La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 9: Futuro cambiado (1)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


Aria le devolvió el vestido a Mielle rápidamente. Ni siquiera lo lavó porque quería quitarse la prenda de las manos lo antes posible.

La cara de Mielle parecía extraña cuando miró a Aria devolviéndole el vestido sin una lágrima. Probablemente pensó que se lo entregaría en un estado terrible.

Por supuesto, Aria había tenido muchas ganas de hacerlo, pero después de enterarse de que cometer tales fechorías solo la haría sentir un poco mejor en este momento y que su situación se agravaría más adelante, no lo hizo.

Además, innumerables personas la habían visto tomar prestado el vestido de Mielle, por lo que no podía devolverlo hecho un desastre. En primer lugar, el hombre con esa horrible mirada podría venir a buscar al dueño del vestido, por lo que debía mantenerse a salvo en el vestidor de Mielle.

—Ahora que he comprado algo de ropa, no habrá una situación en la que deba pedirla prestada.

—Puedes pedir prestado más, pero me alegro por ahora.

Mielle, que no tenía idea de lo que su hermana estaba pensando para sí misma, se sintió aliviada. Entonces, Aria sonrió suavemente mientras la miraba.

Le pareció claro lo que Mielle había pensado en el pasado cuando la había acosado hábilmente. La práctica fue más divertida y entretenida de lo que ella había pensado. Por eso Mielle la había acosado durante tanto tiempo.

¡Perra tonta! Espero que ese hombre me confunda con Mielle.

No las confundiría si el encuentro hubiera ocurrido en el futuro. Mielle tenía una apariencia, un tono y una atmósfera muy diferente a la suya, pero aparte de eso, todas las demás características externas eran las mismas: cabello rubio brillante, piel de porcelana, estatura promedio y edad similar. Por último, ambas eran señoritas de los Roscent. Mielle y Aria tenían muchas características en común.

En el caso de Aria, en su corta edad, era un poco más baja que Mielle, y por eso no podía comer adecuadamente, pero debido a eso, al crecer ambas tendrían la misma altura a pesar de que Mielle era un año menor que ella. Por lo tanto, si ambas estuvieran juntas, alguien de lejos no sería capaz de distinguirlas.

Por supuesto, la gente podría distinguir la elegancia de Mielle de la de Aria solo por la postura, pero desde que Aria comenzó a trabajar para refinar su elegancia, esa brecha comenzó a cerrarse lentamente.

La gente pensaría que Mielle era la única cuando consideraba a la hija del conde Roscent, por lo que si el hombre buscara según el nombre de su familia y las características externas, era muy probable que el nombre de Aria no apareciera. No solo eso, el vestido que Mielle había recibido de Oscar era una trampa.

Ese vestido no era de Aria. Mielle, que había recibido el regalo, se había jactado de todos los que conocía en el vecindario, diciendo que la prenda, que estaba decorado con un rubí rojo hecho a mano con el sello de la familia del duque de Frederick, era hermoso.

Por lo tanto, ese hombre nunca podría encontrarla. Pensando de esa manera, Aria se sintió aliviada. Mientras no se dirigiera a donde los plebeyos generalmente se reunían, podría estar a salvo del peligro, pero era mejor estar preparada para cualquier cosa.

Debido a su vasto conocimiento, su miedo a un futuro impredecible era mucho mayor que el de la gente común, especialmente porque ya había perdido su vida una vez y estaba decidida a que no volviera a suceder.

La situación actual era diferente. Valdría la pena considerar si era bueno que la hubiera encontrado, pero si era malo, tenía que evitarlo a toda costa. Con la esperanza de que Mielle pudiera asumir todos los riesgos y peligros, Aria continuó construyendo los sólidos muros a su alrededor.

Maru
Pero por favor, cuánta maldad jajajajajajaja.

—Ese vestido, todos los que conocí lo elogiaron diciendo que era bonito a pesar de que yo no era el dueño.

Por favor, usa ese vestido y camina en él. Jáctate con todos que el vestido es tuyo.

Cuando Aria le contó la historia, la cara de Mielle se endureció. El vestido era tan precioso que incluso Mielle no podía usarlo, pero tampoco quería que alguien más lo usara. Aria la vio incapaz de mantener su expresión amistosa, lo que significaba que debía estar muy enfadada, que era exactamente lo que había esperado.

Imaginando a Mielle con el vestido regalado por Oscar y caminando entre la multitud varias veces, Aria se dirigió a su habitación. Ese día todo había funcionado tan bien que estaba tarareando inconscientemente.

♦ ♦ ♦

Afortunadamente o no, el hombre que había conocido en la tienda general no vino después por ninguna de ellas. Mientras tanto, Aria preguntó cuántos participantes asistirían a la fiesta del té de Sarah antes de ir.

—Incluidos la señorita Aria y yo, habrá un total de seis personas.

La razón por la que preguntó fue para preparar pañuelos bordados para los invitados con anticipación. Entre las mujeres aristócratas, la presentación de artículos bordados entre sí se usaba como método para forjar lazos.

A Aria, que había recibido hermosas y brillantes joyas de hombres en el pasado, le resultaba difícil comprender lo bueno que era intercambiar regalos bordados, pero cuando Sarah le contó sobre las otras opciones, tuvo que asentir.

Además de los artículos bordados, las mujeres también regalarían pinturas dibujadas a mano, poemas antiguos y ensayos simples, que se mostraban primero a sus madres o hermanas para su aprobación antes de entregarlas como regalos a otros.

Aria, pensando que tendría que realizar tales actos con Mielle, se sintió tan enferma que estaba a punto de vomitar del asco, pero apenas lo contuvo. Si usara pintura y tinta hechas de veneno, estaría bien, pero la idea de hacer tales actos con Mielle era repugnante. Sin mencionar que había una cuestión de si ella realmente sería capaz de intercambiar cosas así con las otras señoritas. No podía escribirlos porque, en primer lugar, rara vez había leído libros.

—¿Señorita Aria? Tu tez…

—Ah, lo siento… me siento un poco…

Sarah, quien confirmó que la piel de Aria se puso más pálida cuanto más explicaba las cosas, recomendó el pañuelo entre las varias opciones. Eso fue porque permitiría el floreciente talento de Aria sin hacerla sentir rechazada.

—Dado que el bordado del emblema de cada familia es muy complejo, es suficiente ponerles el sello del imperio.

El emblema del imperio era un tulipán. No era una forma compleja, por lo que solo le tomó dos días completar los seis pañuelos. Aria no necesitaba uno, así que podría haber hecho cinco, pero había otra persona a quien quería dárselo. Esa persona era Mielle.

Aria regaló un pañuelo bordado con el emblema del imperio a la niña que estaba completamente enfocada en aprender bordado.

—¡No puedo esperar a ver tu pañuelo! Nuestro padre definitivamente está esperándolo ansioso, así que si recibiera uno, definitivamente se lo presumiría a todos.

Aria rio con inocencia. El bordado, perfectamente tejido con hilo fino, era hermoso. El tulipán rojo era tan vívido y hermoso que parecía que iba a salir de la tela en cualquier momento. Una de las criadas los miró de lejos, pero no pudo ocultar su cara de sorpresa cuando Mielle se mordió el labio. Parecía que las habilidades de Mielle todavía no habían mejorado.

—Si has completado algo, ¿puedo echar un vistazo?

—¡No! No aún no…

La mano de Mielle, que apretaba fuertemente el pañuelo, palideció. Con tanta presión, era seguro que tropezaría, perdida en la decepción por un tiempo. Para que Mielle recuperara su confianza y se decidiera, era necesario presionarla de vez en cuando. Pero, si Aria la molestaba demasiado, podría hacer que Mielle volcara la mesa, como lo había hecho en el pasado, por lo que tenía que ajustar cuánto empujar.

Sería genial si ella fuera una tonta hasta que muriera, pero Mielle pronto maduraría y se volvería sabia. Todavía era joven y, como no había nadie que hubiera mostrado hostilidad contra ella, no podía manejar bien esta situación, pero si lograba comprenderla bien, atacaría a Aria con sus afiladas espinas.

Sabía muy bien que ese tiempo no estaba lejos. Si hubiera sido el pasado, Mielle ya le habría asignado una sirvienta, y la estúpida Aria habría caído en la trampa donde se suponía que debía arrojarle una jarra de agua.

¡Eras una niña joven pero malvada! Por supuesto, fui una perra peor por haberte arrojado esa jarra.

Recordando ese día, el sudor se unió en sus manos y espalda.

Ese había sido el comienzo de su oscuro pasado. A partir de ese día, la vida de Aria comenzó a pudrirse y arruinarse, y la luz de Mielle, que era muy brillante, borró su existencia.

Por eso necesitaba construir una base sólida. No se trataba simplemente de molestarla por un tiempo. Aunque tenía un gran poder para conocer el futuro, necesitaba más conocimientos básicos y conexiones además de eso. Ella no debería contentarse con solo Sarah a su lado.

Aria regresó a su habitación, dejándole un mensaje a Mielle de que era un día cálido y agradable para salir, con el deseo de que saliera vestida con el regalo de Oscar.

Luego, Jessie, la preparó para asistir a la fiesta del té. La cara de Jessie se oscureció cuando Aria tomó la ropa más simple del montón que había comprado el otro día. Por supuesto, elegir cualquier otro no era realmente una mejora porque la calidad de la ropa era casi la misma, pero la cara de Jessie expresó que esos no lo eran los adecuados.

—Jessie, ¿cómo está?

—La ropa es un poco simple, pero está ordenada y va bien con usted —respondió, arreglando el collar de Aria.

El vestido rosa claro con un simple volante en el pecho, las mangas y la parte inferior era lo suficientemente sencillo como para que pareciera una plebeya, si no fuera por los elegantes zapatos hechos a mano, la cinta arrugada en el cuello y los accesorios con forma de flor en la cabeza.

Sin embargo, Aria era muy aficionada a su vestido.

¡Qué lamentable me veo! Nadie la consideraría hija de un conde si la vieran de esa manera. Tal vez tan pronto como se bajara del carro, una mirada de lástima se derramaría sobre ella.

—Las cosas simples se ven bien en mí… ¿Eso significa que mis orígenes humildes hacen que estos sean una buena combinación?

—¡No, no, claro que no! Su cara es tan bonita que se ve bien con lo que use. A eso me refería…

Aria dijo que había estado bromeando, pero Jessie agitó la mano desesperada mientras se le ocurría una excusa para sus palabras. Era tan divertido que se rio, haciendo que Jessie se sonrojara. La sirvienta, sin saber qué hacer, evaluó cuidadosamente la situación. Aria la dejó ser, ya que no tenía malicia u hostilidad hacia Jessie, además de disculparse por sus acciones hacia ella en el pasado.

—Es una broma.

—¿Una broma?

¿Aria hace bromas? 

No importaba cuán reciente sea el cambio en la personalidad de Aria, que se había vuelto más dócil, parecía tan drástico que era extraño. Últimamente, Aria no había estado haciendo ningún acto travieso o malvado, pero eso era raro. Había un misterio que Jessie no podía responder, incluso si le preguntaran qué le pasaba a Aria. Conocía a la señorita mejor que nadie porque la había estado observando de cerca.

Incapaz de cuestionar o replicar, solo pudo reírse torpemente ante la broma peligrosa y crítica de Aria. Las cosas eran mucho más cómodas y menos asfixiantes para Jessie ahora, por lo que prefería la situación actual, incluso si era extraña.

Aria, que había terminado de prepararse, fue escoltada por dos caballeros. Uno era John, que se había convertido en su perro faldero, mientras que el otro era primerizo.

Era la primera vez que escoltaba a Aria desde el incidente en la tienda general, por lo que John estaba inquieto como un perro que necesitaba orinar todo el tiempo, haciendo que el otro caballero lo mirara de manera extraña. A ese ritmo, habría un malentendido, por lo que Aria intentó cambiar el estado de ánimo al hablar sobre el clima.

—Me alegra que el día haya sido agradable. Me siento renovada. Es una fiesta en el jardín, así que casi me siento triste cuando llovió.

Afortunadamente, la charla de la joven era tan clara y brillante como el canto de los pájaros de la mañana, y el aire extraño disminuyó rápidamente.

Aunque todavía era joven, no había nadie que no la viera tan amable con su sonrisa cariñosa. Era una habilidad social que había aprendido en el pasado, cuando sólo usaba su belleza. Esa forma de ganar favor al estimular la visión de los demás funcionaba en todos, independientemente de su edad o género.

También era un arma que la tranquila y noble Mielle nunca podría adquirir. Algunos se burlaron, diciendo que había lo heredado de su madre, una prostituta.

Siempre que eso sucedió, por supuesto, Aria dijo que sí tan positivamente como pudo. Fue una bendición heredar su hermosa apariencia y la llamativa sonrisa de su madre. Cuantas más herramientas pudiera usar, mejor.

Ahora que había regresado al pasado, no cambió su opinión sobre su uso. Había podido sobrevivir mucho después de la edad adulta porque había algunas personas a las que les había encantado su apariencia.

♦ ♦ ♦

No tardó mucho en llegar a la mansión de Sarah porque todas las mansiones aristocráticas de la capital estaban ubicadas en un terreno muy caro cerca del Palacio Imperial. Como habían tenido noticias de Sarah, había amabilidad en los rostros del mayordomo, los sirvientes y las criadas que saludaron a Aria.

El mayordomo la saludó cortésmente y le dijo que todas las otras jóvenes ya se habían reunido en el jardín. Aria había llegado tarde a propósito.

El personaje principal debería ser el último en llegar. La percepción era esencial para mantener la atención de todos. Sin embargo, no podía caminar tranquilamente al jardín ya que llegaba tarde, por lo que decidió acelerar un poco. Le preguntó al mayordomo, que la estaba guiando a un paso, dónde estaba ubicado el jardín.

—Lo verá si baja un poco por el pasillo… Ah, ¿señorita Aria?

Tan pronto como Aria consiguió la ubicación del jardín, se fue a paso rápido, casi corriendo. Con el repentino aumento de la velocidad, los caballeros y su doncella también aceleraron. El tamaño de la mansión era bastante pequeño, por lo que llegó al jardín rápidamente.

Allí, llegó sin aliento. Cinco jóvenes nobles ya se habían reunido, cada una de ellas mirándola con asombro y desconcierto porque todavía estaba jadeando.

Aria, que se cepilló el pelo y la ropa desaliñados, sostuvo la falda y dobló las rodillas para ser cortés.

—Lo siento, llego tarde. Soy Aria, hija del conde Roscent. No sabía qué ponerme…

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