Baño de la Diosa – Capítulo 8: Bruja borracha

Traducido por Engame

Editado por Sakuya

Corregido por Maru


Los chillidos de la piqueta se detuvieron.

La fuerza del impacto transmitida desde la herramienta en sus brazos, y los ojos de Rubar se tiñeron con el color de la desesperación.

Se acabó.

Todo se acabó.

La piqueta que había sujetado todas las noches durante un año, se sentía pesada con su pérdida de significado. Se le cayó de sus dedos rígidos.

Azayu gritó desde atrás.

—Vamos a salir de aquí, Rubar. Pensaremos en el próximo plan.

¿Próximo plan? Como si hubiera algo así.

Ni siquiera sabían cómo se juntaron las piedras masivas de la torre. Se dijo que eliminar sólo una piedra podría hacer que todo se derrumbara. Eso era la Torre del Pecador Silencioso. ¿Quién podría haber imaginado que las piedras siguieran incluso bajo tierra?

Los dedos de Rubar se mantuvieron firmes en el silencioso.

—¿Qué vas a hacer si te quedas aquí? El príncipe está en la torre. Él está soportando todo por sí mismo, ¿sabes?

Aunque Azayu tenía que haber sabido lo que significaba el chirrido anterior, la voluntad no había dejado su voz.

Si no hubiera sido un túnel demasiado bajo para ponerse de pie, su puño seguramente habría volado a la cara de Rubar.

Cada vez que Rubar se quejaba, Azayu lo regañaba.

A veces lloraban juntos. A veces luchaban. Y juntos habían llegado muy lejos.

Fue por adular a los nobles estúpidos que rodeaban a la reina Akka y manchar su propio honor como general, el que Azayu estuviera ahora aquí.

—Lo siento. Tienes razón.

La fuerza volvió a los ojos de Rubar y Azayu sonrió aliviado.

Rubar había, estos hombres habían, durante el año pasado, excavado una y otra vez.

La piedra lunar en el casco de Rubar, iluminó el túnel.

Mientras echaba un vistazo a las pesadas vigas de refuerzo, Rubar trató de animarse.

Ninguno de ellos había excavado un túnel antes. Fue todo un trabajo de ensayo y error. Al principio se sentía imposible. Pero al final, llegaron hasta la torre. Debido a que estaba rodeada de piedra, no habían logrado rescatar al príncipe. Pero habían llegado hasta la torre. No importa cuál sea el obstáculo, nada empezaría a menos que lo probarán.

Esta sería la última vez que vería este lugar. Rubar grabó la visión en su corazón.

En el callejón sin salida, Rubar podía oír el sonido de un fuelle sobre sus cabezas. Era el sonido del jefe de cocina de los cuarteles que enviaba aire al túnel para ellos.

Al subir la escalera, la cara redonda del hombre los saludó con una sonrisa.

—Señor Rubar, Señor Azayu, gracias por su arduo trabajo.

Este chef era un compañero precioso que había trabajado a través de dolores y alegrías junto con ellos. Cada vez que Rubar salía del oscuro y sofocante túnel, la afable sonrisa de aquel hombre le dio siempre alivio.

Pero solo hoy, Rubar ensanchó sus ojos en shock.

Había una mesa de cocina delante del jefe de cocineros, y encima brillaba un rectángulo. Dentro de ella, había una habitación iluminada por luz naranja, donde lloraba una mujer envuelta en un paño blanco.

—¿Es un sueño? ¿O es una ilusión?

—No, yo también puedo verlo, Rubar —murmuró Azayu en respuesta.

Aunque era un hombre que pocas cosas le podían perturbar, en este momento su voz era ronca. La mujer llorando silenciosamente notó sus voces, y levantó la mirada para encontrarse con ellos.

En cuanto vio sus oscuros ojos, Rubar se puso rígido. Trajo a la mente los cuentos a la hora de acostarse que su madre le había contado cuando era niño, y la bruja que apareció en ellos.

En Ii’Jibro, se le dice a todos los niños mientras crecen que si hacen cosas malas, los secuaces de las brujas se los llevarían lejos. Durante años, hasta que se dio cuenta de que era sólo un cuento para disciplinar a los niños, Rubar se aterrorizaba de la bruja y se esforzó por ser mejor que cualquier otro niño.

Ya sabía desde hace mucho tiempo que no había tal cosa como una bruja. Pero a pesar de eso, pensar que en realidad sí existía…

Los ojos somnolientos de la bruja miraron a Rubar, y luego a Azayu. Sus labios apretados delataban su mal humor. La bruja abrió la boca.

—Oooi, bebe mucho tú también.

Rubar reflexivamente se cubrió la nariz. La bruja apestaba demasiado a licor.

—¿Qué diablos pasa con esta bruja borracha?

Le habían enseñado que la bruja era una mujer misteriosa vestida con ropa negra y hecha jirones. Sus ojos supuestamente brillaban en la oscuridad, por la noche iba de casa en casa y recogía a los niños malos de todo el país. Cuando encontraba a un niño travieso, lo encerraba en la calabaza de su cintura. Se suponía que era una persona aterrorizante también.

Nunca había oído hablar de una bruja medio desnuda que se quejara de su bebida.

El atónito Rubar se dirigió hacia el jefe de cocina. Y cuando lo hizo, el chef tomó una taza de la mesa de la cocina y se la tendió a Rubar. Su aliento olía un poco a licor.

—Chef en jefe… ¿Estás bebiendo también?

—Jeje —rio el chef —Este vino es bastante bueno.

—Es vino con hierba helada. Por supuesto que es bueno. Vamos, bebe tú también.

La bruja extendió la mano con su brazo color miel, y comenzó a verter licor en la taza que el jefe de cocina le había obligado a agarrar.

Rubar miró hacia abajo, a la taza llena hasta el borde.

A diferencia de los vinos de fruta que conocía, este licor era claro como el agua y tampoco olía ácido. Él tragó saliva. Habiendo estado en el túnel seco y polvoriento, su garganta lo anhelaba. Pero como era un vino de bruja, no podía beberlo sin titubear.

De repente oyó una explosión.

Alzando la cabeza, encontró el puño cerrado de la bruja sobre la mesa de la cocina.

—¿Qué hay contigo? ¿Tú no quieres beber mi vino? Eso está bien, está bien. Soy una mujer idiota que no puede salvar a un solo niño después de todo.

Justo cuando pensaba que estaba enfadada, la bruja empezó a gritar. Rubar estaba desconcertado. Azayu se alineó a su lado.

—Perdió a su niño, huh… A pesar de que es una bruja, aun así, qué lamentable.

Los ojos llorosos de la bruja miraron fijamente a Azayu.

—¡¿HAHH?! ¡No perdí nada!

Y así volvió a estar enojada. ¡Qué bruja enérgica! Moviéndose adelante, ella agarró el cuello de Azayu.

—O más bien, en este momento implicabas que tenía un hijo, ¿no es cierto? ¡¿SEGÚN TÚ PAREZCO SUFICIENTEMENTE VIEJA PARA TENER UN HIJO?!

—Mis disculpas.

Se disculpó con una expresión completamente desconcertada. La bruja entonces colgó su cabeza.

—Está bien. Está bien, ya sabes. No vale la pena pedir disculpas por eso.

Habiendo vuelto a llorar una vez más, la bruja comenzó a sacudir a Azayu por el cuello. Justo cuando levantó las manos para sacarla, Azayu frunció el ceño. Probablemente dudaba en tocar sus hombros desnudos. Eso es muy propio del serio Azayu.

Debido al mismo problema, Rubar estaba preocupado de cómo alejarla de Azayu y terminó solo de pie allí. Como estaba siendo sacudido por la bruja a su antojo, el casco se deslizó de su cabeza, balanceándose. Golpeó la mesa de la cocina con un clank, antes de rebotar en la vivienda de la bruja.

Oyeron el sonido del agua. Cuando Rubar trató de mirar con timidez, sus ojos negros se fijaron en él.

—Hey, que estas mirando. Pervertido.

—Per… ¡te equivocas! El casco de Azayu cayó. ¿Podrías conseguirlo para nosotros?

A pesar de que era diferente de cómo se imaginaba, seguía siendo una bruja sospechosa, así que ¿cómo podía pensar en ella de esa manera? Rubar sacudió frenéticamente la cabeza y dio su excusa.

—C-Correcto. Mi casco cayó allí. De ninguna manera estaba mirando con groseras intenciones.

Azayu dio su apoyo, todavía agarrado por el cuello.

—Jejeje. El jefe Rubar sigue siendo un niño, ¿no es así?

Y entonces el Chef jefe borracho los saboteó. Los ojos de la bruja se volvieron afilados.

—Qué, si quieres mirar, entonces solo dilo. Te mostraré todo lo que quieras. A pesar de que ni siquiera quieren mirar el cuerpo de una mujer más allá de su apogeo como yo.

Murmurando algo, la bruja movió sus manos a su tela. El paño acababa de cubrir la región desde el pecho hasta la base de las piernas, y sólo se sostenía porque la esquina estaba doblada hacia dentro. Sólo un pequeño tirón de su mano sería suficiente para deshacerlo.

—¡E-Espere! ¡No se precipite!

—Él tiene razón. Cálmese. Está bien. ¡Todavía hay esperanza!

Rubar frenéticamente trató de persuadir a la bruja, y luego se preguntó de qué demonios estaba hablando Azayu.

—¿Te parece? ¿De verdad lo crees? ¿De verdad?

Las manos de la bruja se detuvieron, mientras miraba a donde estaban.

—¡Ciertamente!

—¡Por supuesto! ¡Mientras usted lo desee lo suficientemente fuerte, encontrará el camino!

Rubar dio silenciosamente una mirada a Azayu. Su compañero, siempre tranquilo, aparentemente estaba aún más confuso de lo que él estaba en este momento. Tal vez su sincera persuasión funcionó, porque la bruja soltó el paño. Rubar suspiró con alivio.

—Bruja. El casco de Azayu está a tus pies. Lo siento, pero ¿podríamos molestarle en recogerlo?

Tratar con un borracho era siempre agotador, pero esta bruja estaba en otro nivel. Una vez que tuvieran el casco de Azayu, Rubar iba a huir. Al escuchar su petición, la bruja finalmente miró hacia abajo.

—Aahh. ¿Este?

Después de dar un bostezo despreocupado, la bruja se agachó. Al poco tiempo, la bruja apareció con una sonrisa feliz.

—Ahora, una prueba. ¿Fue lo que dejó caer este casco con antorcha? ¿O era esta llave de la Torre del Pecador Silencioso?

El silencio descendió sobre la habitación. Ambos Rubar y Azayu, así como el chef ligeramente borracho, tenían sus bocas abiertas, y sus miradas clavadas en la llave en su mano derecha.

—¿Huh? ¿Qué está mal?

La bruja inclinó la cabeza, interrogante.

—E-Esa llave…

—Aahh, mal, mal. Tienes que decir correctamente cuál, o no te lo voy a dar.

Dios mio, se encogió de hombros la bruja.

Rubar agarró su mano derecha. Los pensamientos sobre la piel de la bruja habían desaparecido de su mente.

—Es la llave. La llave. ¡Azayu! ¡Chef en jefe! Es la llave.

—Sí. Es la llave.

—Es la llave ¿verdad, Jefe?

Los dos estuvieron de acuerdo con las palabras felices de Rubar.

—Con esto, el Príncipe puede ser salvado. ¡Podemos salvar al Príncipe Hinoki!

Inconscientemente, puso fuerza en su agarre.

—Ow, hey, eso duele.

La bruja golpeó el brazo de Rubar con el casco de Azayu.

—Aah, mis disculpas.

Él suavizó un poco su agarre, pero aún así mantuvo una mano en su brazo. No podía arriesgarse a que huyera. ¿Pero por qué la bruja tenía la llave del castillo? Se suponía que había estado junto con el príncipe en la torre.

—Bruja. ¿Se reunió con el Príncipe?

—¿Príncipe?

—Correcto. Esta llave debería haber estado con el Príncipe.

La bruja lentamente ensanchó sus ojos.

—¿El chico con esta llave era un príncipe?

Sus ojos negros se centraron en la cara de Rubar. Y luego se volvió sobria.

—Correcto.

Rubar asintió.

—¿Ustedes van a salvar a ese chico?

—Correcto.

—¿Eres aliado de ese chico, y no de su podrida madrastra?

—Correcto —dijo Rubar con firmeza. La bruja apretó los labios y, soltando el casco, agarró su mano.

—Gracias a Dios… Así que tenía aliados también.

Tal vez porque estaba demasiado aliviada, la bruja se agachó impotente. Con la mano todavía sostenida, Rubar caminó de puntillas y cayó hacia adelante sobre la mesa.

—Bruja, yo también caeré.

—Ah, lo siento.

La bruja soltó su mano. La llave estaba ahora en la suya.

—Se siente como si un peso ha sido quitado de mis hombros —dijo ella.

Apoyándose en la mesa, Rubar miró a la bruja. La bañera a sus pies estaba llena de líquido claro.

—¿Así que pudiste entrar en la torre? ¿El príncipe estaba bien?

Siempre pasaba por la torre pretendiendo hacer otra cosa, y había tensado los oídos para oír si el Príncipe estaba diciendo algo. A veces lo escuchaba cantar, pero nunca vio al príncipe.

—Parecía que sí. Increíblemente. ¿Qué crees que dijo ese chico cuando me vio por primera vez? “Estás demasiado lejos de tu edad para tentarme. Inténtalo de nuevo”.

Azayu se echó a reír.

—Suena como él.

—Sí, de verdad. Parece que el Príncipe está bien.

Los ojos del jefe de cocina se llenaron de lágrimas. Como él, estaba de acuerdo. Rubar se volvió para mirarlos a los dos.

—Ahora, entonces. Formemos un nuevo plan. El mensajero secreto debería haber llegado al Rey del Desierto por ahora.

Las cosas iban a ponerse muy ocupadas. Para liberar al Príncipe con las pocas fuerzas que tenían, necesitarían un plan detallado.

Todavía era demasiado pronto para el optimismo. Probablemente, no sería una tarea fácil liberar al príncipe con seguridad.

Tal vez alguien perdería su vida en algún momento. Tal vez fuera el mismo Rubar.

Probablemente sería aún más difícil que cuando excavaron el túnel.

—Pero…

Rubar miró su mano derecha. La llave estaba en su mano ahora.

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