Un día me convertí en una princesa – Capítulo 90

Traducido por Den

Editado por Sakuya


Félix miró a los guardias y a Claude como si estuvieran yendo demasiado lejos. Su rostro decayó.

—Félix Robain, —pero la fría voz que provocaba escalofríos interrumpió sus palabras—, ¿realmente quieres morir por traición?

Era la primera vez que veía a Claude hablarle con tanta frialdad.

—Todo el mundo llama “princesa” a esa chica, por eso ella también está siendo tan ridícula.

Era la primera vez que me miraba con unos ojos tan desprovistos de calidez.

Este baile era para celebrar su cumpleaños, pero él parecía más violento que nunca. Estaba claro que yo era la razón.

—Conde Padma.

—¿Sí, Su Majestad?

—¿Qué piensas de la chica arrodillada frente a mí? —preguntó en un tono frío y bajo al hombre de su izquierda, mas este no respondió inmediatamente y, una vez más, una gélida voz penetró en el salón de baile—. ¿Por qué no puedes hablar? ¿No te acabo de ordenar que repitas lo que acabas de decir? ¿Te has quedado sordo?

—¿No es esa la princesa Athanasia de Obelia a quien reconoció usted mismo, señor? —dijo el conde Padma, sudando.

—Incorrecto.

La respuesta del conde Padma en realidad era correcta; se basaba en mi relación con Claude en público hasta ahora. Pero su contestación fue negativa.

—Esa chica no es mi hija —Claude negó mi existencia frente a todos los presentes reunidos para celebrar su cumpleaños. Cuando lo anunció, todo el salón de baile comenzó a murmurar en oleadas. Algunos abrieron mucho los ojos para mirarme, otros se cubrieron la boca sorprendidos y unos susurraron en voz baja a sus vecinos—. Ni por un solo momento.

Y en medio de todos, pude sentir que me ponía cada vez más fría, como si alguien me hubiera sumergido en hielo.

—Esa cosa nunca ha sido mi hija.

En ese momento, era Athanasia de Alger Obelia. Es decir, la Athanasia de «Princesa encantadora».

—La cosa arrodillada frente a mí no es nada más que una criminal.

Mi existencia se había hecho añicos y era arrastrada por el viento.

—Así que, si alguien alguna vez llama “princesa” a esa cosa, una vez más, lo encerraré por traición.

Dijo que no era su hija y que nunca lo había sido…

—Ja. Athanasia… ¿realmente te mereces ese nombre? —su fría sonrisa atravesó mi corazón. En ese momento, él era un extraño para mí al igual que yo lo era para él.

—La última vez, decidí algo.

Sus gélidos ojos se posaron en mí. Me agarré al frío suelo de mármol como si fuera lo único que me impedía volar.

—Cuando te volviera a ver, definitivamente te mataría.

Bajo el candelabro, Claude parecía una despiadada estatua de mármol. Él era el emperador del libro, quien nunca había mostrado calidez o amor, y nunca aceptó a Athanasia como su hija.

—Pero hoy no quiero ver sangre, así que es una pena.

El Claude frente a mí era ese Claude.

—Me aburro. Concluyamos con el baile ahora. —Se levantó de su trono con una expresión de aburrimiento en sus ojos, que todavía eran fríos—. Llévense a esa chica fuera de mi vista en este mismo instante.

A sus órdenes, los guardias comenzaron a acercarse a mí nuevamente, pero Félix los detuvo.

—¡No puede hacer esto, Su Majestad!

—Félix, ¿mis palabras no son nada para ti? ¿Qué están haciendo el resto de ustedes? ¿Por qué no están limpiando este salón de baile de esa chica?

—¡Su Majestad, castígueme a mí en su lugar!

Era obvio que las palabras de Félix no tendrían prioridad sobre las de Claude. Una vez más, los guardias me obligaron a levantarme.

Todo este tiempo me había estado mordiendo el labio por sus hirientes palabras, no obstante, finalmente dejé de hacerlo y le dije a los guardias:

—Quítenme las manos de encima y retrocedan.

—Son órdenes del emperador.

Sin embargo, me sujetaron más fuerte. Apreté los dientes y les grité, empujándolos con todas mis fuerzas.

—¡Dije que retrocedan!

En ese momento, el mismo poder que había alejado a Zenit y a los demás anteriormente, los obligó a retroceder.

—Nunca les di permiso para tocarme como quisieran —dije, mirándolos con frialdad mientras ellos estaban conmocionados.

El mismo silencio de antes inundó mis alrededores. La gente nos observaba con rostros pálidos. En cambio, él me miraba con las cejas arqueadas.

—Incluso si no me obligas, me iré por mi propia voluntad —dije, viéndolo a los ojos.

La ropa, el candelabro e incluso los escalones del trono y el suelo de mármol… No había nada que no fuera elegante en el salón de baile… excepto yo. Así que cuando me fuera, no iba a ser de esa manera.

Den
Es decir, se irá con gracia.

Como había practicado cientos de veces cuando era pequeña, me levanté el dobladillo de mi falda e hice una reverencia perfecta. Me despedí de Claude no como su hija, sino como una princesa de Obelia.

—Por favor, perdóneme por no poder preparar un regalo para este día de celebración. Espero que no espere palabras de felicitación de mi parte. Sin más dilación, me despido.

En medio del silencio, levanté mi rostro para mirar a Claude.

—Gloria y bendiciones al sol de Obelia. Le doy mis más sinceras felicitaciones, Su Majestad.

Y hasta el último momento, mantuve la calma. Me di la vuelta, pensando que Claude iba a ordenar en cualquier momento que me acercara a él, pero, extrañamente, todo permaneció en silencio. No obstante, sentía mi espalda ardiendo por su mirada.

Los ecos de mis pasos resonaron por todo el gran salón de baile.

Hasta el final, no bajé la cabeza ni me estremecí mientras salía del infierno en el que él me había metido.

♦ ♦ ♦

Había pasado algún tiempo desde que el baile había empezado, por lo que el pasillo estaba vacío. Caminé por el blanco sendero, sola.

Mis pasos me seguían escalofriantemente. Al principio, fueron lentos, pero debido al eco, me apresuré. Después de un momento, estaba casi corriendo por el pasillo, sujetándome el dobladillo de mi vestido.

Pero me tropecé y pronto un dolor se extendió desde mis rodillas y mis manos. Cuando me di cuenta, estaba tumbada en el suelo de mármol blanco como la nieve.

Apreté los dientes y traté de levantarme, sin embargo, por alguna razón, mis piernas no respondieron. El golpe de mis tacones, raspando el suelo, resonó en el pasillo.

Miré hacía abajo para ver mi mano temblorosa agarrando el suelo. Me di cuenta de que estaba tiritando como un árbol en el viento.

En el salón de baile debo haber tenido los puños cerrados con tanta fuerza que por eso me dolían las uñas.

No podía recordar cómo abandoné ese lugar o cómo yacía en el suelo del pasillo.

Fue la primera vez que me presentaron en público de esa manera, como si fuera un animal en un zoológico… Pero, fue la primera vez que unas palabras hirientes me atravesaban con tanta dureza.

De repente, no podía respirar.

Sentí que iba a vomitar, por lo que me envolví el cuello con mi mano temblorosa. No entendía lo que acababa de pasar.

—¡Princesa…!

Desde algún lugar no muy lejano, escuché una voz. En ese momento, dejé de temblar. Los pasos apresurados se acercaron a mí y oí una voz baja.

—Princesa Athanasia.

Ni siquiera parecía tener miedo de ser encarcelado por traición por llamarme “princesa”. Supe quién era en el momento en que escuché la voz, por lo que volví la cabeza hacia el otro lado.

¿No podía simplemente irse y fingir que no vio nada?, me pregunté, sintiendo su mirada. Creí sentir su presencia alejándose, por lo que pensé que mi terquedad había funcionado. Pero me estremecí cuando sentí algo en mi tobillo.

—Por favor, perdóneme.

Tal vez al notar que me sorprendí, Isekiel relajó su agarre en mi tobillo. Era como si estuviera diciendo que podía escapar de él en cualquier momento que quisiera.

Después de girar mi cabeza involuntariamente, me encontré con sus ojos.

Porque hoy era el cumpleaños de Claude, usaba un atuendo elegante, como en el baile del debut. No obstante, su cabello estaba ligeramente despeinado… como si hubiera corrido.

Lo miré en silencio e inmóvil, por lo que él movió su mano nuevamente. En ella estaba mi tacón. Me tardé en darme cuenta de que se me había salido cuando me caí. Y la razón por la que sentí su presencia alejándose fue porque fue a buscar mi zapato, el cual volvió a ponerme con suavidad.

Tuve una extraña sensación al verlo hacer eso. Quizás porque su toque fue muy delicado.

Probablemente había visto todo lo que había sucedido en el salón de baile, aun así, su mirada y voz eran sin duda cálidas… Como consecuencia, las emociones que había estado rechazando, comenzaron a regresar.

En ese momento, sus hombros se estremecieron. Sentí su expresión cambiar al ver mi rostro, pero no pude detener mis lágrimas.

Todo esto se debía a que… Isekiel fue amable conmigo.

Irónicamente, en este momento, pensé en la persona que más me lastimó. Recordé claramente lo que había perdido. Al darme cuenta, me sentí humillada.

Dolía… pensar que Claude me lastimó… porque me rechazó… porque me trató con crueldad… y pensar que esa era la razón por la que me dolía el pecho y estaba llorando…

Me sentí tan tonta que me reí.

Al principio, mentí para vivir. El tiempo que pasé con él fue solo para sobrevivir. Pero… ¿qué era esto? Al final, resultó así.

En algún momento, comencé a quererlo. Por eso no quería creer que me había olvidado… estaba asustada de que en el futuro no me recordara. En lugar de temer que pudiera matarme, estaba triste porque me rechazara y no me tratara como lo hacía en el pasado.

Sin embargo, no quería reconocerlo.

Desde hace mucho tiempo estoy acostumbrada a estar sola. Hubo innumerables ocasiones en las que renuncié a cosas que quería. Incluso si sentía que moriría sin eso, la probabilidad de que lo tuviera era menor que la de quitarle el protagonismo a la estrella. Por eso no podía ser codiciosa. Incluso si quería algo desesperadamente, no podía expresar ese deseo. Así era cómo me protegía a mí misma… y cómo me aislé de este patético sentimiento. Para que pudiera hacerlo de nuevo…

Den
Es decir, para poder protegerse de nuevo de cualquier cosa que la pudiera lastimar.

Como si no tuviera nada desde el principio, como si el cariño y la calidez que esa persona me había dado no fuera mío desde un inicio…

Incluso si Claude desaparecía de mi vida, incluso sin Blackie, podría arreglármelas.

Pero… cada vez que pensaba en ello, sentía una presión en el pecho.

La persona a la que había sido tan cercada era yo misma. Sin embargo… ahora… era una extraña para mí.


Den
Athanasia... No puedo verla sufrir tanto... La Athanasia original nunca tuvo lo que siempre deseó y se esforzó tanto por conseguir... Ji Hye (Athanasia en su anterior vida) siempre estuvo sola, nunca tuvo alguien que la amara y la cuidara, ni nada de lo que quisiera, aunque fueran cosas sencillas que otros tuvieran... y ahora... lo acaba de perder todo una vez más... </3

7 respuestas a “Un día me convertí en una princesa – Capítulo 90”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido