Emperatriz Abandonada – Capítulo 1: Emperatriz abandonada (4)

Traducido por Lugiia

Editado por Gia


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No me sentí cansada después de que él terminara.

Bueno, esto no es nada nuevo, no es la primera vez.

Desde que se acostó conmigo, hace seis meses, ha venido algunas veces a visitarme.

Después de abrazarme fríamente, siempre deja la habitación sin dirigirme la mirada.

Me sentía miserable. Aunque me trate fríamente cada vez que estamos juntos, no pierdo la esperanza de que algún día se preocupará por mí. Me odiaba durante cada mañana porque tenía que cuidar de mi corazón herido y aún así, tener que hacer diversos trabajos en nombre de la emperatriz. Cada día me consumía el odio a mí misma, mi fugaz esperanza por él y mis complejos sentimientos hacia su esposa.

—¡Uf! —Respiré profundamente para aliviar mi corazón, pero no me sentí mejor.

Me molestó ver una pila de gruesos documentos amontonados. ¿Por qué diablos estaba haciendo esto?

Mirando la parte superior de la pila, recordé la razón por la que dejé escapar un suspiro en primer lugar.

Un año después de que ella apareciera, el Sol del Imperio, el trigésimo cuarto emperador del gran Imperio Castina, Ruvellis, ordenó un banquete para conmemorar el aniversario de la aparición de su esposa, la emperatriz e Hija de la Profecía, su única compañera.

No podía ni siquiera preparar un banquete para ella misma, por lo que, eventualmente, también me asignaron ese trabajo.

Aunque se le ordenara, ella no podría hacerlo de todas formas.

¡Qué ridículo! Dijo que había pasado un año desde que ella apareció en el imperio, trayendo consigo la bendición y el amor de Dios. Muchos pueden estar contentos por eso, pero para mí ha sido un infierno.

Irónicamente, fui yo quien tuvo que preparar y organizar el banquete para conmemorar el aniversario. ¿No es gracioso?

Después de reírme un rato, eché un vistazo a la apretada agenda sobre los documentos.

El banquete se celebrará mañana. Será uno muy lujoso, debido a que el emperador ordenó que lo preparara lo más magníficamente posible, para que así puedan lucir como una pareja espléndida. En ese momento, teniendo la atención de numerosos aristócratas, él bailará dulcemente con ella. Le transmitirá amor con una cálida sonrisa, la cual nunca me la mostró a mí. Por supuesto, no me prestará atención, debido a que permaneceré todo el tiempo en una esquina.

De repente, recordé que esa chica vino a verme hace unos días y me dijo que lo sentía, que no aceptaba el cortejo de Ruvellis porque pensaba que el puesto de emperatriz era mío. Y luego, mencionó que lo sentía porque, a fin de cuentas, lo amaba, que no podía evitar amarlo porque él la cuidaba con mucho cariño. También comentó que lo aceptaría después del banquete, que me trataría bien y que me cuidaría como a su hermana por el resto de mi vida. Decía que quería llevarse bien conmigo, como si fuera su verdadera hermana.

Suspiré profundamente. Después del banquete de mañana, ambos se volverán verdaderos amantes. Y entonces, ya no vendrá a mí nunca más.

Volví a suspirar por los tristes sentimientos acumulados en mi interior.

No puedo entender qué clase de mujer soy. Aun en esta situación, no puedo guardarle rencor a Ruvellis aunque quisiera.

A pesar de sentirme miserable por su frío rechazo, y que me duela cada vez que me mire con desprecio, sigo anhelando su amor.

¿Su verdadera hermana? Si ella lo acepta y él no viene a verme de nuevo, ¿podríamos llevarnos bien como hermanas? ¿Podría renunciar a mi persistente amor por él? ¿Habrá un día en que pueda quitarme de encima toda esta frustración y desesperación?

Realmente no lo sé.

♦ ♦ ♦

—Ha pasado un tiempo, Su Alteza.

—¿Cómo se encuentra, duque Rass? Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo vi.

Al día siguiente, estuve ocupada en el salón de banquetes del palacio central, dando instrucciones a los sirvientes y a las criadas. Para llevar a cabo la orden del emperador, envié tarjetas de invitación a todos los nobles del Imperio. Además, tuve que comprobar si existía alguna lucha de facciones, si había algún disturbio causado por los terratenientes locales, quienes buscaban ganarse el favor de los nobles influyentes de la capital, o si el banquete se desarrollaba con normalidad.

Me alegró tanto verlo en este momento, por lo que sonreí alegremente.

—Oh, me encuentro bien. Por cierto, no tiene muy buen aspecto. ¿Se siente bien?

—Estoy bien. Gracias por su cálida consideración…

Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi. Me alegra saber que realmente está preocupado por mí.

Sonreí, mirando sus ojos azules, los cuales brillaban cálidamente.

Era el jefe de la familia del duque Rass, Arkint de Rass, llamado la Espada del Imperio.

Su familia era uno de los principales padres fundadores del Imperio. Los Rass ocupaban el primer lugar en la orden imperial. Debido a que era la cabeza de la familia, el duque Rass era un amigo íntimo de mi padre y también, mi maestro.

Tan pronto como nací, fui elegida para ser la esposa del príncipe heredero, así que recibí la más rígida e intensa educación. Y uno de los maestros que me enseñó fue el duque Rass.

Siempre enfatizó que mi conducta debía representar a la primera dama del Imperio. Me enseñó el deber y la responsabilidad que recaía en mí, además de cómo evaluar una situación política.

—Parece que se ha sobrecargado de trabajo mientras preparaba el banquete. Sé que es una persona muy débil. Por favor, cuídese.

—No trabajé demasiado, pero temo que le he preocupado.

—¿De verdad? Sin embargo, siendo sincero, no se ve muy bien, Su Alteza. ¿Está segura de estar bien?

—Bueno, me he estado sintiendo un poco enferma últimamente, pero siempre ha sido así conmigo. Ah…

Cuando iba a negar con la cabeza, para enfatizar que no había de qué preocuparse, sentí un mareo repentino.

Parecía que el mundo daba vueltas. En el momento en que perdí el equilibrio, el duque sujetó rápidamente mi mano. Oh, Dios, casi caigo al suelo provocando una escena. Sonreí suavemente para expresar mi gratitud.

—Gracias, duque Rass.

—De nada, Su Alteza. Por favor, perdóneme por tocar su cuerpo sin su consentimiento.

—¿Por qué se disculpa? Soy yo quien tiene que darle las gracias.

En realidad, me he estado sintiendo un poco mal últimamente. ¿Es por  eso que mi postura es tan débil?

Muchas personas nos estaban mirando. El duque hizo un gesto hacia un sirviente, pidiéndole una copa, la cual me entregó diciendo que debía tomar algo. En el momento en que llevé la copa a mi boca, me sentí abrumada por el intenso aroma de la bebida. Tenía ganas de vomitar, por lo que cerré la boca rápidamente.

—¿Su Alteza? —preguntó el duque, desconcertado, mirándome fijamente.

—Duque Rass, lamento mostrarle este lado tan desagradable… ¡Oh, Dios!

Oh, no. Sentí que me desmayaría con tanta gente mirando. Parecía que mi rostro había perdido el color. No podía enfrentar sus ojos deslumbrantes, por lo que rápidamente aparté la mirada de él. La gente reunida a nuestro alrededor comenzó a susurrar sobre mí. Asombro, ira y… ¿júbilo? ¿Qué diablos es esto? ¿Por qué me miran así?

—¿Qué sucede?

Temblé al reconocer al dueño de aquella fría voz. Al parecer, estaba siendo arrastrado por esa mujer hacia donde me encontraba. Miró a su alrededor y frunció el ceño profundamente. De repente, fijó sus ojos en mí, con irritación y desdén. Su fría mirada parecía preguntarme si me iba a atrever a arruinarle el banquete, lo cual me hizo retroceder.

—Me siento honrada de ver al Sol del Imperio, Su Majestad —le dije, intentando hacer una reverencia. Luego, me dirigí hacia ella—. Me siento honrada de ver a la Luna del Imperio, Su Al… ¡Oh!

¡Dios mío! No quise mostrarles este lado tan desagradable, por lo que me alejé debido a las náuseas. Varias luces de diferentes colores daban vueltas ante mis ojos. Sentí como si fuera a vomitar lo que había comido en la mañana, así que respiré profundamente para tratar de calmarme.

El duque Rass, quien nos observaba al emperador y a mí alternativamente, dio un paso adelante. Después de mirar fríamente a la emperatriz, le sonrió a regañadientes.

—¡Felicidades, Su Majestad!

—¿Felicidades?

—No estoy seguro todavía, pero creo que ella está embarazada. Si es verdad, es algo que debe celebrar. Como sabe, en todas las generaciones, solo ha habido unos pocos descendientes en la familia imperial. En realidad, es un suceso extraordinario, debemos celebrarlo.

—¿Embarazada?

¿Estoy embarazada? El duque Rass me miró con sorpresa, pero sonreía débilmente Algunos me miraban con alegría, muchos con asombro, y otros con incredulidad y rabia.

En ese momento, alguien se agachó, lanzando un grito. La diadema que había adornado su oscuro cabello, rodó por el suelo. Desde esa posición, alzó la mirada hacia mí, en la cual se notaba su incomprensión.

La arrogante actitud que mostró me golpeó. ¿No puede ver que los demás la están mirando con desdén y desprecio?

No pude encontrar ningún rastro de orgullo ni dignidad como la mujer más noble en el imperio.

Desplomada en el suelo, el emperador la abrazó y la levantó. Luego, me sonrió ligeramente. Me emocionó ver por primera vez esa sonrisa dirigida a mí. Mi corazón comenzó a latir cuando pensé que, a partir de ahora, podría cuidarme más.

—Pareces estar embarazada. ¡Es un acontecimiento maravilloso!

—Me siento honrada de escuchar eso, Su Majestad.

Por un momento, mi corazón se emocionó debido a sus acciones e inesperadas palabras.Sin embargo, tan pronto como me encontré con sus ojos, me di cuenta, rápidamente, que no lo dijo porque estuviera realmente feliz.

Él es el gobernante del Imperio Castina, el cual cuenta con una población de veinte millones de habitantes. Al igual que yo, que recibí entrenamiento como esposa del emperador, él recibió una educación más rigurosa tan pronto como nació, siendo el único sucesor del emperador. Era claro que, él, como único heredero del Imperio, me hablaba con calidez al ser consciente de mi familia y de las facciones que nos rodeaban, basándose en su pensamiento lógico. Pude confirmarlo en sus fríos ojos, al contrario de sus labios, los que esbozaban una cálida sonrisa.

—¿No es estupendo que me haya enterado de que estás embarazada en el primer aniversario de la coronación de la emperatriz? Estoy muy contento.

Los nobles, quienes lo rodeaban, se inclinaron y brindaron felicitaciones al emperador.

—¡Felicidades, Su Majestad!

Pero no pude mostrar ninguna reacción debido a la fría y confusa mirada que me daba.

No podía apartar mis ojos de aquellos que emitían una mezcla de celos y traición.

—Pareces no sentirte muy bien. ¿Por qué no vas y tomas un descanso? —me dijo después de mirarme por un momento, con una voz que no contenía ninguna emoción.

—Sí, Su Majestad. Tomaré en consideración sus palabras y me retiraré.

—Aunque debo escoltarte a tu residencia, no puedo dejar mi lugar como anfitrión. Así que, por favor, entiéndeme. Te veré pronto.

—Me siento honrada de escuchar eso… Su Majestad.

Era claro que me estaba dando el permiso para retirarme de este lugar. Volví al palacio después de inclinarme ante él.

Al verlo, noté que tanto ella como él, tenían una mirada fría en mí. Me enteré por el médico real, enviado por el emperador, que estaba oficialmente embarazada.

Me quité mi pesado vestido, me acosté en la cama con algo cómodo y me acaricié el vientre.

Estaba muy confundida. ¿Embarazada? Pensé que no me sentía bien porque estos días estuve trabajando demasiado. Creí que había perdido el apetito debido a la pesada carga de trabajo y a la creciente tensión que sentía. Pensé que mis mareos eran porque no había estado comiendo bien. Todas mis suposiciones estaban equivocadas.

Entonces, ¿ahora hay un bebé en mi vientre?

Un bebé… que es nuestro.

Una vez, tuve un sueño. En este, Ruve, el único sucesor del emperador, se sentía solo todo el tiempo, al igual que yo, debido a que su padre, después de grandes dificultades, solo pudo tener un hijo. Aunque me despreciaba y odiaba tanto, imaginaba que si llegaba a darle un hijo, me trataría con cariño. Sin embargo, los sueños solo eran eso… sueños.

En la realidad, él era muy frío conmigo. No me importaba en lo más mínimo que ella me traicionara, a pesar de decirme que quería llevarse bien conmigo, como si fuera su hermana. Lo que realmente me entristeció, fue su fría reacción cuando se enteró que estaba embarazada de su bebé. Me sentí tan estúpida por no poder renunciar al rayo de esperanza que mantenía en él. Me volví profundamente escéptica sobre mí misma, porque me encontré esperándolo seriamente, a pesar de que dijo solo por cortesía, que estaba feliz por mi embarazo.

4 respuestas a “Emperatriz Abandonada – Capítulo 1: Emperatriz abandonada (4)”

  1. 😱🧐😮😲😶Me da asombro y rabia al mismo tiempo pero aunque este trago es muy duro le sirve de lección de vida🤯😨😭😰😡🤬🥺

  2. 😑🤦🏻‍♀️😑🤦🏻‍♀️Por eso uno no debe creerse fácilmente ese cuento que nos trataremos de hermanas si somos pareja sexual del mismo hombre 😑🤦🏻‍♀️😑🤦🏻‍♀️

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