Espada y Vestido – Vol 2 – Capítulo 1 (2): Accidentes y accidentes

Traducido por Lugiia

Editado por Yusuke


¿Cómo voy a hacer eso? Ni siquiera sé qué suelen hacer las mujeres nobles.

—Al menos no traicionarás al capitán. También dijiste que te gustaba, y… —Ortzen dudó por un momento y luego me dijo francamente—: No tienes ningún apoyo, señorita Epheria, así que será fácil manipularte luego.

—No te pases.

—De todos modos, ni siquiera te preocupas por ese tipo de amenazas.

Eso puede ser cierto, pero aun así…

—Dijiste que deseas unirte a la iglesia como clérigo, pero ese lugar será demasiado aburrido para una joven como tú. Además, tampoco puedes quedarte para siempre en la mansión del conde y te será difícil encontrar un buen marido si llega a exponerse el crimen de la familia del conde Epheria.

Emm… la iglesia de verdad no es un lugar tan aburrido. Especialmente en mi caso. Ya que era un caballero santo, a menudo salía al exterior. Bueno, aunque si alguna vez regreso, entonces en el primer año me convertiré en un novato otra vez.

—Creo que no es una mala oferta para usted, señorita.

De repente recordé lo que Clauen me dijo antes. Sospechaba que me casaría de verdad con el capitán después de nuestro falso compromiso. Dicho esto, ahora es Ortzen quien propone esa idea.

—¿Qué te parece?

No me tomé mucho tiempo para pensarlo y le di una respuesta.

—No lo sé. Honestamente, nunca me he imaginado casándome.

Poniendo a un lado casarme, ni siquiera he pensado en salir con alguien. La razón era porque un clérigo no puede casarse, pero en realidad nunca me interesé en alguien porque era el más guapo y fuerte entre los hombres. Además, todos los hombres que se me acercaron primero me confundieron de género. Justo después de entrar en este cuerpo, he pensado en vivir una vida normal, pero parece que será imposible.

—¿Ni siquiera lo imaginaste…?

—Hmm. ¿Viviré con el capitán después de que nos casemos? Eso también está bien. ¿Podemos quedarnos en el cuartel general del Escuadrón de Tareas Especiales?

—Eso… nada.

Ortzen parecía querer decir más, pero al final eligió mantener la boca cerrada.

Si tienes algo que decir, dilo en vez de tener una cara que parece que quieres llorar.

—Creo que he cometido un gran pecado…

—Eres un criminal condenado a muerte de todos modos, no hay nada nuevo. ¿No mataste a muchas personas?

—Nunca he matado a nadie directamente por mí mismo.

Caminó varias veces en la habitación y regresó a donde me encontraba sentada.

—Déjame preguntarte por última vez. Si el capitán dice que quiere casarse contigo, señorita Epheria, ¿estarás de acuerdo?

—Sí.

No hay razón para negarme. No hay otros compañeros de matrimonio, ni tampoco tengo que ser un clérigo. Ortzen tenía una mirada derrotada en su rostro sin razón alguna, pero aun así asintió con la cabeza.

—Entonces eso es todo. Primero, que ambos se comprometan formalmente. El capitán también ha alcanzado la edad de casarse y Su Majestad podría arreglarlo en cualquier momento.

—Está bien.

En el caso de los hombres, debido a la cuestión de la herencia familiar, la mayoría de las veces el segundo hijo e incluso los más jóvenes tienen un matrimonio tardío. Pero si su edad ya ha alcanzado los veinte años, entonces se recomienda al menos tener una prometida. Mientras tanto, el único hijo se casa más que nada temprano. Se considera que el capitán Jullius tiene un matrimonio tardío cuando ni siquiera tiene hermanos.

—Ah, yo también tengo algo que decir.

Detuve a Ortzen que estaba a punto de salir de la habitación después de arreglar el asunto. Se dio la vuelta y preguntó:

—¿Hay algún problema?

—Es sobre mi encuentro con el Sumo Sacerdote. Quiero asegurarme de que realmente me dejes reunirme con él.

Sé que se supone que debo comprometerme con el capitán, pero esto también es un asunto importante. Ortzen sonrió ligeramente y abrió la boca.

—¿No te prometí ya que te dejaría reunirte con el Sumo Sacerdote?

—¿No queda sólo una semana? Entonces significa que tengo que comprometerme antes de eso.

Por un momento, Ortzen pareció sorprendido y tenía el ceño fruncido.

—Sobre eso, ¿te lo dijo el capitán…?

—Sí. ¿O puede ser que le hayas dicho que no me diga nada?

—No es eso. Pero, él nunca se preocupó por un día así. Normalmente se lo decía uno o dos días antes.

Oh… así que es así…

Ortzen suspiró brevemente y continuó hablando.

—Tal vez se preocupa por las cosas relacionadas contigo, señorita Epheria, por eso trató de investigarlo por sí mismo. También lo supo a través de otra persona, no de mí.

—¿E-Es así?

—Sí. De lo contrario, no hay razón para que haga eso.

Capitán Jullius, por mí, usted deliberadamente…

—¿Y qué más te dijo?

Uh…

—Sólo la fecha.

—Puedo adivinar, así que deberías decírmelo.

—También dijo… que dudabas de mi propósito de reunirme con el Sumo Sacerdote.

Lo siento, capitán. Esta presión es mucho para mí.

Inesperadamente, Ortzen asintió con la cabeza sin cambiar en lo más mínimo su expresión.

—¿Es así? En realidad no estoy seguro de la razón por la que insistes reunirte con el Sumo Sacerdote hasta el punto en que está bien que te comprometas. A decir verdad, no estoy convencido ni siquiera hasta ahora. Pero de todos modos, no voy a impedir que te reúnas con él. Estarás acompañada por el capitán cuando se encuentren, así que no podrás hacer ningún daño.

—Incluso sin el capitán Jullius a mi lado, es imposible dañar al Sumo Sacerdote. Mientras esté dentro de la iglesia, no hay nadie que pueda hacerlo.

—Lo sabes muy bien, ¿eh?

—Lo escuché de Sir Roel.

¿Nadie lo sabía? Bueno, si no se suponía que se supiera, mi ayudante me lo habría dicho.

—Creo que tener el compromiso hecho en una semana es demasiado pronto…

—No hay diferencia entre un mes o una semana. De todas formas me dejarás reunirme con el Sumo Sacerdote al final.

—No, es totalmente diferente. Un mes me es suficiente para aprender más sobre usted, señorita Epheria.

—No puedo esperar otro mes. Si ese es el caso, entonces me convertiré en un clérigo y buscaré cualquier oportunidad de conocer al Sumo Sacerdote yo misma.

Aún faltan tres meses para el Día de las Santas Bendiciones, pero no hay nada malo en que amenace un poco a Ortzen. Convertirse en un clérigo significa que no puedes comprometerte o incluso casarte. En respuesta a mis palabras, él tenía una mirada de impotencia en su rostro.

—Entonces, ¿renunciarías a convertirte en un clérigo a cambio?

—Si me dejas reunirme con el Sumo Sacerdote en una semana.

—Está bien. Haré lo que pueda. Si no puedes conseguir el permiso del conde Epheria, todavía tengo otras formas.

¿Oh? No puede ser real, ¿verdad? Sólo probé mi suerte amenazándolo. ¿En serio voy a reunirme con todos de nuevo en una semana? Se sorprenderán al ver que sigo viva cuando pensaron que ya había muerto. Aunque… mi vida actual es un poco peculiar.

♦ ♦ ♦

—¡¿Me estás escuchando ahora mismo?!

Cuando Ortzen y yo volvimos al comedor, una voz desconocida sonó desde el interior. Viene de un hombre… ¿Es uno de los miembros del Escuadrón de Tareas Especiales? Tan pronto como Ortzen lo escuchó, creí verlo frunciendo el ceño, pero un momento después no lo vi más. Lo miré y aceleré mi paso.

—¿Un intruso?

—Bueno, es parte del Escuadrón de Tareas Especiales, pero…

Parecía ser mucho más apropiado decir que lo consideraban un intruso.

Cuando entramos en el comedor, vi que el capitán Jullius ignoraba al hombre enojado que estaba a su lado. El hombre desconocido parecía tener unos veinte años y miró con dureza al capitán como si estuviera a punto de matarlo, luego dirigió su mirada hacia nosotros.

—¡Oye, Ortzen! ¡¿Le dijiste a este tipo que me ignorara, verdad?!

¿Por qué le está gritando este bastardo a mi capitán Jullius? No tengo recuerdos de él en mi memoria, así que eso significa que es una persona insignificante. Me molesta su actitud de despreciar al capitán, pero aún no tengo clara la situación, así que sólo puedo soportarlo y no hacer algo precipitado. Incluso si la apariencia exterior de una persona parece joven, es posible que ese hombre frente a ti tenga sesenta años. El capitán Jullius caminó directamente hacia nosotros sin escatimar ni una mirada al hombre que parecía humear de ira. Se detuvo justo delante de mí y bajó la mirada para verme.

—Debes tener mucho sueño, ¿esperaste mucho tiempo?

—En realidad no.

—Por cierto, ¿por qué esa persona hizo un alboroto por sí mismo?

Tal vez escuchó lo que dije, así que el tipo ruidoso se acercó a nosotros. Con una mirada irritada en su rostro, volvió a gritar.

—¿Estás sordo? ¡¿Por qué sigues ignorándome?!

El capitán Jullius no le hizo caso, y yo también, por lo que sólo quedó Ortzen para responderle.

—Parece que es porque no hablas como un humano.

—¿Qué…?

—El capitán sólo puede entender el lenguaje humano. Ver que te ignoró significa que no hablaste en ese lenguaje. ¿Entiendes lo que quiero decir ahora?

—¡¡Oyeee, tú!!

—Sólo tienes que responder sí o no. Es fácil, inténtalo.

Ortzen hablaba de manera suave y amistosa como si estuviera enseñando a un niño a deletrear.

La cara del hombre se puso roja y parecía estar listo para desenvainar su espada en ese mismo momento, pero en los siguientes segundos dejó escapar un gran suspiro para calmarse.

—Es mi culpa… No debí haberme mezclado con personas tan insignificantes como ustedes.

—Ahora puedes admitir tu culpa, has crecido mucho desde la última vez que nos vimos. Eso es realmente impresionante —dijo Ortzen mientras le aplaudía. Apuesto a que a ese tipo le costará mucho soportar tal acción. Y justo como pensé, de repente noté que sus venas se habían abultado, lo que indica que se enfadó de nuevo.

—¡Bastardo! ¡¿Deseas morir?!

—Desafortunadamente, Su Majestad es el que tiene el derecho de decidir mi vida. Para ti, Sir Luth, que sólo eres un vice-capitán del Escuadrón de Tareas Especiales, no puedo dártelo. Es una lástima, ¿no?

¿Qué, ese bastardo es el vice-capitán? Miré a ese tipo con ojos escrutadores. Por su apariencia exterior, parecía más débil que Clauen. ¿No estabas en tal escuadrón principalmente por tus habilidades? Es muy obvio que es más débil que el capitán Jullius. Si es fuerte o al menos tiene un nivel de habilidad similar al suyo, en lugar de gritar aquí y allá, debería haber pedido un duelo. Los tipos débiles tienen a ser ruidosos.

—Terminemos con nuestros saludos. ¿Qué te trae por aquí?

¿Eso era un saludo? Si ese fuera el caso, entonces preferiría no compartir ningún saludo con Ortzen. El ruidoso hombre llamado Sir Luth me ha estado mirando desenfrenadamente. ¿Eh? ¿Por qué a mí?

—Escuché que este tipo que no parece un hombre decente se ha conseguido una mujer, así que vine aquí a mirar. Es demasiado delgada pero es bonita —dijo mientras me evaluaba de arriba a abajo. Uhm, de alguna manera me estoy frustrando. Los caballeros santos y los imperiales tienen prohibido batirse en duelo, pero en este momento no soy un caballero santo. Ahora mismo, el problema en sí es que tampoco soy un caballero. ¿Es posible luchar contra uno cuando ni yo misma lo soy? Si lo es, entonces me gustaría pedir prestado a Callitus para darle una paliza.

—Si ese es el caso, entonces estás acabado. Ya es tarde, así que por favor regresa.

El tipo Luth tenía una mueca en su cara, indicando que se ha enfadado de nuevo por los comentarios corteses de Ortzen. Para empezar, su aspecto ya es mediocre, nada guapo, y ahora su cara se ha arrugado de tal manera que parecía que se iba a agrietar.

—¡Yo también pertenezco a este escuadrón de mierda! ¡¿A dónde crees que me pides que me vaya?!

—La última vez que te vi fue hace dos meses. Pensé que ya habías renunciado.

Eso ya era razón suficiente para ser despedido por negligencia en el servicio. El ruidoso Luth miró ferozmente a Ortzen, que siempre mantuvo una sonrisa constante en su rostro, y luego a mí. Oh, nuestros ojos se encontraron. ¿Qué debo hacer? ¿Debería pedirle un duelo?

—Es la hija del conde Epheria, ¿no? Por lo que sé, esta mujer es la única descendiente legítima de esa familia, eso significa que él podría ser un conde cuando se casen.

Parece que no conocía los detalles de la situación de mi familia. Pero en serio, ¿puedo pegarle o no? Anteriormente he visto a algunas damas nobles abofetear a la otra parte en la mejilla porque se ofendieron por su comportamiento grosero, ¿entonces puedo también darle una bofetada por sus atrevidas y sucias miradas dirigidas a mí? Si pongo mucho poder sagrado en mi mano, al menos uno de sus dientes podría caerse.

Mientras apretaba el puño, de repente el tipo me extendió la mano. Ugh, ¿qué es esto? Si le agarro la mano, ¿puedo pegarle? ¿Debería hacerlo? ¿Puedo…? Tan pronto como su mano tocó mi cuerpo, ya estaba lista para darle un golpe con mi puño, pero el capitán Jullius me ganó.

—¡Aaaahh!

Agarró la muñeca de ese bastardo de Luth y la torció. En la superficie, parecía como si el capitán la hubiera agarrado ligeramente, pero ese arrogante Luth hizo una mueca y gritó. Mientras miraba a ese bastardo, él abrió la boca.

—Tócala y estás muerto.

Al mismo tiempo, un fuerte intento de asesinato que haría que cualquier piel se estremeciera se extendió desde el capitán Julius. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me emocioné con esta espeluznante sensación. Sintiendo este tipo de emoción, surgió mi deseo de agarrar a alguien y entablar un duelo, pero parecía que no era el caso de ese bastardo de Luth. Él retiró su muñeca y la sostuvo con una cara pálida y luego se lanzó rápidamente hacia atrás.

—Eso, yo…

No sé qué está murmurando, pero luego se escapó del comedor. Tsk, si no fuera por la decisión del capitán Jullius de entrometerse, le habría golpeado. Podría haberle pegado en la cara mientras gritaba: “¡¿Ahhh, dónde estás tocando?!” Las mujeres nobles no serán encontradas culpables por cometer tales asaltos en estos casos. Bueno, es una pena que haya perdido la oportunidad.

—Uhm, señorita Epheria…

Miré la puerta del comedor donde Luth desapareció con mucho pesar cuando de repente Ortzen me habló cuidadosamente por alguna razón.

—¿Eh?

Después de que me llamaran de repente, me di la vuelta para ver que Ortzen tenía una mirada algo difícil en su rostro mientras que el capitán Jullius parecía un cachorro que estaba siendo regañado. ¿Podría ser que hubiera algo más que yo no supiera? ¿Por qué tenían esa mirada?

—¿Está bien echarlo así como así?

¿Puede ser que ese bastardo tiene un fuerte respaldo que puede causar algunos problemas más adelante? En respuesta a mis palabras, Ortzen me miró cuidadosamente y abrió la boca.

—¿Estás bien?

—Ni siquiera llegó a tocarme, así que por supuesto que estoy bien. Si lo hubiera hecho, entonces le habría dado una paliza. Pero desafortunadamente el capitán intervino antes de que yo pudiera hacer algo.

Es una lástima que mi presa se haya ido así como así. Levanté la vista para mirar al capitán que se quejaba un poco pero se estremeció y evitó mis ojos. Bueno, ¿le dio pena quitarme mi presa? Hmm, no tenías que pensar tan lejos. Le agarré la mano y le di una palmadita en el dorso de la misma.

—Está bien. No te preocupes. Pero en vez de eso, la próxima vez que ese tipo venga de nuevo a buscar problemas, debes dejarlo para que yo lo maneje, ¿de acuerdo?

—¿Déjaselo a la señorita…?

—Sí. Parece más débil que yo. Si estás preocupado, entonces préstame a Callitus.

Los pálidos ojos grises que me han estado evitando, lentamente volvieron su mirada hacia mí. No tenías que estar tan nervioso, no soy esa clase de mujer de mente estrecha.

—Señorita Epheria, ¿de verdad estás bien…?

—Sí, de verdad. Es una pena, pero no estoy molesta.

Solo me sentí un poco frustrada. En el pasado, siempre he tenido simulacros de batallas o duelos todos los días, así que ha pasado un tiempo desde entonces. Mi querida madrastra tampoco parecía tener intenciones de enviarme asesinos. Todavía estaba acariciando la mano del aparentemente deprimido capitán Jullius y luego giré la cabeza para mirar a Ortzen.

—¿Ese tipo de antes es el vice-capitán del Escuadrón de Tareas Especiales…? Parece débil.

El capitán sólo dejó salir un poco de su aura asesina, pero sólo con eso se asustó y huyó. Ortzen aclaró su garganta una vez antes de responder a mi pregunta.

—Las características de ese escuadrón son muy diferentes a las de los otros escuadrones de caballeros imperiales. Aunque estos juran lealtad a la familia imperial, todavía hay algunos caballeros nacidos en la nobleza que ponen a sus respectivas familias en el máximo interés. Mientras que hay algunos que son seriamente leales a la familia imperial, también hay otros que sólo piensan en los beneficios para sus respectivos hogares. E irónicamente en la realidad, los últimos son más numerosos.

Bueno, eso es cierto. Es común que la mayoría de las personas se preocupen más por su propia carne y sangre que por el emperador.

—Por el contrario, con la excepción del capitán y el vice-capitán, los derechos de vida de todos los miembros del Escuadrón de Tareas Especiales están en manos de Su Majestad. Y como Su Majestad es dueño de nuestra vida, puede darnos órdenes para cualquiera de sus objetivos sin preocuparse por la intervención de terceros. En otras palabras, todo el Escuadrón de Tareas Especiales es propiedad del emperador.

Basándome en ese hecho, significa que este escuadrón es puramente uno cuya autoridad absoluta es propiedad del propio emperador sin ninguna intervención de otras facciones nobles.

—Obviamente, hay muchos nobles que están en contra de la existencia de tal escuadrón. Porque no sabrán cuando la espada de tal será dirigida a ellos, y cuando llegue ese momento, no hay forma de que puedan detenerla. Para evitarlo, en cada generación, los nobles de alto rango con grandes influencias empujarán a alguien que puedan controlar a ser el vice-capitán del Escuadrón de Tareas Especiales. Y para la generación actual, es Sir Luth.

¿Así que significa que actuó como espía para aquellos nobles que temían que el emperador fuera a por sus cabezas?

—Aun así, no parece que haya hecho su trabajo. Dijiste que viene aquí después de dos meses.

Ortzen sonrió amargamente en respuesta a mis palabras.

—Desde la perspectiva de Sir Luth, que venga aquí le hace sentir que se ha rebajado hasta cierto punto y lo considera vergonzoso.

—Pero aun así, sólo está siendo perezoso.

—Bueno, preferimos que no aparezca mucho ante nosotros. Siempre que venía a buscar problemas, le decía al capitán que lo ignorara.

Por eso le gritó de esa manera al capitán Julius. Cuando no puedes pegarle, entonces es mejor ignorarlo.

—Si ese bastardo se atreve a causar problemas por el accidente de hace un rato, sólo di que fue abofeteado por una débil dama de la nobleza. No te preocupes, yo testificaré.

—Gracias.

En realidad, casi le doy una bofetada en ese momento. De todos modos, debe haber sido difícil para mi capitán Jullius ser molestado por un bicho pegajoso como ese. Ahora es hora de dormir. Todavía sosteniendo su mano, lo miré.

—¿Quieres que durmamos juntos?

Es problemático volver a casa ahora. Aunque Sofia me ha advertido que no me quede a pasar la noche, si me quedo en casa de mi prometido no debería causar ningún problema, ¿verdad? Sólo necesito enviar a alguien para informarles que pasaré la noche aquí. En respuesta a mis palabras, el capitán tenía una mirada difícil en su rostro.

—Clauen dijo que no deberíamos hacer eso…

—Ignora las quejas de ese mocoso tonto.

Clauen no da miedo. Pero Ortzen sí… Le eché un vistazo rápido y él sólo agitó su mano lentamente y dijo:

—No me importa, así que puedes hacer lo que quieras. Ni siquiera me importa si quieren dormir juntos o hacer algo más problemático que eso.

¿Qué quiso decir con eso? ¿Quiso decir que podemos escabullirnos en medio de la noche para causar algunos problemas? Vaya, resulta que es mucho más tolerante que mi ayudante. Pero, hoy no tengo intenciones de causar problemas porque ahora mismo quiero dormir más que nada.

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