El Conde y el hada – Volumen 2 – Capítulo 7: Su despiadada venganza

Traducido por Den

Editado por Nemoné


En el pasillo débilmente iluminado, por el que Edgar y Lydia comenzaron a caminar, había una sombra que se aproximaba cautelosamente a ellos.

Lydia dejó escapar un grito estridente, ante la sombra que apareció de repente frente ella.

Como reflejo, se agarró de un pilar cercano y entonces escuchó una voz monótona que decía “perdón”. Cuando echó un vistazo, descubrió que era Raven.

—M-Me asustaste.

—Lydia, podías haberte agarrado a mí.

¿Cómo es posible que pueda decir semejantes cosas en cualquier tipo de situación?

—Estoy evitándolo instintivamente.

Dio media vuelta. Si Raven, que al parecer se movía por el barco por su cuenta, había regresado, eso significa que no era una situación en la que se debería de estar divirtiendo con Lydia.

Edgar cambió de inmediato a una expresión seria y miró a Raven.

—Lord Edgar, varios botes se han acercado al barco. Creo que es cuestión de tiempo que los hombres de Graham suban a bordo.

—Entiendo. Apresuremonos.

—Lady Doris está por aquí.

Guió Raven.

— ¿Cómo lo sabes?

—Le pregunté a uno de los hombres de Graham que gritaba desde el fondo del barco. Hubo una conmoción, por ello la durmieron y la llevaron a un lugar que nadie del exterior encontraría.

Ese debe de haber sido el hombre que Rosalie y ella derrotaron. En ese momento, después de encargarse de Doris, Lydia debe de haberse cruzado con él mientras este trataba de esconder a Rosalie.

Mientras caminaba, Raven le entregó una pistola a Edgar. Era la que se suponía que había dejado en la oficina de Graham.

Después de aquello, se volvió hacia Lydia.

—Oh, sí. Señorita Carlton, me olvidé de entregarle esto.

La cosa que Raven le ofreció era la lata de no hace mucho tiempo.

—Umm, eso en realidad no me pertenece.

Pero, Raven debió de creer que era algo que ella debía de aceptar, por lo que lo sostuvo.

—Puede ser un problema para Lydia. Así que lo guardaré.

Después de que Edgar dijera aquello, finalmente se lo entregó como si estuviera convencido.

Nuevamente, con paso apresurado, siguieron a Raven, pero de repente, hubo un ruido de conmoción a su alrededor.

— ¿Lydia, puedes correr?

—Sí.

Al mismo tiempo que respondió, Edgar tiró de su brazo. Los tres corrieron en un sprint [1] mientras el fuerte sonido de las voces se acercaba lentamente.

— ¡Los encontré! ¡Por aquí!

Se oyó el grito de un hombre.

—Lord Edgar, los mantendré a raya.

—Esta bien, te lo dejo a ti. ¿Cuál es la ubicación de Lady Doris?

—Al final de este pasadizo. Hay una puerta oculta por el cargamento en la parte posterior del almacén.

Al mismo tiempo que Edgar asentía, Raven dio media vuelta y Lydia siguió a Edgar a través del pasillo.

El sonido de las voces se había desvanecido, quizás porque perseguían a Raven. Se preguntaba cuántos hombres de Graham estaban en el barco. Le preocupaba si Raven iba a estar bien.

En ese último momento, Lydia finalmente se percató que estaba tratando de hacer algo extremadamente imprudente.

Había salido de la habitación declarando que no iba a abandonar a Doris y Rosalie, pero incluso antes de que pudiera rescatarlas, estaba poniendo a Edgar y Raven en peligro.

No podía perdonar la actitud egocéntrica de Edgar, pero fue ella quien arruinó el plan original de rescate de él. Además el de completar con éxito su venganza y escapar con seguridad del barco, por el tipo de plan de azar.

— ¿Qué sucede, Lydia? ¿Tienes miedo?

Pero, si fuera a abandonarlos, entonces creía que cargaría con un arrepentimiento imperdonable por el resto de su vida.

Incluso si fueran capaces de abandonar el barco, estaba segura que debía de haber habido otra forma de rescatar a las dos chicas, pero no quería prolongar la aterradora situación en la que estaban.

No le gustaba cómo Edgar no sentía ningún remordimiento al abandonar a las dos chicas. Y no era por su sentido de la justicia, pero se dio cuenta que esperaba que hubiera una parte de Edgar, que no fuera solo un simple criminal-villano.

Lydia negó con la cabeza.

—No tengo miedo, este es el camino que escogí.

—Qué optimista.

—No, no lo soy. Soy imprudente… lo sé. Pero no quiero vivir arrepintiéndome.

—Siempre me lamento. Tanto que creo que mi mayor pecado es vivir.

Lo dijo como si no fuera nada, pero Lydia se sorprendió por la seriedad de sus palabras.

—No existe tal cosa.

—Si no hubiera interferido, muchos de los miembros de mi banda estarían todavía vivos, incluso ahora. Ermine también… Y Raven. A veces pienso que podía haber habido una forma de no poner su instinto asesino en mis manos, sino encontrar una manera de controlarlo adecuadamente, con su propia voluntad.

— ¿Pero no fuiste tú quien liberó a todos del control de Príncipe?

—Liberó… Solo Raven está vivo.

— ¿Crees que tus amigos querían seguir vivos como esclavos? Entonces, no se habrían ido contigo. Les diste su libertad. ¿No les enseñaste que sus corazones nunca podrían ser encadenados por alguien?

Edgar, quien permaneció mirando al frente, ya había pensado en lo que Lydia dijo hace mucho tiempo, y varias veces.

Los dos se dirigieron a la parte trasera del almacén, donde había montones de cargas y productos empacados apilados.

Edgar abrió la boca para hablar como si estuviera hablando solo.

—En aquel entonces, traté de pensar de esa manera. Pero, a veces, sentía como si mi propio ego quisiera creer eso…

Al final del camino abierto, entre las pilas de cargamento a cada lado, en efecto, estaba la puerta que Raven les había mencionado.

—Esta debe ser. Está cerrada.

Debido a que Edgar centró su atención en eso, parecía como si su discusión había terminado, así que Lydia solo asintió.

Sacó un alfiler de su bolsillo interior y fácilmente abrió la cerradura con él. Era una habilidad inimaginable, si uno hubiera crecido en una respetable familia noble.

Mirando por la rendija de la puerta abierta, en un espacio pequeño más parecido a un armario que a una habitación, inmediatamente pudieron ver que Doris había sido encerrada dentro.

—Señorita Doris, por favor despierte.

Lydia se arrodilló y trató de sacudirla para despertarla. Sin embargo, parecía que no iba a despertarse por nada.

—Debieron de usar drogas para dormirla. La llevaré.

— ¡Oi, Lydia! ¡Tenemos un problema!

Quién entró corriendo era Nico, preso del pánico.

— ¡Nico! ¿Dónde has estado?

—A quién le importa, solo date prisa y corre. Ha surgido un grave problema.

En el suelo, cerca de los pies de Lydia, Nico seguía despotricando.

—Está bien, lo sabemos. Los hombres de Graham se están acercando, ¿verdad?

— ¿Huh? ¡Es algo más problemático que eso! ¡El Bogey ha regresado y está controlando a Rosalie con su maestro para matar al Conde!

Oh no, es verdad.

Lydia finalmente recordó.

— ¡Edgar, lo había olvidado! ¡El hombre de la niebla va tras ti!

— ¿Hombre de la niebla?

Se giró, desde donde estaba arrodillado junto a Doris, para mirarla confundido.

Por supuesto que lo estaría. Para él era un nombre sacado de un cuento, y que le dijera de repente que está siendo perseguido por uno, estaba segura de que no sería capaz de comprender el peligro de la situación.

—No tengo idea de cómo algo así podría guardar rencor contra mí.

—Oi, Lydia. ¡¿Es el hombre de la niebla?!

Ahora, incluso Nico estaba en estado de pánico.

—Eso dijo el Bogey. ¿Nico, sabes cuál es la debilidad del Lord de la Niebla?

—Un demonio como él no tiene una debilidad. E incluso si la tuviera, no hay nada que podamos hacer al respecto, ¿verdad? Ahora que lo recuerdo, dijo algo parecido a que tenía un nemesis. El Bogey dijo algo así como que estaba atrapado en algún lugar con hojas.

— ¿Quién es su nemesis? ¿Qué hojas?

—Yo que sé. No, espera, creo que escuché algo como eso antes…

— ¿Lydia, por qué me atacarían?

Habían voces que procedían de ambas direcciones, lo cual hacía que Lydia estuviera al borde de una crisis.

—Uh, así que en otras palabras, el Hombre de la Niebla guarda rencor hacia el Conde Caballero Azul. Fue sellado dentro del “huevo del hada” por uno de los ancestros de la familia del Conde. Dado que heredaste el título de Conde Caballero Azul, planea devorarte para revivir.

—Espera un momento, ¿está el Hombre de la Niebla dentro del “huevo del hada”?

—Eres de una familia con un largo linaje, ¿verdad? Es por eso que mientras estaba en tu casa, la sangre de tu familia no permitía que el hombre de la niebla dentro de la ágata, saliera siquiera un poco. Pero, después de acabar en manos de Rosalie, creo que el poder que lo había estado sellando se debilitó. Así llamó al Bogey. Ha estado buscando al Conde Caballero Azul por años para su despertar.

—Así que al conocer a Rosalie…

—Sí, descubrió que eras el Conde Caballero Azul y te ha estado siguiendo.

—Entonces, ¿qué haces cuando te ataca un Hombre de la Niebla?

Lydia juntó sus manos. Incluso ella no sabía qué hacer.

Sabía que la única regla a seguir con las hadas, que eran un ovillo de mala voluntad, era no verlas, tocarlas o acercarse a ellas, y solo lo sabía porque era una amateur e inexperta.

Incluso si me llamo una Doctora de Hadas, soy inútil.

Pensó furiosa, mientras se esforzaba por pensar en algo.

— ¡Tsk! ¡Qué humano tan inútil! Si fuera el Conde Caballero Azul, lucharía con el mismo poder que el Hombre de la Niebla. —murmuró Nico, disgustado.

—Pero Edgar no es el verdadero heredero, ¿cómo podría tener semejante poder?

—Me pregunto si seré atacado a pesar de que no soy el verdadero. ¿No crees que el Hombre de la Niebla no podría resurgir incluso si me devora?

—Bueno, su vida depende de eso, así que te comerá independientemente.

—Ya veo.

—Y, más que el poder del Conde Caballero Azul, podría tener más importancia teniendo en cuenta que es alguien  que lleva el mismo nombre que él.

Sufrió cuando fue atrapada en una botella por el Bogey, y se puso furiosa cuando Edgar la usó como cebo. Pero, su mente trataba desesperadamente de pensar en una forma de rescatar a Rosalie y Doris, cuando se vio sacudida por el verdadero rostro de Edgar.

Era culpa de Lydia por olvidarse completamente de pensar un plan para deshacerse del Hombre de la Niebla, mientras pasaba por todo eso.

También era porque estaba aliviada e imaginaba que el Bogey no aparecería tan pronto.

De todas formas, era el mayor error de un Doctor de Hadas.

— ¡Ah! —gritó Nico en un jadeo.

— ¡Era de romero, Lydia!

— ¿De qué estás hablando?

—Las hojas eran de romero… Ah, cómo no pude pensar en eso.

No tenía idea de lo que estaba pensando, así que ladeó la cabeza.

No tenía más tiempo que perder, escuchando la confusa explicación de Nico en esta situación.

—De todos modos, parece que ese no es nuestro único problema.

Se oían pisadas fuertes que se acercaban. Venían desde la entrada del almacén, y dieron vueltas alrededor de Lydia y los dos.

De entre los hombres que se detuvieron como una barricada, Graham dio un paso al frente.

—Milord, al parecer las piezas se han cambiado.

Graham, quien volvía a estar consciente,  al parecer había recuperado su confianza con el número de hombres detrás de él, por lo que les sonrió.

—Puede que quisieras hacerme caer en la trampa que planificaste metódicamente, pero parece que pasaste por alto esta apertura en la última parte.

—Me pregunto si tienes razón.

— ¿Qué hay allí que puedas hacer solo? Lanzamos a ese hombre tuyo que camina como una arma al fondo del barco.

Efectivamente, el hombre regordete y grasiento que se suponía que Lydia había encerrado en el fondo del barco, estaba entre ellos.

—Me gustaría que  no subestimes a mi amigo. —respondió Edgar, en un inesperado comportamiento inexpresivo.

El barco de repente se tambaleó hacia un lado.

No, el barco no se tambaleó, el cargamento y los productos empacados, que estaban amontonados en el almacén, se habían caído.

Justo cuando pensaron que una de las torres de las cajas de madera se inclinó a un lado, se derrumbaron sobre Graham y sus hombres.

La oscura figura de una persona se deslizó sobre ellos.

Raven saltó sobre Graham, que apenas había logrado esquivar las cajas de madera y los barriles, y lo retuvo. Cuando sostuvo un cuchillo en su garganta, el resto de los hombres de Graham no pudieron moverse.

No obstante, no tenían tiempo para relajarse.

— ¡Lydia, están aquí! —gritó Nico, que se arrastraba por las cajas de madera derribadas.

Sin aliento, Rosalie entró corriendo. Y el Bogey, encima de su hombro, sonrió.

— ¡Rosalie! ¡Detente! ¡Estás siendo manipulada por eso!

Pero la voz de Lydia no llegó a sus oídos. La malvada presencia, que estaba atrapada en la ágata, usaba su poder para  controlar a Rosalie.

Incluso con un poco de magia, se unió con el sentimiento de amor y odio de Rosalie hacia Edgar. Ahora tenía el control completo sobre su voluntad, y ella ni siquiera debería saber lo que estaba haciendo ahora.

『Ahí está el Conde, ¡atrápalo!』

Después de que el Bogey gritara, Rosalie no vaciló ni un momento y tiró la ágata sellada con agua, que había guardado con tanto aprecio, al suelo.

Se formó una pequeña y diminuta grieta. Sin embargo el agua bendita, que había quedado atrapada en su interior durante cientos de años, finalmente había sido liberada.

Se evaporó en un instante y desapareció.

Al mismo tiempo, una niebla maloliente inmediatamente inundó el interior del barco.

Se escucharon los gritos de los hombres de Graham. La niebla era tan densa que ni siquiera podías ver dos pasos delante de ti.

Lydia solo podía ver la silueta de Edgar, que estaba a su lado.

— ¡Lydia, aléjate del Conde!

Se oyó la voz de Nico a la distancia.

El objetivo del Hombre de la Niebla era Edgar.

—Date prisa y vete. —dijo Edgar, mientras su ojos seguían algo que se movía en las profundidades de la niebla.

— ¡¿Lord Edgar, dónde está?!

Bramó Raven.

— ¡Raven, no vengas!

Era el Hombre de la Niebla. Y Lydia tenía los ojos clavados en él.

Una sombra negra y espesa se agitó y se fusionó en la niebla.

No era solo uno. Emergieron varias criaturas creadas a partir de la niebla; eran perros demoníacos que el Hombre de la Niebla había llevado consigo. Los rodearon mientras gruñían.

La silueta más grande creada a partir de la niebla, era el Hombre de la Niebla, y sintió que su atención se centraba en Edgar, mientras mecía su enorme cuerpo en un vaivén.

Entonces, repentinamente, su cuerpo se hinchó como un globo y se lanzó hacia ellos al ataque.

—Lydia, apresúrate, ¡corre!

—¡No…!

Mientras luchaba contra Edgar, que intentaba alejarla, Lydia, sin pensarlo, se aferró a él.

Al mismo tiempo, los dos eran envueltos por una pegajosa y viciosa oscuridad. Presionaba tanto, que era sofocante.

Debieron de haber sido atacados, o quizás devorados, ya que no sentían el piso debajo de ellos. De repente sintieron que la temperatura bajaba, como si fueran arrojados en medio de una helada brisa de invierno.

— ¿Esto es… dentro del vientre del Hombre de la Niebla?

Lydia tampoco lo sabía. Estaba demasiado oscuro para ver algo y, las yemas de sus dedos estaban entumecidas por el frío.

Sentía que su energía la abandonaba, como si su fuerza vital fuera lentamente succionada.

—Lo siento… —susurró Lydia mientras era derrotada por su decepción y lamento—. Lo siento, lo siento mucho. Esto sucedió por mi inexperiencia. Lo siento mucho por ser una Doctora de Hadas inútil. Lo siento por decir siempre cosas vanidosas y no poder rescatarte.

—No me siento tan mal. Nunca imaginé que inicialmente tú me abrazarías. Y tú, que no sonríes fácilmente frente a mí, es un lujo verte llorar por mí.

Finalmente se percató que se estaba aferrando a él y era sostenida contra su pecho, mientras éste le acariciaba el cabello amablemente, pero era aterrador soltarse en esa oscuridad, por lo que se quedó quieta.

En ese momento no le importaba si Edgar era una persona peligrosa o un frívolo mujeriego. Dado que iba a compartir el mismo destino que él.

—Sé que es inapropiado en un momento como este, pero quiero que me digas: ¿es tu responsabilidad como Doctora de Hadas lo que te hizo quedarte conmigo hasta el final? O, ¿estás dejándome romantizar solo un poco?

— ¿Eso es lo único en lo que piensas en esa cabeza tuya?

Lágrimas caían por sus ojos mientras estaba asombrada por su continuo comportamiento frívolo, pero Lydia estaba divirtiéndose un poco.

No podía entender por qué se había aferrado a él sin pensarlo. Solo que no quería dejarlo solo.

Tenía muchos camaradas y amigos con él si miraba atrás. Pero necesitaba mirar hacia delante y liderar el camino para guiarlos, lo que lo hacía permanecer solo. Porque en la visión del líder, no había nadie más.

A pesar que abrió el camino para los que estaban detrás de él, cuando se dio cuenta, solo Raven quedaba.

Solo quedaba una duda: si pudo ser la esperanza para sus camaradas y amigos, o si pudo salvarlos aunque sea un poco. Era un sentimiento que quería creer pero no sabía cómo.

Lo único que podía sentir, era el gran peso sobre sus hombros, de ser el único sobreviviente después de sus sacrificios.

Tenía la sensación de que le había mostrado un atisbo de su corazón, pero podía ser solo su imaginación, y la podría engañar otra vez, pero sabía que no quería dejarlo solo.

—Es porque pareces solo…

—Hmm, ¿así que es lástima?

—No te tengas en alta estima.

Incluso si presionaban sus cuerpos juntos, estaba terriblemente frío, podrían congelarse hasta la muerte.

—Eres muy cálida.

—Huh, ¿no estás frío?

—Oh, no, no es lo que quiero decir. Ah, pero esta cosa de aquí me ha mantenido caliente.

— ¿Qué es?

Lo que Edgar sacó de su bolsillo interior fue la lata de hace unos días. Mirando más de cerca, podían ver que brillaba levemente.

A pesar de que era leve, estaba haciendo retroceder la oscuridad del dominio del hombre de la niebla.

— ¿Qué es esto…?

—Es una lata.

—Lo sé, pero…

—Ahora que recuerdo, Raven dijo algo de que esta cosa ha estado queriendo conocer al Doctor de Hadas.

— ¿Estás diciendo que una lata habló?

—Bueno, dado que tiene la sangre de un espíritu místico corriendo por sus venas, tiene una parte misteriosa.

Quizás era por eso que Raven había estado diciendo desde el principio que esta lata era el arma de Lydia. ¿Pudo haberse dado cuenta que había algo mágico dentro de ella?

La lata, o, en realidad, la cosa dentro de la lata que llamaba a Lydia.

¿El pez cocinado en hierbas? No, eso no podía ser lo que estaba haciendo retroceder la magia del hombre de la niebla.

Era algo que estaba sellado en la lata, así que no tenía un poder tan fuerte. Pero, si podía luchar contra el hombre de la niebla adecuadamente, ¿podría ser el elemento de la naturaleza lo que esta cosa poseía?

El único ser elemental que tenía el elemento natural para confrontar a un hombre de la niebla podía ser…

La respuesta de repente vino a Lydia.

¡Las hojas de Romero de las que Nico había estado hablando! ¡La cosa que estaba dentro, y que fue engañado por el Bogey, y encerrado dentro de la lata con hierbas, era su némesis!

Era un hada que cuando aparecía, traía el agradable olor de la hierba verde de primavera.

— ¡Edgar, creo que podemos salvarnos si podemos abrir esta lata!

—No llevo herramientas para abrir latas de metal conmigo.

—Oh, sí, tienes razón.

Lydia se sintió desilusionada inmediatamente.

Para que situaciones como esa no sucedieran, debería haber prestado atención a su alrededor por alguna señal de advertencia. Y pensar en el futuro y prepararse, así que tal vez podría haber confrontado al hombre de la niebla.

Tuvo esa oportunidad, pero a causa de la inexperiencia de Lydia, dejó escapar esa ayuda.

—Ahh, Dios, soy una idiota. Soy una inútil.

— ¿Así que necesitas abrir esto para comerte lo que hay dentro?

—Oh, no, al menos si pudiéramos abrir un hueco. No creo que haya un pescado dentro.

—Podría explotar pero, ¿qué tal esto? —dijo y sacó la pistola.

Me pregunto si lo que hay dentro estará bien, pero esa preocupación no se aplica a las hadas, así que no le importó.

—Intentémoslo.

—Lydia, quédate atrás.

Puso la lata cerca del suelo. Lydia se tapó las orejas y contuvo el aliento detrás de Edgar.

Hubo el sonido de un disparo y la lata se abrió. En un instante, algo saltó fuera de la lata.

Estalló un poderoso tornado, y el viento retiró la niebla espesa que los había envuelto a los dos. Fue llevada en un remolino hacia arriba.

Hubo un gemido que retumbó como un terremoto, quizás fue el hombre de la niebla.

Una enorme sombra negra parecía estar luchando contra los vientos. Era una niebla negra que se tragaba todo a su alrededor, derritiendo todo.

Pero ahora, no podía acercárseles mientras estaba atrapado en el túnel de viento. Porque cuando tocaba el viento, su niebla se dispersaba y desaparecía. Esa era la regla de la naturaleza de las hadas.

La bola de niebla que estaba controlada, todavía luchando contra el viento, intentó mantener su forma creando un grupo de torbellinos negros, y los usó para atacar a todo lo pudiera.

Podía oír gritos que parecían provenir de Graham y sus hombres.

La niebla y la neblina desaparecieron, pero al hacerlo, parecía que había engullido a Graham y sus hombres que estaban cerca, ya que pudieron vislumbrarlos.

Pero, más que eso, la vista de la niebla, que los había absorbido, fue empujada y arrojada por el viento sin piedad, llevándose la niebla, la gente y la suciedad con él. Era suficiente para enviar escalofríos por su espalda.

Finalmente, la visión a su alrededor se aclaró para revelar el área del fondo del barco.

Buscó a Nico mientras el viento todavía soplaba.

Vio a Rosalie y Doris, al igual que Raven. Estaba aliviada de ver que los estaba llevando lejos de la hambrienta aprehensión de la niebla, y los conducía hacia la zona segura de los vientos.

El viento se volvió más fuerte y violento de nuevo, haciendo que Lydia no pudiera mantener los ojos abiertos y que casi se caiga.

Consiguió mantenerse firme gracias a Edgar, y se sintió envuelta en sus brazos. Escuchó las maldiciones del Bogey cuando fue arrastrado por el viento, y lo perdió de vista.

Cuando pudo levantar la cabeza, pudo ver un atisbo del cielo azul. El tejado del almacén se había roto y el viento se arremolinaba alrededor de la niebla, que se adentraba en los vastos cielos.

Vio un leve destello de un par de vientos celestes.  Eran tan delgados y transparentes como el aire.

—Sílfides… —susurró Lydia.

Una vez que el precursor, que estaba atrapado en la lata, estalló en los cielos, un enjambre de hadas del viento, Sílfides, llegaron en grandes cantidades.

Era la llegada de los vientos primaverales.

Se unieron para convertirse en una ráfaga de viento y, surcaron los cielos a través de las aguas del río que se encontraban al lado de la ciudad.

Notando el pesado balanceo, pero sintiendo que estaban siendo protegidos por las Sílfides, Lydia sintió que estaba dentro de una agradable cuna.

Cuando la última presencia del hombre de la niebla fue dispersada por el viento, las hadas del viento siguieron adelante y volaron hasta los lejanos cielos.

— ¡Edgar, estamos bien! ¡Logramos no ser engullidos por el hombre de la niebla!

Su corazón estaba lleno de alivio y felicidad, de regresar a este mundo desde la oscuridad dentro del hombre de la niebla, que le hizo a Lydia soltar un estridente alarido.

—Sí, parece que sí.

Edgar está aquí a salvo. Estoy tan contenta de que no lo dejé solo.

Incluso si fue una cosa imprudente o al azar de hacer, pensó con optimismo que cuando tenías el sentimiento de querer ayudar a otros, el poder milagroso de las hadas te bendeciría.

Eran los brazos de Edgar que calmaban a Lydia, que casi se desplomó en el suelo del alivio.

Se dio cuenta había estado que sujetándose a él todo este tiempo, pero incluso si su mano tocaba su mejilla, no sentía ningún peligro que normalmente la haría pensar que tenía que escapar.

Quizás, porque estaba sonriéndole de forma inusual con una mirada tranquila.

Cuando la luz del sol brilló, miró de cerca su cabello dorado, que estaba brillando como el oro puro y sólido, y entonces sus ojos fueron capturados por sus lascivos y cautivadores ojos malva ceniza.

La distancia y la atmósfera parecen un poco peligrosas.

A pesar de que pensó aquello, no podía siquiera golpearlo, sino dejarle levantar su rostro mientras su dedos en su mejilla la guiaban.

No, no, está bien. Raven dijo que Edgar no era esa clase de persona. Pero… Espera un minuto. Me dijo que nada sucedería, ¿Raven era… tan… mentiroso?

Sus labios tocaron suavemente la frente de Lydia. Y entonces, le sonrió feliz.

—Supongo que realmente me gusta más el caramelo. Tanto que quiero guardarlo para comerlo después.

Los vientos que soplaban por Londres, se llevaron la niebla que había tomado residencia en la ciudad, haciendo que el refrescante sol de la mañana extendiera el aire de la primavera por todas partes.

Hubieron muchos rumores respecto a la desaparición de Lord Graham y de quienes estaban involucrados en sus actos delictivos, pero la verdad permaneció sin resolver, perdida en la niebla, por así decirlo.

Era inimaginable para Lydia lo que les sucedió a esos hombres que desaparecieron en la oscuridad junto con el Hombre de la Niebla.

El Hombre de la Niebla, como un hada, no pudo revivir y desapareció del dominio humano. Podría volver a haber un momento en que recupere su poder, pero eso llevaría mucho tiempo.

Con la desaparición de Graham, Edgar había perdido la oportunidad de declararle la guerra a Príncipe, pero inesperadamente, parecía que eso ya no importaba.

Lydia no podía decir si había decidido rendirse con su venganza, pero después de mirar el resultado de Graham, quizás sintió que consiguió su venganza. Solo que Edgar quería vengarse por sus camaradas, no debería haber sido Graham, que era uno de los hombres de Príncipe, pero solo era la punta del iceberg.

Es por eso que Lydia quería creer que él sintió que la venganza no era lo que debería estar haciendo por el bien de sus amigos muertos.

De todos modos, las contramedidas y los tratados que vinieron después fueron resueltos rápidamente por Edgar, y la única cosa que se hizo pública, fueron las noticias de que Graham fue quien utilizó los bienes de la familia del barón Worpole y confinó a Lady Doris, que lo había descubierto e intentó hacer que Rosalie pareciera estar detrás de todo eso.

Respecto a Lydia y el estado del interior del barco, se explicó que mientras Lydia estaba buscando a Lady Doris, que era su amiga, descubrió que el barco de Graham era sospechoso.

Edgar la acompañó después de que le contara su historia, y trataron de visitar el barco de Graham, pero terminaron luchando con los marineros a bordo… o algo así.

Los que salieron con vida fueron los marinos contratados, que no estaban al tanto de los detalles ocultos, e incluso si sabían que no podían revelar sobre el contrabando, los que quedaban solo podían mantener la boca cerrada para siempre, dijo Edgar.

Al ver y oír esa parte de él, recordó que sin duda era un canalla. Sin embargo, Lydia aceptó la recomendación de Edgar de tomarse tres días de descanso del trabajo por el bien de recuperarse de ese caso aterrador, pero después de eso, fue a la casa del conde en el habitual estado de no tener trabajo esperándola.

Ese día, Rosalie y Doris habían ido a visitar a Lydia.

Doris, que había sido dormida, por supuesto no sabía sobre el disturbio del Hombre de la Niebla, y Rosalie fue manipulada así que no recordaba nada.

Después de que el Hombre de la Niebla y el Bogey desaparecieran, Rosalie se despertó y encontró a Doris inconsciente. Corrió hacia ella, gritando y llorando.

Siguió disculpándose, tanto que se estaba volviendo molesto. Doris no presenció la escena de Rosalie aferrándose a ella, pero no había duda de que las dos se reconciliaron después de eso.

—Doris y yo decidimos pasar un tiempo en el campo. —dijo Rosalie con su cara habitual.

—Dado que Londres es bastante bullicioso. —dijo Doris, con una sonrisa agradable.

—Sí, creo que es lo mejor.

—Al principio no estuve de acuerdo con lo del campo, dado que odio estar aburrida, pero como Doris seguía diciendo que estaré sola.

Nunca deja de actuar como una niña… Rosalie era su yo habitual, pero cuando Doris le pegó con el codo, susurró «Lo sé, lo sé», y cambió su expresión a una seria.

—Uh, lo siento por todo. Y gracias por salvarnos. Solo vine a decirte eso…

Inesperadamente, parecía que Rosalie era la más madura de las dos.

—No pude salvarte por mi cuenta. Pero, señorita Rosalie Worpole, pienso que es mejor que ya no se involucre con las hadas.

—Lo sé… Porque ese huevo del hada y esa hada no me protegieron en absoluto. He aprendido que las hadas no son de fiar.

Oh, bueno, pensó Lydia.

La razón por la que Rosalie entró en contacto con el Bogey, fue porque tenía en sus manos el “huevo del hada”. Como no nació con el poder de ver a las hadas, no tenía que preocuparse de que sea atrapada por espíritus malignos como el Bogey.

—Más importante, señorita Carlton, ¿le gustaría venir con nosotras?

— ¿Huh?

—Pienso que podríamos ser amigas. Si fueras tú, no me importaría que te llevaras bien con Doris. Puede que no haya nada en el campo, pero pienso que no sería aburrido si fueran tres amigas.

Parecía que Rosalie iba en serio, porque sus ojos estaban brillando.

—Pero, aún tengo algo que debo hacer… Pero, por supuesto, pienso que podemos ser amigas.

— ¿Oye, cuál es la verdad? ¿Estás siendo amenazada por Edgar? Si estás siendo obligada a trabajar para él, entonces nosotras pensamos que necesitamos rescatarte de aquí.

Inclinó la cabeza hacia abajo y bajó la voz en un susurro, como si estuviera hablando de algo secreto.

—N-No, estoy bien. Nada de eso está pasando.

—Puedes decirnos la verdad. No se lo diremos a nadie.

—Uh, realmente no estoy siendo amenazada, así que no tienes que preocuparte.

—Rosalie, no está bien presionar a alguien.

Cuando Doris dijo aquello, parecía no estar satisfecha, pero retrocedió.

—Entonces, ¿nos visitarás pronto?

—Sí, por supuesto.

—Mi, mi, ¿no vas a invitarme?

Al oír la voz de la puerta, Rosalie y Doris se pusieron rígidas.

—Oh, bienvenido Edgar. Estas dos acaban de llegar para verme.

—Bienvenidas señoritas. Tómense su tiempo.

Ante el rostro sonriente de Edgar, la cara de Rosalie se tensó aún más.

—Oh, no, ¡nos iremos ahora!

—Oh, pero acaban de llegar.

—Lo siento, señorita Carlton, pero no tenemos mucho tiempo. ¡Le enviaremos una carta a su debido tiempo!

Rosalie prácticamente estaba arrastrando a Doris y se dirigía a la puerta, tomando un camino excesivamente largo alrededor de Edgar.

Una vez pasaron la puerta, salieron corriendo sin mirar atrás.

—No tenían que estar tan asustadas de mí. —murmuró Edgar, disgustado.

—Es porque están asustadas.

—Entiendo a Rosalie, ¿pero por qué Lady Doris huiría?

—Por supuesto, debe de haber recibido una buena explicación de Rosalie sobre cuán malvado eres.

Se encogió de hombros un poco, pero no parecía que le molestara el hecho de que las damas lo aborrecían y temían.

Más que eso, miró a Lydia como si estuviera viendo a alguna criatura misteriosa.

—No actúas asustada. ¿No escuchaste a Rosalie?

Su corazón dio un vuelco, porque probablemente acertó en lo que ella misma se estaba cuestionando.

Por supuesto, no era como si hubiera escuchado todos los detalles, pero si un hombre con una actitud cálida y amigable repentinamente cambia completamente su personalidad, entonces era natural no querer acercarse a él.

Dependiendo de la situación, incluso Lydia pasaría por la misma experiencia. Pero ahora…

—Como si fuera algo nuevo para mí. Sabía desde hace mucho que eras un criminal.

—Sin embargo, lloraste y te sumergiste en los brazos de ese criminal.

— ¡Eso fue porque estaba sorprendida!

—Oh, vamos, no tienes que descartar esa posibilidad así. Desde ese momento, he estado pensando en algo sobre ti.

— ¿Sobre mí?

—Sí, sobre la parte misteriosa de ti. ¿No se salvaron todos gracias a ti? Te utilicé solo con mi venganza en mente. Y aún así, me ayudaste e incluso salvaste a Doris y Rosalie, que casi fueron víctimas del fraude de Graham. A lo largo, con esas dos a salvo, sentí que fui salvado dos veces por ti. Pienso que sin duda eres mi hada de la buena fortuna.

No era algo tan glamuroso como eso. Fueron salvados gracias a las Sílfides, e incluso eso fue una coincidencia.

Buena fortuna… era poco probable. Lydia era una novata indefensa.

— ¿Hm? ¿Dije algo que te deprimiera?

—Ahora que recuerdo, también hay algo en lo que he estado pensando desde entonces.

— ¿Qué?

—Me di cuenta en este incidente que soy demasiado inexperta y no estoy preparada.

Al oírla hablar con un tono serio de voz, Edgar alzó ligeramente las cejas.

—En este estado, no debería ser contratada por la familia del Conde…

—Espera un momento, Lydia, ¿estás diciendo que te vas?

—Iré a Escocia y estudiaré mucho más.

— ¿En qué me equivoqué? Si hay algo que no te gusta de mí, entonces lo arreglaré. Así que, por favor, no digas que quieres terminar nuestra relación.

— ¿Por qué lo haces sonar como el fin de un amante?

—O, ¿encontraste a un hombre que te guste? Si ese hombre te va a llevar lejos de mí, entonces lo retaré a un duelo. Si no es un hombre que pueda morir por ti, entonces no pretendo retirarme.

— ¡Oh, deja de jugar!

Debió de haber sentido que no podía ocultarlo jugando, así que se sentó en el sofá cercano con forma escalonada.

—No estoy jugando. ¿No entenderás cuánto te necesito?

—Pero, no sirvo de mucha ayuda aquí como Doctora de Hadas.

—Nos salvaste a todos del hombre de la niebla.

—Eso fue solo una coincidencia.

—Probablemente necesito más tu lado honesto y puro, que a ti como Doctora de Hadas. Si tú, que me enseñaste que ya no tengo que odiar a nadie más, me dejas, ¿entonces quién me va a confortar?

—Quiero convertirme en una Doctora de Hadas con todas las de la ley. No en una amante para confortarte.

— ¡Amante! Eso suena genial. Si te quedas a mi lado, cambiarás de opinión.

Él definitivamente te muestra la mejor mirada seductora. Sin embargo, el mayor defecto de Edgar era que no tenía ningún sentimiento serio detrás de esos ojos.

Como de costumbre, Lydia no se atrevía a creer en la forma en que le hablaba.

Su beso en la frente fue solo su actuación habitual, o quizás un signo de amistad hacia su camarada, o tal vez…

De cualquier modo, permaneció confundida y Lydia terminó aceptando.

Parecía infantil estar demasiado consciente, así que pretendió que lo había olvidado, pero cuando lo miró a la cara, de repente se sintió avergonzada.

Estaba curiosa por saber cuáles eran sus intenciones, pero también estaba irritada por esa parte de sí misma, por lo que se tomó la libertad y se concentró en pensar en ella misma como una Doctora de Hadas.

—Edgar, hablo en serio…

—Si quieres estudiar para poder valerte por ti misma, ¿no podrías hacer eso aquí?

—El número y especies de hadas es mucho más pequeño en Londres. Incluso si fuera una empleada privada de la familia del Conde, apenas hay trabajo. Y no intenté ser contratada como tú compañera de juegos, todo esto es en contra de mi voluntad.

— ¿Por casualidad quieres trabajar?

Lo dijo como si fuera completamente inesperado, lo que hizo que Lydia lo cuestionara.

¿Qué pensaba este hombre de mí?

—Bueno, ¿volverse independiente no significa que uno trabaja duro y gana experiencia?

— ¿Por qué no me dijiste eso antes?

¿Eh?

En el momento en el que ladeó la cabeza en confusión, Edgar llamó a Tompkins.

Hizo que su mayordomo trajera una caja que apenas podía cargar en sus brazos, y la colocó frente a Lydia.

— ¿Qué es esto…?

—Peticiones.

Dentro de la caja había una cantidad desbordante de cartas.

—Para decirlo en términos simples, tan pronto como se supo en todas mis pequeñas propiedades privadas que soy el heredero de la familia del Conde, llegaron cartas de numerosas personas que habían estado sufriendo por las relaciones problemáticas que tenían con las hadas, durante la larga ausencia de su señor. Informaron sobre la situación actual en la que se encontraban. Como se podría esperar, todavía hay hadas que viven en las residencias menores de la familia del Conde Caballero Azul, en lugar de en el Mundo de las Hadas.

Las hadas roban nuestros cultivos. Hacen un alboroto en el tejado en medio de la noche, están monopolizando el agua del pozo, están dejando suelto a nuestro ganado, dejan pisadas en la ropa limpia…

Había una pila masiva de cartas, sobre los diferentes tipos de problemas en los de los Doctores de Hadas estaban involucrados desde los viejos tiempos.

— ¡Por qué no me enseñaste esto antes!

—Estaba preocupado de que te hartaras y renunciaras por la montaña de trabajo que te esperaba tan pronto comenzaste.

— ¡Eso significa que tuviste que esconderlas por semanas!

El tiempo que pasaba sermoneando a Edgar parecía ser inútil, así que Lydia inmediatamente movió la caja cerca de la mesa junto a la ventana.

Sentada en el área iluminada, se concentró en pasar la mirada por las cartas.

—Pero, Lydia, realmente aprendí de este incidente. Cuando tomo el nombre del Conde Caballero Azul, significa que cargaré con el odio hacia mis ancestros que tenían poderes mágicos que solo pertenecen a esta familia. De acuerdo a tu historia, las hadas pueden vivir cientos de años y, parece que los sucesores del título del Conde, han hecho cosas para castigar a las hadas malas. Lo que significa que no importa si un nuevo humano hereda el nombre, ya que todavía puede haber hadas como ese Hombre de la Niebla, que guarden rencor hacia el Conde.

—Lo siento, pero ¿puedes esperar hasta más tarde?

Quería concentrarse en las cartas. Necesitaba encontrar formas de lidiar con los problemas y enviar respuestas lo más pronto posible.

Lydia sentía la emoción creciendo en su interior por el desafío, estando absorta por completo en los papeles.

—Está bien, todavía hay mucho tiempo para los dos. Dado que soy el Conde, no puedo permitir que te escapes.

Por supuesto, no estaba escuchando.

Raven entró con el té preparado. Mientras observaba al joven disponer las tazas de té con manos obedientes y expertas, Edgar sonrió alegremente.

—Al parecer evadí la conversación de terminar nuestra relación.

—Muy bien, milord.

—Por cierto, Raven, ¿quién ganó la apuesta del beso?

Miró a Lydia junto al alféizar de la ventana, como si estuviera preocupado de que escuchara.

—No puede escucharte ahora mismo.

—Fue un empate. Porque Lord Edgar lo terminó de una manera poco entusiasta.

— ¿Estás enfadado?

—No. Tengo el corazón para seguir cualquier orden que me den. Solo, no puedo creer que sea difícil para usted conseguir un beso de la señorita Carlton, incluso si se toma la molestia de hacer que haga una apuesta y que baje la guardia.

—Es porque Lydia se pone demasiado tensa cuando estoy muy cerca de ella. Me sentiría como si estuviera haciendo una cosa terrible y malvada si tuviera que romper ese muro.

—Es muy malvado.

Una voz provino de la puerta. Un gato de pie sobre sus dos patas traseras les habló. O eso pensó.

— ¿Oh? Solo quería volverme más cercano a Lydia. ¿No piensas que un hombre y una mujer se pueden volver más íntimos con solo un beso, que con cien palabras?

— ¿Y sin embargo dejó pasar esa preciada oportunidad? —preguntó Raven.

Parecía que Raven sin duda estaba un poco frustrado. Había trabajado tan duro para llevar a cabo la tonta orden que le había dado Edgar, y se las arregló para que Lydia aceptara una apuesta. Pero ese beso infantil hizo que todos sus esfuerzos se esfumaran.

Sin embargo, para Raven, que no podía expresar sus sentimientos muy bien, este era un rayo de esperanza bienvenido.

Colocando su mejilla en su palma, Edgar le lanzó una sonrisa feliz.

—Siento mucho haberte metido en tantos problemas en un campo en el que eres más débil. Pero, como dices, Lydia en ese momento estaba inusualmente abierta, me hizo sentir que era lo peor que podía hacer para entrar allí.

Realmente era una sensación de que no podía desperdiciar algo en una oportunidad casual. Al igual que el momento perfecto para abrir su vino favorito, era justamente ese momento.

—Hmm, así que tienes una mente racional. Pensaba que hacías cualquier cosa en cualquier momento que quisieras.

Nico se había acercado a ellos, y entonces saltó sobre una silla alrededor de la mesa. Parecía que iba a participar en su hora del té.

Sin dudarlo, Raven colocó una taza delante del gato, que llevaba una corbata como si fuera la cosa más natural.

Por muy absurdo que fuera para un gato sorber el té con gracia, o abrir su boca para hablarle molestamente, Edgar estaba perdiendo gradualmente su sentido de resistencia.

—Nico, no me trates como si fuera una especie de animal salvaje.

—Un animal salvaje no estaría en celo durante todo el año.

Raven parecía que se reía levemente.

Habían cosas mágicas y misteriosas que ocurrían todos los días alrededor de Lydia. No fue como si Edgar pudiera ver al Hombre de la Niebla, pero sí que presenció cómo la niebla y el viento actuaban de una manera que no podía describirse como un fenómeno natural.

Cuando estaba con ella, sus ojos se abrirían a un mundo que nunca conoció.

El sentido del mundo de Lydia estaba muy alejado de la realidad salvaje e inhumana con la que Edgar estaba familiarizado, y estalló dentro de él como los vientos primaverales de las Sílfides. Y entonces, lo sacó de la niebla.  Del interior de la profunda niebla en la que él había perdido su camino hace ocho años.

Muchos otros en las mismas circunstancias habían muerto, pero Edgar se mantuvo con vida. Se había atormentado por eso, pero cuando Lydia permaneció a su lado incluso cuando había sido engullido por el hombre de la niebla, fue liberado de aquello.

Lydia, que no estaba relacionada con el pasado de Edgar, cuando la chica que no tenía ninguna obligación de ayudarlo, lloró y se disculpó mientras se aferraba a él, sintió que su parte débil era sostenida por esos delgados y suaves brazos suyos.

Si había alguien que no lo abandonaría ni siquiera hasta el final, entonces pensaba que no era un pecado ser el único que sobrevivió.

Se le tendió la mano cálida de un salvador, a quien solo se odiaba y se arrepentía.

Incluso si la pacífica tarde de primavera no iba a durar para siempre, deseaba que un día como este, disfrutando del sol de primavera, durara un poco más de tiempo.

Observando a Raven colocar silenciosamente una taza de té al lado de Lydia, Edgar dejó escapar un susurro.

—A este ritmo, parece que no recibiré atención por un buen tiempo.

— ¿Es por eso que escondiste las cartas? —dijo Nico.

Con una cuchara de plata en una pata, el gato gris revolvió su té, que estaba lleno de deliciosa leche.

—Oh, bueno, mientras permanezca aquí, supongo que puedo soportarlo.

En ese momento, levantó la cabeza para darse cuenta de que había una taza de té para alguien más en un lugar vacío al lado de Nico.

Una brisa de primavera armoniosa entró por la ventana abierta, levantando y haciendo bailar el pelo de color caramelo de Lydia, y las cortinas de color azul claro.

Un pétalo de flor que fue traído por el viento de la Sílfide, revoloteó para aterrizar dentro del té.


Aclaraciones:

[1] El sprint es un entrenamiento su involucra piques, que es alcanzar una alta velocidad al correr.

[Extra] Las sílfides se originan en la obra del médico y alquimista Paracelso, quien los describía como seres elementales del aire.

Den
Gracias por leer el segundo volumen de El Conde y el hada. Todavía nos esperan muchos más volúmenes, así les veo pronto en el siguiente volumen ^^

5 respuestas a “El Conde y el hada – Volumen 2 – Capítulo 7: Su despiadada venganza”

  1. Muchas gracias por traer esa magnífica novela, según lo que recuerdo hasta este tomo había llegado el manga, y estoy ansiosa por saber como evolucionan las cosas entre esos dos, al igual que espero la aparición de un digno rival de Edgar.

    1. Hola! Recuerda que puedes leer adelantos en la Kovel Times (hay un botón en la página que te lleva a la revista, es un PDF para descargar)

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