La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 42: La ira de Soviesh

Traducido por Usagi

Editado por Sakuya


Consideré la idea de guiarlo hacia un espacio vacío, pero al final decidí que sería mejor una caminata, el príncipe Heinley me siguió un paso atrás.

—¿Qué tipo de documentos son?

Asumo que, si él me estaba esperando es para discutir algo, pero el príncipe no me muestra los papeles, cuando acerco mi mano para tomarlos, él los aleja de mis dedos y sonríe.

—Deja de jugar conmigo ¿qué es eso?

El príncipe Heinley ríe de nuevo y me entrega los documentos.

Asombrada los miro y devuelvo mi mirada al príncipe, el documento es una simple portada, pero no tiene absolutamente nada escrito, y está sonriendo.

—Mis disculpas, pensé que tendríamos menos problemas si nos encontráramos de esta manera.

—No hay necesidad de hacer esto.

—No quiero hacer algo que le incomode a la reina.

Le dedique una mirada furtiva, y noté que me miraba fijamente, su expresión era suave y sus ojos color violeta eran inusualmente cálidos, avergonzada le devuelvo los documentos y el los acepta, pero su mirada no se aparta, entonces empujo su mejilla suavemente con mi mano y el voltea la cabeza y se ríe.

—Entonces ¿por qué estás aquí si no hay nada que discutir?

—Bueno, en realidad tengo algo que discutir.

Tengo el sentimiento que no es nada bueno, su sonrisa se volvió un tanto sombría y rascó su barbilla mientras pensaba qué decir. Parecía tener un debate interno de que es lo que debía hacer, hablar o no.

—¿Príncipe Heinley?

—Hace unos días te hablé de la situación de salud en la que se encuentra mi hermano.

—Sí.

Oh.

—Acaso ¿empeoró?

—Al parecer, he recibido otra carta, su estado es malo.

Mis pies se detuvieron antes de que me diera cuenta, la salud del rey del oeste era un problema serio que podría traer repercusiones en materia política al imperio, sin mencionar el dolor de mi amigo, el príncipe Heinley…

En estas circunstancias no debería querer postergar la partida del príncipe Heinley, si él se convierte en el rey, nuestros encuentros serán escasos en el futuro, y no seremos capaces de hablar con la misma familiaridad con la que lo hacemos ahora.

El solo pensarlo no hace más que aumentar mi pesar, lo miré con una expresión un tanto incómoda.

—Entonces ¿regresas al reino del oeste?

—No de inmediato, pero pronto.

—Ya veo

El príncipe Heinley frunció el ceño

—Tengo que regresar antes que mi hermano muera para escuchar su voluntad.

El rey debe estar en una condición grave para expresar su voluntad.

—¿No debería partir inmediatamente?

Ahora estoy realmente preocupada acerca de la salud del rey, pero el príncipe lucía muy triste mientras pateaba las piedras en el suelo.

—¿Príncipe?

—Algunas veces, el peso de las cosas se siente distinto.

Suspirando sacudió la cabeza y me regaló una sonrisa un poco extraña.

Fue entonces cuando…

—Su majestad.

Se escuchó un susurro y el gran duque Kapmen se acercó a nosotros, retrocedí debido a su repentina aparición.

—No sabía que estaba aquí.

No debería estar cerca de mí mientras se encuentre bajo los efectos de la poción, y tengo miedo de que el príncipe confunda nuestra relación, no solo él, si no todos los demás.

—Vine a despejarme un poco.

El gran duque contestó mientras miraba al príncipe Heinley de arriba abajo, reconozco esa expresión, es la que hacía en el baile de año nuevo, siempre juzgando al oponente a detalle.

El príncipe Heinley también denotaba molestia, lo alejé mientras me despedía del gran duque, y me di la vuelta de nuevo hacia Heinley.

—Sigamos nuestro recorrido, tenemos mucho de qué hablar.

Estaba preocupada de que el duque enamorado pueda decir algo extraño al príncipe Heinley, pero he fallado en separarlos, el gran duque Kapmen extendió su  mano esperando que yo me separara del príncipe Heinley, mientras que el príncipe miraba estupefacto, en sus labios se formaba una advertencia.

—Déjala

Era yo quien sostenía el brazo del príncipe Heinley, pero el gran duque habló como si fuera lo contrario, la droga que maldijo la sangre del duque ahora ha nublado su juicio.

—¿Es esta la manera de comportarse del gran duque del continente Hwa?

No pude ayudar y, aun así, me siento pequeña entre los grandes hombres frente a frente, la atmósfera entre ellos es terrible y difícilmente puedo intervenir.

—Qué extraño, la reina estaba frente a mí, entonces ¿por qué este hombre está aquí?

—Celos.

—¿Celos?

Estuve a punto de tirar de las ropas del duque, a estas alturas estaba nerviosa, él puede decir que me ama.

—Gran duque Kapmen, principe Heinley, detenganse.

A pesar de mis esfuerzos de jalar su ropa, el gran duque Kapmen miró fríamente al príncipe Heinley quien le devolvió una mirada retadora, su usual sonrisa fue reemplazada por una electrificante, parecía el preludio a una pelea.

—Gran duque Kapmen, por favor no hagas nada de lo que puedas arrepentirte más tarde.

Me sentía triste por él, pero pateé su talón con la punta de mi zapato, se sacudió mientras me miraba como si estuviera volviendo en sí, pero en ese momento el príncipe Heinley lo hizo a un lado.

—¡Príncipe!

A pesar de mi protesta, él me dirige una mirada que no encaja con la situación.

—¿Qué pasa, Reina?

—No lo empujes.

—No puedo mirarte en lo absoluto con esta persona enfrente mío.

Y suspiró profundamente.

—Lo siento. ¿Estás enfadada conmigo porque lo empujé?

—No estoy enfadada.

—El príncipe Heinley no es alguien que merezca asociarse contigo.

Sakuya
Cállate Kap, no me agradas >-<

¿Van a comenzar de nuevo? Mi corazón duele, justo cuando pensaba que se detendrían, se enfrentan una vez más.

El príncipe Heinley miró fijamente al gran duque, lucía tenebroso incluso cuando sonrió.

Una seria batalla parecía imposible de evitarse, le dedique una mirada de preocupación a Sir Artina, quien asintió con la cabeza y apretó la empuñadura de su espada, en ese momento…

—¡Su majestad, su majestad!

Alguien corría desde la distancia mientras llamaba al príncipe, me giré y pude ver a un caballero de cabello azul que frecuentemente está con el príncipe Heinley, ¿Sir McKenna?

Se detuvo frente a nosotros, recobrando el aliento antes de hablar con prisa.

—Su alteza, ¡debe irse ahora!

—¿Qué sucede?

Sir McKenna duda mientras mira al duque Kapmen, el caballero parece inseguro de hablar o callar enfrente de él.

Me dirigí al príncipe Heinley y asentí con la cabeza.

—Rápido, ve.

Prefiero que tenga prisa, pero él me mira con arrepentimiento y apoya una rodilla en el piso para después besar mi mano, manteniendo sus ojos fijamente en los mios, Sir McKenna espera impaciente.

—Nos veremos luego.

Su voz es suave mientras se pone de pie, y cuando asiento se voltea para seguir su camino con Sir McKenna, al contrario de su gentil y suave beso, la velocidad de su partida es como una brisa, me pregunto si tendrá asuntos urgentes con el reino del oeste…

Miro al duque de espaldas y suspiro.

—¿Tienes una amistad con ese príncipe?

Instantáneamente recordé la presencia del duque de Kapmen y rápidamente giré hacía él, quien me dirigía una mirada un tanto extraña.

—¿Tienes una amistad con ese príncipe?

Repitió.

—Lo considero un gran hombre.

No podía decir que tenía una amistad con él, pero no quería mentir, así que contesté algo moderado, sin embargo, la cara del duque de Kapmen lucía retorcida, así que lo observé detenidamente.

­—¿Estás celoso?

—Eso parece, estuve a punto de ahorcarlo.

—No lo hiciste.

—Sí, fue difícil controlar mi boca.

Le ofrecí una sonrisa, y él encogió los hombros.

—Es increíble cómo pueden manejar las emociones a una persona.

—¿Cómo te sientes?

—¿Alguna vez has estado celosa?

—Celosa…

Soviesh me obligó a cuidar de Rashta, esa dolorosa sensación en mi corazón, ¿eran celos?

—Tal vez.

Tan pronto como acepté, el duque me contestó inesperadamente.

—Lo admitiste muy rápido.

—Tu eres el que estaba tan frustrado que me regaló una poción.

Se rió fuertemente mientras metia sus manos en los bolsillos y bajaba la mirada.

—¿Arruine tu buen humor?

—Mirar al gran duque tener un momento difícil no está mal.

—¿Me encuentras divertido?

—¿Tengo que contestar?

El gran duque frunció los labios.

—No creo que alguna vez hayas estado tan celosa, así que voy a explicarlo, es como si algo invisible te gritara junto al corazón y quisieras escuchar esa voz.

—¿Y qué te está diciendo?

—No puedo decírtelo.

—¿Por qué?

—Esa voz invisible me está susurrando ahora mismo y no pienso dejar que sepas nuestras intenciones.

Me reí, creyendo que estaba bromeando, pero después entendí que hablaba en serio, me miró en silencio y suspiró.

—Encontrar a la persona que te complementa y al mismo tiempo te hace sentir inseguro… es una opción muy poderosa.

—Cuando los efectos…

En el momento que formulaba mi pregunta acerca de la duración de los efectos de la poción, escuché unos pasos acercándose, miré a mi alrededor y vi a Soviesh, su mirada era fría.

¿Por qué luce furioso? ¿Escuchó la conversación?

—No pudo haberla escuchado.

Murmuró el gran duque Kapmen, como si pudiera leer mi mente.

Estaba sorprendida y volvió a susurrar.

—No estaba lo suficientemente cerca para escucharnos.

Miré a Shoviesh, mientras más cerca, más helada se volvió su expresión, si escuchó la conversación habrá un malentendido, Soviesh sacudió sus manos hacia los sirvientes y caballeros, y estos se retiraron.

Luego se volvió hacia mí.

—¿Cuál?

—¿A qué te refieres?

—El gran duque Kapmen o príncipe Heinley, ¿cuál?

—No entiendo a qué te refieres.

Soviesh miró al gran duque con sorna.

—Dos extranjeros deben ser una atracción para la emperatriz.

Estaba aquí en este momento, pero debió observar desde antes.

—Es un malentendido.

Lo interrumpi, el príncipe Heinley es solo un amigo, y el gran duque de Kapmen está enamorado de mí sólo por la poción, tarde o temprano se disiparán los efectos.  Soviesh no me creyó.

—¿Por qué no puedes cuidar tu comportamiento en este momento?

—¿Qué tiene este momento?

—El embarazo, la espera del primogénito del emperador, ¿es el tiempo para tener un escándalo con un extranjero?

—¿Por qué no?

—¿Por qué no?

Soviesh me miró frunciendo el ceño, lo sabía y esa era la razón por la que no podía ser amiga del príncipe Heinley en público. No hacía mucho que se había convertido en la concubina del emperador y ha quedado embarazada con su primogénito. Si yo tuviera un escándalo con otro hombre, las habladurías acerca de la familia imperial se extenderían, y no hay dignidad en ello, entiendo la necesidad de ser precavida, pero se siente diferente cuando Soviesh lo enfatiza.

—¿Tú quieres que yo sea cuidadosa con mis acciones por tu primogénito?

—¿Mi primogénito? Un bebé en la familia imperial significa que también es tuyo.

—No, aunque existieran miles o cientos, son los bebés de tu concubina, no los míos.

—¡Empetariz!

—Y en lo que respecta al nacimiento de tu hijo, es tu momento especial, no el mío.

Soviesh me miró con una expresión llena de hostilidad.

—Después de todo, el bebé de rasta nunca podrá ser un príncipe o princesa del imperio, todo el mundo lo sabe.

—Pero incluso de esa manera, ¿no son parte de la familia imperial?

—Sí, esa es la ley, y no importa cómo, entiendo esto, en cincuenta o cien años nadie recordará el nombre de esos niños.

Soviesh me mira incrédulo, y me dedicó una sonrisa vacía.

—En verdad, la emperatriz es una persona muy egoísta. No importa cuanto puedas odiar a Rashta, ¿ya odias a un bebé que aún no nace?

—No.

—Me pregunto si la emperatriz reniega de mí como su esposo.

Antes de que las palabras de Soviesh continuaran, un puño se estrelló contra su cara.

Era el gran duque Kapmen.

Sakuya
Bien por el puñetazo jeje, pero, aun así, soviesh y kapmen me caen mal x.x

2 respuestas a “La Emperatriz se volvió a casar – Capítulo 42: La ira de Soviesh”

  1. Esa emperatriz no hace la guerra de Troya porque no quiere jajajaja a. Es una mujer que vale su peso en diamente puro!!! Ese emperador que se cree es su hijo ella está en lo correcto, y mira que ponerse celoso porque no la quiere compartir, igualmente Kapmen no es del todo bueno….. Seguro tiene algo en mente
    Gracias por el cap!!! 🙂

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