Querida “amiga” – Capítulo 30: Supongo, que ustedes dos ya se conocen

Traducido por Den

Editado por Ayanami


—¿S-Su Excelencia? —Dije sorprendida.

Me quedé mirando la puerta confundida. Más allá de los hombros de Xavier, definitivamente, estaba de pie Klaude.

Pero… hace solo un segundo, su rostro era sonriente, sin embargo, ahora tenía el ceño fruncido, como si estuviera disgustado. Al principio, pensé que hizo esa expresión cuando me miró, pero no era así. La suposición más correcta era que su expresión se tensó en el momento en que vio a Xavier.

Me levanté lentamente de mi asiento y caminé hacia la puerta. Estaba preocupada, pero, afortunadamente, lo hice bien, excepto por el pequeño tropiezo de cuando me puse de pie.

—¿Qué su…? —Comencé a decir, pero me interrumpieron repentinamente.

—Su Excelencia, el príncipe heredero ya está d…

En ese momento, apareció Florinda detrás de él.

Sus ojos se abrieron mucho. Pero después de juzgar que esto no era de su incumbencia, como para interferir, se retiró en silencio.

No era de extrañar que pensara que era raro.

Al parecer, Klaude logró abrirse paso a través de su “sorpresa”. Pero un silencio incómodo se cernió entre los dos, mientras yo los miraba de un lado a otro.

A juzgar por la situación, esta no era la primera vez que se encontraban. El ambiente se sentía pesado y extraño.

Después de mucho tiempo, Klaude rompió el silencio. Se inclinó ante Xavier con un rostro inusualmente inexpresivo.

—Saludos al pequeño Sol del Gran Yonas… Gloria a Su Alteza, el príncipe heredero.

Esa era la respuesta correcta, según el sentido común. De todos modos, Xavier tenía una posición más alta como príncipe heredero. No importa que Klaude fuera un duque, no se comparaba a él, el futuro emperador.

—Duque Escliffe. —Respondió Xavier secamente.

—Escuché que estaba ocupado —Klaude esbozó una sonrisa forzada. —Supongo que no es así. No esperaba verlo en otro lugar que no fuera el palacio Thurman.

—¿Qué hay de ti? ¿Por qué estás aquí?

—Como puede ver… —Klaude me miró. —Estoy aquí para reunirme con la señorita Mariestella.

Ante eso, los ojos de Xavier se volvieron hostiles, solo entonces, me di cuenta de su lado frío. Debido a que siempre es amable y cortés conmigo, rara vez tenía la oportunidad de ver su lado “frío y despiadado” que se presentó en la novela. Pero no esperaba encontrarlo así en este momento.

El repentino ambiente opresivo me hizo sentir muy ansiosa.

—¿Tú? —Exigió Xavier.

Klaude guardó silencio por un momento antes de responder.

—Sí…

—¿Por qué? —Dijo de forma seca el príncipe heredero.

Klaude lo observó y luego dirigió su mirada hacia mí. Cuando nuestros ojos se encontraron, fruncí un poco el ceño mientras él sonreía.

—Porque prometimos vernos todos los días —dijo, respondiendo a la pregunta de Xavier.

¿Cuándo lo hicimos? 

Iba a decirle algo a Klaude porque estaba confundida, pero me interrumpió antes de que siquiera pudiera decir una palabra.

—Quería compensarla por los daños psicológicos, pero ella se negó, diciendo que todavía no éramos tan íntimos. Así que últimamente he estado visitando la mansión Bellefleur todos los días para hacerme su amigo.

Xavier, que captó la parte extraña en el comentario de Klaude, levantó una ceja.

—¿Compensación por daños psicológicos? ¿Qué quieres decir?

—Lo que dije, gran príncipe heredero. La he lastimado psicológicamente.

—Ilumíname.

—En primer lugar, no he podido asistir a las reuniones de los nobles durante un mes.

Xavier pareció sorprendido, como si acabara de enterarse de eso hoy.

—No lo sabía —respondió en voz baja.

—Estoy seguro de eso. No está interesado en mí. Pero Su Majestad Imperial, el emperador, puede habérselo dicho… supongo que no lo hizo.

La expresión en los ojos de Xavier parecía más aterradora que antes. El aire se sentía pesado y sofocante debido a su guerra psicológica. No sabía qué estaba pasando entre ellos, pero estaba claro que no eran amigos íntimos.

—¿Quiere saber por qué no pude asistir a las reuniones? —Le preguntó Klaude.

—¿Tengo que saber esa razón trivial? —Respondió Xavier.

—Bueno, no importa si no lo sabe —Sonrió el duque, negando con la cabeza. —Pero es mejor que lo sepa.

—No te vayas por las ramas, sólo ve al grano. Todavía no has podido arreglar ese hábito tuyo —criticó el príncipe.

—Usted es el que es demasiado franco y directo. Pero, una vez más, no importa porque no está en una posición donde pueda irse por las ramas.

Xavier no le respondió.

—Déjeme ir al grano. Soy el responsable y, al mismo tiempo, la víctima del accidente del carruaje.

Los ojos del príncipe se abrieron de par a par, llenos de ira, y en un instante agarró a Klaude del cuello de la camisa antes de que yo pudiera hacer algo.

Tanto él como el duque se miraron furiosos. Estaba preocupada porque no sabía si debería intervenir o no. Claramente, tenía que detenerlos, pero sentía que no debía interrumpirlos o sino, la situación podría empeorar.

—¿Tú hiciste eso? —Masculló Xavier, pero Klaude no le respondió. —Pregunté si fue usted quien casi mata a la señorita Mariestella, duque Escliffe.

Klaude no se dejó intimidar por la atmósfera autoritaria de Xavier.

—Su Alteza, como le dije antes, soy el responsable y, al mismo tiempo, la víctima. Fue un accidente y tuve que pasar más de un mes en cama… —Le respondió con una mirada tranquila.

—Tu bienestar no es importante para mí. Lo importante es que la señorita Mariestella fue gravemente herida por ti. No por alguien más, sino por ti.

—El caballo se comió accidentalmente el pasto alucinógeno. Asumo la responsabilidad de no cuidar apropiadamente a mi corcel. No tengo nada que decir al respecto.

La voz de Klaude se convirtió en una irritación gélida.

—¿Le importaría soltarme? No creo que esto sea algo que el supremo príncipe heredero deba hacer.

Xavier lo fulminó con la mirada y lo soltó rápidamente, como si se hubiera quedado sin energía. Klaude, después de ponerse derecho, alisó su chaqueta arrugada con las manos.

—Decidí que debería compensarla por el daño que sufrió por mi culpa. Como resultado, estaba tratando de pagar el daño financiero al igual que el psicológico. —Explicó.

—¿Y lo estás haciendo hablando con ella una vez al día? —Dijo Xavier. El cinismo en su voz fue evidente. —Buena excusa. Alguien podría pensar que causaste el accidente a propósito.

—Tenga cuidado con lo que dice, Su Alteza… —le advirtió.

—Ja —Se burló Xavier y miró fijamente a Klaude. —Te has vuelto más atrevido desde que te convertiste en duque. ¿Cómo te atreves a decirme que vigile mis palabras?

—Porque lo que dijo, probablemente, me desacreditaría. Sé que me odia, pero ¿no es indigno difundir rumores falsos?

Xavier guardó silencio, solo entonces, encontré la oportunidad de intervenir en la conversación.

—Um, es mejor si continúan dentro. No queremos que los sirvientes los escuchen…

Los dos hombres me miraron, y la dulzura en sus miradas fue tan diferente de cómo se miraban entre ellos que me sorprendí.

Sonreí incómoda, los agarré a cada uno por la muñeca y los arrastré a mi habitación. Por supuesto, no tenía la fuerza física para llevar a dos hombres adultos hasta allí, pero, tal vez, estuvieron de acuerdo conmigo y caminaron ellos mismos en la dirección a la que me dirigía.

Cielos, ¿debería decir gracias?

—Bien, los dos, siéntense. —Les ordené.

Me dirigí hacia mi cama y los senté en lados opuestos: Xavier a la derecha y Klaude a la izquierda. Ambos, terminaron uno frente al otro, pero no tuve elección, ya que el estado de ánimo solo empeoraría si se sentaban del mismo lado.

—Bien, beban una taza de té y cálmense. —Tomé un sorbo de mi taza de té frío, como ejemplo. El sabor no era tan dulce como antes, pero estaba bien.

Los observé. Afortunadamente, ambos parecían un poco más relajados que antes. Solté un largo suspiro y elegí un tema al azar para cambiar el estado de ánimo.

—Supongo que ustedes dos ya se conocen.

Ninguno me respondió. ¿Me están ignorando? Parpadeé ante la inesperada incomodidad de la situación, cuando finalmente alguien habló.

Fue Xavier.

—Nos graduamos en la misma clase en la Academia —dijo.

La Academia Imperial era una institución educativa a la que asisten los hijos de familias nobles o reales de edades comprendidas entre los nueve y los diecinueve años.

La admisión era voluntaria, ya que no era una institución educativa obligatoria y se podía optar por estudiar en casa. En el Imperio Yonas, debido a la percepción social algo paradójica, las chicas eran principalmente educadas en casa, así como una porción de los chicos.

Para los chicos que ingresarían en la política en el futuro, entrar a la academia era una necesidad, ya que no había un mejor lugar que ese para construir conexiones sociales para beneficiarse más adelante. Allí, reinaban las relaciones escolares, el regionalismo y el parentesco.

—Sí, señorita Mariestella —respondió Klaude con un suspiro. —Desafortunadamente, estábamos en la clase 52.

Xavier le dirigió una mirada molesta, probablemente ofendido por la palabra “desafortunadamente”.

Klaude la ignoró y prosiguió.

—Nuestra relación de esa época ha perdurado hasta ahora.

Claramente, él había regresado a su estado original.

Suspiré aliviada en mi mente.

—Ustedes dos son grandes pilares del imperio. Así que creo que sería bueno que se llevaran bien.

5 respuestas a “Querida “amiga” – Capítulo 30: Supongo, que ustedes dos ya se conocen”

  1. Jajajaja no pude parar de reír, porque pensé justo cuando se matan con la mirada y cuán laven a ella son unos lindos cachorros jijiji se me viene a la mente la imagen de…… Quiero San Martín y Martín – San.jpg 😂😂😂😂

  2. Bueno, Tu inténtalo. De pronto te hacen caso. O de pronto hablan bien delante tuyo y se tratan como perros y gatos a tus espaldas, pero es mejor que nada

    Muchas gracias por el capítulo

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