Sin madurar – Capítulo 1: El niño maldito (1)

Traducido por Den

Editado por Nemoné


¿Qué…? 

Mientras tanto, decidí poner mis dudas en el fondo de mi mente y actué como una doncella limpiando las escaleras. Estar de cuclillas y limpiar el polvo de las esquinas de la habitación son tareas agotadoras, dejándome sin mucho tiempo para reflexionar sobre la situación en la que me encontraba.

Al principio, pensé para mí misma: ¿Qué clase de sueño tonto es este?

Pero, al sentir el dolor punzante de pellizcarme la mejilla y el muslo, sin duda, esto no es solo un sueño “realista”.

Si no hubiera sido por el símbolo de Velveeta bordado en mi delantal, nunca habría sabido que había tomado posesión del cuerpo de una doncella de la residencia de Leandro.

Tal vez se debió a las notables habilidades de este cuerpo, pero, la escalera que inicialmente estaba cubierta de manchas de barro ahora parecía especialmente lisa y brillante. Aunque estaba satisfecha con mi trabajo, ladeé la cabeza asombrada.

¿Cómo podía estar la mansión del gran duque Velveeta tan sucia?

Si lo que necesitaban eran doncellas. Entonces podrían haber contratado a cientos de personas para el trabajo.

—Oye, Ibellina. ¿Qué estás haciendo? ¿Cuánto tiempo planeas quedarte en el anexo? [1]

Una voz abrupta interrumpió mis pensamientos.

— ¿Anna…? —respondí inconscientemente.

El autor no puso mucho énfasis en la infancia de Leandro. A lo sumo, su infancia estaba escrita en unas pocas páginas.

Sin embargo, saber sobre sus circunstancias especiales, sus intereses, y su constitución física débil y enfermiza, me fascinaron tanto que leía las escenas una y otra vez. Quizás por eso pude reconocer de inmediato a la doncella que estaba frente a mí en este momento.

Tiene el cabello rizado anaranjado y ojos verdes, y es alguien a quien le gusta quejarse mucho. Fue una de las sirvientas que sirvió a Leandro, y cuando él tenía 13 años, fue expulsada de la residencia porque la atraparon robando sus baratijas.

Entonces, ¿qué día se supone que es hoy? 

— ¿Por qué eres así? ¿Hay algo mal con tu cabeza? ¿Por qué estás tan distraída?

— ¿Anna, cuántos años tendrá nuestro joven maestro este año? —pregunté, ignorando sus preguntas incisivas.

— ¿Comiste algo en mal estado o te volviste loca? ¡Acaba de cumplir 13 anteayer!

Ya veo… Parece que llegué justo antes de que se enfrentara al joven Leandro. 

Mientras escurría la fregona que sostenía, intenté recordar el contenido de la novela que estaba borroso en mi memoria.

La maldición que le habían infligido a Leandro de 13 años, de esta época, se había vuelto tan potente que no era solo su cuerpo el que estaba cubierto de extraños caracteres, sino que las marcas también habían comenzado a cubrir su rostro.

La maldición que estropeaba su pálida piel clara le traía tanto dolor que parecía que constantemente le pinchaban miles de agujas. Así que, tan pronto como abría los ojos, sentiría mucho dolor. Quería morir porque era demasiado doloroso para él estar vivo.

Por lo tanto, Leandro pasaba la mayor parte del día acostado en la cama y ocasionalmente sufría dolores de cabeza. A veces se derrumbaba de la agonía causada por esas marcas y, como resultado del sufrimiento, se volvió tan afilado como un cuchillo con filo.

Incluso antes de que Leandro conociera a Elenora, era muy consciente de su entorno.

Anna, la doncella frente a mí, solía burlarse de Leandro en la novela ya que no podía ver bien. Se colaría en su habitación una vez se tomara su medicina y se durmiera. Después, intentaría robar los anillos, pulseras y otras joyas de Leandro y desaparecería con ellas.

A pesar de su pobre visión, las orejas de Leandro eran excepcionalmente agudas que se despertaría inmediatamente por el ruido. Anna había tratado de escapar rápidamente pero el niño furioso comenzó a lanzar vajillas y candelabros a la doncella. Mientras intentaba esquivar los objetos voladores, Anna resbaló y cayó por las escaleras con un ruido sordo.

Aunque intentó robar los bienes del joven maestro, Anna sólo fue despedida de la mansión, ya que el duque temía la propagación de rumores falsos. Por eso, cuando se cayó y se rompió un brazo, los sirvientes del duque creyeron y susurraron que se debía a la maldición de Leandro.

No respondí a Anna porque estaba recordando los acontecimientos que sucederían en la novela.

—Si ya has acabado de limpiar, ve al edificio principal. Las doncellas de la cocina dijeron que necesitaban ayuda —dijo bruscamente, parecía tener prisa.

Aunque no había acabado de limpiar, me levanté de mala gana. Después de colocar de vuelta la fregona en el cubo, bajé las escaleras.

Pude ver a Anna mirando a su alrededor para comprobar si realmente me había ido. Luego, acelerando el paso, y lo más silenciosamente posible, se acercó a la habitación de Leandro. Ese incidente que describí está sucediendo como se esperaba.

Era evidente para mí lo que Anna pretendía hacer cuando entró en su habitación.

Definitivamente entré en la novela en un momento tan oportuno. 

Salí de detrás de la pared donde me escondía y exclamé en voz alta:

— ¡Qué sorpresa! ¡Anna, la señora Irene te está buscando!

Anna, que había estado parada frente a la puerta de Leandro, saltó sorprendida y dijo:

— ¡Cállate! ¿No sabes que el joven maestro a penas se durmió?

Anna levantó el dedo e hizo un gesto de silencio mientras me miraba.

Aunque eres la más ruidosa de aquí, me reí por dentro.

Le gesticulé a Anna que se diera prisa y buscara rápidamente a la señora Irene.

Anna rodó sus astutos ojos verdes y soltó un suspiro profundo.

—Criada inútil…

¿Cómo podía decir eso?

Me imaginé dejando caer una colmena sobre la cabeza de Anna.

No, no puedo ser rencorosa. 

Pero, no importa lo enfermo que esté el maestro, ¿cómo podía ni siquiera tener un poco de lealtad?

Me doy cuenta que hay muchas doncellas horribles que no pueden resistir la tentación de robar, pero no quería que algo así sucediera mientras yo estaba cerca.

Sin ser consciente del futuro en el que se rompería los brazos después de intentar robar unas algunas baratijas, y sería expulsada por sus acciones, Anna se peinó nerviosa el cabello de forma rígida.

Sacudí la cabeza y chasqueé suavemente mi lengua en secreto.

Incluso si hoy las cosas pasan pacíficamente, si Anna intentara algo como esto otra vez, ¿cómo podría detenerla? 

Hablando honestamente, ni siquiera era asunto mío si Anna robaba las joyas o no. Pero, aún así, quería evitar que lo lastimara si era posible.

Aunque parece que Leandro recibió una maldición, en realidad él no estaba realmente maldito. La magia que desafortunadamente fluía a través de él era del tipo que sería una carga para el propietario, pero no le causaría ningún daño a los demás a su alrededor. Sin embargo, el incidente con Anna había creado e infligido rumores extremadamente infundados que rodeaban al joven maestro.

A muy temprana edad, Leandro cerró su corazón al construir un muro a su alrededor, por lo que no le importaba lo que otros dijeran sobre él. Sin embargo, quiero asegurarme de que no llegue a mis oídos rumores maliciosos sobre él.

Estoy completamente del lado de Leandro.

♦ ♦ ♦

El cubo estaba lleno hasta el borde con agua sucia. No sólo estaba pesado, sino que se sacudía cada vez que me movía, así que tuve que caminar con cuidado para asegurarme de no derramarlo.

—La señora me está llamando así que debería irme —había dicho Anna antes de irse.

Pero, le saqué la lengua y me puse en marcha primero. Caminé apresuradamente aunque no tenía idea de a dónde debería llevar el cubo.

Fue entonces cuando escuché sonar una campana.

*Tintineo*

El sonido claro de las campanas provenía del piso de arriba.

Porque la duquesa había encontrado al niño demasiado repugnante para estar cerca, Leandro fue trasladado al anexo y vivía allí en soledad. Sin embargo, no hay ninguna doncella que se encuentre cerca del anexo en este momento.

*Tintineo, tintineo, tintineo, tintineo*

Si pensó que los sirvientes estaban ignorando sus llamadas o no, el sonido de las campanas se volvió gradualmente más fuerte y más rápido.

Dejando el cubo, subí las escaleras a toda prisa, y antes de entrar en la habitación, no me olvidé de llamar a la puerta.

—Hace calor. Voy a tomar un baño. No necesitas estar conmigo, sino que solo prepáralo —declaró bruscamente.

Sus ojos tenuemente iluminados se entrecerraron en mi dirección. Según la novela, en este momento, Leandro no puede ver nada más que lo que está directamente frente a él. Como resultado, termina teniendo que confiar en sus otros sentidos, como el oído y el tacto.

Deambulé por la habitación de Leandro por un momento, e incliné la cabeza con desánimo.

Es un niño cuyos padres ni siquiera le dirigen una mirada. Por ende, ninguno de los sirvientes se preocupaba por Leandro.

Junto a su cama había un frasco que parecía haberse volcado; una gran pila de tazas sucias yacían olvidadas; muchas bolsas de medicinas estaban esparcidas por todo el suelo; y había muchas almohadas, sábanas, y pijamas sin lavar por todas partes. El aire es denso y pesado y se debe principalmente a la falta de ventilación en la habitación.

—Lo… prepararé de inmediato. Por favor, espere un momento.

Tan pronto como escuchó mi respuesta, giró la cabeza hacia un lado.

¿Fue porque no quería mostrarme su rostro? 

Siempre estaba mirando al suelo ya que la mitad de su rostro estaba lleno de marcas extrañas. Probablemente se había acostumbrado a las reacciones de las personas que se asustan por su cara hasta el punto de que incluso él mismo estaba harto de eso.

Aunque ya conocía este hecho, me rompe el corazón ver a Leandro, que había cerrado su corazón a tan temprana edad.

Me dirigí hacia el baño que usaba. Leandro a menudo se sumergía en agua fría incluso en pleno invierno debido a su alta temperatura.

Me quedé quieta en el baño con el grifo abierto. La bañera está hecha de mármol y era lo suficientemente grande para que quepan varios adultos a la vez, pero eso es todo. El baño por sí solo es sencillo y está vacío.

Una vez la bañera estaba medio llena de agua fría, cerré el grifo y saqué las hierbas del estante. Las hierbas se usan para bajar temporalmente su temperatura y ayudar a calmar su dolor de cabeza. Dejé que se hundiera en el agua antes de dirigirme hacia Leandro.

—He preparado todo… —anuncié.

A pesar de ser mayor que él, inicialmente me había hablado muy casualmente, y aunque podría haberme respondido fácilmente como lo hizo antes, su respuesta ahora resultó un poco incómoda, ya que intentó corresponder a mi cortesía hacia él usando un lenguaje formal.

Luchando para formar su frase, Leandro tartamudeó y se tropezó desde su cama.

*¡Clic!*

—Maldita sea… —murmuró.

Cuando Leandro cayó hacia delante, chocó contra la mesa de noche y rompió el vaso de agua que estaba encima. Trató de alcanzarlo con su mano frágil y pálida que era todo piel y huesos.

Me puse rápidamente junto a Leandro y coloqué mis manos debajo de sus brazos. Acostado boca abajo e incapaz de encontrar el equilibrio, intentó levantarse.

— ¡No me toques! —gritó Leandro indignado.

Me encogí después de escuchar su fría orden. Se sentó allí, completamente empapado en el suelo. Se puso de pie de un salto y se agarró de un lado de la mesita de noche.

—Pero hay muchos cristales delante de ti…

—Suficiente, solo vete.

El joven maestro, que se había enfadado más, dio una firme orden.

Oye, espera, ¿es así como deberías estar actuando hacia alguien que quiere ayudar? 

El mundo y la jerarquía dentro de la novela de seguro es algo… Un niño que solo tiene 13 años ya carga con un estatus que se elevaba por los cielos. Y terminé poseyendo el cuerpo de una doncella, usando un uniforme de criada, cuyo trabajo consistía en fregar el suelo.

Sin embargo, esta clase de organización realmente no se registró en mi cabeza. Aunque estoy de pie directamente frente a Leandro, cara a cara, todavía no se siente del todo real. Por eso, incluso cuando se enfadó y se molestó, no me sentí tan mal.

Cuando me acerqué lentamente hacia él, vi que sacudía la cabeza furioso. Me sentí bastante ofendida.

¿Qué hice para que me rechaces con tanta energía? Este pequeño mocoso…

— ¡Te dije que no me toques…!

—Ah, ahhh, no puedo escucharte. Nop, no puedo oír nada —bromeé.

En respuesta a sus repetidas luchas, respondí con un fuerte “ahh” mientras levantaba a Leandro. Se resistió, pero no había mucho que temer ya que este niño frente a mi es débil. Al final, todavía sigue siendo un chico enfermo que no come apropiadamente.

— ¿Qué pasa si terminas pisando los cristales rotos? ¿Quién será castigado si te lastimas? Seré yo, quien estuvo a tu lado hoy. Joven maestro, no podrías estar haciendo esto porque no te gusto y quieres que me castiguen, ¿verdad?

—No digas tonterías. Ni siquiera sé quién eres.

—Soy una doncella… ¿Creo?

—…

Me encontré con un silencio.


Traducción al inglés: Solace Translations 

Notas:

[1] Anexo es un lugar el cual está unido a otro o junto a él.

4 respuestas a “Sin madurar – Capítulo 1: El niño maldito (1)”

  1. Hay que quitarle las ganas de robar a punta de putazos alv, Nono, de really, pobre chico, aparte de enfermo, adolorido y despreciado, le roban:(

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