La villana vive dos veces – Capítulo 4

Traducido por Devany

Editado por Maru


—Debe haber alguna forma de derrocar a Lawrence. No podemos permitir que siga haciendo todo esto, sin embargo, la brecha de poder entre nosotros es demasiado grande. Y como sabrá, mis subordinados y yo sólo conocemos de asuntos militares, no tenemos ni idea de cómo reducir la brecha de poder.

Artisea lo miró fijamente. El rostro de Cedric, que antes se había mostrado impasible como una estatua, ahora estaba lleno de una desbordante pasión, similar a la de un sol abrasador. No había levantado la voz, pero para ella, era como si él estuviera rugiendo.

—Sé que es una mujer muy inteligente. No tuvo la perspicacia de elegir correctamente a quién servir, pero creo que eso solo fue porque estaba cegada buscando el amor de su familia. Si bien hizo cosas terribles, todas fueron por el bien de Lawrence.

Artisea lo miró sin comprender. ¿A dónde quería llegar con todo esto?.

—La única persona que puede revertir esta situación es usted. Marquesa Rosan, necesito su ayuda. —Al terminar de hablar, inclinó su cabeza. Segundos después, como si creyera que dicha muestra no fuera suficiente, se arrodilló colocando ambas manos en el suelo, inclinando tanto su espalda que su frente casi llegó a tocar el piso.

Tal acción sólo asustó a Artisea, quien sacudió sus miembros alterada. Ya desde antes era difícil mantenerse erguida, pero ahora, con aquellos movimientos bruscos, si no fuera por la ayuda del mayordomo que la estaba sosteniendo, hubiera tenido una dolorosa caída.

Ignorando su sorpresa, Cedric levantó el rostro, sus negras pupilas brillaban como dos carbones a fuego vivo.

—Ya no está a merced Lawrence ni de su familia. Dígame, cuando mira alrededor del imperio, ¿no se arrepiente de cómo cayó en ruinas? Sé que solo era una conspiradora que seguía órdenes en automático, no una demonio como todos dicen. A diferencia de Lawrence, pensó en hacer algo bueno con el poder que tenía, ¿no es así?

Artisea sacudió la cabeza. Pensó que no tenía derecho a arrepentirse. La gente tenía razón. Si existiera una bruja que hubiera hecho un pacto con el diablo, sería ella. Aun si quisiera ayudarlo, no tenía lengua para hablar ni manos para escribir. Ni siquiera podía pensar bien con su ahora cansado y adolorido cuerpo.

—Marquesa Rosan, usted todavía tiene una mente brillante. Puede escribir sosteniendo un bolígrafo en su boca, o puede señalar las palabras con la ayuda de otra persona. Mientras viva, puede lograr cualquier cosa si tiene la determinación y la voluntad de hacerlo. La necesito.

Artisea lo miró durante un momento, con su visión ahora borrosa. Toda la situación parecía un chiste. Nunca había oído a Lawrence, la persona por la que había sacrificado tanto en su vida, decir que la necesitaba. Ella conocía a Cedric, sí, pero ella mejor que nadie sabía que su relación había sido de enemigos.

Él más que nadie, debería odiarla. El resentimiento que cargaba su corazón debería arder más que un río de lava. Cualquier persona cercana a él esperaría que la matara con ferocidad. Contrario a ello, estaba aquí, arrodillado frente a ella, dispuesto a sacrificar todo por una noble causa.

No obstante, Artisea solo volvió a negar fervientemente con su cabeza.

Ella era buena únicamente para persuadir a los demás a que le hicieran favores, era excelente conspirando, asesinando y tramando desde las sombras. Sin embargo, no dominaba las estrategias tácticas de guerra. Si Cedric no era capaz de hacer aquello, mucho menos ella.

Aun si fuera una estratega verdaderamente brillante, no había forma de superar el actual desequilibrio de poder.

—Ya veo. —Cedric pareció entender rápidamente por qué Artisea sacudió la cabeza—. Incluso usted no es capaz de hacer algo al respecto —dijo con tristeza.

Las lágrimas cayeron de los ojos de Artisea.

Desde la primera vez que sus manos fueron manchadas de sangre, había decidido no arrepentirse de nada hasta el día de su muerte. Todas las cosas que había hecho, todos sus pecados, nada podría ser perdonado solo por el simple hecho de que se arrepintiera después.

Incluso si los muertos poseían algún resentimiento hacia ella, Artisea siempre pensó que lo que realmente debían resentir era el haber nacido en este mundo. Nadie que haya crecido en un mundo como este podría ser considerado inocente. No. Hasta un recién nacido era un pecador por el simple hecho de haber nacido aquí. Ella, Lawrence, todos eran pecadores, de que servía arrepentirse.

Aun sabiendo todo eso, la culpa y el arrepentimiento se apoderaron de ella. Podría jurar que todos sus arrepentimientos acumulados en lo profundo de su corazón habían salido por fin, golpeándola como una enorme y dura roca en el corazón.

—Siento haber sido imprudente con mis palabras. —Cedric se puso de pie—. No puedo darle mejor alojamiento por las malas condiciones del campamento militar, pero pronto la enviaré al campo con algunos de mis hombres. Espero que pueda vivir en paz el resto de su vida.

Artisea lo miró en silencio, derramando infinidad de lágrimas.

Esa noche lloró acurrucada en la tienda, tratando de pensar algo que pudiera arreglarlo todo. Analizando la situación actual, no había forma en que pudieran girar la ruleta a su favor.

O al menos eso pensaría cualquiera, pero la verdad era que Artisea sí conocía un método.

Se arrastró lentamente en medio de la habitación, sentándose con cuidado. Si bien, Artisea no quería usar dicho método puesto que, contrario a la creencia de Cedric, para ella, Lawrence no era el culpable de sus errores, sino ella, teniendo como único deseo morir y pudrirse, abrazando todo el daño que había hecho en esos años. Cedric, el reino, y sus habitantes eran otra historia…

No hay un plan, pero hay un método.

Si la balanza de poder estaba demasiado inclinada para ser invertida, entonces sólo debía retroceder en el tiempo antes de que la balanza de poder se inclinara irremediablemente.

Con determinación, mordió lo poco que le quedaba de lengua y empezó a dibujar un círculo mágico con la sangre. Era cierto que la magia era algo que había desaparecido de este mundo hace mucho tiempo, sin embargo, la metodología respecto a ella se seguía transmitiendo de generación en generación. Lo único que se necesitaba eran círculos mágicos precisos dibujados con sangre y un sacrificio humano de por medio.

Curiosamente, la razón por la que la magia empezó a desaparecer no fue debido a la necesidad de sacrificios humanos para realizarla, sino al hecho de que había pocas personas capaces de dibujar correctamente un círculo mágico. Los caracteres de los círculos mágicos estaban escritos en un lenguaje antiguo, incluso si una persona era capaz de copiarlos, activarlos a voluntad era una tarea imposible para cualquiera.

Pero no para ella. Artisea era una de las pocas personas que podía escribir con facilidad los antiguos caracteres de esa lengua muerta. No por nada durante toda su vida había estudiado infinidad de círculos mágicos, esto con el fin de usarlos en sus planes malvados.

Aunque la hemorragia no se detuvo, Artisea se mordió la lengua muchas veces más, también comenzó a morderse el interior de la boca buscando aumentar la cantidad de sangre. Con la cantidad de sangre derramada, tenía que dibujar como mínimo un círculo mágico de tamaño aceptable.

Durante toda la noche perfeccionó el círculo mágico. No habría segundas oportunidades, debía salir perfecto a la primera.

A mitad del camino su visión comenzó a volverse borrosa, y tuvo que morderse la lengua con más intensidad para mantenerse despierta.

Al final, un poco antes del amanecer, logró terminar el círculo mágico, derrumbándose sobre este debido a la pérdida de sangre.

Es un sacrificio humano adecuado, pensó, mientras cerraba los ojos con impotencia.

El círculo mágico que le arrebataría la vida comenzó a brillar en azul. Tal brillo atrajo la atención de Cedric, quien se apresuró a entrar y mirar la escena con asombro. Sin embargo, ya era demasiado tarde, el círculo mágico ya tenía un sacrificio para cobrar y empezar a funcionar.

Cuando intentó acercarse, un destello de luz lo cegó.

Espero que tus deseos se hagan realidad en tu próxima vida, pensó por última vez.

La magia pronto se convirtió en un pilar de luz que se extendía más allá del firmamento, iluminando el cielo nocturno.

♦ ♦ ♦

Cuando abrió los ojos, faltaba poco para el amanecer. Artisea movió sus pies y manos bajo la manta, demasiado sorprendida. Con lentitud, se tocó la lengua. Trató de hablar en voz alta, siendo recibida por una entonación fuerte y clara.

No podía comprender qué había pasado, estaba segura que los antiguos caracteres que poseía el círculo mágico pedían una vida humana a cambio de volver en el tiempo. La vida de Artisea sería el pago, era por eso que pensó que moriría. No obstante, estaba aquí, viva.

Si bien no había heridas o dolor en su cuerpo, la enorme roca formada por su arrepentimiento seguía lastimando su corazón.

Sintiéndose extraña, levantó la mano.

La luz de la luna se filtró a través de la ventana y tiñó sus uñas de azul. Artisea observó sus uñas en silencio, movió la sabana y se levantó de la cama. Luego, encendió la lampara y caminó frente al espejo, mirándose fijamente.

—He regresado.

En el espejo se reflejaba una chica de pelo rubio brillante y ojos turquesa. Sorprendida, se tocó la mejilla con la punta de sus dedos, la cara frente a ella era más como la de una extraña.

¿Mi cara se veía así?

Se dio cuenta de que nunca se había cuidado a sí misma. Sólo se había visto unas pocas veces en el espejo, ya que odiaba que sus facciones fueran diferentes a las de Lawrence y Miraila. Miraila a menudo decía que era tan fea que ni siquiera quería mirarla. Lawrence rara vez hacía contacto visual con ella. Sin embargo, entre hermanos era normal no darle importancia a la apariencia del otro. Si bien Artisea estaba obligada a hacerlo como encargada de la imagen de Lawrence en eventos sociales, su caso era especial.

Artisea se dio la vuelta y volvió a su dormitorio.

No tenía planeado regresar en el tiempo. Su objetivo era darle a Cedric otra oportunidad. En sus planes estaba que ella esta vez no estaría de por medio, de esa forma, el poder de Lawrence se debilitaría en gran medida.

Si bien Miraila tenía una habilidad excepcional para manipular al emperador, su personalidad dejaba mucho que desear. No importaba cuánto esfuerzo pusiera en sus planes, siempre dejaría algún rastro.

Con Lawrence era lo mismo. Después de todo, él nunca se caracterizó como una persona conspiradora. Incluso desde antes, él ya tenía un odio hacia Cedric que lo hacía actuar impulsivamente. En aquel entonces, como era sobrino del emperador y aún no había destacado tanto, Artisea lo mantuvo bajo control atando sus manos y pies.

Si no fuera por ella, Cedric podría haber conservado su poder hasta el momento decisivo. Incluso después de todo el daño que le hizo, sobrevivió hasta el final, dándole pelea a Lawrence.

Lo importante es que he vuelto.

Ya fuera un fallo en el círculo mágico o algún otro problema, debía haber una razón por la que había sobrevivido.

—Necesito tu ayuda.

Eso fue lo que dijo Cedric mientras inclinaba su cabeza ante ella. De solo recordarlo, Artisea sintió un gran peso sobre su pecho, colocando con suavidad su mano sobre este para calmarlo.

A cambio de arrodillarte ante el demonio, él se ensuciará las manos por ti, pensó, como si firmara una promesa.

Artisea caminó hacia su escritorio y sacó del fondo del cajón su diario. Lo tomó entre sus manos y lo abrió en la última página de este.

< 2 de junio del año 482 en el calendario imperial >

Hace ocho días, acababa de cumplir sus dieciocho años. Regresó dos años antes de su vigésimo cumpleaños, el momento donde heredaría el título como la marquesa Rosan.

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