La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 35: Ensayo y error (3)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Si había hermanas, era común traer regalos similares. Pero ella recibió solo un ramo de flores como este. Sin embargo, Aria recibió el ramo con una cara feliz, sin expresar lo que realmente tenía en mente.

—Gracias. Es un bonito ramo de tulipanes.

—Es la flor favorita de mi maestro.

—Ya veo. Por lo general, a la gente le gustan más las flores de su familia, pero debe ser muy patriótico.

—Bueno… puedo decir eso.

Aria, que dio una sonrisa fresca a cambio del ramo, acercó su nariz y olió las flores. Si no era la flor que podía oler fácilmente en las calles, podía oler la fragancia fresca y pesada de ella.

—Huele muy bien. No creo que sea el olor habitual. ¿Dónde lo compraste? —preguntó, parpadeando lentamente con los párpados llenos de pestañas. Su hermoso rostro se mezclaba con las flores. Lane miró brevemente a los ojos de Aria con el ceño fruncido en el centro de su frente.

—Lo… compré cerca de la mansión.

Luego giró rápidamente la cabeza para evitarla como si hubiera visto algo mal.

—Si todavía está tan fresco, supongo que es de la capital, ¿verdad? Está mucho más cerca de lo que pensaba .

Lane dio una mirada que implicaba que había cometido un error en este momento. Aria, que había clavado su mirada en él todo el tiempo, pudo captar ese momento. Se dio cuenta de que su maestro no era un aristócrata extranjero. Parecía servir a su maestro cerca, y eso significaba que su maestro se quedaba en la capital.

Sin embargo, desde el principio, poner a un aristócrata extranjero en la lista fue simplemente una ilusión. El tono de voz de Lane era una muestra del lenguaje estándar imperial. Si servía a un aristócrata extranjero o venía de otro país, no podría hablar un idioma estándar tan limpio. Sería diferente en alguna parte. Según la experiencia de Aria, así era.

Entonces, ¿quién demonios es? No me digas que es el príncipe heredero.

De ninguna manera. Se casaría con la princesa Frederick pronto. No había forma de que le prestara atención a Mielle cuando ya había muchos rumores sobre su compromiso. Además, Mielle no era más que una persona que estaba enredada con la familia porque su charla de compromiso iba y venía. Si esta idea absurda era cierta y no una imaginación, estaba claro que traería viento sangriento al Imperio. No haría eso si tuviera una idea.

Aria sacudió la cabeza, pensando que este nunca sería el caso.

—También tengo curiosidad por otros tipos de flores. Si no le importa, ¿podría hablarme de la florería?

—Se… lo haré saber después. En este momento, un poco… estoy en problemas.

—Sí, y cada vez que cambies de opinión, házmelo saber.

—Sí…

Poco a poco, la respuesta de Lane fue llegando tarde, tal vez porque se dio cuenta que había filtrado información sobre la identidad de su maestro. Él la miró a la cara, preocupado de que Aria lo hubiera notado.

Es un tulipán raro, así que si lo busca, descubrirá dónde lo compró.

Entonces Aria sonrió brillantemente como si no supiera nada. Lane volvió a su primera expresión una vez que se dio cuenta de que su oponente solo tenía quince años.

—Annie, ¿podrías ponerlo en mi habitación? Mantenlo bien para que no se marchite. Y tráeme la caja que siempre llevo conmigo.

—Sí, señorita.

Una criada había ido a llamar a Mielle, así que Aria esperó en el salón con Sarah y Lane. Le tomó bastante tiempo porque no estaba preparada para saludar a nadie.

Mientras tanto, los tres permanecieron en silencio por un tiempo ya que no había palabras para decir. La sala estaba quieta, y lo único que podían oír era el sonido de sus tazas de té cuando las bajaban. Al final, Sarah fue la primera en hablar ya que no pudo soportar más el silencio.

—Llego tarde a saludar porque no tuve tiempo de preocuparme por los demás. Es un placer conocerte. Soy Sarah de la familia del vizconde Lauren.

—Oh… he sido grosero con una dama. Soy Pino Lane.

Lane se levantó de su asiento y se inclinó cortésmente. Los dos se presentaron con saludos impecablemente limpios.

—Debes estar ocupado en el trabajo.

—Sí, mi maestro es muy caprichoso.

—Bueno, porque tiene la habilidad, parece ser caprichoso.

—Me da vergüenza que diga eso.

A diferencia de cuando estaba hablando con Aria hace un tiempo, una energía gentil fluía de él. Era como una conversación pausada entre nobles. En una atmósfera tenue, Sarah y Lane a veces se llevaban el té de jazmín a la boca y disfrutaban de su sabor relajado mientras continuaban su conversación.

—Viéndolo visitar la casa así, debe ser bastante cercano de la señorita Mielle

—No, ella es una conocida de mi maestro, no yo. Solo le estoy entregando regalos y preguntándole cómo se encuentra.

—Ya veo. Lamento haber sido grosera.

—No, no lo estoy ocultando. Ni siquiera es grosero.

No sabían la identidad de su amo, pero él no tenía nada que ocultar.

Mientras Sarah y Lane hablaban, Annie trajo la caja del reloj de arena. Aria jugueteó con un reloj de bolsillo en su cuello. Le temblaban las manos porque no lo había usado hasta ahora.

Hizo un clic. Abrió el reloj de bolsillo y presionó el botón. La primera aguja aceleró rápidamente hacia el futuro.

¿Puedo obtener información de aquel que finge estar relajado en la superficie pero en realidad es cauteloso como un gato peludo?

Aria, que tenía su preciosa caja junto a ella con Annie, se volvió hacia Lane. Mientras el reloj de arena la rodeara, estaría bien. No importaba lo que dijera, todo terminaría si ella daba la vuelta al reloj de arena.

—Señor Lane, ¿por qué su maestro está interesado en Mielle?

Lane respondió sin dudarlo porque era una pregunta que había hecho antes.

—Como dije antes, ella es inteligente y rápidamente obtiene información. Mi maestro notó que tiene una habilidad excelente, y le gustaría enseñarle cómo hacer un uso correcto de esta.

—¿Qué tipo de información usó Mielle? —Por encima de todo, no podía estar de acuerdo con el hecho de que Mielle había obtenido información rápidamente.

¿Podría Mielle haber logrado una gran hazaña sin darse cuenta? Si lo hubiera hecho, debió haber estado alardeando por toda la ciudad, y Aria no podría entender por qué no lo sabía.

—¿Estás diciendo que ayudó al negocio de mi padre?

—Podría decirse. El conde dijo que ella siempre da consejos al negocio.

Esta era la historia que había escuchado la última vez.

De hecho, ¿el conde inventó sus palabras por exageración? 

El consejo de Mielle no había sido aceptado por el conde, por lo que solo podía pensar en eso de esa manera. Y al pensarlo, todo era consistente.

En verdad, hija y padre son tan tontos.

Podría haber dicho algunas palabras para mostrar a su hija, pero si alguien lo tomara a la ligera, no habría ningún problema. Pero no podía imaginarse hacerlo con alguien que le prestara toda su atención a Mielle. Ella no creía que fuera un aristócrata ordinario, ¿cómo podría manejarlo más tarde?

Por supuesto, si Oscar y Mielle se casaran, el conde estaría en el pináculo del poder y la riqueza, por lo que nadie lo confrontaría fácilmente, ¿pero no estaría avergonzado? Todos en la aristocracia estaban faroleando, pero esta vez era demasiado.

—¿Escuchaste los detalles?

Aria se preguntó qué podría haber dicho el conde.

¿Cómo reaccionará una persona tan seria cuando los hechos resulten ser falsos y exagerados?

—Sí, me impresionó especialmente el consejo que la señorita Mielle le dio a su padre. Esta vez ella respondió antes de la moda.

—¿Dijiste… moda?

—El pelaje. Escuché que se dio cuenta antes de que la princesa dirigiera la moda.

¿Mielle? 

La mano fina de Aria que sostenía el reloj tembló. Eso no era lo que había dicho Mielle. Eso era lo que Aria le había contado al conde. ¡A cambio, incluso había recibido un regalo de cumpleaños y un joyero! No podía entender por qué había llegado al logro de Mielle.

Aria se quedó sin palabras por un momento. A pesar de que ella no era su propia hija, era demasiado quitarle sus hazañas mintiendo. Entonces, Sarah la llamó por su nombre, y logró recuperar el sentido.

—¿Mi padre… dijo eso? ¿Qué Mielle le dio consejos sobre pieles?

Lane frunció el ceño levemente ante la expresión y el tono de voz de Aria. Volvió a pensar en esa ocasión para saber si había cometido un error o no. Recordó brevemente el pasado para responder las preguntas de Aria.

—¿Tal vez? Salió naturalmente cuando conté la historia de la señorita Mielle. ¿Hay algún problema?

Ella no lo creía, pero pensó que él podría admitirle algo si lo intentaba…

Sí, ya veo. De alguna manera sus ojos se calentaron. Pero no sentía que iba a llorar. La fiebre parecía haber subido.

La mirada de Aria que parpadeaba lentamente se dirigió hacia el reloj de arena. Cuando descubrió que la aguja se acercaba a la parte superior, sacó el reloj de arena de la caja.

—Sí, porque yo fui quien le contó a mi padre sobre las pieles.

—Eh… ¿Sí?

—Yo fui quien lo ayudó con el negocio de las pieles. Mielle siempre dijo un montón de basura inútil y cruda. Quiero decir, eran cosas que todos pensarían. Mi padre nunca usó sus consejos.

—¿De qué estás hablando…?

—Por lo tanto, significa que Mielle es una perra estúpida, lo suficiente como para eliminar incluso las pocas hazañas de una perra malvada.

—¿Aria?

Sarah, sentada a su lado, la llamó al escuchar la naturaleza impactante de la mujer malvada. Lane tampoco dijo nada y sólo abrió los ojos. Mirándolos, Aria giró el reloj de arena sin dudarlo.

Frente a ella estaban Sarah y Lane, que pretendían estar relajados y tomaban té. Esto trajo las hazañas de Aria de vuelta al lado de Mielle.

No debería haber dado la vuelta al reloj de arena, pensó por un momento, pero no pudo.

No importaba cuánto le haya dado crédito el conde a su propia hija, él seguía siendo el jefe de la familia Roscent y un hombre influyente. Ella no podía convertirlo en un enemigo con palabras inútiles.

Pero surgió una pregunta: ¿debía ayudar a los negocios del conde en el futuro? ¿Sería útil para su vida? Podía cuidar un poco de él, pero no volvería a ayudar porque todo el crédito iría a Mielle como estaba ahora.

Tal vez no importa si solo pretendo ser decente.

Estaba claro que las expectativas sobre ella serían bajas, de todos modos.

¿No cree que me vería bonita si me quedara quieta? 

Su corazón comenzó a latir más rápido con una inesperada sensación de traición. La mano que devolvió el reloj de arena a la caja estaba llena de fuerza.

Un momento después, Mielle apareció vestida muy elegante en el salón tranquilo donde nada había pasado. Cuando escuchó su conversación, se dio cuenta de que toda la ropa que llevaba era un regalo del maestro de Lane. Después de todo, quién se vestiría así en el interior.

—Lamento haberlo hecho esperar mucho tiempo.

—No, es mi culpa por aparecer de repente. Se ve muy bien con el atuendo.

—Gracias. He estado pensando en qué ponerme durante mucho tiempo porque hay muchas cosas hermosas.

—Es hermosa sin importar lo que use.

—Me da vergüenza.

Mielle estaba tímida y sonrojada. Fingía ser inocente mientras era totalmente diferente por dentro. Actuaba así a pesar de que eran palabras que escuchaba todo el tiempo, y Aria se rio de ella.

El té con mucha miel era amargo. Aria dio un mordisco a un canapé con queso y se quitó los restos de miel amarga de la boca.

—No sé qué hacer hoy porque su maestro me dio demasiados regalos.

—No importa. No es un regalo en el que mi maestro se haya excedido.

¿Mielle sabe que toda la ropa y las joyas que usa no son suyas? ¿No puede torcer esa cara bonita aunque lo sepa?

Y una cosa más. Si el maestro de Lane descubriera que la mujer vulgar y malvada fue la que ayudó al negocio del conde, ¿cómo reaccionaría? ¿Seguiría tratando a Mielle de la misma manera? Aria no estaba segura si el maestro de Lane continuaría del lado de Mielle, pero podría esperar la misma reacción.

Fue solo después de que Mielle saludó a Lane por un largo tiempo que miró a Sarah. Abrió los ojos e inclinó la cabeza como si hubiera encontrado a alguien que no hubiera estado allí.

—Oh, ¿es la tutora de mi hermana?

—Sí. Lo siento por la presentación tardía. Soy Sarah de la familia del vizconde Lauren.

—Por favor, por favor, no se preocupe, señorita Lauren.

El saludo de Mielle fue cortés y ordenado, pero su negligencia por Sarah salió implícitamente. Sobre todo, hablaba de manera informal sin revelar su nombre.

¿Es porque es una dama de la familia vizconde de clase baja? ¿O no tiene una mirada elegante? ¿O es la tutora de una mujer malvada? 

Aria no sabía cuál de esos era el motivo, pero debía ser todo lo mencionado.

—Sí, también te pido que me des disculpes. —Sarah parecía un poco sorprendida por la actitud de Mielle, pero no mostró signos de ello. En cambio, prestó más atención a sus modales e intentó evitar ser culpada.

Mielle sonrió suavemente.

—Como era de esperar, usted fue quien entrenó a Aria, que aún no está acostumbrada a la noble sociedad.

—Eso es demasiado.

¿A quién quiere alabar y a quién reconocer? Mielle, ¿sabes que Sarah se convertirá en la marquesa poco después y, a diferencia de ti que obligó a Oscar a comprometerse, el marqués de Vincent la ama?

Por desgracia, tal vez incluso si se enterara, Mielle se apegaría a esa actitud altiva. Tenía la imaginación de que se casaría con el sucesor de la familia Frederick. Sin embargo, una mujer vulgar y malvada que sabía el futuro nunca dejaría que eso sucediera.

Y la maldición de la niña malvada había estado en parte en progreso. A diferencia de la mirada fría que le había enviado a Mielle, Aria aún no podía olvidar la mirada que Oscar tenía cuando la miraba.

Pobre Mielle, muere miserablemente. Me desharé de todas las personas que te rodean. Permitidme compartir el dolor de vuestras cabezas cortadas.

Aria tomó un sorbo de su té que había sido endulzado nuevamente por su risa.

—¿Qué estudia en otros momentos?

—¿En otros tiempos? Me gusta leer un libro del estudio de mi padre o tener una discusión bajo la guía de los maestros.

Por supuesto, había una variable llamada Lane junto a Mielle, pero Aria tenía el presentimiento de que no tendría que preocuparse por él al escuchar su conversación. Mielle estaba siendo probada ahora.

—Oh ya veo. Soy similar. Bueno, ¿hay algún tema que le haya interesado últimamente?

—¿Un tema de interés? Mmmmm… Déjeme ver.

Mielle, que estaba inclinando la cabeza como si estuviera pensando, no pudo responder fácilmente. Aria supuso que era porque Mielle estaba tratando de pensar a pesar de que no era inteligente y astuta, ansiosa por cómo podría verse bien para el hombre no identificado. Debe ser difícil exprimir lo que no estaba allí.

—He estado pensando en el nuevo negocio de mi padre.

—Oh, ¿tiene algún pensamiento específico? ¿Qué es?

Lane fulminó con la mirada las palabras de Mielle de que estaba pensando en los negocios del conde con ese cerebro inteligente.

—Sí, pero no puedo hacérselo saber. Solo voy a decirle un poco a mi padre.

—Jaja, querida. Casi me robé los importantes secretos comerciales.

Lane dio una sonrisa fría como si fuera muy lindo.

Pero, ¿es realmente un secreto? No creo que haya nada en él. ¿Sería de poca ayuda incluso si la tuvieras? ¿Por qué no se lo dijiste, Mielle? Deja que Lane se ría de ti tan fuerte como pueda.

—Entonces, ¿qué opinas sobre la reapertura del casino?

—¿Casino?

—Sí, el casino que ha sido reabierto desde hace bastante tiempo.

—Oh, te refieres al casino donde tuvo lugar el caso de trata de personas.

—Sí.

Lane puso la historia en el tema candente. Lo que Mielle sabía sobre el incidente del casino era lo que leyó en algunas líneas de periódicos. Era obvio que habría poca conversación nutritiva. Y afortunadamente, Lane luchó para hacerle preguntas a Mielle para que Aria no se decepcionara.

Podría ser ordenado por su maestro. Lane le dijo a Mielle que su maestro la había conocido, pero parecía haber sido un momento muy corto ya que ella no lo recordaba, y lo único que el conde realmente se había jactado de su hija era el negocio de las pieles.

Por eso quiere decidir si es auténtica.

Su maestro quería saber si ella era realmente inteligente o no.

Como el príncipe heredero estuvo involucrado, Mielle parecía saber bastante sobre el incidente del casino, y fue franca y habló claramente de sus pensamientos.


Maru
¡No puedo con esta ansiedad! ¡Necesito que se sepa que todo fue por Aria! Y deseo la muerte de ese estúpido conde. Darle el crédito a la odiosa de su hija… ¡Agh!

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