Contrato con un vampiro – Capítulo 29: El otro campo de batalla

Traducido por Herijo

Editado por Ayanami


Veinte minutos previos al enfrentamiento entre Kyouya y Tsukiharu

Tsubaru se levantó, apoyándose con una gruesa rama de un árbol del bosque. Sangre escurría desde su boca hasta su barbilla. La limpio con la manga de su camisa e inmediatamente comenzó a analizar la situación. Recordaba el asalto a la iglesia y el rescate exitoso de Azusa. Todo estaba claro hasta la parte donde escapaban del monstruo disfrazado como humano llamado Tsukiharu.

—Soy patético —Se quejó para sí mismo. Se sentía terrible ante el punzante dolor en su estómago, que le recordaba que había sido sacado de la contienda antes de siquiera comenzar.

Las cosas no hubieran resultado así, si hubiera sido capaz de demostrar mi verdadera habilidad.

Pensó para sí mismo, pero era demasiado tarde para lamentarse. Era inevitable que las cosas terminaran así, ya que no había bebido sangre.

No pude beber con Ichy estando en ese estado.

La sangre en los vampiros es más importante que su propio cuerpo. Por esa razón, se veían gravemente afectados por la calidad y cantidad de sangre que producen y extraen de ellos. Por tal motivo, Tsubaru no fue capaz de beber su sangre cuando estaba recuperándose.

En ese momento, relámpagos golpearon a varios cientos de metros de distancia, haciendo que volteara en respuesta, ante la señal de la batalla entre Kyouya y Tsukiharu.

—Por lo menos, debo ayudar a Azusa a escapar…

Kyouya está en completa desventaja si pelea al mismo tiempo que protege a Azusa. Tsukiharu parecía estar encariñado con ella, pero no es garantía de que no la pondrá en riesgo si eso significa vencer a Kyouya. Tsubaru avanzó hacia los relámpagos, solo para escuchar un ruido poco natural a su espalda. Las ramas estaban siendo aplastadas en señal de que algo pesado estaba siendo arrastrado a través del suelo del bosque. Tsubaru volteo con precaución.

Cabello largo y plateado se podía ver saliendo de la parte más densa del bosque, acompañado de un fino rostro con ojos azules y brillantes. Indudablemente, era el hombre que Kyouya le había dicho que podía controlar animales. Un cuerpo humano colgaba de la mano derecha de aquel hombre, con sus dedos apretando el cuello de lo que, alguna vez, fue una joven. Sobre su blanca piel se podían observar marcas rojas.

—Es desagradable ser interrumpido durante la hora de la comida y el Maestro Tsukiharu tampoco estará complacido si me ve en este estado.

—Tu eres…

—Hola, ¿qué tal te va? Disculpa mi rudeza por pedir algo la primera vez que nos conocemos, pero ¿podrías quitarte de ahí? —El hombre de pelo plateado chasqueó sus dedos.

Dos gigantescos sabuesos de color negro aparecieron a sus lados. Si se pararan sobre sus patas traseras, tendrían más de dos metros de altura. Incluso sin hacerlo, sus cabezas estaban a la altura del pecho de Tsubaru. Lucían lo suficientemente grandes como para que fuera posible montar encima de ellos. Mostrando sus colmillos, un profundo gruñido salió de su garganta. Los dos sabuesos podrían ser superiores a una manada de lobos si se les comparara.

—La mayor parte de mis mascotas fue eliminada por el Demonio rojo. Estos dos son los únicos que me quedan. Sin embargo, he invertido especial cuidado en su crianza, así que, aunque no sean capaces de vencerte puedo asegurarte que son suficientes para mantenerte ocupado.

Los sabuesos tomaron alguna especie de señal silenciosa de la mirada del hombre para atacar a Tsubaru a velocidad luz. Cargaron hacia él con una fuerza y velocidad muy superior a lo normal.

—Desearía que no me subestimaras —Dijo Tsubaru, mientras aplastaba el cráneo de uno de los perros. La sangre salpicó, pintando pequeñas motas rojas en sus mejillas. Giró dando una patada al otro perro, mandándolo a volar contra un árbol —Puede que no sea tan fuerte como Kyouya, pero soy lo suficientemente capaz como para encargarme de unos perros callejeros.

—Ooh.

—¿Eres el que hizo pasar a Kyou y a Ichy un infierno?

—¿Por Ichy…te refieres a la mujer que resguardaba a Azusa? Si es el caso, la respuesta es sí.

—Entonces, eso es perfecto…estaba pensando lo mucho que me gustaría golpearte hasta que ya no puedas más.

—Eso si logras acertar un golpe. —Shiro chasqueó sus dedos nuevamente. El perro que Tsubaru creyó haber matado con su patada, embistió contra él, haciendo que se quedara sin aliento debido al ataque inesperado.

—Qué coincidencia, justo estaba pensando lo mismo —Alguien dijo, mientras caía del cielo. Ichy cayó agraciadamente al suelo, con su katana perforando el cuerpo del animal. —Me disculpo por llegar tarde.

Sacó su espada del cadáver del perro, sacudiendo la sangre y apuntando hacia Shiro. Con su mano libre desabotono su camisa, exponiendo su cuello.

—Te he causado muchos problemas. Por favor, permíteme limpiar mi honor ofreciendo mi sangre.

 —¿Ya estás bien?

—No hay necesidad de que te preocupes por mí.

—Ya veo, lamento haber dudado de ti.

Tsubaru puso una mano sobre Ichy y mordió profundamente su cuello. La sangre borboteo por su garganta, en señal de que sus reservas estaban siendo repuestas. Para el momento en que separó su rostro del cuello de ella, sus ojos verdes estaban teñidos de un profundo color carmesí.

—Asegúrate de golpearlo de mi parte.

—Lo haré.

Shiro, por instinto, retrocedió con una expresión nunca antes vista en su rostro. Por primera vez, estaba sintiendo miedo. Sudor escurría de sus mejillas.

—¿Dijiste que te llamas Tsubaru?

—Lo hice.

—¿De casualidad te refieres al Tsubaru de la familia Shiranui? ¿Uno de los tres candidatos a convertirse en el próximo Patriarca de la Asamblea Akai?

—El que sepas de mí, hace las cosas más fáciles. Mi nombre es Tsubaru Shiranui y soy quien te dará la paliza de tu vida.

Tsubaru lo escuchó contener el aliento. Una reacción natural. Su fuerza de ataque especial ya había sido aniquilada por Kyouya y su cuerpo, probablemente, no era muy fuerte, de lo contrario no dependería completamente de sus familiares. Shiro era del tipo que no sobreviviría en las líneas frontales donde el combate cuerpo a cuerpo es esencial. No era irrazonable de su parte aterrarse después de saber que su oponente era uno de los candidatos a convertirse en el próximo Patriarca.

Pero Shiro no mostró señales de pánico mientras sonreía —Estoy…en una desventaja enorme. Tomaré esta oportunidad para retirarme.

—¿Crees que te lo permitiré?

—Mis disculpas, pero me excusare de tu presencia. —Shiro extendió sus brazos, liberando un enjambre de mariposas e iniciando su batalla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido