La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 11: Un falso rumor

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


 ¿Invitó a la concubina para el baile de Año Nuevo?

No había una ley que prohibiera la asistencia de las concubinas a las celebraciones, pero cuando lo hacían, generalmente tenían un estatus noble. Debido a esto, los emperadores con concubinas de bajo estatus social o matrimonio falso con otro noble, elevaban así el estado de esa concubina a condesa o marquesa. Sin embargo, Soviesh nunca tomaría esa actitud ciega con Rashta.

La aparición de Rashta me tomó por sorpresa. Giré la cabeza hacia un lado, pero parecía que era la única que estaba sorprendida por su presencia. Soviesh estaba sonriendo a Rashta y asintiendo con la cabeza. Cuando volví a dirigirme hacia Rashta nuevamente, ella hizo una reverencia tímida y miró a Soviesh, para luego decir —Esto es difícil.

Pronto su mirada cayó sobre mí. Cuando nuestros ojos se encontraron, ella sonrió y dijo

— ¡Hermana! —Un segundo después, mostró una expresión de arrepentimiento y se cubrió la boca con disculpa.

—Ella es tan ingenua —dijo Soviesh.

La expresión de su rostro me dijo que encontraba a Rashta completamente adorable. Sentí que mi corazón se retorcía. A pesar de ser su esposa, fue como si me hubiera convertido en un objeto extraño atrapado entre los dos.

Los nobles que se inclinaban ante nosotros ahora miraban alternativamente entre Soviesh y Rashta. Las mujeres se tapaban la boca con sus abanicos, y los hombres se susurraban entre sí detrás de sus guantes. Aunque mantuvieron sus voces bajas, fue como un rugido cuando todos se unieron en concierto. Rashta miró a su alrededor sorprendida y luego miró a Soviesh con cara de miedo. Él suspiró.

—Emperatriz, ¿puedes bajar sola?

Los dos habíamos entrado juntos, uno al lado del otro, y sus obligaciones conmigo habían terminado. Podríamos bajar las escaleras por separado, pero no quería dar la impresión de que estábamos juntos por la fuerza. Me obligué a hablar.

—Bajemos juntos.

Soviesh se volvió ligeramente hacia mí, con asombro, pero mantuve mi voz firme.

—Muchos de los aristócratas extranjeros más importantes están reunidos aquí. Pensarían que hay problemas en nuestra relación si no bajamos juntos.

Soviesh no dijo nada, así que continué.

—Un conflicto entre el Emperador y la Emperatriz podría verse como una oportunidad para nuestros enemigos y los países vecinos. No tenemos que ser una pareja perfecta, pero no debemos vernos mal ante los ojos de los demás.

La expresión de Soviesh mostró una ligera incomodidad.

—Ah, sí, supongo que sí.

En lugar de tomar en serio lo que dije, parecía aceptarlo como una excusa. Me dio una sonrisa arrepentida y se acercó a mí.

—Entonces bajemos juntos.

Mientras me acompañaba escaleras abajo, asintió con la cabeza hacia la multitud y antes de detenerse en un área adecuada. Él sonrió y bajó el brazo.

— ¿Es suficiente?

—Sí.

Después de haber cumplido su deber, Soviesh se dirigió hacia Rashta sin mirar atrás. Me quedé sola y lo miré. Los nobles extranjeros que rodeaban a Rashta le dieron la bienvenida al Emperador con una sonrisa y dieron un paso atrás para hacerle sitio. Rashta se acurrucó rápidamente al lado de Soviesh. Así es como se veía una relación amorosa…

Aparté la mirada. En lugar de mostrar dolor, fingí una sonrisa y saludé a la duquesa Tuania que estaba cerca.

—Organizaste la celebración de Año Nuevo, ¿verdad, majestad? Esto es maravilloso.

La duquesa Tuania se acercó a mí con una actitud amistosa, ignorando el tema de Soviesh y Rashta. En poco tiempo, las otras mujeres nobles y señoritas también vinieron a mí, y continuamos en una conversación informal.

—Oh, mira hacia allá.

—Ese es el Príncipe Heinley.

—Los rumores dicen que es un mujeriego, pero tiene un rostro tan apuesto.

—Escuché que se involucró con peligrosos piratas.

Debido a que las mujeres nobles evitaban el tema de Rashta, la conversación se dirigió al Príncipe Heinley.

—Dado que hay más rumores donde sin importar el lugar al que vaya, debe estar viendo a alguien ahora, ¿verdad?

— ¿Qué compañero podría lidiar con la pasión de esa persona?

—El Príncipe Heinley es soltero… tal vez no hay alguien.

—Bueno, él es el futuro rey del Reino del Oeste, por lo que puede ser beneficioso para nuestro imperio si decide casarse con una mujer del Este.

—Pero parece muy tranquilo para ser alguien que tiene tantos rumores…

Las escuché hablar sobre el misterioso príncipe y tomé una copa de champán de un sirviente que pasaba. Tenía solo un poco de alcohol, es casi como beber agua. Acerqué la bebida a mis labios y levanté la cabeza. A través del cristal vi la figura distorsionada de un hombre. Era el Príncipe Heinley, mirando en mi dirección. Bajé la cabeza y alejé el recipiente de mis labios.

Pensé que era casualidad que me estuviera mirando, pero cuando nuestros ojos se encontraron, no apartó la mirada. En cambio, levantó su propio vaso para brindar y luego tomó un trago. Inclinó la cabeza, revelando una suave mandíbula. Un noble extranjero luego llamó su atención, y rápidamente aparté mis ojos de él.

Fue en ese momento…

—Incluso la emperatriz más distante no puede evitar mirar su rostro.

Era una voz risueña desde algún lado. Mi corazón latía con fuerza y ​​volví la cabeza en dirección a la voz. Los asientos junto a la pared estaban ocupados por muchos extranjeros y nativos. Había demasiadas personas para que supiera quién lo dijo, pero inmediatamente supe quién era. Un grupo de personas se aferraba a sus estómagos mientras aullaban de risa.

Me costaba oírlo, pero la persona con esa voz volvió a decir algo y la risa se hizo más fuerte. Algunos de los nobles me miraron de reojo y captaron mi mirada, y rápidamente se golpearon los costados con los codos para indicar silencio. Su reacción me convenció de la certeza de mi historia. Pensaron que estaba sorda a lo que decían, pero no estaba muy lejos.

—Su Majestad… ¿realmente le dio un regalo?

Una señora se había quedado cerca, como si hubiera estado esperando para hacerme una pregunta.

— ¿Un regalo?

Mi voz salió aguda sin que pudiera evitarlo. La señora se sonrojó y se disculpó, pero lo que quería no era una disculpa.

—No entiendo lo que quieres decir, pero no estoy enojado. Dime, ¿qué quieres decir con un regalo?

Forcé mi voz a sonar normal, y la señora abrió la boca con aprensión.

—Los invitados extranjeros no conocen los rumores sobre esa mujer. Lo que dicen es que ella es la primera concubina que el Emperador ha aceptado, y le has dado todo tipo de regalos.

—Es cierta la primera parte. Pero, ¿cómo le di regalos de repente?

—Se debe a que un extranjero me preguntó…

—Está bien. Dime.

—Un extranjero le preguntó a esa mujer si estaba de acuerdo con estar en un triángulo amoroso con Su Majestad, y ella dijo que sí. Ella dijo que tanto el Emperador como la Emperatriz la amaban mucho. También que inmediatamente después de convertirse en concubina, la Emperatriz incluso le envió todo tipo de regalos preciosos para darle la bienvenida…

La comunicación con los extranjeros fue reciente. Además, la mayoría de las otras damas de alrededor parecían sorprendidas, como si el chisme no fuera un tema familiar que se extendiera por la sociedad. En otras palabras, los extranjeros escucharon los rumores primero y lo extendieron a los aristócratas locales.

Me sentí mareada y mis rodillas estaban débiles. La gente se reía de mí por enviarle regalos a la amante de mi esposo con tal de llamar su atención. El orgullo que había reunido se derrumbó rápidamente como un castillo de arena debido a un falso rumor. No importa cuánto traté de distanciarme de Soviesh y Rashta, estaba sumergida en la situación.

—No.

Mi voz era inflexible, pero estaba claro que el rumor iba a extenderse como la pólvora. Apreté la copa de champán y le di fuerza a mis piernas. Mi visión nadó frente a mí. Solo quería volver al palacio occidental, gritar y enojarme, pero no puedo revelar ni siquiera el más ligero temblor.

—La señorita Rashta debe haber entendido mal algo.

Hablé con calma y las otras damas se rieron y dijeron — ¿Es así?

No sabía si me creían o no. La gente tendía a descartar las excusas de los heridos por los chismes. Deseaba involucrarme lo menos posible, pero ahora que se trataba de esto, no había nada que pudiera hacer. Llamaría a Rashta más tarde y la cuestionaría al respecto. Después de dar un profundo suspiro, le entregué el vaso medio lleno a un sirviente.

—Oh, creo que el baile está por comenzar.

La duquesa Tuania rio exageradamente. Como ella había observado, los músicos se habían detenido, hojeando sus partituras y hablando en voz baja entre ellos.

Existía una regla en el baile de salón: no se podía bailar con la misma pareja dos veces seguidas. La regla permitía bailar con múltiples parejas, pero la pareja para el primer baile se consideraba la más significativa.

Los grupos comenzaron a separarse y buscar a sus compañeros antes de ir al centro. Los que no querían bailar se movían a la periferia.

—Soviesh tendrá su primer baile con Rashta.

Desde nuestro matrimonio, Soviesh siempre tenía su primer baile conmigo. Este año, sin embargo, tuve una buena idea de quién sería su compañera esta vez. Fingí mirar hacia otro lado, pero pude verlo tomando la mano de Rashta y diciéndole algo. Rashta, feliz, me miró. La mirada en sus ojos se convirtió en una disculpa, y la cabeza de Soviesh también se volvió de esta manera. Aparté la vista antes de que nuestros ojos se encontraran, y mantuve la barbilla alta mientras me alejaba.

La única persona que podía pedirle a la Emperatriz el primer baile era el Emperador. Nadie más me pediría que bailara de todos modos, así que pensé que era mejor abandonar el área por completo para proteger mi orgullo.

La duquesa Tuania, la mujer más popular de la alta sociedad, ya tenía a varios pretendientes de rodillas. No pude evitarlo, pero mis ojos se volvieron hacia Rashta y Soviesh nuevamente. Soviesh estaba hablando con un primer ministro cercano. Afortunadamente, Rashta ahora miraba de cerca a la duquesa Tuania.

Me alegro de que nuestros ojos no se encontraron.

No quería que notaran mi mirada. Me quedé más cerca de la pared, con la esperanza de que mis ojos no volvieran a encontrarse con ellos. Sin embargo, un zumbido de voces estalló a mi alrededor antes de que pudiera llegar a mi destino previsto.

Miré alrededor. Los ojos de la multitud estaban pegados a la figura errante del Príncipe Heinley. Dos señoritas se echaron a reír, sus mejillas se sonrojaron de vergüenza. Muchos parecían preguntarse a quién pediría el Príncipe su primer baile, y él pareció disfrutar de la atención. Todavía estaba molesta por Soviesh y Rashta, y no tuve tiempo de concentrarme en este Príncipe y sus rumores. No me importaba con quién bailará…

—Oh. ¿Estabas aquí?

Hasta que vino a mí. La multitud murmuró aún más. Saqué mi abanico y lo miré. Cuando nuestras miradas se encontraron, el Príncipe Heinley bajó los ojos y sonrió.

—Recorrí la mitad de esta habitación para encontrarte.

El príncipe Heinley sacó una rosa que guardaba en su pecho. Con la rosa en la palma de la mano, cayó sobre una rodilla y me miró. Por un momento me sorprendió su comportamiento.

— ¡Creo que le va a pedir a la Emperatriz que baile!

Solo después de escuchar la voz sorprendida de alguien me di cuenta de lo que estaba sucediendo. ¿Alguien quería pedirle a la emperatriz el primer baile? ¿Y ese alguien era el Príncipe Heinley? Mis labios se separaron sorprendidos.

— ¿Eres buena bailando, Su Majestad?

Aunque se arrodilló como un caballero típico, la voz del Príncipe Heinley era juguetona. Dudé un momento. Ya estaba involucrada en varios rumores malos sobre Rashta y Soviesh. Quizás surgirían más malentendidos si bailara con este mujeriego. No obstante, rechazar una oferta sólo se puede hacer después de que varias personas pidieran ser el acompañante o después de que se habían tenido varios bailes. El Príncipe Heinley, fue el único en pedir el primer baile. En esta situación, si me negaba, lo insultaría, al menos, tal situación se consideraba un insulto en la alta sociedad. No había otra opción.

—Muy bien. ¿Puede seguirme?

Acepté la rosa que sostenía, y el Príncipe Heinley se enderezó y sonrió ampliamente.

— ¡Qué confianza! Si pisa mi pie varias veces, lo ignoraré.

—No va a suceder.

—No te preocupes. Me quedaré callado.

Él se rio con picardía, luego extendió su brazo. Puse mi mano sobre él, luego caminé hacia el centro de la pista de baile. Soviesh y Rashta también estaban ahí. Soviesh levantó una ceja ante la presencia del Príncipe Heinley. En esta situación, él no podía preguntarle a Rashta “¿Sueles bailar?”

—Bien.

— ¿Qué quieres decir?

—La forma en que me estás mirando. No me prestaste mucha atención ayer. Me vestí mejor hoy.

Sus palabras fueron astutas.

—Bueno, parece que no lo crees.

¿Quería que le dijera que ayer estaba vestido maravillosamente como para sorprenderme?

Antes de que pudiera encontrar mis palabras, el minueto comenzó a fluir de los músicos. Nos sumergimos brevemente y juntamos nuestras palmas. Cuando comenzamos a dar vueltas con el sonido de los violines, los alrededores giraron a la vista. La duquesa Tuania, aclamada como la mariposa de la sociedad, eligió al joven y apuesto vizconde Landre sobre muchos otros pretendientes. El duque Lilteang bailó con su esposa, y Laura bailó con su mejor amiga, la señorita Alischute, en lugar de un hombre. Y Sovieshu bailó con…

No me gusta este baile giratorio. Tenía que ver lo que no quería ver. En el momento en que suspiré, el Príncipe Heinley se volvió hacia mí, lo suficientemente cerca como para que sus labios estuvieran cerca de mi oído.

—Sé mejor que nadie que los rumores innecesarios se propagan fácilmente.

Sentí que mi cuerpo volvía a caer. Lo miré sorprendido, y una sonrisa arrogante ensanchó su rostro.

— ¿Te refieres a la historia sobre los regalos que envié a la señorita Rashta?

Él asintió mientras se acercaba de nuevo. Es sorprendente que no prestara atención a los rumores y optara por consolarme.

La dulce música finalmente llegó a su fin. Lo miré fijamente por un momento para ver si se estaba burlando de mí, pero no parecía ser así.

—Gracias.

Me sentí avergonzado de haber creído que era un mujeriego, y estaba agradecida de que el Príncipe Heinley no creyera para nada los rumores sobre mí.

—Tampoco lo creo.

— ¿Qué?

—El rumor de que eres un mujeriego.

Él inesperadamente se echó a reír, y me puse nerviosa. ¿Estaba diciendo que los rumores eran reales? Tenía un sonrojo en mi rostro y me di la vuelta para esconderlo. Ahora que el primer baile había terminado, finalmente quería ir al borde de la sala.

—Emperatriz, esta vez baila conmigo.

Soviesh no se mantendría alejado esta vez. Puse mi mano en la suya con un pequeño suspiro. Sabía que solo estaba preguntando porque las reglas dictaban que no podía bailar con Rashta nuevamente, y estaba molesta por tener que aceptar. Sin embargo, como le dije a Soviesh, teníamos que dar un ejemplo con nuestra relación.

A su lado, Rashta le estaba pidiendo al Príncipe Heinley que bailara.


[Sakuya: Mi personaje favorito, siempre será Heinley :3 ]

Una respuesta en “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 11: Un falso rumor”

  1. Gracias por el capítulo. ¿Sería posible antes de las frases poner el nombre de la persona que lo dijo? Es que en naver ponen la imagen de ellos, creo que aquí sería difícil, pero una alternativa sería: Soviesh: ( diálogo)
    Heinley: (diálogo)
    Es que algunas veces es difícil saber quién dijo qué, aunque no siempre es necesario. Gracias 😀

Responder a Daniela Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido