Emperatriz Abandonada – Capítulo 2: Aristia P. La Monique (1)

Traducido por Lugiia

Editado por Gia


Eres la única que recibe mi atención, aquella que rechaza su destino. El camino que sigues es tu destino, y lo que quieres es tu camino. Tu nombre significa Pionera del Destino, Aristia Pioneer La Monique.

♦ ♦ ♦

Abrí los ojos. Tenía la visión algo borrosa, lo que hacía que me fuera imposible enfocar bien. Pestañeé varias veces para humedecer mis ojos, luego, me levanté lentamente. Mientras abría el dosel blanco de mi cama, me llamó la atención una alfombra bordada con un escudo de plata y cuatro lanzas. También vislumbré un espejo de cuerpo entero con el mismo emblema, cuyo borde estaba decorado con plata.

¿Por qué estoy viendo el escudo de mi familia?

Sentí que algo extraño estaba sucediendo, por lo que me bajé de la cama y miré a mi alrededor. Me acerqué a la ventana y abrí las cortinas blancas. Al ver el paisaje en el exterior, me paralicé.

¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy viendo mi jardín?

Me quedé aturdida por un momento, mientras tales pensamientos cruzaban por mi mente. Y entonces, miré de nuevo la habitación.

Era extraño. No podía creer lo que veían mis ojos. Era la misma habitación de la mansión de la familia Monique, la cual dejé poco después de cumplir los dieciséis años.

Inclinando la cabeza, me acerqué al espejo plateado que brillaba, reflejando la luz del sol.

Mi ondulado cabello plateado caía a mis espaldas y mis ojos dorados me devolvían la mirada. Estaba claro que se trataba de mí, pero, ¿por qué me veo tan pequeña? Mis ojos, mis expresiones faciales y mi cuerpo son ligeramente diferentes de lo que recuerdo en mi memoria. Se parece a la figura que tenía durante mi infancia…

—Buenos días, señorita. Se levantó temprano esta mañana.

—¿Lina?

Esta vez, abrí bien los ojos ante la aparición de aquella chica de cabello castaño, la cual entraba por la puerta.

¿Por qué está Lina aquí?, me pregunté mientras me observaba en el espejo.

Cuando entré en el palacio, mi padre la casó con un buen hombre. Esto es muy extraño. Además, ¿por qué se ve tan joven también?

—Era bastante difícil levantarla temprano, pero parece haberlo logrado hoy. Debe estar emocionada por las buenas noticias.

—¿Eh? ¿Qué noticias?

—Bueno, señorita, ha decidido tomar los cursos para el papel y el deber de la emperatriz, los cuales iniciarán a partir de hoy. En tres días se supone que irá a ver al emperador.

Incliné la cabeza ante su respuesta y sonreí, tomando sus palabras como una broma.

¿Qué demonios es esto? ¿Estoy tomando los cursos para ser emperatriz? Hasta donde sé, los tomé cuando cumplí diez años.

Esto es muy extraño. ¿Tuve una pesadilla? Definitivamente fui arrestada y decapitada por traición… Espera un momento, ¿papá?

—Lina, ¿dónde está mi padre?

—Supongo que está en el campo de entrenamiento. Como sabe, normalmente practica a esta hora.

—¡Gracias!

—Oh, ¡¿a dónde va, señorita?!

Tenía que comprobar con mis propios ojos si se encontraba a salvo. No estaba segura de si lo que experimenté fue un sueño o la realidad, o si me encontraba soñando en estos momentos. Todo lo que quería hacer ahora, era ver a mi padre de inmediato. Al ser la hija de un noble, se supone que no debo correr por muy apurada que esté, pero no me importaban esos modales ahora. Extrañaba mucho a mi padre.

Ignorando el grito de Lina, agarré el engorroso dobladillo de mi vestido y corrí. Al terminar de recorrer el pasillo del segundo piso, donde se encontraba mi habitación, bajé las escaleras hasta la entrada. Pasé por el jardín bellamente decorado, y seguí corriendo hasta el campo de entrenamiento.

¡Papá, papá, papá!

Mi padre, siendo la cabeza de la casa Monique, quienes han sido leales a la familia imperial durante generaciones, siempre antepuso los intereses del Imperio Castina sobre los de cualquier otra persona, incluyéndome. Sin embargo… en los últimos momentos de su vida, pensó primero en mí y no en el imperio, prometiendo llevarme de vuelta a casa al notar el dolor que había en mí, algo que nadie más pudo hacer.

Recordé la determinación en los ojos azules de mi padre mientras se daba la vuelta, diciendo que volvería pronto. Debido a ello, tenía miedo de que si no lo veía ahora, no lo haría nunca.

Los sirvientes y las doncellas me observaban sorprendidos, pero no me importaba. Cuando recuperé el aliento y miré a mi alrededor, vi su cabello plateado, brillando con el sol, a lo lejos. Mi corazón empezó a latir con fuerza. Una vez más, enrollé el dobladillo de mi vestido y comencé a correr.

—¿Señorita?

—¡Es peligroso!

—¿Qué están haciendo? ¡Apártense del camino!

Mientras corría por el campo de entrenamiento, vi a los caballeros entrenar y mirarme sorprendidos. Algunos parecían protestar mientras retiraban sus espadas con urgencia, pero no me importaba. Normalmente, no los molestaría, ni siquiera visitaría el campo de entrenamiento, pero eso no era relevante para mí en este momento.

—¿Tia?

—¡Papá!

Cuando me acerqué rápidamente, me miró sorprendido por lo inusual de mi apariencia. La felicidad dentro de mí se estaba desbordando.

Desesperada, extendí mis brazos hacia él y me colgué de su cuello.

Sentí que se ponía rígido cuando, instintivamente, me tomó en sus brazos. Mientras me abrazaba, pude sentir el calor que emitía a causa del entrenamiento. Nunca lo había sentido antes. Enterré mi rostro en su pecho y froté mi mejilla contra él, escuchando su corazón, el cual latía a un ritmo acelerado.

¡Ah, qué afortunada! Después de haber escuchado sus vívidos latidos y de sentir por completo su calor, pude confirmar que estaba vivo. Sinceramente, esperaba que esta situación no fuera un sueño.

—¿Tia? —preguntó mi padre en un tono vacilante, abrazándome cuidadosamente, como si tuviera miedo de  que me cayera.

De repente, mi visión se volvió borrosa. Desde que comencé a tomar los cursos para ser emperatriz, nunca me llamó nuevamente por mi apodo.

—Sí, papá.

—¿T-Tia? —tartamudeó con una expresión de vergüenza, haciendo que me sofocaran mis emociones.

Noté la preocupación en sus ojos y la ansiedad en su voz. Además, era la primera vez que sentía su calor.

¿Esas emociones se debían a que me sentía aliviada? Las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas, y mi padre las secó cuidadosamente, preguntándome en voz baja:

—¿Por qué lloras? ¿Qué te sucede, Tia?

—Papá, papá, papá, papá…

Mi padre, sudando frío y sin saber qué hacer, de repente, se puso rígido.

Una ligera brisa me hizo entrar en razón. Mientras respiraba profundamente y miraba a mi alrededor, vi a los caballeros de pie, desconcertados, sonriéndonos cálidamente.

—¿Estás bien ahora?

—Sí, papá.

Respondí apenas, con una voz débil. Me sentía avergonzada. ¿Cómo es que lloré al igual que una niña frente a estos caballeros? No tuve el valor de levantar la cabeza, por lo que enterré mi cara en su pecho.

—¿Por qué llorabas con tanta tristeza? ¿Pasó algo malo?

—Oh, eso fue porque…

Mi padre, bajándome cuidadosamente al suelo, se arrodilló en una pierna y me miró a los ojos. Junté las manos y dudé de su inusual, pero amable postura.

Hubo una ligera pausa entre nosotros.

—¿Qué sucedió, Tia? Puedes decírmelo.

—Quería verte.

Un silencio escalofriante se sintió en todo el campo de entrenamiento. Mientras miraba cuidadosamente a mi alrededor, vi a mi padre con una cara bastante endurecida, y a los caballeros, mirándome fijamente en blanco o con una expresión agobiante. Me arrepentí de haber venido aquí.

¡Soy una estúpida! No debería haber expresado mis genuinos sentimientos ante ellos. Déjenme salir de aquí antes de que me avergüence más.

Escuché a alguien llamarme a mis espaldas, pero salí corriendo del campo sin mirar atrás.

Al regresar a mi habitación, traté de calmar mi palpitante corazón. Me sentía muy avergonzada, pero no me importaba. No estaba segura de si estaba en un sueño, o si podría tratarse de la última consideración de Dios por haber distorsionado mi vida en el pasado, al enviar a esa chica de la profecía.

Si esto era realmente un sueño, no sabía con certeza cuándo me despertaría. Así que, por este corto periodo de tiempo, quería hacer todas las cosas que no podía hacer en la realidad.

Sin embargo, al pensar en volver a ver su rostro, comencé a sudar frío.

¿Cómo podría comer con él, después de haberme mostrado de esa manera en el campo de entrenamiento? Traté de no ir, pero al final, me levanté ante los insistentes pedidos de Lina.

—Adelante.

Al llegar al comedor, mi padre se encontraba esperándome. Sintiendo todavía un poco de incomodidad, me senté.

—Perdóname por llegar tarde, padre.

¿Eh? ¿Acaba de estremecerse? Como fue un movimiento tan pequeño, no sabría decir con certeza si lo hizo o no.

Incliné la cabeza mientras movía el tenedor en silencio. ¿Por qué está haciendo esa expresión? ¿Está disgustado por mi comportamiento?

—No te ves muy bien, padre. ¿La comida no es de tu agrado? —pregunté.

Esta vez, su movimiento fue más notable. ¿De verdad no le gusta la comida?

—Oh, no.

—Luces incómodo. ¿Estás realmente bien?

—Estoy bien.

—Entonces, ¿qué sucede? —pregunté nuevamente, curiosa por su extraña forma de actuar hoy—. Si me lo dices, les ordenaré que corrijan el problema de inmediato.

Se mantuvo en silencio durante mucho tiempo, con una expresión endurecida en su rostro. Después de un momento, finalmente dijo:

—¿Por qué no me llamas como lo hiciste antes?

—¿Perdón?

—Quiero decir, ¿por qué no me llamas como lo hiciste en el campo de entrenamiento?

¿Eh? ¿En el campo de entrenamiento? ¿Cómo lo llamé en ese entonces?

—¿Papá…?

Después de decir eso, mi cara se sonrojó. Dios mío, ¿qué he hecho?

Me di cuenta de que, en este momento, estaba haciendo cosas que no haría normalmente.

Aunque me prometí que actuaría como quisiera, me sentía muy avergonzada.

No tenía el valor de verlo a la cara, por lo que bajé la mirada. Como si se sintiera de la misma manera, se aclaró la garganta varias veces y dijo:

—Sí, eso era. Llámame así en el futuro.

—¿Perdón?

—Bueno, me retiraré primero, debido a que tengo asuntos que atender.

Lo miré fijamente mientras se apresuraba a salir del comedor.

¿Acaba de pedirme que lo llame papá de ahora en adelante? Oh, de ninguna manera. Debo haber escuchado mal.

Era imposible que una persona como él hiciera tal petición.

Cuando me levanté, eliminando de mi mente tales pensamientos, vi a los sirvientes y a las criadas observarme desconcertados. Al ver sus expresiones, analicé una vez más lo que acababa de suceder.

Entonces, ¿no fue que escuché mal? ¿Sí quería que lo llamara así de ahora en adelante?

Inconscientemente, comencé a reírme. Si esto era un sueño, no quería despertarme jamás, dado que, a diferencia de la dura realidad en la que viví, estos momentos eran de mucha felicidad.

Pensé en mi padre, quien apretaba su agarre mientras me sostenía en sus brazos, por miedo a que me cayera. También recordé la rapidez de sus latidos que sentí, al tener mi cabeza enterrada en su pecho. La calidez de mi padre, la cual pude sentir por primera vez en mi vida, alivió el cansancio de mi mente.

Si este momento pudiera continuar, si pudiera disfrutar de esta felicidad, podría dormir y morir durante toda mi vida.

Recé con todas mis fuerzas para que, si esto era un sueño, nunca me despertara.

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