Contrato con un vampiro – Capítulo 12: Trébol de la suerte

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


— ¡Señor! ¡Salga! ¡Señor que me ayudó!

¿Cómo terminó así? Kyouya quería poner su mano sobre su cabeza para detener el dolor que se aproximaba.

Azuza Saito, su objetivo, lo estaba llamando. gritando en medio del parque con una voz lo suficientemente alta como para que todas las casas de los alrededores pudieran escuchar.

¡Esto está mal! ¡Muy mal!

Era el día después de que decidiera secuestrarla.

— ¡Señor del bonito pelo negro! ¡Seño…!

—Por favor, te lo ruego, basta de hacer eso.

—Señor —Azuza corrió a donde se encontraba cuando se mostró. Su cara brillaba con una amplia sonrisa. — ¡Creí que aparecería si lo llamaba!

— ¿En serio creíste que aparecería? No es como si siempre estuviera aquí…

—Pero lo hizo ¿no es así?

—Lo hice… —Suspiro Kyouya.

Ella sonrió y sacó el pañuelo lavado— ¡Muchas gracias por lo de ayer!

—De nada.

Pudiste haberlo tirado, pensó, pero, silenciosamente, guardó el pañuelo en su bolsillo. Algo salió del doblez cuando lo hizo.

— ¡Cierto! ¡Estaba pensando en darle eso señor!

— ¿Un trébol de cuatro hojas? —Kyouya levantó el trébol del suelo.

—Encontré dos tréboles de cuatro hojas cuando estaba buscando ayer, después de terminar de jugar. ¡Uno de ellos para Mami y el otro para usted! ¿Sabía que cosas buenas sucederán cuando tienes un trébol de cuatro hojas contigo?

—No lo necesito. Dáselo a tu papá —Dijo Kyouya, tratando de regresar el trébol, pero Azuza rápidamente empujó su mano.

— ¡Tómelo! ¡Es mi agradecimiento por lo de ayer! ¡Parece estar poco saludable después de todo!

—Estoy saludable.

Los vampiros poseen una piel más clara que la de los humanos, pero era la primera vez que lo llamaban enfermizo por esta cuestión.

— ¡Está bien, está bien! ¡Buscaré uno para papi hoy! ¡Además, necesito buscar más para mami!

— ¿Los buscas a diario?

— ¡Sí! Mami está enferma, por lo que quiero que se mejore pronto. Papi dice que debería estar en un hospital, pero que no podemos llevarla ahí. ¿me pregunto por qué?

Probablemente, está tratando de mantenerlas escondidas de los vampiros.

La mayoría de los vampiros que viven en Japón pertenecen ya sea a la Asamblea Roja, Amarilla o Azul, que han creado sus propios pueblos, pero siempre hay excepciones. Los vampiros son capaces de vivir similar a los humanos. No es inusual que existan algunos que escogieran vivir entre los humanos.

Sus padres, Shingi y Yayoi, probablemente, están asustados de ser descubiertos por los vampiros y escapar sería mucho más difícil si Yayoi fuera hospitalizada.

— ¿La condición de tu mamá es muy mala? —Preguntó Kyouya, antes de darse cuenta. La brillante sonrisa de Azuza desapareció.

—Sí. No come mucho. Solo come la mitad de lo que yo. Estoy reuniendo tréboles de cuatro hojas para ayudarla a mejorarse.

—Ya veo…espero que se mejore.

— ¡Sí!  ¡Entonces, me voy a buscar más! ¡Cuídese usted también señor!

—Lo haré

Aunque estoy sano, pensó Kyouya, pero no podía decirle eso a la pequeña espalda alejándose de él. La observó partir, antes de voltear hacia abajo y ver un trébol de cuatro hojas a sus pies. Miró a su mano pensando que había dejado caer el suyo, pero aún estaba ahí. Si se observa más de cerca se podía ver que el que está en el suelo aún está enterrado. Lo levantó y envolvió cuidadosamente en el pañuelo.

—Creo que se lo puedo dar mañana.

Imaginó la brillante sonrisa de Azuza y, sin darse cuenta, su rostro se suavizó formando una sonrisa también.

 ♦ ♦ ♦

—Una, dos, tres. Este solo tiene tres hojas igual que ese y aquel.

— ¿Es esto lo que estabas buscando?

Sin retraso, Azuza apareció en el parque al día siguiente. Una vez más, se encontraba diligentemente buscando tréboles de cuatro hojas. Kyouya se paró tras ella y sostuvo el trébol que recogió el día anterior.

— ¡Señor!

—Sí

— ¿No es el que le di ayer?

—Ese lo tengo perfectamente aquí —Dijo, mientras sacaba un libro de su bolsillo y lo habría para mostrarle. El trébol estaba envuelto en un pañuelo entre las páginas.

— ¿Lo secó como a una flor?

—Sí, es un regalo especial después de todo. Como puedes ver, este es un trébol diferente que recogí ayer.

— ¡Es alguien realmente amable! ¡Gracias, señor!

—Solo resultó que estaba creciendo a mis pies

— ¡No, por eso! ¡Por secar el trébol! ¡Estoy feliz! —Sonrió Azuza alegremente, sorprendida, más por el hecho de que secara el trébol que le dio que por recibir uno nuevo.

Inseguro de cómo reaccionar, Kyouya puso el trébol que recogió sobre su mano y dio la vuelta para retirarse.

— ¿Ya se va señor?

—Sí

La próxima vez que nos veamos, será dentro de cinco días cuando regrese a secuestrarte.

— ¡Espere! ¿Por qué no hablamos un rato? —Azuza tomó la manga de Kyouya, evitando que se alejara.

—Pero no tengo nada de lo que platicar

— ¡Yo, sí!

— ¿Qué es?

— ¿Puede hacer una corona de flores?

— ¿Qué? —Dejó salir en una voz rara mientras fruncia el ceño

Azuza replicó, inafectada por su evidente disgusto— ¡El mañana de mañana es el cumpleaños de mi mami! ¡Quiero darle una como regalo!

— ¿El mañana de mañana? ¿Quieres decir pasado mañana? ¿Y bien? ¿Qué quieres de mí?

— ¡Enséñeme cómo hacer una corona de flores!

Ella debió pensar que sabría cómo hacer una corona de flores porque sabía cómo secar una flor. Su rostro se llenó de expectativas, pero Kyouya no solo no tenía ganas de no cumplirlas, sino que tampoco sabía cómo, incluso si quisiera.

—Lamentablemente, no sé cómo hacer una corona de flores, ¿Por qué no le preguntas a tu papá o a tu mamá?

— ¡No puedo! ¡Es un secreto! ¡Lo haré a escondidas para sorprenderlos!

—No se… ¿Que tal preguntarle a alguien más?

Los grandes ojos color avellana de Azuza se llenaron de lágrimas sin derramar. Kyouya trató de tragarse la masa en su garganta. Sin saber qué era lo mejor a hacer, su cabeza comenzó a dar vueltas. Siempre había tenido un tiempo difícil manejando a mujeres o niños, especialmente cuando estaban llorando.

— ¿Puedo ir a investigar cómo se hacen y regresar mañana?

— ¡Sí! ¡Muchas gracias señor! ¡Lo quiero!

¿Fui engañado por una niña de cuatro años? Kyouya no pudo evitar pensar eso después del cambio de 180 grados en la expresión de Azuza. Solo podía suspirar al respecto.

— ¡Encontrémonos aquí mañana, después del almuerzo! ¡Sin tomar la siesta señor! ¡Haré mi mejor esfuerzo para venir sin tomar la mía!

—Ok —Se dijo a sí mismo que esta sería la última promesa que intercambiaría con ella. Necesitaba poner distancia entre ellos si iba a secuestrarla dentro de cinco días, por el bien de ambos.

Pero no pudo mantener esa promesa.

Azuza no se presentó al día siguiente o al siguiente después de ese.

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