No quiero arrepentirme – Capítulo 5: Persona favorita

Traducido por Maru

Editado por Michi


Después de que Leila se fue, Bain se quedó quieto, mirando hacia el lugar por donde había desaparecido. Solo tuvieron algunas conversaciones, pero su corazón estaba cálido.

¿Es por eso?

La razón por la que usaba el velo. La recordaba tratando desesperadamente de cubrirse la cara. No respondió mucho, pero probablemente se deba a la historia en su mente. Como innumerables cicatrices en su cuerpo.

—León Negro.

En ese momento, alguien lo llamó, pero Bain pretendió deliberadamente no haber escuchado. Odiaba esa etiqueta de mierda de “León Negro”. A pesar de que lo expresó varias veces, la gente lo seguía llamando León Negro.

—León Negro, ven aquí.

—No es León Negro, es Bain Romman.

Levantó la cabeza y respondió porque no podía soportarlo más. Un hombre estaba parado ahí de pie. Dijo que era el prometido de Leila. Una persona con un aroma noble que parece elegante a los ojos de Bain. Sheemon se rio cuando vio a Bain.

—¿Por qué eres tan sensible, habiendo sido glorificado durante mucho tiempo como León Negro? León Negro, el nombre es bueno y bonito. Tengo bastante envidia.

¿Envidia? Bain apretó el puño.

Entonces deberías vivir como un león negro también. ¿Saldría tal dicho de su boca incluso después de ser un espectáculo para personas nobles al matar a innumerables personas que se apresuraban a intentar matarte?

Las palabras de Bain corrieron hasta el final de su garganta.

La gente pensaba que el “León Negro” era un gran héroe, pero Bain realmente quería borrar al León Negro de su vida si era posible. La gloria del León Negro era solo su gloria. Nunca fue feliz mientras era el León Negro.

Sin embargo, el León Negro mantuvo la boca cerrada. Por Leila. No quería crear escándalo con su prometido.

—De todos modos, sígueme. Siempre he querido hacer algo contigo.

Sheemon sonrió y le arrojó una empuñadura. Bain recibió una espada como instinto sin saberlo. La intención de entregar la espada estaba clara. El famoso gladiador León Negro y una espada. Bain lamentó haber recibido la espada. Su cuerpo aún no estaba completamente curado y ahora estaba harto de pelear.

Además, agarró el cuchillo y se olvidó de “hacerlo correctamente”. El hábito de ser gladiador estaba grabado en él. Tener un cuchillo en la mano significa que tenías que matar a la otra persona. De lo contrario, pensaba que iba a morir y su corazón latía con fuerza.

—Lo… siento, pero tengo algo que hacer, así que tengo que irme.

—¿Hacer qué?

¿Tú? Sheemon pareció divertirse ante su inocente excusa. Parece que había algo que hacer en la casa Hessus. Todo lo que Bain haría aquí era acostarse en la cama, recibir tratamientos médicos serios que una persona promedio no recibiría y cocinar sus comidas. Luego, cuando se aburriera, podía ir al jardín a tomar el sol y respirar el aire, ver la hermosa mansión de la familia Hessus y volver a dormir en una cama suave cuando se pusiera el sol.

No había ninguna obligación para él.

—Tienes que pagar la comida.

Sheemon añadió una palabra. Precio. Los cien mil trangs que Leila pagó por él y los enormes gastos que pagó por su tratamiento, alojamiento y comida, ropa y necesidades. Bain sabía lo mucho que era. Así que estaba profundamente agradecido con Leila y pensó que algún día le devolvería su favor. Pero las palabras de Sheemon eran molestas.

—El esclavo moribundo tiene suerte de conocer a Leila y ser tratado así, pero no debes comportarte como si pudieras tener cualquier cosa.

—¿No es lo mismo para ti?

Bain, que estaba escuchando las palabras de Sheemon, levantó los ojos rojos y preguntó.

Maru
¡Bum! En tu cara, subnormal.

Sheemon también era de Graus. En Sumeros, ocupado por Luminar, la razón por la que los grausianos podían vivir así era gracias al favor de la familia Hessus. A diferencia de la guerra de Bain entre esclavos y gladiadores, Sheemon tuvo la suerte de estar con los Hessus pronto. El proceso era un poco diferente, pero básicamente era la misma situación.

En conclusión, la gracia que recibió Bain de los Hessus no era tan sencilla como la del Sheemon. Como resultado, los ojos de Sheemon se entrecerraron.

—Si el proceso es diferente, la forma de verlo, también. Despierta. El hecho de que tú y yo estemos frente a frente no debe considerarse lo mismo.

Mientras Sheemon barría su cabello suelto, su elegante rostro se reveló bajo la luz del sol.

Bah. Un país de perdedores que no recordaba porque fue hace mucho tiempo. Sheemon hacía tiempo que eliminó ese nombre. Vestía ropa sumeria e incluso estaba comprometido con Leila, la hija mayor de la familia Hessus, un símbolo de Sumeros. Una entidad completamente diferente a Bain que llegó aquí después de una larga batalla como esclavo de Graus.

—Entonces, sígueme.

Sheemon primero se volvió y se movió, como si no le diera a Bain la oportunidad de negarse.

♦ ♦ ♦

Al regresar a la habitación, Leila se paró frente al espejo sosteniendo el velo rasgado. Se reveló la cicatriz descubierta.

—Debe de haber dolido.

Bain fue el primero en decírselo.

Leila tocó su piel llena de baches con las yemas de sus dedos. Había pasado mucho tiempo desde que miró las cicatrices tan de cerca. Un rostro que era terrible y feo, siempre con prisa por taparlo sin mirar de cerca. ¿Era por su estado de ánimo que aun viéndolo, pensaba que estaba bien?

—¡Hermana!

Entonces Sarah abrió la puerta, entró y se detuvo en la puerta.

—Hermana…  ¿Por qué no llevas velo?

—¡Oh! Bueno, estaba roto y lo iba a cambiar ahora.

Rápidamente bajó la cabeza, sacó el nuevo velo del cajón y se lo puso.

—Pero, ¿qué pasa? —preguntó Leila.

—Oh, Sheemon y el León Negro están peleando en estos momentos.

—¿Qué?

Sarah le estrechó la mano y alzó la voz con sorpresa.

—No es realmente una pelea, es un enfrentamiento. Vamos a ver, hermana.

Sarah se echó a reír, preguntando si deberían al menos verlo una vez agarrando una espada, ya que habían traído al León Negro.

¿Bain se enfrentaría a Sheemon? ¿Estaba su cuerpo lo suficientemente bien? ¿Estaba bien pelear?

Lila siguió a Sarah, preocupada por los dos. Cuando salieron al patio trasero, Nassar ya estaba sentado en la alfombra. Nassar estaba emocionado solo de ver al león negro sosteniendo su espada de cerca, y parecía muy entusiasmado. Leila siguió a Sarah y se sentó junto a Nassar.

El duelo parecía haber progresado bastante. A primera vista, Sheemon era superior a Bain. Bain fruncía el ceño cada vez que bloqueaba el ataque de Sheemon.

—También tenemos audiencia.

Cuando Sheemon confirmó que Leila y Sarah estaban sentadas, dio un paso atrás y les ofreció una cortés reverencia a las dos.

Bain también se volvió hacia Sheemon.

Cuando llegó, Leila, con un velo diferente, se sentó en la alfombra. Leila lo miraba con esos ojos azules.

Su corazón latía; ¿era porque sostenía la espada? ¿Cuál era el motivo para que su sangre fluyera más rápido y sintiera esa excitación?

—Entonces, ¿lo acabaremos ahora? —cuestiono Sheemon.

Mientras la mirada de Bain estaba en Laila, Sheemon blandió una espada levemente curvada. En el momento en que la espada fría cortó el aire, los ojos rojos de Bain se movieron con lentitud.

En un instante, la hoja que casi estaba sobre la nariz de Bain, saltó con un chasquido metálico. Un rápido contraataque que nadie esperaba. Sheemon se quedó paralizado ante esos ojos rojos brillantes. Los ojos de un verdadero león negro. Entre los labios del León Negro, se creó la ilusión de los colmillos brillantes de un gran león. La espada del león perezoso, que nunca había sido capaz de atacar adecuadamente hasta ahora, reveló sus dientes y corrió hacia él.

—¡Uf!

Sheemon movió apresuradamente su brazo para detener el ataque, pero se inclinó y empujó hacia atrás. Los ojos del león loco se clavaron en él; y parecía que estaba abriendo su boca para devorarlo.

Sheemon se emocionó con el miedo que envolvió su cuerpo. Cayó al suelo, incapaz de aguantar ese poder. El León Negro levantó la espada sin dudarlo frente a la presa indefensa.

—Eh, ja, ja…

—¡Detente! —gritó Leila.

Mientras Shemons gritó para rendirse, Leila gritó y corrió frente a Bain. Entonces, la fuerza de la mano del León Negro, que parecía estar quemándose con una espada de inmediato, se agotó.

—¡Sheemon! ¿Estás bien?

Leila miró a Sheemon, que cayó al suelo. Sacó un pañuelo y limpió el sudor de Sheemon, examinó la palma sangrante y limpió el pelo desordenado.

Sheemon. El prometido de Leila Hessus. En ese momento, la sangre de Bain se enfrió. Una victoria. ¿Fue siempre tan desagradable?

—Después de todo, ¡eres el León Negro! Es increíble que también ganes a Sheemon.

Nassar aplaudió con ojos centelleantes, pero Bain se mordió los labios y regresó a la habitación. Sheemon miró la espalda de Bain mientras huía, luego se volvió hacia Leila.

—Leila, eso es peligroso. ¿Y si te haces daño? —dijo Sheemon con disgusto.

—Disculpa por interrumpir, pero…

—Eres una chica muy obstinada.

Ante la disculpa de Leila, Sheemon suspiró y le acarició la cabeza. Un toque cálido llegó al final de su sonrisa.

—No hagas eso la próxima vez, Leila.

♦ ♦ ♦

—Hermana, yo también lo creo. ¿Qué trataste de conseguir ahí? Si el León Negro no se hubiera detenido, ¿mi hermana habría muerto? El León Negro es una persona peligrosa.

Estaban en la habitación de Sarah. Leila y Sarah se sentaron solas en la habitación y hablaron como siempre. Sarah dijo que tenía que tener cuidado con el León Negro mientras mezclaba té con leche con diversas especias en la leche de cabra. Incluso si era su benefactora, era una persona que había matado a tanta gente en una arena de gladiadores que no se sabía cuándo apuntaría  su espada contra ella.

—Bien… No creo que sea ese tipo de persona, Sarah.

—Sin embargo, ¡hubo momentos donde tuvo que poner su cuchillo contra el cuello! ¡Como hoy! ¡Esos ojos! ¡Debió haber intentado matar a Sheemon!

—Vale. Le diré que tenga cuidado en el futuro.

Las palabras de Sarah también tenían sentido hasta cierto punto. Cuando Bain apuntó con su espada a Sheemon, seguramente fue sincero en ello. Por eso intervino Leila.

—¡Uf, eres demasiado amable! Entonces, me preocupa que alguien pueda recibir un golpe por la espalda.

Sarah se rio en broma y se apoyó en el hombro de Leila. Leila era linda con su hermana pequeña.

—Por eso me agrada mi hermana. ¡Incluso el León Negro estaría bien con que mi hermana lo dijera!

Sarah gentilmente se cruzó de brazos y la abrazó. Sarah siempre fue una encantadora hermana menor. Leila puso sus brazos en primer lugar, hablando y sonriendo.

Desde la infancia, Sarah había sido una amiga cercana de Leila, quien no tenía amigos debido a la cicatriz en su rostro.

—Pero sigue siendo curioso que mi hermana se comprometiera con Sheemon.

—¿Por qué?

—Para mí, Sheemon y mi hermana mayor eran personas cercanas, pero es extraño que los dos os vayáis a casar.

—Ja, ja… Un poco.

Amal acogió a Sheemon en la familia y hasta lo nombró su vasallo. En la casa Hessus tenía su habitación y Sheemon siempre estaba ahí para cenar. Amal permitió que Sheemon fuera educado como otros niños nobles, y también se ocupó del día en que ingresó a la casa Hessus como su cumpleaños.

Dado que habían estado creciendo juntos desde la infancia, Sarah podría haberlo sentido como un matrimonio familiar.

—¿Por qué te gusta Sheemon?

—Es dulce. Es cómodo porque lo conozco desde hace mucho tiempo. Pensé que no había ningún hombre como Sheemon —respondió Leila con una sonrisa.

Sheemon fue el único hombre que fue amable con ella. Los jóvenes de su edad generalmente se mostraban reacios a enfrentarse a ella. Sabiendo lo terrible que era su rostro, trataron a Leila como a una dama Hessus, pero nunca se acercaron.

Incluso cuando hablaban, los jóvenes parecían sentirse incómodos cerca de Leila. Pero Sheemon, que creció con ella desde la infancia, no era así. Tratarla con naturalidad, como al resto de personas, y esa ternura con la que la trataba… la derretía por dentro. Esa calidez fue un gran regalo para Leila. Sarah también escuchó eso por un momento, consoló sus ojos y asintió con la cabeza como si estuviera de acuerdo.

—Sarah, ¿realmente te gusta alguien? También recibiste muchas cartas de cortejo.

—¿Alguien que me guste…?

—¿Qué es esa reacción? ¿Tienes a alguien? ¡Lo tienes!

Leila no se perdió la brusca reacción de Sarah. Entonces Sarah le estrechó la mano con una risa vergonzosa. Su rostro estaba mucho más rojo de lo habitual.

—No. No tengo ninguna relación todavía…

—¿Todavía? ¿Quién se ha robado el corazón de Sarah? ¡Bendito sea, no sé quién es!

Como si estuviera avergonzada por la pregunta de Leila, ocultó su rostro con ambas manos y bajó la cabeza. Ante esa reacción de Sarah por primera vez, Leila sintió que era adorable y que moriría. De repente, Sarah tenía a alguien en su corazón, y a Leila eso le pareció extraordinario.

Era su hermana menor más joven, pero aun así, ¡ya había conseguido a alguien!

—Sigue siendo un secreto, hermana.

—¿Ni siquiera le estás contando a tu hermana? ¿En serio?

Mientras Leila pinchaba el costado de Sarah, Sarah sonrió y la empujó ligeramente. Las dos se hicieron cosquillas y bromearon. Leila estaba jugando con Sarah, luego se echó hacia atrás y se enterró en una almohada. Algunas plumas revolotearon. Y el aroma familiar llegó hasta la punta de la nariz.

¿Eh?

Por un momento, Leila dudó que hubiera tomado el olor equivocado. Sin embargo, el olor que hizo cosquillas en la punta de la nariz después de la siguiente respiración era obvio.

La almohada de Sarah olía al perfume que le había dado.


Maru
De verdad que me gustaría que Sarah no fuera una mala hermana pero todo apunta a eso... Otra Erusia por aquí...

4 respuestas a “No quiero arrepentirme – Capítulo 5: Persona favorita”

  1. La última parte me dolió en el alma 😭 va a traicionar a su hermana 😤 como si no hubiera muchos hombres va y escoge al de su hermana 😤 me duele 😭😭

    Muchas gracias por el capítulo 😍🥰🥰🥰

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