó en su propia familia.

La familia en la que no había pensado durante mucho tiempo.


Tanuki
Querido diario, nunca debo olvidar que no es buena idea hacer enojar a Maru

Una respuesta en “El emperador y la mujer caballero – Capítulo 48”

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