Contrato con un vampiro – Capítulo 16: Cafetería Sumida

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


Kyouya puso la viga de acero en el suelo y ayudó a Azuza a pararse. Después, volteó a ver al dependiente asustado que había caído sobre su trasero, extendiéndole la mano.

— ¿Se encuentra bien?

— ¡De-Demonio rojo! —El hombre se encogió de miedo, ante la vista de la mano de Kyouya extendiéndose hacia él. Sudor frío caía de su frente escurriendo por sus mejillas.

—Ocasionalmente, me confunden con el demonio rojo, pero no lo soy —Reafirmó Kyouya quitando el cabello de su rostro, revelando un par de ojos amarillentos. El color de los lentes de contacto que se había puesto antes.

El encargado soltó un suspiro de alivio al ver el color amarillo de sus ojos, sin darse cuenta de que eran simples lentes de contacto. Tomó la mano de Kyouya y se paró.

— ¡En serio! ¡No me espanten de esa forma! Estaba imaginando cosas por estar hablando del demonio rojo. ¡Lamento mi malentendido! —El encargado rio con pena, mientras limpiaba sus sudorosas manos en su delantal.

—Sucede seguido. No se preocupe. Si me disculpa, alguien me está esperando. Hasta luego.

— ¡Seguro! ¡Hey! ¡Espera! Toma estas como disculpa por confundirte con un monstruo —Dijo el encargado, deteniendo a Kyouya para entregarle una bolsa de papel llena de frutas.

— ¿Está seguro?

— ¡Sí! ¡Otra vez, una disculpa! Y gracias por salvar a esta muchacha.

—Gracias —Dijo Kyouya, asintiendo ligeramente antes de irse. Actuó como un joven apacible desde su llegada hasta su partida. El encargado golpeó ligeramente la espalda de Azuza, mientras observaba a Kyouya alejarse.

— ¿No es genial que una buena persona pasará en el momento justo?

—Sí…

—Entonces ¿Compraras o no?

— ¡Lo siento señor! ¡Necesito ir a agradecerle!

— ¿Qué? ¡Espera!

Azuza persiguió la figura de Kyouya sin importarle los intentos del encargado de detenerla. Corrió por la calle principal a máxima velocidad, alcanzándolo justo después de girar a una entrecalle. Azuza tiró de la parte trasera de su camisa con toda su fuerza para detenerlo. Él dio la vuelta con su expresión usual, pero frunció el ceño al verla.

— ¿Por qué me seguiste? ¿Ya terminaste tus compras?

— ¡Ya terminé! ¡Está bien! Quería…

— ¿Tienes hambre? —preguntó Kyouya interrumpiéndola. Su pregunta la tomó por sorpresa, pero asintió en respuesta después de una pausa corta. Ya pasaban de las doce.

—Ven por aquí —Dijo Kyouya caminado por la entrecalle sin ella.

— ¡Espérame, por favor! —Azuza corrió frenéticamente tras él.

♦ ♦ ♦

Una cafetería a las afueras del pueblo. El edificio tenía la forma de una bellota y sus paredes parecían estar hechas de barro. Un letrero de cerrado descansaba en la puerta de madera.

“Cafetería Sumida” estaba bellamente tallado en el letrero adornado encima de la puerta. A pesar del letrero de cerrado, Kyouya abrió la puerta de la cafetería. Azuza trató de detenerlo, pero él entró de todas formas.

— ¡Oh! ¡Kyou! ¡Llegas temprano! Estaba esperándote. ¿Cuánto hace que no venías? Alrededor de medio año desde la última vez ¿no? —preguntó un hombre joven de pelo rubio que estaba esperando dentro de la tienda.

Por su apariencia, parecía de la edad de Kyouya o un poco mayor. Tal vez, de la edad de Tsubaru. Todo su cabello estaba recogido hacia atrás y sujetado por una banda. Su ropa parecía la típica de un empleado de cafetería, pero…

¿Soy solo yo o es un poco ostentoso? Fue la primera impresión de Azuza sobre el hombre.

— ¡Kyouya, te estábamos esperando! ¡Siéntate donde quieras!

Una mujer alegre, con su pelo en corte bob[1] apareció después. El pasador, ligeramente grande, de una fresa sujetando su flequillo era parte de su imagen de empleada. Parecía estar a mediados de sus veinte y se sentía normal en todos los aspectos.

La mujer, de pronto, arrinconó a Azuza cuando la vio entrar tímidamente a la cafetería. Jaló su brazo derecho, agitándolo rápidamente de arriba hacia abajo.

—Eres Azuza ¿cierto? ¡Mi nombre es Ichygo Himeji! ¡Seamos amigas ya que ambas somos humanas!

— ¿Qué? ¿También eres humana? ¡Creí que eras vampira! —Exclamó Azuza,

— ¡No, no! Yo no. Soy la típica humana débil que puedes encontrar en cualquier lugar. ¡No me agrupes con aquellos como Takeru!

— ¡Qué rayos! Que grosera. Lo haces sonar como si fuera de lo peor. ¿Cómo puedes decir eso sobre mí? —Se quejó el hombre joven llamado Takeru. Caminó hacia Azuza y le sujetó la mano.

—Escuche sobre ti de Kyou. ¡Llevémonos bien Azuza! Reservamos todo el lugar para ustedes, así que disfrútenlo al máximo ¿de acuerdo? —Takeru le mostró una sonrisa, cuando Azuza aceptó su apretón de manos —Y, si no es mucha molestia, me haría feliz que te hicieras amiga de Ichygo.

— ¡Claro!

—Ahora, tomen asiento. ¿Lo de siempre está bien, Kyou? Azuza, puedes mirar la carta y tomarte tu tiempo para decidir —Dijo Takeru, mientras la guiaba a la mesa a un lado de la ventana.

Kyouya ya estaba sentado en una de las dos sillas, viendo hacia el exterior con su barbilla recargada sobre su mano. Azuza se sentó tímidamente en el asiento frente a él.

— ¿Te lastimaste? —Preguntó Kyouya en el momento en que se sentó, dirigiendo únicamente la vista hacia su dirección. Sus ojos habían vuelto a su natural color rojo. En algún momento se había quitado los lentes de contacto.

—No me lastime. Estoy bien.

— ¿De verdad?

—Um, ¿es uno de tus lugares favoritos para comer?

—Solo vengo de vez en cuando. Realmente, no podría llamarlo de mis favoritos.

—Cierto. No puedes llamarlo así ¿o sí? ¿No ha sido más de medio año desde la ultimas que viniste, Kyou? Estaba muy solitario.

Azuza volteo en la dirección de la voz quejándose, para observar a Takeru poner dos tazas de café y una carta sobre la mesa.

—Soy realmente amable por reservar todo mi precioso restaurante, mi única fuente de ingresos, para alguien que ni siquiera es un cliente regular. Sí, este no debe ser uno de sus lugares favoritos. ¿Cómo podría gustarle una cafetería como está?

—Es mi cafetería favorita… —Dijo Kyouya, soltando un suspiro.

—Buen chico —Rió Takeru

Azuza los miró mientras bromeaban. Takeru volteó hacia ella antes de alejarse y susurrar en voz baja a su oído —Azuza, deberías recordar que este chico es débil cuando es presionado. ¿No hay algo que quisieras preguntarle?

Takeru le mostró pulgares arriba y dejó la mesa para ir a la cocina. Azuza se enderezó en su silla.

— ¿Puedo preguntarte algo, Kyouya?

Kyouya dejó de mirar a la ventana encarándola.


[1] Algo así:

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