La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 12: Lágrimas que solo Reina conoce

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


—Mis disculpas, Lady Rashta, pero ya estoy agotado. —El príncipe Heinley sonrió y se volvió. —No puedo bailar dos veces seguidas. A pesar de ser bastante guapo, tengo una constitución sorprendentemente débil.

—Entonces, ¿después de tomar un descanso? Cuando recuperes tu fuerza.

—Entonces… —El Príncipe Heinley de repente me miró y nuestros ojos se encontraron, su mirada se suavizó —Hay alguien con quien quisiera bailar de nuevo.

Reflexioné sobre su negativa hacia ella. Estaba decidido a evitarla, muy diferente de cómo se presentaban la mayoría de los nobles. Rashta no esperaba ser rechazada, y se tocó el pelo, desconcertada, y se volvió. Nuestras miradas se encontraron, pero ella no me reconoció y en su lugar miró hacia Soviesh con los ojos brillantes de lágrimas.

—Su Majestad, Rashta no tiene a nadie con quien bailar.

—Toma un descanso. No puedes bailar con la misma persona dos veces seguidas.

Rashta era similar al Príncipe Heinley. Él tampoco tenía reparos en expresar sus sentimientos, cuando la mayoría de los nobles serían demasiado orgullosos para expresar sus pensamientos en voz alta.

Ella gimió como un bebé, y los nobles de los alrededores se rieron, no por burla, sino por cariño. Rashta no era noble, y su comportamiento resultaba grosero, por decir algo menos insultante, pero para todos los demás era como algo nuevo y puro.

—Lady Rashta, ¿te gustaría bailar conmigo?

Otros nobles se acercaron a Rashta, pero ella respondió débilmente.

—No, gracias —y luego caminó hacia el borde de la habitación. Soviesh se puso rígido, como si quisiera correr hacia ella. Si la música no hubiera comenzado en ese momento, él podría haber ido tras ella, pero se quedó en el suelo.

Casualmente, la música era tranquila y el baile requería algo de distancia de la pareja. Soviesh y yo habíamos sido compañeros de baile desde que éramos jóvenes, y estábamos acostumbrados a mantener el ritmo juntos. Cuando éramos niños, nos abrazamos de risa, quejándonos de que los pasos eran incómodos.

Esos días nunca más volverían.

Cuando recordé sostener un mapa grande y discutir nuevos proyectos de construcción, sentí un escalofrío en la esquina de mi corazón. Qué estúpida e ingenua fui al momento de creer que Soviesh y yo estaríamos juntos por el resto de nuestras vidas. Cuando el baile finalmente nos acercó, todavía sentía que estábamos muy lejos.

—Antes —Soviesh habló en voz baja — ¿De qué hablaste con el Príncipe Heinley?

—Tuvimos una conversación normal.

— ¿Has oído los rumores sobre él?

¿Qué quería decir con eso? No dije nada por un momento para concentrarme en los pasos complicados, pero no me perdí la evidente arruga entre las cejas de Soviesh.

— ¿Qué quieres decir con que tuviste una conversación normal con él?

—Fue muy entretenido.

—Es un mujeriego, así que, por supuesto, es entretenido. A la gente le gustan los hombres divertidos.

La distancia entre nosotros incrementó de nuevo. Cuando me di vuelta, vi al Príncipe Heinley parado cerca de una mesa mirándome. Él sonrió y agitó una mano cuando nuestros ojos se encontraron.

—Tengo a Rashta como mi concubina, así que no te diré que no puedes tomar a otro hombre como tu amante también. Aun así, no creo que deba ser el Príncipe Heinley.

—No sé de qué estás hablando.

—Si estás con el Príncipe Heinley, él no será tu concubina, pero tú serás la suya.

Sus palabras me sorprendieron, pero él continuó hablando.

— ¿No sería vergonzoso para la Emperatriz del Imperio del Este?

—No sé lo que estás imaginando, pero el Príncipe Heinley y yo, no tenemos ese tipo de relación.

—Bueno. No te conviertas en el motivo por el que el fuego se extiende por todas partes.

[Sakuya: Repítetelo a ti mismo ¬_¬]

—Él no es…

Estaba a punto de protestar porque el Príncipe Heinley no era así, cuando Soviesh se detuvo de repente. La música aún no se había detenido. Soviesh estaba congelado en el suelo, y no podía bailar sola, así que me detuve también, atascando el tráfico a nuestro alrededor.

— ¿Su Majestad?

¿Cuál era el problema? Me preguntaba si se había torcido un pie, pero Soviesh se alejó. Las personas que me rodeaban me miraron con expresiones perplejas. Soviesh finalmente se detuvo frente a Rashta. Estaba parada contra la pared, llorando.

—Rashta. ¿Por qué estás llorando?

Soviesh la miró sorprendido, y Rashta estiró los brazos y lo abrazó por el cuello.

El murmullo de la multitud se hizo más fuerte. Podía sentir los ojos de los nobles sobre mí. Soviesh y yo estábamos bailando juntos, antes de que él me abandonara y fuera tras Rashta.

Mi mandíbula se apretó. Sentí que me salía sangre de la cabeza cuando mi visión se volvió irregular. Rashta siguió llorando mientras Soviesh trataba de consolarla, y finalmente él la levantó y se fueron.

—Oh Dios mío. Entonces es cierto que el Emperador ama a la concubina.

—Sí.

Cuando los dos se fueron, la mirada de la multitud expresó más fuerte su opinión.

—Pero escuché que era una esclava fugitiva. ¿Es eso cierto?

— ¿Qué? ¿De Verdad?

—Disparates. El emperador acaba de decir que era un rumor.

—Cuida tu lenguaje. Su Majestad dijo que castigaría a cualquiera que hablara de ello.

—No, espera un minuto. ¿El Imperio del Este permite que los esclavos fugitivos se conviertan en concubinas? Esto sería imposible en nuestro Reino del Norte. Incluso le traje las Joyas del Mar del Reino del Norte como regalo.

—Estoy seguro de que el Emperador no hizo nada por el estilo.

La música se detuvo y todos me estaban mirando o hablando de Rashta. No quería nada más que huir de la habitación, pero me obligué a alejarme tranquilamente.

No tenía idea de a dónde iba, pero escuché a alguien seguir mis pasos y vislumbré el reflejo del Príncipe Heinley en un pilar liso. No tenía ganas de ser una buena civil y hablar con un príncipe extranjero. Por ahora… solo quería sentarme en algún lado.

Me encontré caminando por un pasillo vacío del palacio. Sir Artina, el subcomandante de los caballeros, se puso a mi lado.

— ¿Estás bien, alteza?

—Estoy bien.

—Debería descansar un poco. Se ve pálida.

Asenti. Fui a mis aposentos, pasé el salón antes de entrar al dormitorio. Caí boca abajo sobre la cama, abrazando la almohada y acurrucándome contra las sábanas. Todo mi cuerpo se sentía insoportablemente pesado. ¿Cuánto tiempo había estado sobre mis hombros?

—Gu….

Hubo un golpecito en el vidrio y vi a Reina sentada junto a la ventana. La abrí con cansancio, y entró, parpadeando con sus grandes ojos. Tomé el pájaro en mis brazos. Cuando su calor se extendió de su pequeño cuerpo cálido al mío, las lágrimas salieron de mis ojos.

¿Cómo podría esta criatura proporcionar tanta comodidad? Me empape del calor que Reina me dio como una persona abandonada en un amargo invierno. Cuando finalmente estuve tranquila, me di cuenta de que había estado abrazando al pájaro por demasiado tiempo. Probablemente estaba molesto. Levanté la vista y, para mi sorpresa, simplemente me estaba mirando.

—Gracias.

—Gu…—respondió con un graznido

—Siempre me das fuerzas.

Me daba vergüenza decirlo en voz alta y se lo susurré al oído, y Reina se cubrió la cara con las alas.

—A veces eres como una persona real.

Los ojos de Reina se agrandaron y corrió por la habitación, y hubo una conmoción afuera. El papel que colgaba sobre la cama revoloteo, y lo jalé hacia mí.

Toqué el timbre para indicarles mi permiso para que entraran, y la puerta principal se abrió y entraron voces. Entré en el salón con Reina en mis brazos y encontré a varias damas de honor ahí, incluidas la condesa Eliza y Laura. Habían venido directamente de la fiesta y estaban vestidas más espléndidamente de lo habitual. Sin embargo, el reloj indicaba que el final del baile estaba lejos. ¿Por qué estaban ellas aquí?

—Condesa, ¿qué está pasando?

Aunque no esperaba a la condesa Eliza, era aún más curioso que Laura estuviera aquí cuando esperaba las celebraciones de Año Nuevo. ¿Eché a perder el estado de ánimo? ¿Vinieron detrás de mí porque me escapé?

Aun así, no quería que me consolaran, por extraño que parezca. Fue mi orgullo lo que resultó herido cuando mi esposo amaba a otra mujer. Mi reacción no tuvo nada de malo, pero fueron Soviesh y Rashta quienes permanecieron dignos mientras me encogía. Ni siquiera podía explicar este vago sentimiento, así que no podía hablar de ello.

No obstante, la forma en que Soviesh corrió hacia Rashta no parecía estar en sus mentes. La condesa Eliza abanico rápidamente su rostro, y Laura siguió tocando nerviosamente sus rizos.

¿Qué está mal? Ahora que lo pienso, todas parecían bastante agitadas.

—Su Majestad. Había un mensajero de la finca Verdi.

La condesa Eliza bajó su abanico mientras hablaba, y permanecí ahí, aun mas confundida.

— ¿La finca Verdi?

—Sí.

— ¿Es de la vizcondesa Verdi?

—Si, su Majestad. El mensaje decía que la vizcondesa Verdi ya no puede servir como la dama de honor de la emperatriz.

Vizcondesa Verdi… ¿no le presté dinero hace unos días? En aquel entonces parecía que estaba al final de la cuerda.

— ¿Están seguras de que era de la vizcondesa Verdi?

Las miré desconcertada. Su hogar estaba en una deuda masiva debido a las acciones problemáticas de su esposo e hijo. La deuda no era suficiente para dejarlos en las calles, pero la mayoría de sus ingresos se habían utilizado para pagarla. ¿Y ahora la vizcondesa Verdi renunciaba a su puesto de dama de honor?

Laura continuó ansiosa.

—Ella renunció con bastante prisa. ¿Quizás la vizcondesa Verdi peleó con su esposo o su hijo?

Otra dama de honor hizo una sugerencia con una mirada preocupada.

—Podría ser una buena idea enviar a alguien para verificar la situación.

—Supongo que sí.

♦ ♦ ♦

Al día siguiente demostró que nuestras preocupaciones sobre la vizcondesa Verdi eran innecesarias.

No estaba obligada a estar con Soviesh en el banquete el segundo día, así que me relajé un poco mientras iba al salón de banquetes. Había muchas mujeres nobles ahí, incluidas la condesa Eliza, Laura, y la princesa Soju del Reino del Sur. La princesa Soju era la típica mujer ideal sureña, dulce y generosa y, una experta conversadora. Todos llamaron la atención sobre lo que dijo, cuando de repente miró por encima del hombro y dijo “Esa es ella”.

Cuando me di vuelta, Rashta estaba caminando sola, sonriendo a las personas que la rodeaban. Parecía aún más deslumbrante durante el día. Si nuestros ojos se encontraran, ella vendría aquí para hablar conmigo como si fuera su hermana otra vez, así que volví la cabeza.

—Oh Dios mío.

Pero esta vez, Laura estaba mirando a Rashta.

— ¿Qué es?

No pude evitar mi curiosidad, y Laura respondió con una mirada a Rashta.

—La seda azul que lleva puesta, Su Majestad. ¿No es aquella que el Gran Duque Lilteang intentó regalarte?

Miré hacia atrás y vi que Laura decía la verdad. Rashta estaba vestida con un vestido de seda azul. Las damas chasquearon la lengua.

—El Gran Duque Lilteang es realmente increíble.

—Lo sé. Cambio de bando tan pronto como fue rechazado por Su Majestad.

Me volví de nuevo, y esta vez fue la condesa Eliza quien habló, su voz baja y confundida.

—No creo que la seda fue lo único que pasó de la Emperatriz a ella.

¿De qué estaba hablando ahora?

Esto estaba empezando a ser una molestia, pero volví a mirar hacia atrás y no pude apartar mis ojos. La vizcondesa Verdi estaba parada junto a Rashta, el día después de que me informara que no podía ser mi dama de compañía. Al principio, no la vi porque estaba detrás de otra persona, pero ahora podía verla claramente. La vizcondesa Verdi estaba al lado de Rashta. Laura había estado preocupada por ella toda la noche, y gritó fuertemente.

No puedo creerlo. ¿Está enojada?

Rashta y la vizcondesa Verdi miraron en nuestra dirección a la fuente del fuerte ruido. La vizcondesa Verdi rápidamente evitó mi mirada cuando me vio.

Pensé que el regalo de seda azul de Lilteang era divertido, pero esta vez me resultó molesto. La dama de honor estaba parada junto a la mujer que se llevó a mi esposo. Ella me había pedido prestado mucho dinero. No sabía de dónde venía el plan de la vizcondesa Verdi o cómo cambió de opinión, pero antes era la que más se burlaba de Rashta.

La condesa Eliza y Laura dijeron algo a mi lado, pero no las escuché. ¿Cómo debería reaccionar a esto? ¿Con vergüenza? ¿Incredulidad? ¿Estaba aquí la concubina para quitarme todo lo mío?

No. Quizás la vizcondesa Verdi no fue mi compañera desde el principio. Tal vez solo estaba conmigo por dinero, pero no podía permitirme parecer nerviosa. La princesa Soju chasqueó la lengua.

—No entiendo el sistema de concubinas. No existe un sistema tan extraño en el Reino del Sur. En términos corteses, ella es una concubina, pero ¿no sigue siendo un mal lugar? Pero como la ley la aprueba como concubina, mantiene la cabeza alta sin darse cuenta de lo vergonzoso que resulta su posición.

—Es como tú dices. ¿No es extraño cómo puede pasar frente a la Emperatriz con la espalda recta?

Laura lo dijo en mi defensa, mientras tanto las ignoré y elegí el champán más dulce. Ayer había dejado mi asiento y huido, así que pensé que hoy me quedaría el mayor tiempo posible. Sin embargo, no sería fácil. Si bien aprecié todo lo que la princesa Soju y las otras damas dijeron, no quería hablar de eso en público.

Me preguntaba cómo se difundirá la historia. Todos fingieron ser respetuosos en la superficie, pero pensaban poco de mí por enviar regalos a Rashta y hablaban de mí a mis espaldas.

— ¿Hablamos de otra cosa?

Al final, indirectamente indiqué que no quería discutirlo. Afortunadamente, la princesa Soju no se ofendió y redirigió la conversación.

—Oh, escuché una historia interesante sobre el Príncipe Heinley esta mañana.

— ¿Una historia interesante?

—Fue cuando estábamos comiendo juntos en el palacio del sur. Escuché que intercambió cartas anónimamente con alguien en el Imperio Oriental.

—Dijo que quería encontrar a esa persona y que debería encontrarse con él en el palacio del sur. Es el tema de conversación actual.

2 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 12: Lágrimas que solo Reina conoce”

  1. Si le hacen eso a Navi, que podemos esperar nosotros los mortales… Soviesh es un !”#”$%$#%

    Heinley ya quiere que Navi confirme que es el de las notas …

  2. Mil gracias por traducir esta novela, es mi favorita. Llevo mucho tiempo siguiéndola, pero ahora que está aquí, he empezado a leerla de nuevo y seguiré su trabajo. Son las mejores. Ánimo y muchas gracias por todo el trabajo que hacen.

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