El emperador y la mujer caballero – Capítulo 83

Traducido por Maru

Editado por Tanuki


El ejército del emperador de Acreia se movió rápidamente hacia el norte. Los hombres estaban emocionados de regresar a casa después de diez años de guerra. Se movieron rápido, emocionados ante la perspectiva de reunirse con sus familias.

Su camino de regreso a Acreia fue sencillo gracias al duque Luzo. Cada vez que Lucius I conquistaba más tierras, el duque Luzo se aseguraba de crear carreteras adecuadas en estos lugares. Creía firmemente en las infraestructuras adecuadas, especialmente para cadenas de suministro rápidas y eficientes. Los caminos fueron construidos por criminales y cautivos enemigos, y estos caminos bien construidos ayudaron a los hombres de Acreia a regresar a casa mucho más fácilmente de lo esperado.

Si lo hubiera deseado, Lucius I podría haber presionado para llegar a casa más rápido, pero se movió deliberadamente a un ritmo lento. Era para asegurarse de que sus hombres no se cansarán y también para examinar cómo estaban sus colonias después de ser conquistadas. Obviamente, era imposible explorar a fondo todas las ciudades, pero fue suficiente para tener una idea de cómo estaban reaccionando los ciudadanos a su nueva realidad.

Afortunadamente, parecía que a la gente le iba bastante bien. En la mayoría de los reinos, los ciudadanos arrojaron flores al ejército de Acreia y les dieron la bienvenida. Estas personas aceptaron con los brazos abiertos tipos impositivos más bajos y leyes más estrictas contra los delitos. La gente del continente medio ahora estaba libre de sus reyes codiciosos y egoístas. Estaban agradecidos con Lucius I, quien era un gobernante mucho más amable.

Si el emperador aumentaba un poco la tasa de impuestos en unos pocos años, ¿la gente se enfadaría y lamentaría sus decisiones de apoyarlo? Quizás, pero poco probable. Cualquier aumento que propusiera el emperador de Acre sería mucho menor que el fijado por sus reyes anteriores.

Lucius I; el emperador hermoso, amable, sabio y justo. Todos estaban enamorados de este joven.

Todavía había algunos reinos que permanecían técnicamente “independientes”, pero en realidad, todos pertenecían a Acreia y, extrañamente, el hecho de que pertenecían a una única nación más grande hacía que la gente sintiera un sentido de orgullo y aceptación. Este fue especialmente el caso porque Lucius I no discriminó entre los acreianos originales y los nuevos acreianos. También fue justo y generoso con muchos de los nobles de los reinos anteriores, siempre que se portaran bien. A medida que se redujeron la tasa de impuestos y la tasa de criminalidad, los agricultores y los ciudadanos comunes comenzaron a ganar más poder, mientras que los señores perdieron algunas de sus autoridades. Si un señor trataba a su gente de manera injusta, Lucius I lo reemplazaba de inmediato.

Tener un emperador como Lucius I fue una bendición para muchos. La vida de la mayoría de las personas había mejorado día a día, ahora tenían más para comer y menos de qué preocuparse. Era un sueño hecho realidad. La mayoría de los nobles, aunque perdieron sus poderes absolutos, aceptaron su situación actual. Después de todo, no querían pasar por otra guerra.

Y además… ¡el nuevo emperador era un joven tan guapo!

—¡Viva el emperador de Acreia, Lucius I!

La gente lo miraba con adoración. Incluso Pollyanna, que iba detrás de él, podía sentir su amor.

Esto es increíble.

Era un hermoso día soleado con una agradable brisa. Los soldados también parecían estar disfrutando del clima y la gente de las colonias les arrojaba flores mientras vitoreaban.

Pollyanna nunca se relajaba porque sabía que podía haber un asesino entre la multitud, pero aun así se permitió disfrutar un poco de la escena. Cuando regresaron a Acreia y entraron en la capital, Nanaba, ella sabía que serían recibidos con vítores nuevamente, pero esto era diferente. La gente de aquí… Se referían al emperador como su salvador y, por lo tanto, significaba mucho más.

Lucius I les dijo a sus hombres que estaba tomando la ruta más fácil y tranquila para hacer que el viaje fuera lo más cómodo posible para sus hombres. Pero según los cálculos de Pollyanna , esto era solo parcialmente cierto. Se dio cuenta de que tenía otra razón para ello. Muchos de los caballeros más cercanos al emperador sospechaban lo mismo, pero no dijeron nada. Independientemente de lo que hiciera el emperador, lo más probable es que tuviera una muy buena razón para ello.

Se hacía tarde y el emperador anunció que pasarían la noche en este pueblo. De hecho, Lucius I decidió que permanecerían en la ciudad de Sitrin durante una semana entera. Sitrin era conocida por sus aguas termales y el emperador ordenó a todos que se relajaran y disfrutaran.

Sitrin era una gran ciudad con un hermoso castillo. Al sur estaba el bosque de Msmel y estaba ubicado en el medio del continente medio, lo que significaba que tenía un clima templado. La agricultura y la silvicultura florecieron en este lugar, así como el turismo gracias a las aguas termales. Ya estaba bien desarrollado, pero tenía un potencial aún mayor para seguir creciendo.

Desafortunadamente, la gente de Sitrin había pasado hambre a pesar de su tierra fértil. Fue por su anterior señor que era egoísta y cruel. Cuando Lucius I estaba cerca, fueron los vasallos del señor Sitrin quienes mataron a su maestro y abrieron la puerta para los hombres de Acreia. Los vasallos querían una vida mejor para su pueblo.

Lucius I tuvo que ejecutar a uno de los nobles, quien trató de defenderse, pero el resto de ellos se salvaron. Aprobó al resto de vasallos que se preocupaban por su gente. De todos los reinos del continente medio, los ciudadanos de Sitrin fueron los que más animaron a Lucius I.

El emperador saludó a la gente y pensó con orgullo:

Qué gran tierra es esta.

Sitrin era de hecho un gran terreno. Estar en el medio del continente era una gran ventaja cuando se trataba de cadenas de suministro. No era antes, pero ahora que todo el mundo estaba unido como un solo reino, Sitrin se beneficiaría al máximo de su ubicación.

Actualmente, no se nombró un nuevo señor para Sitrin. Los amables vasallos se estaban ocupando de los asuntos por ahora. Lucius I permitió que sus hombres descansaran, pero se fue directo a trabajar después de bajarse del caballo. Lo primero que hizo fue revisar la documentación relativa a Sitrin. Sonrió mientras revisaba los granos y el dinero recaudado como impuestos. Este lugar fue de hecho un lugar muy productivo. ¿Cómo podía el viejo señor dejar que su gente se muriera de hambre cuando había mucho para todos?

Mientras el emperador examinaba los documentos, los vasallos de Sitrin aguardaban nerviosos cerca. No habían hecho nada malo, pero aun así, estaban en presencia de un conquistador. ¿Y si no le gustaban los números? ¿Y si el nuevo emperador cambiaba de opinión y los castigaba por matar a su antiguo señor? Un mal maestro seguía siendo un maestro, y la deslealtad generalmente se castigaba con la muerte.

De repente, Lucius I vio algo extraño.

—¿Qué es esto? —preguntó.

Uno de los vasallos miró ansiosamente la lista que señalaba el emperador y, con un suspiro de alivio, explicó:

—Es el presupuesto para el mantenimiento del canal de agua.

—¿Canal?

—Sí, nuestro señor anterior construyó este canal para que el agua termal pudiera ser transportada al castillo.

—Pero el agua estará fría cuando llegué al castillo.

—Se recalienta antes de entrar en las tinas del castillo.

Qué señor tan egoísta y perezoso debió haber sido. Las aguas termales ni siquiera estaban tan lejos del castillo. Qué pérdida de tiempo y dinero.

Cuando el emperador frunció el ceño, los vasallos temblaron. Lo que no sabían era que Lucius I era un emperador muy indulgente. Siempre que no fuera un gran error, a menudo lo dejaba pasar.

Esta sería la tierra perfecta para recompensar a uno de mis hombres.

Una tierra generosa y vasallos capaces, sería un buen regalo.

Lucius I miró a su alrededor en busca de Pollyanna. Ella estaba cerca y en lugar de concentrarse en él, estaba regañando a los vasallos por los suministros de la ciudad. Era un viejo hábito que desarrolló cuando trabajaba en la unidad de suministros.

—Esto está mal, ¿cuál es este número y aquí?

Mientras el emperador la observaba, continuó encontrando pequeños errores en los cálculos y la contabilidad. Lucius I pensó para sí mismo:

Habría hecho un gran trabajo si se hubiera quedado en la unidad de suministros.

—Sir Pol.

—Sí su alteza.

—Veo que estás muy interesada en Sitrin y sus figuras. ¿Te gusta esta tierra? ¿La quieres? ¿Quieres que te lo dé?


Maru
Lucius: ¿Me quieres a mí también? Puedo envolverme para ti como regalo si lo deseas.

2 respuestas a “El emperador y la mujer caballero – Capítulo 83”

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