La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 4: El regalo de la emperatriz para la concubina

Traducido por Maru

Editado por Ayanami


— ¡El emperador va a tomar a esa mujer como concubina!

Era una mañana típica. No estaba ni nublado ni lluvioso, ni cálido ni frío. Hoy era, simplemente, como ayer y el día antes de ayer.

Noticias inusuales llegaron, de ninguna parte, en este día ordinario.

—Así que, mientras la emperatriz está ocupada con las preparaciones de Año Nuevo, el emperador toma una concubina.

—Es demasiado.

—Debería, al menos, esperar a que pase Año Nuevo.

Las damas de compañía se quejaban en un ambiente oscuro entre ellas.

Miré silenciosamente mi reflejo en el espejo. Estaba preparada para que Soviesh la tomara como su concubina…pero, no me esperaba que fuera a ser tan pronto. Juzgando por el tiempo, la ceremonia podría ocurrir oficialmente justo antes del Día de Año Nuevo.

—Ah…

Un suspiro emergió desde lo más profundo de mí, y sentí náuseas ante los pensamientos de todo el mundo, viniendo a mí y hablando de ellos, el Día de Año Nuevo. E incluso si ellos no hablan sobre eso a mi cara, estoy segura de escucharlos susurrar desde atrás. Sin embargo, no podía ignorar el hecho de que el emperador está tomando una concubina sin importar lo mucho que me disguste.

— ¿Cuándo es la ceremonia? —Pregunté.

Las damas de honor se miraron entre ellas, después de un tiempo, fue la condesa Eliza quien respondió.

—Los rumores dicen que él quiere que ocurra lo más pronto posible. Querrá que esté hecha antes de Año Nuevo.

♦ ♦ ♦

Alrededor del mediodía, el secretario de Soviesh vino a mí de nuevo, para entregar un mensaje. Era sobre la concubina, los demás oficiales echaron un ojo sobre nosotros, en un esfuerzo de captar algún cotilleo.

—El emperador quiere que sea simple, ya que hay otros grandes eventos organizados y el horario es apretado.

— ¿Simple?

Las concubinas del emperador no son reconocidas como parte de la Familia Imperial, y sus hijos no son reconocidos como príncipes o princesas. Lo mejor que podía ocurrir era ganar el favor y tomar el título de duque, pero, sin derecho a la sucesión.

Aun así, era posible para una una concubina llevar al hijo del emperador, y era costumbre celebrar un banquete. No era una ceremonia de boda, sin embargo, la concubina podría tener el centro de atención en el banquete, y más tarde firmaría un contrato notarizado por el canciller.

— ¿Está diciendo que el emperador quiere hacer un simple banquete u omitirlo por completo? —Pregunté.

—Es imposible invitar a una gran cantidad de invitados en tan poco tiempo, por lo que suspendimos el banquete.

— ¿Hay algo de lo que necesite encargarme si el banquete no se lleva a cabo?

—No. Su Majestad dijo que no necesita preocuparse de nada.

Por lo que sabía, omitir el banquete no era inusual. El interior de la entrada estaría decorada en honor a la concubina ese día, pero, su lugar sería un asunto más pequeño como cenar con el emperador, invitar a las personas que son cercanas a ellos, y la firma de los documentos contractuales.

¿Pero no necesitaba preocuparme sobre ello? ¿Era el orgullo de Soviesh o su consideración?

—Dile que he recibido su mensaje.

No había daño para mí. El secretario se inclinó y se fue. Los otros oficiales me miraban, cuando les devolví la mirada, rápidamente, bajaron sus cabezas y pretendieron volver al trabajo.

No tiembles en frente de ellos.

Cotillearían si ven alguna señal de daño.  Aunque la concubina estaba cortando en mi vida, no quería hacerles pensar que era solo porque mi marido ama a otra mujer.

Siguiendo con una expresión indiferente, revisé el plan de nuevo y les informé de las revisiones pertinentes.

♦ ♦ ♦

—El emperador firmará el contrato primero. Después, debe firmar en esa fina línea negra bajo su nombre.

El barón Lant, uno de los secretarios del emperador, estaba a cargo de la educación de Rashta. Cuando el barón terminó de explicar lo básico sobre los documentos, los ojos de Rashta se ensancharon y dejó escapar un pequeño gemido.

Ese no era un sonido hecho, normalmente, por la aristocracia. El barón Lant la miró un momento, nervioso, mientras las lágrimas se desbordaban de los ojos de Rashta.

—Entiendo lo que quieres decir, pero…Rashta no tiene una firma.

—Puede hacer una.

La cara de Rashta se volvió roja ante la forma tan casual en la que respondió.

—Ah…

Finalmente, el barón Lant se dio cuenta de que Rashta estaba luchando.

— ¿No sabe escribir?

Cuando el barón Lant fue asignado a Rashta, el emperador le dijo que era una plebeya, por eso, asumió que tenía la educación básica. Quizás los rumores eran ciertos, sobre que la belleza que había cautivado al emperador era, en efecto, una esclava fugitiva. No había mucha inversión en la educación de los esclavos, para enseñarles a aprender o escribir.

—Supuse que no sabías.

Quería preguntarle si era una esclava, pero sonrió, pretendiendo no saber, puse un papel en blanco frente a ella. Podría no ser fácil enseñarle a escribir en pocos días, pero podría aprender a escribir, rápidamente, su nombre.

—Si no sabes cómo se deletrea tu nombre, lo escribiré en varias versiones que suenan como “Rashta”, puedes elegir una y memorizarla.

Afortunadamente, Rashta dominó rápidamente la ortografía. Debería ser frustrante enseñar a alguien que viene de la esclavitud, pero el barón Lant estaba atónito.

— ¿Lo estoy haciendo bien? —Preguntó Rashta.

—Lo hace excelente.

Después de felicitarla y recibir una sonrisa de vuelta, el barón Lant le explicó lo que debería saber sobre la ceremonia.

—Habrá un gran banquete y todos los nobles estarán allí. La señorita Rashta puede invitar a cuantos amigos quiera.

—Wow.

—Cuando el canciller venga hacia a ti y se desplieguen los documentos gubernamentales, los firma.

—Los documentos…

—El canciller los mantendrá a salvo.

Rashta pisoteó sus pies de alegría y dejó escapar un pequeño chillido. El barón Lant la miró por un momento, antes de añadir otra cosa.

—No es una obligación, pero…a veces, la emperatriz manda un regalo a la concubina del emperador, cuando firma el contrato.

— ¿Un regalo?

—La emperatriz es la dueña del palacio. Desde el punto de vista del dueño, una concubina es alguien que vivirá ahí en el futuro. Eso significa, que la concubina no solo recibe el respeto del emperador y el reconocimiento, sino que también el de la emperatriz si recibe un regalo. Si hay varias concubinas, las únicas que reciben un regalo de la emperatriz, son vistas como concubinas especiales.

Rashta, de repente, se vio insegura.

— ¿Así que Rashta recibirá un regalo de la emperatriz?

♦ ♦ ♦

—No voy a enviar ninguno.

Las damas de honor intercambiaron miradas de alivio entre ellas.

—Gracias a Dios.

—Estaba tan preocupada de que Su Majestad pudiera enviarle un regalo.

Había muchas razones para no enviarlo. Después de que el secretario de Soviesh se fue, investigué cualquier precedente, por si acaso. Incluso si hubiera un banquete, no había obligación de dar un regalo. Si hubiera varias concubinas, una podría retener los regalos para evitar que algunas ganaran demasiado poder o influencia con los parientes cercanos de la emperatriz.

Pero, la situación con Rashta no era ninguna. En cualquier caso, no tenía ningún deseo de dar uno, y Soviesh había enviado a su secretario para decirme que no me preocupara. ¿Por qué no podría simplemente decir: “por favor cuida a mi marido”

—No os preocupéis. No sé si hay una razón para enviar uno, pero no lo haré —dije.

Una mirada satisfecha apareció en los rostros de las damas.

—Laura habría sido feliz si estuviera aquí…estaba pensando en salir del palacio hoy, así que se lo diré a Laura, Su Majestad.

— ¿Cómo está Laura? —Pregunté.

—Cuando la vi el otro día, habló enfadada sobre “esa mujer”.

—La marquesa Tarithal también está furiosa y cuenta la historia cada vez que tiene una fiesta de té.

Pensé que era mejor que estuvieran de mi lado. Soviesh y sus ayudantes cuidarán bien a Rashta de todos modos, no pensé que las personas cercanas a mí necesiten apoyarla.

—Por cierto, Su Majestad… ¿puedo preguntarle algo?

— ¿Qué es?

—Se rumora que el príncipe del reino occidental vendrá para el día de Año Nuevo. ¿Es eso cierto?

Las otras damas de honor dejaron de hablar y fijaron sus ojos en mí. Asentí, y chillaron mientras se cubrieron el rostro o se abanicaban. Estiré los labios para evitar sonreír. Las damas de compañía, tenían todas las razones del mundo para esperar su aparición. El “Príncipe del Oeste” era el único hermano menor del rey, conocido por muchas cosas.

—Es tan guapo, ¿no?

—Dicen que el contacto visual es suficiente para ponerte bajo su hechizo.

—Pero escuché que es muy terco. Me pregunto si incluso el actual rey del Reino del Oeste ha renunciado a intentar casarlo.

— ¿Son ciertos los rumores de que es un hombre infértil?

—No lo sé. Pero, es un poco sospechoso que el rey no haya tenido hijos, y tampoco el príncipe, cuando han estado con muchas mujeres.

Asentí discretamente, mientras escuchaba los susurros de las damas de honor.

El Reino Occidental, es un país de gran poder militar, prácticamente, igual al de nuestro Imperio Oriental. En términos de riqueza, es el más rico del mundo. El príncipe, de quien se dice que es el primero en la fila de sucesión al trono de ese lugar, tiene muchos rumores sobre él.

Dejé atrás mis pensamientos sobre Soviesh y su concubina, y me entregué a la conversación azucarada de las damas.

♦ ♦ ♦

— ¿No hay banquete?

Cuando Rashta le preguntó al emperador Soviesh qué tan grande sería el banquete y si podía invitar a sus amigos, no estaba preparada para este golpe.

—Pero el barón dijo que íbamos a tener una gran fiesta…

— ¿No te dije que pronto sería el día de Año Nuevo? No quería apurar esto, pero tú fuiste la que quiso la ceremonia de firma lo antes posible.

A pesar de su explicación, Rashta solo lo miró perpleja. Soviesh se dio cuenta de que estaba pensando demasiado en su nivel de sentido común. Parecía más inteligente de lo que aparentaba, pero él había olvidado que ella no sabe nada sobre la nobleza.

—Es mi error.

— ¿Qué quieres decir?

—No es fácil organizar un gran banquete. Hay otras cosas que estoy ocupado preparando. El tiempo es escaso y es grosero tener una gran fiesta tras otra.

— ¡Ah…! ¿Pero hay otro banquete el mismo día de la ceremonia de firma de Rashta?

—El día de Año Nuevo será pronto.

Rashta se volvió abatida cuando sus sueños de ser felicitada por los nobles, en un lujoso y grandioso banquete se vio convertido en polvo. Siempre había querido ver a la gente centrada en ella, por lo que convenció a Soviesh para que realizara la ceremonia lo antes posible. Estaba claro que el emperador estaría molesto por esto, por lo que Rashta no mostró signos de infelicidad y permaneció en silencio.

Sin embargo, su decepción solo aumentó el día de la ceremonia. Incluso si no hubiera un gran banquete, aún esperaba uno de algún tipo. Y cuando eso no sucedió, ella esperaba que el emperador la bañara con disculpas y una promesa de regalos. Tampoco hubo una palabra de felicitación ni un regalo de la emperatriz. Se sintió triste porque el barón Lant le había dicho que los grandes salones del palacio estaban bajo el dominio de la emperatriz.

Rashta había practicado, diligentemente, su firma, pero, después de firmar el documento se sintió vacía. Cuando terminó, el canciller se fue inmediatamente, diciendo que tenía trabajo que hacer. No hubo vítores, aplausos, ni la sensación de éxtasis como si ella tuviera todo en el mundo.

Soviesh también se fue diciendo que había mucho trabajo que hacer y que volvería más tarde.

Cuando Rashta regresó a su habitación, enterró la cara en sus manos.

— ¿Por qué es así?

Las sirvientas de Rashta se acercaron y le preguntaron qué pasaba, de modo que el dolor que había tenido dentro de ella finalmente estalló.

—La emperatriz debe odiarme, de lo contrario no nos habríamos saltado el banquete o el regalo. Incluso si ella no me da un regalo, ¿no podría mostrar su cara?

—No llores, Rashta. ¿Por qué lloras en un día tan bueno…?

—No te preocupes, rara vez la verás de todos modos.

Sin embargo, el dolor de Rashta no se desvaneció. Cuando Soviesh, finalmente, se apresuró a verla después de que terminó su trabajo, notó que estaba de un humor sombrío.

— ¿Por qué mi presa se ve tan deprimida en este día significativo?

— ¿Qué quieres decir con un día significativo? No me ha felicitado nadie…

— ¿No te ha felicitado nadie? El canciller te felicitó. Se inclinó ante ti, y los sirvientes también.

Pero lo que Rashta quería eran las felicitaciones de los nobles, no de los sirvientes. Quería ser reconocida por aquellos que levantan la barbilla como si fueran los mejores del mundo.

—La emperatriz debe detestar a Rashta…

Cuando el rostro de Rashta se volvió más sombrío, Soviesh se vio obligado a confesar algo.

—La emperatriz no preparó un banquete o un regalo porque te odie. Le dije que no lo hiciera porque no era un buen momento.

Rashta asintió, pero estaba claro que no le creía. En esta atmósfera, era imposible para Soviesh relajarse y disfrutar con su concubina.

Al día siguiente, Soviesh le dio un regalo a su secretario, quien a su vez se lo dio a Rashta en nombre de la emperatriz.


Maru
Así que no solo eres una arrastrada que va robando maridos sino que además, eres una orgullosa egocéntrica que quiere ser alabada por todos. Vaaaaya joyita tenemos por aquí. Qué buena rata^^

3 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 4: El regalo de la emperatriz para la concubina”

  1. Jajaja me encanto el comentario, ella quiere ser alabada por las personas importantes, pero no ha hecho nada para merecerlo, ya quiero ver cuando la emperatriz se consiga su husbando, este emperador no vale nada

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