La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 102: Una elección irreversible (3)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Ante la pregunta de Lohan, Isis, que también estaba apresurada por recuperar su posición, asintió apresuradamente de una manera que no era usual en ella.

—Bueno, pienso que es hora de moverme. Estoy emocionado de ver el final pronto. Antes de seguir adelante, será mejor que tomemos una taza de té rápido y conozcamos al marqués de Piast —dijo Lohan mientras sonreía.

—¿El marqués de Piast…?

—Sí, es un hombre muy importante para lograr mi propósito. Él es quien preparó a los soldados para enviar al imperio, y creo que será de gran ayuda.

Si recordaba esas cartas intercambiadas, estaba claro que no había pocas personas involucradas en esto, pero esta era la primera vez que le mencionaban a alguien más. Como Isis estaba desconcertada, Lohan agregó una explicación.

—Sus informes suelen ser mayormente escritos, pero cuando se enteró que la señorita Isis estaba en el reino, de repente dijo que haría el informe en persona.

Como añadió que podía esperarlo, Isis y Mielle esperaron la hora del té con los ojos brillantes. Vika también parecía esperarlo por otra razón.

Con un sentimiento y una emoción tan complejos, terminaron el almuerzo y se trasladaron al jardín del palacio. Allí, el marqués de Piast, que había llegado al castillo real con anticipación, esperaba a Lohan en el jardín.

—Ha pasado mucho tiempo, marqués. Ha llegado primero.

—Saludos a su majestad.

Lohan habló con el marqués de Piast en un tono amistoso, mientras que el marqués miró con dureza y bajó la cabeza. Era un anciano, que parecía ya retirado, con el pelo blanco.

¿No tiene hijos? De ser así, podría haber adoptado a un pariente de su familia. Isis y Mielle dudaban que hubiera mantenido el puesto de marqués hasta ahora.

—Es un anciano que, debido a ciertos asuntos personales, no ha podido pasar su título a su sucesor, pero como es el único marqués de Croa, debes abstenerte de una cara tan tonta.

Cuando Lohan endureció su expresión facial como si hubiera leído los extraños sentimientos de Isis y Mielle, se dieron cuenta de su rudeza y rápidamente corrigieron sus rostros.

—Saludos a la princesa del imperio.

—Encantada de conocerlo, marqués Piast.

Después de una introducción tan corta, la conversación se interrumpió y Lohan, que había tomado un sorbo de té en una atmósfera tensa, dirigió la conversación.

—¿Están los soldados y caballeros listos para moverse en cualquier momento?

—Sí, ahora están en condiciones de poder mudarse al imperio.

—Eso es bueno. ¿Dijo cinco mil personas?

—Sí, pero puedo conseguir cinco mil más.

Las mejillas de Mielle estaban rojas de emoción cuando escuchó que un total de diez mil personas podrían dirigirse directamente al imperio. Todavía no era suficiente para invadir formalmente, pero sí como para esconderse en el imperio con la ayuda de Isis y el Partido Aristocrático.

Si hacían el ataque repentino, sería cuestión de tiempo antes de que pudiera tomar el Castillo Imperial, y si el príncipe heredero y Aria desaparecían, ella podría hacer desaparecer su pecado.

—¿Qué piensas, señorita Isis?

—Estoy… muy agradecida. —Isis respondió con el rostro enrojecido como si ella estuviera pensando en lo mismo.

Estaba sorprendida proque no tendrían un matrimonio como habían hablado en sus cartas, y que en su lugar tendrían que esperar a que el plan se desarrollara a la perfección. Ella quería volver al imperio para revisar las cartas y señalarle al rey que nunca le había advertido de esto.

—Bien, entonces, será mejor que organicemos a nuestros hombres en las casas de los nobles que siguen a la princesa como estaba planeado, donde esperarán el momento adecuado.

—Por supuesto, no pensé en diez mil personas, pero me he preparado lo suficiente, así que no creo que sea demasiado.

—Somos diez mil, así que tendremos que dividir ese número. Tomará mucho tiempo juntarlos. Puede llevar meses —dijo Vika con una mirada satisfecha.

—Sí, costará un poco más de lo que pensaba, pero no será una mala espera.

Era un plan para esperar en secreto a que los soldados no fueran vistos por el príncipe heredero en las casas de los nobles y finalmente atacaran el Castillo Imperial en el momento adecuado.

El gran sueño de deponer al príncipe heredero, que la había insultado e interceptado su poder, finalmente llegó e Isis habló, incapaz de ocultar su emoción.

—Gracias, marqués, por preparar a tantos hombres. Creo que deberíamos darnos prisa.

No tenía tiempo que perder, y tenía que apresurarse a regresar y saludar a los soldados. Además, tenía que arreglar los gastos que Isis y otros nobles estaban pagando. El número de soldados era mayor de lo esperado, por lo que el costo sería mayor. En ese momento, una persona inesperada habló.

—La acompañaré.

—¿Qué?

Ante las repentinas palabras del marqués de Piast, los ojos de Lohan se agrandaron porque no estaba en el plan. Isis también se sorprendió ante la historia que nunca había escuchado.

—Marqués, ¿se siente senil?

—Su majestad, le he dicho tantas veces que he estado buscando a alguien, así que iré al imperio y la encontraré —dijo el marqués, dándole una mirada desagradable a Lohan cuando este culpó a su edad.

—¿El marqués irá él mismo? ¿Al imperio? ¿No dijo que no le gustaba el imperio y que no quería volver?

—Sí, lo hice, pero desafortunadamente no puedo permitirme esperar. La mala conducta de mi hijo empeora de repente y mi esposa está muy preocupada. Así que voy a enviar a algunas personas y buscarla yo mismo.

La expresión del marqués Piast estaba llena de preocupación, y por eso aún no había transmitido su título a su hijo. Lohan, que lo sabía todo, chasqueó la lengua.

—No puede evitarse. Tengo miedo de enviarlo al imperio, pero no puedo detenerle, considerando a su hijo.

—Entonces me iré con el grupo de la princesa.

—De acuerdo.

El estado de ánimo era tan lúgubre que era difícil pedir detalles.

Isis, que terminaría acompañando al marqués sin saber el motivo, se puso a pensar mientras bebía té. En ese momento, Mielle habló con cuidado en la atmósfera tensa.

—Bueno… Su majestad Lohan, ¿puedo pedirle un favor?

No solo se atrevió a sentarse en la mesa a pesar de ser una sirvienta, sino que incluso habló sin invitación. Además, esta no era la primera, sino la segunda vez que lo hacía. Sin embargo, en lugar de señalar esto, el rey hizo un gesto, permitiéndole hablar, y Mielle, que confiaba en él, abrió la boca con los ojos brillantes.

—Quiero quedarme aquí, en lugar de volver al imperio.

—¿Sí? ¿Por qué?

—Ah, hay un poco más de información que aún no le he dicho.

Ahora era peligroso regresar al imperio porque había huido de la casa en la que estaba actualmente detenida y la investigación sobre el alucinógeno no se había completado. Lo mejor sería vender un poco más de información sobre el príncipe heredero y fortalecer su posición que volver y ser atrapada. Las comisuras de los labios de Lohan se arquearon al escuchar que seguiría vendiendo su país.

—Oh, sí, eres bienvenida. Cuanta más información sobre el imperio, mejor, pero necesito el permiso de la señorita Isis…

—Ya que mi criada le gusta tanto, la dejaré.

Isis no tenía ninguna razón para negarse, e iba a abandonarla de todos modos. Como dijo que se quedaría por su propia cuenta, no vio problemas en acceder. Sin la amenaza de las cartas, vivir o morir caía en los hombros de Mielle.

—Entonces, está decidido. Esperaré tu información.

La mirada de Lohan era aguda, pero Mielle sonrió alegremente ante la idea de vivir.

—Marqués, ¿por qué no toma el mismo carruaje que yo? Lo explicaré brevemente, ya que es posible que aún no conozca la situación del imperio —dijo de repente Vika.

El marqués no se había interesado por la situación del imperio, pero aceptó porque se dio cuenta en su expresión que en verdad buscaba decirle algo más.

Así se decidió la residencia de Mielle, e Isis, Vika y el marqués de Piast se dirigieron al imperio con los soldados disfrazados de plebeyos.

♦ ♦ ♦

—No puedo creer que Mielle realmente escapara…

¿Qué vas a hacer ahora?

Aria sabía que Mielle escaparía porque Asher lo había planeado así, pero se rió al saber que su hermana fue tan tonta como para hacerlo de verdad.

—Le pedí que avisara, pero la princesa que preparó la situación también es una tonta.

Cuando le llegó el pedido de Asher, Aria había arreglado a los sirvientes de la casa para que el escape fuera más sencillos. Los guardias fueron notificados por sus superiores, y por eso dejaron entrar a una doncella sospechosa sin verificarla.

No necesitó preguntar por la fuente de la información.

Vika Layers, debe ser él.

Como figura clave en el Partido Aristocrático, había hecho una gran contribución a la adquisición del casino por parte del vizconde Vigue, y era un espía plantado por Asher en el Partido Aristocrático.

Recordó que incluso el conde Roscent había recibido algunos consejos de él. Mantuvo su confianza dando constantemente información y consejos al Partido Aristocrático para que su identidad no pudiera ser revelada.

En el pasado, Aria no lo supo hasta que murió, pero ahora había visto a Vika en el grupo de Asher con sus propios ojos. Si miraba un poco hacia atrás a sus movimientos, podría reconocerlo fácilmente. Como Vika estaba activo dentro del Partido Aristocrático, Asher tampoco agregó ninguna otra explicación, ya que pensó que Aria la habría entendido.

—¿Sería mejor seguirla y añadir otro cargo por su escape? Si se escapa a Croa y desaparece, es posible que no podamos atraparla.

Asher negó con la cabeza ante su pregunta. A diferencia de la expresión de urgencia de Aria, él se veía relajado y una leve sonrisa mostraba que ya había tendido otra trampa.

—No, no tenemos que hacerlo porque no puede correr a ningún lado, y sería mejor si ella y la princesa fueran acusadas de traición. Si tienes la intención de perdonarla, puedes perseguirla de inmediato.

—¿Traición?

¿Isis, que se casará con el rey de Croa, se está preparando para la traición? Sus ojos se abrieron como platos debido a la información inesperada.

—Sí, la princesa hará algo muy absurdo pronto, algo en lo que ha trabajado durante mucho tiempo. Espero que no te sorprendas.

Recibiendo tal advertencia, pensó que debía de tratarse de algo asombroso.

¿Qué demonios será?

Cuando le preguntó por curiosidad, Asher dijo que era un secreto, y que tenía un rostro muy agradable porque estaba frente a la colina para conquistar. También era una cara juguetona.

—Dios mío, ¿todavía me vas a ocultar un secreto?

Sin embargo, cuando Aria se lo tomó en serio y se veía triste, rápidamente cambió de expresión.

—Oh, no era mi intención hacerte sentir mal. Explicaré todo para que te relajes.

—Sabía que lo harías, y quiero que me lo expliques.

Pero Aria también estaba jugando, por lo que también sonrió suavemente. Borró su mirada de tristeza en un instante. Ella todavía pensaba que él era lindo al no darse cuenta de su personalidad, lo que le daba una sensación de alegría y depresión.

—Me… engañaste por un momento.

Asher, quien pensó que ella en verdad estaba triste, se sintió avergonzado por un momento, y luego sonrió suavemente.

—La princesa volverá al imperio con soldados en secreto, pretendiendo ser civiles. Un gran número de soldados se dispersarán en las casas de los nobles del Partido Aristocrático y se prepararán para el día de la batalla.

Ante la tranquila respuesta de Asher, la tez de Aria palideció. Si estaba diciendo la verdad, sería un gran incidente. No era una disputa sino una rebelión.

—Pero hay otra historia aquí. Es un secreto, pero inesperadamente conocí a una figura clave.

—¿Un conocido inesperado?

—Sí, es un conocido inesperado que la princesa nunca hubiera imaginado.

La expresión de Asher era confiada. Estaba seguro de que era una pelea que nunca perdería.

El final parecía ser la derrota de la princesa y la destrucción del Partido Aristocrático.

♦ ♦ ♦

Como dijo Asher, Isis, que se había ido al Reino de Croa, regresó al imperio poco después. A diferencia de que los rumores decían que se casaría con el rey de Croa, parecía que había regresado sin lograr nada.

Aria escuchó que la princesa no había logrado nada y se rio de la tonta Isis, que ni siquiera sabía que estaba cayendo. La princesa había persuadido a todos los nobles del Partido Aristocrático y pretendía hacer grandes cosas, pero finalmente, no hizo nada.

—Ha pasado un tiempo, pero Mielle no ha vuelto. Pensé que estaría con la princesa. Me temo que le pasó algo —dijo Aria en el tranquilo comedor. Sus palabras claramente estaban destinadas a Caín.

Sin embargo, él siguió comiendo con tranquilidad. La condesa, a quien no le gustó su reacción, intervino con tono despectivo.

—Me preocupa que si sigue corriendo así, producirá resultados irreparables más adelante. Estaría bien si nunca regresara al imperio por el resto de su vida.

Aria sonrió sin saberlo ante el tono despreocupado de su madre, y Caín la miró. Si hubiera sido el pasado cuando todavía no tenía nada, no habría podido responder, pero no ahora. Aria tenía suficiente poder y riqueza para reírse de Caín.

La condesa había contribuido a la pérdida de poder del joven, porque estaba contrabandeando el dinero de la familia del conde en secreto. Por supuesto, tenía el permiso de su esposo, que era incapaz de moverse y dependía de su mujer por completo ahora mismo.

Caín no tenía idea de cuánta fortuna le quedaba, pero se estaba esforzando en el negocio de todas maneras. Era una situación que había provocado por su propia cuenta.

—Estoy… ocupado y me levantaré primero.

Se levantó, dejando una comida de la que no podía vaciar la mitad, como si se sintiera incómodo y sintiera que este lugar no era para él.

—Oh, Dios mío, ¿estás tan ocupado?

—Sí.

—Espero que nuestro padre se recupere lo antes posible. ¿Verdad, madre?

—Supongo que sí.

Caín, que estaba un poco indeciso, desapareció como el viento mientras ella le recordaba sus fallas y las de Mielle hasta el final.

¿Por qué te esfuerzas? ¿Parecía tan fácil el negocio en el que había trabajado el conde durante décadas? Incluso invertir es difícil, ¿qué podría hacer él cuando ni siquiera se ha graduado de la academia todavía?

Además, en lugar de concentrarse en el negocio, tenía que cuidar a los soldados que habían comenzado a ingresar al imperio uno tras otro con Isis.

Tarde o temprano, un gran ejército entraría en la mansión del conde Roscent. ¿Cómo manejaría Caín a los soldados que tenían al rey de Croa a sus espaldas?

—Saludos al conde en funciones.

—Bienvenidos, caballeros.

Poco después, decenas de hombres vestidos tan simples como los plebeyos llegaron a la mansión del conde Roscent. Trataron a Caín con cortesía, pero desconfiaban de Aria por el escándalo con el príncipe heredero. Quizás era uan orden de sus superiores, pero se veían amables, y parecían estar concientes de ella, actuando con modales y posturas correctas.

A veces parecían estúpidos, ya que estaban encantados con su hermosa apariencia, pero pronto se dieron cuenta de su verdadera actitud y volvieron a desconfiar. Sin embargo, los soldados de las otras mansiones, que habían llegado antes que ellos, exigieron demasiado y no los escucharon, y los nobles fueron devorados por la ansiedad.

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