Emperatriz Abandonada – Capítulo 2: Aristia P. La Monique (2)

Traducido por Lugiia

Editado por Gia


♦ ♦ ♦

—Hasta luego, pad… papá.

Como capitán del segundo cuerpo de caballeros, mi padre iba a trabajar todos los días con el duque Lars, el capitán del primer cuerpo de caballeros, a menos que se diera alguna ocasión en especial. En aquel entonces, cada vez que mi padre iba al palacio imperial, le mostraba los modales básicos por cortesía. La relación entre nosotros era bastante fría.

Pero hoy era diferente. Cuando mi padre asintió, su imagen se superpuso con aquella en la cual me dijo que volvería pronto a recogerme. Inconscientemente, agarré su uniforme azul con mis manos temblorosas, con miedo a que desapareciera de forma repentina. Si lo dejaba ir, sentía que me despertaría de un sueño acogedor y me lanzaría a una fría realidad.

—¿Qué te sucede, Tia? ¿Tienes algo que decirme?

—Oh, no, papá.

—Bueno, ¿te sientes mal?

—No, papá.

—Entonces, ¿qué te sucede? Actúas muy diferente el día de hoy.

Extendió su mano para tocar mi frente. Cuando me encontré con sus profundos ojos azules, llenos de preocupación, sentí que la ansiedad que invadía mi cuerpo desaparecía un poco.

Esto es diferente a hacer las cosas que deseas, Aristia. No deberías seguir molestando a tu padre, me recordé.

Todavía estaba asustada, pero dejé de agarrar su uniforme y dije a regañadientes:

—No es nada en especial. Por favor, cuídate, papá.

—Hmm.

Sonreí lo más alegremente posible, pero mi padre frunció el ceño, causando un momento de silencio.

Cuando estaba a punto de decirle que me encontraba bien, extendió sus grandes manos y dijo:

—¿Quieres ir conmigo?

—¿Perdón? ¿Al palacio?

—Sí.

—¿Puedo?

—Por supuesto que puedes.

—¡Gracias, papá!

Sonreí ante su inesperada respuesta y me aferré a sus brazos.

En ese momento, escuché a alguien murmurar a mis espaldas. Al mirar atrás, vi a los caballeros observarnos a mi padre y a mí con atención.

¿Por qué nos miran de esa manera?, pensé.

Inclinando mi cabeza, me encontré con los ojos de un caballero de mediana edad, el cual me sonrió, haciendo que le devolviera la sonrisa inconscientemente. Y entonces, sus susurros se hicieron más fuertes.

En serio, ¿qué demonios está sucediendo?

Sus susurros cesaron solo después de que mi padre les ordenara marcharse.

Me quedé perpleja, viéndolos regresar a sus respectivas posiciones, como si nada hubiera pasado. ¿Fue por mi culpa? ¿Porque actué de forma diferente hoy? Si ese era el caso, todo esto era demasiado realista como para ser un sueño.

Entonces, ¿esta es la realidad? ¿Aquellos largos y dolorosos años solo fueron una pesadilla?

Con esas dudas en mi mente, me dirigí al palacio.

♦ ♦ ♦

—Vamos a bajar.

—Sí, papá.

Mientras bajaba del carruaje, eché un vistazo a mi alrededor. El edificio blanco, iluminado por el sol, brillaba de color dorado, y los gruesos árboles verdes proyectaban sombras sobre aquellos que se escondían del candente sol. Habían sirvientes y criadas caminando rápidamente por los alrededores, oficiales hablando entre ellos con un puñado de papeles, y caballeros vestidos con elegantes uniformes, intercambiando posiciones entre ellos. Toda esta escena me resultaba familiar. Era la misma que la de mis recuerdos pasados, cuando entré cuidadosamente en el palacio.

Levantando la mirada, pude ver un magnífico palacio que se alzaba sobre muchos edificios. Ese lugar, inusualmente grande, era el palacio central, el centro del palacio imperial, así como la residencia del emperador. Al ver aquel edificio blanco, me volvió a invadir la ansiedad. No sabía si era un sueño o una realidad, pero me vinieron a la mente todo tipo de miserables recuerdos.

Sentí como si el emperador fuera a aparecer en cualquier momento, solo para burlarse de mí, por lo que agarré las mangas de mi padre con manos temblorosas. La expresión en su rostro se endureció mientras me miraba de forma extraña.

—¿Qué te sucede, Tia? ¿Te sientes mal?

—Ah…

—No puedo soportarlo más. Déjame llevarte al médico real.

Sin darme tiempo para responder, me cargó rápidamente. Puse mi brazo alrededor de su cuello y me apoyé en su hombro. El calor que sentía en su amplio pecho parecía susurrarme que todo estaría bien, aliviando mis preocupaciones. Solo entonces, mi temblor y mi ansiedad disminuyeron poco a poco.

—Pueden descansar.

—¿Capitán?

Recuperé el sentido cuando los oí intercambiar saludos.

¿Dónde estoy ahora?

Cuando me di la vuelta y miré con atención, los caballeros con uniformes de color índigo estaban de pie, rígidos, observando a mi padre con sorpresa. De hecho, tenían la mirada fija en mí, que me encontraba en sus brazos.

—¡Oh, Dios mío! —susurré, ocultando mi cara sonrojada—. Por favor, bájame, papá.

—Ya casi llegamos. Así que, espera un poco.

—Aun así, no me gusta. Por favor, bájame, papá.

—De ninguna manera.

Le pedí que me bajara varias veces, pero estaba muy decidido. Me sentía avergonzada cuando me miraban, pero al final me rendí y enterré la cara en su hombro, en lugar de pedirlo de nuevo. Me quedé sin palabras cuando me encontré con sus ojos azules.

—¡Me siento honrado de verle, capitán!

—Bienvenido, capitán.

—Buen trabajo, señores.

Cuando giré ligeramente la cabeza, vi a un par de caballeros inclinarse ante mi padre.

Me puse rígida ante su mirada agobiante.

¿Por qué están haciendo tales expresiones? ¡Pareciera como si estuvieran mirando a unos cachorros!

—Capitán.

—¿Qué sucede?

—¿Puedo sostenerla? Parece cansado…

—No, señor. Esta persona está muy cansada debido al fuerte entrenamiento de hoy, déjeme hacerlo en su lugar…

—No, gracias. Solo regresen a su trabajo.

Vi un indicio de melancolía en sus ojos cuando mi padre rechazó la petición de ambos caballeros.

Después de aquello, mi padre comenzó a caminar de nuevo.

¿Eh? ¿Qué es ese sonido?

Al doblar la esquina, de repente oí a alguien gritar y caminar rápidamente. Levanté mi cuello para ver qué había pasado, pero no pude hacerlo, debido a que mi vista estaba obstruida por la pared. Me sentía incómoda, pero, debido a que no hubo una gran perturbación, pensé que no había sido nada grave.

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