Dinero de consolación – Capítulo 8: Bienvenidos a mi tienda

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


Durante el feriado, llevé conmigo el nuevo diseño de zapatos y ropas mientras me dirigía a la fábrica, la cual se ubicaba en la parte posterior de nuestra tienda. Al mismo tiempo, sería capaz de ver cómo les iba.

Después de que despaché silenciosamente al mayordomo y al carruaje, estaba llegando a la tienda a pie cuando divisé a dos personas de la cafetería de la Academia, que previamente me habían dado sugerencias sobre el color de los zapatos, paradas frente a esta.

—Buenos días.

Cuando les hablé, ambas saltaron conmocionadas.

—Señorita Knocker.

— ¿No van a entrar?

—Bueno…

En la dirección a la que apuntaban sus dedos se encontraba Banach. Le estaba diciendo algo al hijo de la señora Mathilda, Michael.

—Esto es tan problemático.

Cuando murmuré eso sin querer, las dos asintieron, indicando que estaban de acuerdo.

— ¿Qué tal si miramos juntas los nuevos productos?

— ¿Eh?

— ¿No seremos una molestia?

Las dos comenzaron a entrar en pánico mientras yo sonreía irónicamente.

—De hecho, empezando desde hoy, comenzaremos a vender estos zapatos en diferentes colores. Les daré un descuento, pero deberán mantenerlo en secreto.

—Eh, ¿eso está bien?

Fui feliz al ver el brillo en sus ojos.

—Lamento no poder dárselos gratis.

Mientras veía que estaban tan contentas que podrían saltar de felicidad, de repente, una voz estruendosa vino desde dentro de la tienda.

— ¡Si vas a ser así, te acusaré por ser violento!

¿Realmente quieres crear un alboroto en mi negocio?

—Señorita, no le he hecho nada violento.

—Pero, pero, yo sé que…

Las chicas a mi lado, que hasta hace un momento estaban saltando de alegría, ahora me miraban incómodas. Suspiré profundamente.

—Ignoremos esa escena.

— ¡Sí, señorita Knocker! No le prestaremos atención.

De algún modo, mi corazón se sentía confortado por ellas. Con una sonrisa en mi rostro, entré en la tienda mientras ignoraba a Banach y a Michael.

Caminé hacia el exhibidor de los nuevos productos cuando me sujetaron el brazo y me detuvieron.

— ¡Señorita, por favor, deje de ignorarme!

—Pero parecías ocupado.

—Y lo estoy. Esa clienta no deja de insistir en que he estado actuando groseramente con ella.

Golpeé la mano de Michael que había estado sujetando mi brazo.

—Ten. Te golpeé.

Michael comenzó a hacer pucheros. De cabello corto y de color café, era una cabeza más alto que yo.

Esta persona, que normalmente mantenía una atmósfera adulta mientras trataba con los clientes, de alguna manera se volvía infantil delante de mío. Era misterioso y adorable.

—Tiene que golpearme más fuerte.

—No quiero hacerlo, masoquista.

Desafortunadamente era un masoquista. No importaba cómo lo mirases, era una persona que quería ser maltratada. Era realmente decepcionante, un verdadero desperdicio de una apariencia tan genial como la suya.

—Como puede ver, dama, no tengo interés en hostigar a los demás. De hecho, sería mucho más feliz si me pisara con sus zapatos de tacón.

—Deja de hablarle así a los clientes o terminará afectando nuestras ventas.

Michael rió felizmente mientras yo miraba a la estupefacta Banach. De alguna manera, realmente quería que el gerente de esta tienda le diera una fuerte paliza a nuestro empleado masoquista.

—Si la señorita está dispuesta a pisarme, no necesitaría un bono.

— ¿Qué debería hacer…?

Sin bono, eso sonaba atractivo para mí.

Me estaba sintiendo preocupada cuando escuché un profundo suspiro. Al dar vuelta mi cabeza en esa dirección, vi al Príncipe parado allí.

— ¡Hey, hermano! ¿Qué pasa?

—Michael, ¿desde cuándo te convertiste en un pervertido?

—Mm, ¿desde que la señorita me trajo aquí? Desde entonces, no quiero ser pisado por nadie más que por ella.

El Príncipe dejó salir un suspiro más profundo que el anterior.

—Julia, ¿qué le hiciste a mi hermano?

— ¿Nada? Sólo lo recluté para que trabajara aquí.

Los ojos de Michael brillaban.

—Esa vez cuando fallé en mi trabajo en el castillo y fui reprendido por mi superior, ella apareció valerosamente y dijo de una manera verdaderamente genial, “si no tienes uso para él, ¿por qué no me lo das a mí?” ¡Realmente pensé que me pisaría en ese momento!

Ah, así que Michael se convirtió en un pervertido entonces. Qué pena.

—Esto es culpa tuya.

—Lo siento.

Me disculpé de inmediato.

—Más bien, ¿a qué ha venido aquí hoy, Príncipe?

—Ah, vine para hablar con Mathilda.

— ¿Mi madre?

Michael apuntó hacia las escaleras.

Repentinamente, Banach chocó contra el Príncipe, quien estaba mirando hacia las escaleras en ese momento.

— ¡Aah, lo siento tanto!

El rostro del Príncipe se petrificó en el momento en que vio a Banach. Al parecer no se había dado cuenta de la presencia de ella hasta ahora.

—Soy tan descuidada.

—Y-Ya veo, aléjate rápido de mí.

¿Esto es tan aterrador para él?

— ¿Se hirió en algún lado?

Banach parecía preocupada por herir al Príncipe, mientras se aferraba a él.

No, no. No es posible que fuera a herirse sólo con eso, ¿no es demasiado exagerado preocuparse tanto por sus heridas cuando ni siquiera chocaste tan fuerte con él?

— ¡Permítame invitarlo a por un poco de té como una disculpa por chocar contra usted, por favor!

El Príncipe se giró para mirarme, buscando por mi ayuda, pero yo sólo tomé los nuevos zapatos mientras se los mostraba a las dos chicas plebeyas.

—También diseñé un sombrero a juego con estos zapatos.

—Los compraré.

Fue el Príncipe el que levantó la mano.

—Julia, déjame comprarlos como un regalo para las señoritas.

—Gracias por su preferencia.

Me paré rápidamente frente a Banach, a la vez que comenzaba a hablarle.

—Banach, ¿viniste a comprar? Si es así, pienso que este vestido se te verá bien.

Cuando le mostré el vestido en color rosa, Banach me miró con una expresión conmocionada.

— ¿Estás tratando de decir que sólo se me permite vestir ropa de plebeyo?

—Mientras se vea bien, ¿por qué no?

Estaba sonriendo, cuando Banach me respondió súbitamente con lágrimas en los ojos.

—P-Por supuesto, antes fui una plebeya, ¡pero en este momento soy una noble! Nunca usaré ese tipo de ropa.

De verdad, me pregunto si está actuando acerca de cómo se mantendrá trabajando duro como una aristócrata a pesar de ser acosada.

—Entonces, ¿viniste a la tienda por un sombrero, zapatos, cartera o tal vez un pañuelo?

—No compraré nada de esta tienda para plebeyos.

Chilló esta chica mientras las lágrimas resbalaban de sus ojos, cuando un caballero de ojos negros como el carbón y cabello negro con trazos de gris salió de la trastienda. Era el gerente, el señor Olga.

Se pasó la mano por el cabello.

—Por favor, limpie sus lágrimas.

El señor Olga le pasó un pañuelo a Banach mientras la sacaba de la tienda. Todos estábamos mirando su delicada acción cuando el señor Olga repentinamente le habló a Banach mientras sonreía.

—Esta tienda fue establecida por la señorita Julia porque ella quería que las personas estuvieran a la moda, independientemente de si eran plebeyos o aristócratas. Si no quiere comprar aquí, entonces, por favor váyase. Está siendo una molestia para los otros clientes. Por cierto, la vestimenta y los adornos para el cabello que la señorita Julia lleva hoy, son todos productos de esta tienda… Y como la ha estado insultando, en el futuro, se le prohíbe la entrada a este establecimiento. No habrá problema, ¿verdad? Ya que dijo que no había nada que quisiera comprar de esta tienda.

—…

—Adiós.

¡Wow! El señor Olga es tan genial.

—Señor Olga, ¡me quedé encantada con su habilidad para despachar a esa reclamante!

—Su elogio me hace extremadamente feliz, señorita Julia. Michael, ven aquí para que pueda pisotearte.

—Damas, ¿por qué no se prueban esta falda?

—Michael.

— ¡No quiero eso, señorita, por favor sálveme!

Solo agité mi mano mientras veía como el señor Olga arrastraba a Michael por el cuello hacia la trastienda.


Aclaración:

Kaavalin
Dado a que Mathilda fue la nodriza del príncipe, él y Michael se criaron juntos y se tratan como hermanos, aunque no tengan vínculo sanguíneo

7 respuestas a “Dinero de consolación – Capítulo 8: Bienvenidos a mi tienda”

  1. Jajaja este príncipe me agrada se dio cuenta rápido q si Julia no lo ayudará x la bondad de su corazón si lo hará x el contenido de su billetera 😅 😅😅
    Y el sr Olga 😮wow q capacidad de hechar a una persona tan educadamente pero a la vez sin posibilidad de contradecirlo 😮😮😮😮
    Gracias por la droga 😆😆😆

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido