Baño de la Diosa – Capítulo 7: La llave

Traducido por Endgame

Editado por Sakuya

Corregido por Maru


Rojo, rosa, amarillo y verde. Estas pequeñas y vibrantes  bolsitas se hicieron a partir de una gran cantidad de pequeñas piezas de tela cosidas entre sí, y cuando se juntaban, creaban un espectáculo en una increíble variedad de colores.

Generalmente, era difícil manejar las bolsitas aun sentada en la bañera cuando el agua caliente llegaba hasta el cuello.

Había seis bolsas de hahanero. Cuando Izumi escuchó que evitarían el moho, los pidió con entusiasmo, pero ahora sus hombros estaban caídos por su propia imprudencia.

Aunque el hahanero se secó, aún era una especia molida. Izumi se dio cuenta de que en su baño se llenaría inmediatamente de humedad. Había pensado en conservar las bolsitas en algo hermético, pero entonces no tendría sentido.

Preparada para que una de ellas se arruinara, la dejó en un cubo, pero afortunadamente, se sentía igual que siempre. Ya era hora de intentar agregar otra.

Justo cuando estaba a punto de poner otra bolsita, en el momento en que ella extendió la mano para el cubo, la ventana se abrió silenciosamente.

Sintiendo algo parecido a “¿Otra vez?”, Izumi miró hacia la ventana.

Cabello castaño que llegaba más allá de los hombros, y ojos de color púrpura misteriosamente coloreados. Había un niño que parecía andrógeno, no se podía identificar claramente si era un niño o una niña.

Un medallón que colgaba de su cuello llegando hasta su estómago, ahora brillaba por el reflejo de la luz del cuarto de baño. El niño inspeccionó el cuarto de baño con ojos terriblemente fríos, miró a Izumi y luego se burló.

—Una bruja, ¿eh? Estás demasiado lejos como para poder tentarme. Inténtalo de nuevo.

—¡¿HAHH?! —Con la bolsita de hahanero en su mano, Izumi se puso de pie. —¿Quién diablos se supone que es una bruja? Incluso si alguien me rogara, no tentaría a un mocoso como tú.

—Un mal perdedor, huh. ¿Qué clase de ser podía invadir esta torre, si no es una bruja?

—¡Un empleado de empresa! —respondió Izumi sacando pecho al ver a ese niño despreciable, que aparentemente era un varón.

Y luego volvió a sus sentidos.

No importaba lo detestable que fuera un niño, su apariencia era inaceptable. Izumi miró su propio cuerpo y palideció.

La primera vez que había estado tan sorprendida por tener su ventana conectada a un mundo extraño, no se sintió realmente avergonzada. La segunda vez llevaba ropa y en cuanto a la tercera vez, aunque se sentía un poco cohibida, inmediatamente se recuperó. Después de todo, todas eran personas a las que nunca volvería a ver. No había ningún problema real en ser visto. Así empezaba a sentirse. Pero cuando se trataba de un niño, eso era otra cosa.

Como un adulto que debe ser un modelo a seguir, era embarazoso estar de pie con el pecho alto y las piernas separadas estando desnuda.

—E-Espera un poco.

Dejando la bolsa en el marco de la ventana, se dirigió al vestuario.

Después de envolver una toalla de baño alrededor de su cuerpo y precipitadamente regresar al cuarto de baño, se dio cuenta de que el chico había tomado la bolsita de hahanero y estaba mirándolo con curiosidad.

—¿Te gusta?

El chico de repente apartó su mirada de la bolsa.

—Por supuesto que no.

¿De verdad?

—¿A quién le gustaría este tipo de cosas? —escupió mientras se aferraba a ella con fuerza.

—Si lo quieres, te lo daré. Como una disculpa por sorprenderte.

Diciendo esto mientras estaba sentada en el borde de la bañera, el muchacho la miraba con furia.

—No me sorprendió.

Era cierto que cuando se veían, el muchacho no había mostrado una expresión de sorpresa. Izumi alabó internamente las firmes tripas del muchacho por no haber sido sorprendido a pesar de que una mujer desnuda apareciera repentinamente.

A pesar de que la chaqueta azul marino del niño estaba un poco sucia, fue finamente bordada. A partir de eso, se podía decir de un vistazo que probablemente era caro. Incluso la camisa de abajo era decentemente fuerte, y brillaba como la seda. También llevaba pantalones de color beige, de forma ajustada y altas botas de cuero atadas. Era un traje como el de un muchacho noble de los tiempos antiguos.

Izumi volvió a mirar a la cara del niño.

—Bueno, ¿no está bien? Todavía tengo algunas, así que te daré una.

—¿Y qué quieres a cambio? ¿Mi vida útil? ¿Mi semilla?

Izumi se estremeció ante la mirada despreciativa del muchacho.

—Te dije que no era una bruja, ¿no? ¿Qué diablos quieres decir con “semilla “? Date prisa y deja ya ese tipo de ideas. Mira, ni siquiera sigo desnuda ya —dijo mientras señalaba la toalla. El chico volvió a bufar.

—¿No estás cubriendo sólo tu pecho y tu cintura?

—No, bueno, sí, tienes razón, pero… Estoy cubriendo todos los lugares que necesitan cubrirse, así que no está bien…

Murmurando una respuesta, Izumi se dio cuenta de que estaba desventaja, por lo que su mirada vagaba por detrás del chico en su lugar.

La primera cosa que entró en su visión fue la gran cantidad de rollos de papel alrededor de la habitación. Algunos metidos en una canasta, otros apoyados en la pared y otros tendidos en el suelo. La habitación del muchacho estaba llena de ellos.

Lo siguiente que notó fue la luz que iluminaba esos papeles. Cuando se inclinó hacia adelante y miró hacia arriba para encontrar la fuente de la misma, encontró que unos tres metros por la pared había innumerables agujeros rectangulares de diez centímetros. Alzando aún más la mirada, vio un techo en forma de cúpula.

Cuando volvió a mirar hacia abajo, Izumi suspiró sorprendida. La habitación entera, techo incluido, había sido construida de piedra. Los trozos de piedra se volvían más grandes cuanto más bajas se encontraban,  cuando llegabas al suelo, éstas eran fácilmente más grandes de lo que una persona podría sostener.

Había un escritorio grande y grueso en el centro de la habitación, así como cofres y bancos alineados en la pared. Debajo de sus pies había una alfombra de diseños complicados y detallados, y aunque era vistoso, traía un sólido sentido de dignidad a la habitación.

Había un gran agujero negro en el borde de la alfombra. Mirando de cerca, Izumi se dio cuenta de que eran escaleras que conducían a los pisos inferiores. El corazón de Izumi bailaba con entusiasmo en esta habitación que daba la sensación de estar en un antiguo castillo.

—¿Qué estás pensando, sonriendo así, maldita bruja?

Izumi miró al chico que había hundido su emocionante corazón con esa única línea.

Al ver la bolsa de hahanero en sus manos, Izumi rió.

Estiró la mano en el cubo y cogió dos bolsas.

—Obtuve estas bolsitas el otro día. ¿Sabes cómo jugar con ellas?

—No lo sé. —respondió bruscamente el muchacho.

 En su mente, Izumi bombeó su puño de la victoria.

—Tu hermana mayor te mostrará cómo.

De este modo, Izumi le mostró mientras lanzaba la bolsita por encima de su cabeza. Mientras esa bolsita estaba en el aire, lanzó la otra bolsita de su mano izquierda a la derecha. Estaba haciendo malabares. Después de que Izumi repitiera esto varias veces, llamó al muchacho.

—Me pregunto si tú también puedes hacerlo. Parece fácil, pero es difícil hasta que sabes el truco, ¿sabes?

El chico se volvió hosco y miró la bolsista que descansaba sobre su palma.

—No lo estás tirando. Puedo hacer eso.

Justo cuando dijo eso, el muchacho lanzó la bolsita en el aire. A pesar de eso, o tal vez justo como se esperaba, lanzó la bolsita demasiado alto y mientras el chico se concentraba en atraparlo, no hizo nada con la bolsita que tenía en su mano izquierda.

—Jojojojojo —resonó la risa de Izumi.

—Realmente estás solo tirándolo, eh. No tiene sentido tener dos de ellas en ese caso.

El chico, sin decir palabra, lanzó de nuevo la bolsa al aire. Esta vez a una buena altura. Pero cuando trató de mover la bolsita de su mano izquierda a la derecha, esta cayó.

—¿Veees? Es difícil, ¿no? ¿Quieres que te cuente el truco?

Izumi cruzó los brazos y se apoyó en el marco de la ventana.

—Innecesario.

El muchacho volvió a arrojar la bolsita de hahanero. Él manejó la altura correcta, y el movimiento de su mano izquierda a su derecha. Se las arregló para coger la bolsa cayendo en su mano izquierda también. Pero se detuvo allí.

—¿Oh? lo hiciste. Pero no tiene sentido que te detengas ahí —dijo Izumi sarcástica.

—Te lo mostraré esta vez.

El chico se lo había tomado en serio.

Lanzó una bolsa y cambió otra de su mano izquierda a su derecha. Cogiendo la primera en su mano izquierda, tiró la de su derecha. Después de repetirlo torpemente varias veces, en poco tiempo, sus movimientos empezaron a volverse suaves.

—¿Cómo está esto?

Al ver al muchacho declarar tan triunfalmente, Izumi se aguantó el impulso de echarse a reír.

—Aún queda un largo camino por recorrer. Lo siguiente es hacerlo con una mano.

Izumi tiró y cogió dos bolsitas con su mano derecha.

El chico intentó imitarla y tiró las bolsitas.

Aunque tardó más tiempo que la última vez, el chico acabó dominándolo con una sola mano, y ahora las tiraba con facilidad.

Izumi empezó a sacar las bolsitas de la cubeta.

—Lo siguiente es tres.

Izumi las arrojó cuidadosamente para que no caigan en el baño. Las bolsitas volaron en el aire, una por uno. ¿Cuántos años hacía desde que se había divertido haciendo esto en serio? Recordó cuando era niña, se frustraba con esto y se dedicó a la práctica.

Viendo al doloroso perdedor luchando con tres bolsas, Izumi finalmente no pudo soportarlo y se echó a reír.

Una bolsita voló de la mano del muchacho sorprendido, y cayó en la mesa.

Miró fijamente a Izumi.

—¿Qué es tan divertido?

—No, es que al principio pensé que no eras como un niño, pero cuando estás jugando así, realmente eres uno, ¿eh?

Por un momento, la mirada del muchacho se intensificó. Pero luego miró hacia las bolsitas caídas, y de repente se echó a reír.

—Las brujas tienen mucho tiempo libre, ¿eh? ¿Has venido hasta aquí para jugar conmigo? ¿Es divertido jugar con niños?

Sus palabras fueron duras, pero su tono se había ablandado un poco.

—Parece que la tercera me tomará un tiempo.

El muchacho cogió la bolsitas que había encima de la mesa. En ese momento, un papel que se había extendido sobre la mesa cayó al suelo. Moviéndose de izquierda a derecha cuando cayó, voló cerca de la ventana, e Izumi la cogió apresuradamente. Sería terrible que cayera en el baño.

—Esto se cayó.

Al ver el papel mientras estaba a punto de entregarlo al niño, Izumi abrió los ojos.

—Esto es…

—¿Es un mapa y…?

El chico inclinó la cabeza.

Izumi no prestó atención a la mirada desconcertada del chico, y miró fijamente el papel en sus manos.

En el papel había algo como una cruz gorda y redondeada. La misma cruz fue dividida en varias partes, con palabras escritas en ella.

—Qué forma tan interesante. ¿Dónde está este lugar en el mapa?

El chico miró en el mapa.

—Si dijera que estábamos en Ii’Jibro, ¿lo entenderías?

—No, para nada.

El muchacho miró a Izumi, atónito.

—¿Las brujas no saben leer los mapas? —preguntó señalando una porción roja, a poca distancia de la cruz. —¡Ii’Jibro es esta parte roja!

—Ya veo —asintió Izumi.

Si cada color representaba una nación, entonces hacía este mapa bastante extenso.

En ese caso, podría haber algunos de los países que conocía. Izumi sacó de su memoria los nombres de los países hablados por la gente que había conocido.

—¿Está Yohk’Zai en el mapa?

—Aquí. —señaló el joven en la parte superior derecha de Ii’Jibro.

 Estaba cerca.

—Huhu. —se rio Izumi mientras recordaba el gran estómago de Teo Keh. Se preguntó si se las arreglaría para encontrarse con el hombre varado.

—¿Qué hay de Triht?

Después de otra pregunta, el muchacho arrancó el mapa de la mano de Izumi.

—¡Hey! Todavía quiero mirar. ¿Qué estás haciendo?

Como si le resultara problemático, el chico habló mientras enrollaba el mapa.

—Levántate y estira los brazos.

—¿Eh?

—Te enseñaré cómo recordar el mapa. Sólo levántate y abre los brazos.

No era que quisiera aprender geografía.

Pero como estaba dispuesto a enseñarle, y no podía pensar en ninguna razón para rechazarla, Izumi se levantó y abrió los brazos.

—Escucha. Tu seno derecho es Yohk’Zai. Tu cuello es Triht, y tu cabeza es el país gobernado por los dragones, y el país del que se rumorea que es un paraíso, Jebas. Debajo de tu seno derecho cerca de tu hígado está Ii’Jibro. Atestado cerca de tu seno izquierdo hay muchos países pequeños. Cerca del bíceps de tu brazo derecho está Insen. Desde tu codo hasta tu muñeca es Uchu, y tu mano es Kouzen. Tu bíceps izquierdo es Sunayu, y desde tu codo izquierdo a tu muñeca es Dohji. Y entonces…

—¡Espera!

Con el muchacho continuando, Izumi le pidió que se detuviera.

—Es imposible, no puedo recordar todo eso. Estoy bien sabiendo dónde están Yohk’Zai y Triht.

Después de todo, eran todos los nombres de países completamente desconocidos. El hipocampo de Izumi ya estaba gritando por la derrota.

El muchacho se rio.

—Eres muy diferente de las brujas de las leyendas. ¿Eres realmente una bruja?

—No, como he dicho, no soy una bruja. —dijo Izumi, aunque el chico no pareció oírlo mientras reía.

Después de reírse un rato, el muchacho se acercó a la pared y arrojó el mapa a una de las cestas.

La luz que venía de arriba había cambiado a la luz de la noche.

La habitación de piedra estaba envuelta en una tenue luz roja y daba calidez a las piedras frías e inorgánicas.

Si ella era una bruja, entonces el niño que caminaba a través de los rayos de luz era como una hada, pensó Izumi.

—Qué habitación tan elegante. ¿Dijiste que era una torre?

El chico asintió ante el murmullo de Izumi.

—En efecto. La gente la llama la “Torre del Pecador Silencioso”.

—Ese es el nombre…

Dado que el nombre parecía tener un buen fondo, la cara de Izumi se puso rígida.

Ahora que había oído el nombre, no pudo evitar ver esta elegante sala de castillo como una cárcel para atrapar a un criminal. Pero para una prisión, sus muebles eran demasiado lujosos. Después de inclinar la cabeza por un rato, Izumi murmuró.

—Ahh.

Y asintió.

Si ella tomó esto como una prisión para la gente de alto estatus, todo encaja. Por ejemplo, como el niño frente a ella…

—¿Podría ser que estés preso aquí?

Ella quería que lo negara. No había manera de que pudiera pasar por alto algo tan cruel como encarcelar a un niño en una torre. Pero Izumi no tenía poder para ayudarlo. Incluso si ella lo protegía a su lado, su prisión sería cambiada a este pequeño baño en su lugar.

—En efecto.

Las esperanzas de Izumi fueron fácilmente traicionadas.

El chico asintió con la cabeza como si no fuera gran cosa.

—¿Cometiste algún tipo de delito? ¿Y así te encerraron aquí por un día? —preguntó Izumi, esperando lo mejor.

—Casi ha pasado un año desde que me pusieron aquí.

Izumi ya no sabía qué decir.

Una pequeña risa llegó a los oídos de Izumi mientras bajaba la cabeza.

Levantó la cara para descubrir que el chico la miraba con una sonrisa burlona, inadecuada para un niño de su edad.

—No pude impedir que mi padre se casara con una mujer que ocultó su fealdad y el deseo debajo de su belleza, y después de su muerte, mi madrastra me quitó fácilmente el poder. Supongo que podrías decir que ese fue mi delito.

Ahora sabía por qué estaba tan tranquilo.

Seguramente había experimentado una vida dura que ni siquiera podía imaginar. No, incluso ahora, estaba en medio de ese tipo de vida. A pesar de que todavía era un niño lo suficientemente joven como para tomar el malabarismo en serio, él estaba apresuradamente tratando de crecer.

—¿No tienes ninguna forma de salir de aquí? Si hay algo en lo que pueda ayudar…

Izumi cortó sus palabras. Incluso si él se escapaba, ¿no estaría poniendo en peligro su vida?

El chico miró hacia el cielo, a través de los pequeños y minúsculos agujeros.

—Hace mucho tiempo, en la época más próspera de Ii’Jibro, se decía que el rey de aquellos días, el Rey Sabio, creó esta torre. Un día, el rey fuerte e inteligente estaba fuera en la ciudad, cuando escuchó una hermosa voz cantando. El dueño de la voz era una muchacha hermosa, y el rey se enamoró de ella a primera vista. Pero la muchacha tenía marido e hijo. La muchacha rechazó al rey, y el rey se enfureció. Mató al marido, tomó a los niños y creó una torre para encarcelar a la niña. Para que la chica no pudiera escapar, cerró con llave la torre y siempre guardó la llave junto a él. Desde el día en que fue encarcelada en la torre, en su profunda tristeza, la joven nunca dejó escapar un solo sonido. Pero el rey no trató de comprender el dolor de la muchacha. Cada día venía a la torre para visitar a la amada chica y descuidaba sus deberes de rey. Ii’Jibro estaba en el camino de la decadencia… Hay teorías de que al final el rey mató a la joven y terminó su propia vida, así como teorías sobre los niños que venían a salvar a su madre. La llave que el rey estúpido mantuvo con él es ésta.

El muchacho levantó el medallón colgando de su cuello. Los sonidos de la delgada cadena resonaron.

—¿Eh? ¿Esa es la llave? ¿Por qué lo tienes?

—En los días del Rey Sabio, tenían técnicas mucho más allá de las actuales. El bloqueo de la puerta no requiere la llave. La única llave es ésta, y solo puedes desbloquearla desde afuera. Probablemente quería que probara la desesperación. Antes de que la mujer cerrara la puerta, sonrió y me lanzó esto. Aunque mi madrastra muera, no volveré a salir.

—Eso no puede ser…

Izumi alzó la vista hacia el agujero sobre ella.

—¿Y ese agujero?

El chico negó con la cabeza.

—La llave es más grande. Es imposible.

—¿Qué hay de tu comida? Te has quedado aquí un año entero, así que debería haber una ventana o una puerta para la comida, ¿no?

—¿Por qué crees que todos los libros están acurrucados?

Izumi recuperó el aliento.

—¿Porque los únicos agujeros son lo suficientemente pequeños como para que sólo el papel ondulado pueda pasar?

A Izumi le pareció que el muchacho asintió en cámara lenta.

Que cruel. Qué cosa más cruel que se le puede hacer a un niño como éste.

—Mi vida aquí no es lo suficientemente mala como para afligirme. Tengo un pozo de agua abajo, donde hay aguas residuales. Tengo comidas traídas tres veces al día, y como puedes ver, tengo libros para matar el tiempo.

Si no hubiera sido imposible dejar el baño, el muchacho podría haber vivido libremente, aunque fuera en un mundo diferente…

Izumi permaneció allí sin decir palabra. Y entonces el chico de repente sacó la llave de su cuello.

—Bruja. Acércate un poco más.

Izumi hizo lo que le dijeron.

El muchacho puso en el cuello de Izumi la cadena con la llave.

—Me divertí. Este es mi agradecimiento.

Antes de que Izumi pudiera decirle que esperara, el muchacho cerró la ventana.

Una respuesta en “Baño de la Diosa – Capítulo 7: La llave”

  1. Que historia tan trágica :’c lo único que me da felicidad es que obviamente lo va a poder sacar de ahí… Me pregunto a quien le dara la llave

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