El Conde y el hada – Volumen 6 – Capítulo 4: ¿Mis verdaderos sentimientos?

Traducido por Den

Editado por Meli


Con las negociaciones rotas, el alcalde y los aldeanos se marcharon.

Edgar permaneció en la propiedad del lord y reunió a Raven, Ermine y Lydia en una habitación para hablar con ellos.

—Entonces, ¿ahora que deberíamos hacer?

—Edgar, ¿soltaste semejante farol sin pensar en nada?

Lydia imaginaba que tendría algún tipo de as bajo la manga que revelaría cómo los aldeanos traficaban las fluoritas.

—No puedes jactarte de ser el conde sin antes tener un plan. Solo somos cuatro personas y si reúnen a todos los hombres del pueblo, tendrían unas pocas docenas, por lo que seguiríamos sin ser un rival para ellos.

—Deben estar escondiendo las fluoritas reales, así que nuestra única opción es descubrirlas —dijo Ermine.

—Pero, no es como si pudiéramos registrar todas las casas y, sobre todo, ¿no es un problema que toda la gente del pueblo sienta tanta hostilidad hacia nosotros? —preguntó Lydia.

—Eso es cierto. No creo que planeen matarnos para ocultar esto en la oscuridad, pero si usamos la fuerza para tratar de descubrir los secretos sobre el falso lord, entonces nuestra seguridad podría estar en peligro.

Pero no había forma de que Edgar tuviera la intención de retroceder en este punto. Por alguna razón, parecía tener la característica de no poder tolerar que le arrebataran algo que le pertenecía.

Si se trataba de un objeto, de derechos o de una persona, e incluso si no sabía que existía hasta después de que se lo hubieran robado, no tendría piedad con quienes lo pisotearon en sus tierras. Como cuando dijo algo así de que iba a vengarse de los jóvenes que la acosaron en la fiesta hace un tiempo.

Cuando lo pensó de esa forma, comenzó a creer que la consideraba una posesión suya.

Justo en ese momento, llamaron a la puerta.

Los cuatro se preguntaron ¿quién podría ser? La propiedad debería estar vacía después de que los aldeanos se marcharan. Y el alcalde debió retirar a las doncellas para que la estadía de Edgar y los demás fuera incómoda y se marcharan.

—Um, he traído un poco de té. —Entró Martha empujando un carrito.

Como si nada hubiera pasado, comenzó a colocar los dulces horneados, los bizcochos y los sándwiches sobre la mesa.

—Lo lamento mucho, pero el cocinero no vendrá esta noche. No podremos ofrecerles ninguna comida, pero resistirán con algunos aperitivos acompañados con té.

—Eso no será un problema para nosotros.

Edgar la miró con recelo mientras observaba con atención sus manos que les estaban sirviendo té.

Raven se acercó rápido a Martha y la hizo dejar la tetera.

—Por favor, llévate todo.

—¿Por qué?

—No aceptaremos nada de lo que se ofrecezca aquí —dijo Raven con firmeza.

Lydia se dio cuenta de que estaban siendo precavidos. Al final, Edgar solo tenía a sus dos sirvientes en los que podía confiar y, sin embargo, la razón por la que convirtió a todos los aldeanos en sus enemigos no fue algo fortuito causado por el farol que hizo por haber perdido la paciencia. Los tres habían luchado juntos todo este tiempo y lo están haciendo incluso ahora.

Estaban siendo muy cautelosos de los movimientos de sus oponentes mientras pensaban en una forma de no perder.

—Si necesitan probarlo en caso de veneno, no me importaría ser quien lo haga. Todo lo de aquí es seguro. El alcalde y el resto de aldeanos por ahora solo quieren que se vayan de aquí y no desean que esto se vuelva algo serio.

—Um, Edgar, creo que estaría bien confiar en ella. Es Martha Tyler, la mujer que te escribió la carta sobre el niño cambiado.

Sorprendido, Edgar miró primero a Lydia y luego a la mujer.

—¿Eso es cierto?

Asintió, con una expresión seria.

—Lamento mucho lo que está sucediendo, señor conde. No sabía de que había un conde falso y uno verdadero. Por eso escribí algo tan acusador.

—¿Crees que soy el verdadero?

—Si no lo fuera, ¿por qué demonios vendría a un pueblo tan remoto como este para investigar? Hace tiempo tuve la oportunidad de visitar el poblado vecino y escuché del propietario de ahí sobre cómo había conocido al conde Ashenbert entre la multitud de Londres. Ese hombre fue muy amable por decirme su dirección. Si se trata de alguien cuyo nombre se conoce por toda la ciudad, por más que uno lo piense, debe de ser el verdadero conde Ashenbert. Eso es lo que creí.

—No obstante, ¿está bien que vayas contra el alcalde y te preocupes de nosotros así?

—Incluso si obedeciera al alcalde, no habría nada bueno en mi beneficio.

—Eso es cierto. Tomaré un poco de té; tengo mucha hambre. —Lydia levantó una de sus tazas de té, tomó uno de los dulces y se lo metió en la boca—. ¡Ah!, esta galleta es deliciosa.

—Las horneé yo.

Al igual que desapareció la tensión de sus hombros, era evidente que Martha relajó sus mejillas. La impresión hosca que le estuvo mostrando todo este tiempo debe haber sido porque estaba muy nerviosa de estar en un pueblo donde no había nadie que la apoyara.

Edgar se sentó junto a Lydia, soltando un suspiro como si estuviera asombrado.

—No puedo dejar que mi preciosa prometida sea la que lo pruebe en caso de veneno. Señorita Tyler, un poco de té para mí también.

Cogió el sándwich que Lydia trataba de alcanzar y se lo metió en la boca.

—Por cierto, ¿no hay una conexión con la forma en que los aldeanos trafican las joyas y cómo están permitiendo que sucedan los cambios?

Lydia respondió en lugar de Martha que inclinó la cabeza hacia un lado como si no supiera de lo que hablaba.

—Hay una conexión. Pero en este momento, no hay nada que podamos hacer.

No podía revelarle a Martha que al Wyrm, quien creaba las Freyas, le gustaba comer niños humanos, así que solo podía dar una vaga explicación.

—La madre hada que tuvo que intercambiar a su propio hijo con el bebé de Martha también está en problemas. Pero yo me ocuparé de esto.

Me pregunto si puedo hacer algo, pensó Lydia

La Dobby había dicho que el Conde Caballero Azul era el único que podía derrotar al Wyrm, pero si Edgar no podía derrotar al dragón, debería haber una manera de traer de vuelta a los niños cambiados. No era la cura para la raíz del problema, pero por ahora, eso era lo único que ella podía hacer.

Por otro lado,  sin importar cómo pensaras al respecto, el conde impostor que despertó al Wyrm no era un ladrón de joyas normal. Reflexionó sobre la persona que tuviera esa clase de poder y a su mente vino sola una.

Ulysses. 

Edgar también podría estar sospechando que Ulysses y Príncipe están involucrados. Esto debido al interés que presentaron por el Conde Caballero Azul, incluso antes de que él heredara el título. Si es así, debe querer saber el verdadero objetivo de Ulysses, que fingía ser el propietario.

Cuando se puso el sol, el viento comenzó a soplar con más fuerza. La propiedad del lord, que estaba orientada al océano, recibía las ráfagas de viento. No obstante, parecía tener una fuerte estructura y, pese a que las ventanas de vidrio repiqueteaban un poco, ninguna de las llamas de las velas oscilaba.

Sin embargo, Raven se alertó cuando las ventanas que estaban conectadas con el balcón hicieron sonidos antinaturales que el viento no provocaba, se acercó y abrió la ventana.

—Guau. ¡Espera un momento! —chilló un pirata enorme antes de ser atacado.

La hostilidad de Raven desapareció al reconocer a Pino, el supuesto hermano menor de Lota.

—¿Ves Lota? Por eso estaba en contra de entrar por aquí.

—Bueno, no se puede evitar ya que no importa cuántas veces toquemos el timbre, nadie responde. Y la única habitación con luz era esta. —Lota saltó sobre la barandilla del balcón.

—Hola, Lota y Pino, no podrían haber venido en un momento más perfecto. —Edgar sonrió mientras les daba la bienvenida.

Lydia se volvió cautelosa porque esa cara significaba que tenía algún plan. Y que sería cualquier cosa menos una idea brillante.

—No vi a ninguno de los aldeanos, es un pueblo extraño.

—A decir verdad, Lota, ya se les ha revelado que soy el conde Ashenbert y que he venido a este pueblo para investigar.

—¿Ehh? Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Descubriste algo sobre Betty?

—Nada aún. Pero tengo una oferta para ti. Por favor, préstame tu cocinero.

—¿Cocinero? ¡Espera, Edgar, este no es el momento para algo así!

—Lydia, las comidas son muy importantes para hacer cualquier cosa. —Luego se volvió hacia Martha y dijo—: Señorita Tyler, ¿cuánta comida y alcohol hay aquí?

—Creo que había bastante en la alacena, pero iré a ver.

—Por favor. —habló mientras miraba a Lota y le sonreía—. Esta noche tendremos un festín. Trae a toda la tripulación de tu barco.

—Bueno, es genial que nos invites a bebidas, pero ¿qué quieres de nosotros…?

Lota conocía muy bien a Edgar, por lo que tenía una postura muy cuidadosa en este momento.

—Juguemos un juego de guerra.

—¡Ehh! ¿Qué estás diciendo?

La única persona que dejó escapar un grito fue Lydia, el resto de la gente no lo tomó como una broma y lo miraban con solemnidad.

—Para resumir, el falso Conde Caballero Azul que me robó mis derechos se ha apoderado de este pueblo. Atacaremos y lo recuperaremos. El alcalde está conectado con quien se hace llamar el Conde Caballero Azul, por lo que debería saber lo que le sucedió a Betty. Haremos que suelte todo lo que sabe.

Desde el momento en que reveló su idea, no había dudas de que pensaba usar el poder de lucha de la tripulación de Lota. Y ella, que vino para rescatar a Betty, no vaciló en absoluto.

—Sí, lo haré.

—Entonces está decidido. Hagamos un plan.

♦ ♦ ♦

Llevaron los barriles de vino y cerveza del almacén al salón y celebraron una animada fiesta.

El alegre sonido de la ocarina que tocaba Lota tenía un poco de tristeza mezclada en su alegría.

Lydia estaba sola y escuchaba en silencio y con asombro la música extranjera que llegaba a la pequeña habitación tranquila que se encontraba a cierta distancia del gran salón y se mezclaba con el sonido del viento y las olas sin parecer fuera de lugar.

Miró a la luna, mientras estaba de pie junto a la ventana. Escuchaba las tenues voces que provenían de debajo. Cuando miró en su dirección, vio a Edgar y Ermine.

Ermine y varios miembros de la tripulación pirata habían salido a espiar las casas del alcalde y de los aldeanos para vigilar sus movimientos. Al parecer estos corrieron a ocultar la evidencia de que malversaban las fluoritas, pero al darles tiempo y dejarlos actuar, parecía que Edgar comenzaba a entender dónde estaban los objetos importantes.

Después de recuperar toda la información, iba a lanzar su ataque y planeaba asegurarse de apoderarse del pueblo.

En este momento parecía que Edgar estaba escuchando algún tipo de informe de Ermine. Pudo oír algunos fragmentos de su conversación, pero una vez que terminó su charla, murmuró algo.

—No era yo mismo antes.

—Ya me he olvidado de eso.

Ante sus palabras, Edgar hizo una mueca como si estuviera insatisfecho.

—Con la aparición de Lota y Pino, siento como si hubiéramos regresado a cuando estábamos en Estados Unidos.

—Preferiría no rememorar ese pasado.

—Pero en medio de todas esas dificultades, hicimos muchas fiestas y el tonto como esta noche.

—Cuando lo hacíamos, podíamos olvidarnos de todo.

Era un Edgar y una Ermine que no conocía. No eran un maestro y un sirviente, sino dos camaradas en igualdad de condiciones. O quizás algo más cercano que eso. Él miraba a Ermine a los ojos, pero no se atrevía a ponerle una mano encima como lo haría con ella.

Esa distancia entre ellos parecía esconder un fuerte y noble sentimiento y eso hizo que sintiera con fuerza los latidos de su corazón.

—No quería que murieras.

—Lord Edgar, todo fue mi culpa.

—Estaba convencido de que era el mejor método para los dos.

—Eso es correcto. Aun así, actué mal.

Cuando Lydia sintió un estado inusual, contuvo la respiración y se quedó quieta. La conversación llegó a su fin y ambos tomaron caminos diferentes, pero ella permaneció de pie en su lugar mientras sentía que se había cruzado con una escena especial de los sucesos.

Fue una conversación cuyo significado no podía entender. Fue solo una simple charla de su pasado. Y, sin embargo, había algo débil que le causaba un dolor punzante en su corazón, más agudo que la escena del beso de ellos dos.

Nunca había conocido a un Edgar que luciera estar sufriendo y anhelando tanto algo.

No podía entenderlo y siguió respirando hondo.

—Señorita Carlton,  ¿tiene una vela con usted?

Lydia se sorprendió y, de forma poco natural, se apresuró a darse la vuelta.

Raven estaba de pie en la puerta, esperando su respuesta en una actitud indiferente ante su alteración.

Al parecer pasaba por allí y al darse cuenta de que estaba en una habitación iluminada por la luz de la chimenea, decidió preguntarle.

—E-Está bien. Puedo ver la luna con mucha más claridad en la oscuridad. Mira, la luz se refleja en las olas y eso ayuda a que el exterior sea más brillante.

—Sí, tiene razón —dijo, con su habitual tono indiferente, mientras se acercaba a ella y miraba por la ventana.

Pero no apartó la mirada del paisaje exterior, debe haber notado algo.

—Uh, no pareces estar despejándote y divirtiéndote. ¿No te gusta el alcohol?

Mientras hablaba con él, trataba de ahuyentar los sentimientos que no podía entender.

—No importa cuánto beba, no puedo emborracharme. Por eso no tengo ganas de beber.

—Ya veo… Oh, sí, si lo pienso, no hay nadie que quiera beber tanto té que pueda ahogarse.

Cuando sonrió, la observó como si estuviera mirando algo inusual. Como era alguien que creció siendo tratado como una herramienta para matar personas, debe haberle parecido extraño y peculiar que Lydia le sonriera o le hablara como si fuera una persona normal.

Antes, no sabía lo que pensaba y se ponía tensa y nerviosa solo por estar cerca de él, pero ahora, se sentía tranquila debido a su personalidad seria.

A diferencia de Edgar, que era un mentiroso y cuyas verdaderas intenciones eran difíciles de entender, aunque no podía leer su expresión, se sentía de esa forma con él porque era honesto. En realidad, demasiado honesto.

—Ahora que lo recuerdo, Raven, también debes saber sobre Betty, ¿verdad? ¿Qué clase de chica era?

Raven apartó sus ojos de ella como si reaccionara y solo dijo:

—No lo sé —E intentó irse de la habitación.

Su guardia se volvió más firme.

Si hubiera sido antes, habría respondido, aunque no había duda de que Edgar le había enseñado que no revelara nada sobre sus mujeres.

Lydia lo agarró de su abrigo para detenerlo.

—Espera, escucha, no es nada de eso. Necesito saberlo para que pueda preguntarle a las hadas sobre ella. Yo no conozco ninguna de sus características.

—Creo que no lo sabe. La única característica femenina de podría recordar sería que llevaba una falda. Fue lo que escuché de Edgar antes… —dijo Lota.

Cuando Raven se inclinó en silencio ante la capitana de los piratas, no pareció estar satisfecho con esa evaluación, por lo que habló para corregirla.

—No, si se trata de las amantes de Lord Edgar, no es como si no pudiera recordarlas, pero cambiaba de mujeres tan rápido que no me daba tiempo.

Lota se echó a reír. Raven no entendió qué la hizo reír y, mientras ella le daba palmadas en el hombro, pareció confundido.

—No has cambiado. Más importante aún, tu maestro te estaba llamando en la planta baja.

Al escuchar eso, al contrario de Raven que se apresuró a irse, Lota se acercó al alféizar de la ventana donde estaba Lydia.

—Perdón si los hombres están haciendo mucho alboroto.

—Oh, no, no me importa que sea animado.

—Sabes, había estado pensando que no sabías nada sobre Edgar aunque estabas con él, pero me equivoqué. Ya sabes de su pasado. No es de extrañar que no te sorprendieras tanto cuando te encontraste con piratas.

Me sorprendí, dijo para sus adentros.

Pero, estando al lado de Edgar, había aprendido que las cosas que uno pensaba que tenían pocas probabilidades de suceder, en realidad ocurrían.

—En lo que respecta a Edgar, no es que yo sepa tanto sobre él.

—Pero estás comprometida con él.

—No es un compromiso real. Resulta que hay algunas circunstancias. Además, no tengo la intención de casarme con él.

—Hmm, —respondió Lota, con una mirada que decía haberse dado cuenta de eso hace mucho tiempo —. Tenía la sensación de que ambos no tenían el aire de estar comprometidos. Porque tú parecías estar manteniendo la distancia.

—Es así con cualquier mujer.

Riendo un poco, Lota la observó.

—Vi cómo Betty se enamoró de él y resultó lastimada. Aunque sé que no es asunto mío, estoy un poco preocupada por ti.

Lydia se preguntaba si quería decir que si se enamoraba de Edgar, entonces saldría lastimada.

—¿Betty resultó lastimada?

—No era el tipo de chica que resultaba lastimaba por uno o dos amores rotos, pero con él, al parecer sufrió en varios sentidos. Poco después de que rompieran, de repente dijo que iba a marcharse de Estados Unidos e ir a donde estaba el gran duque. Los tres crecimos juntos y no importaba cuál fuera nuestro origen, pero fue solo entonces cuando tuvimos una charla de que no nos íbamos a separar.

—¿Por qué rompieron…? Edgar no parece el tipo de persona que lo termina por su parte, ¿entonces después de todo fue su adulterio la razón?

—¿Después de todo? Entonces, ¿te está engañando?

—Eh, no, no es así…

Se apresuró a negar con las manos. Lota guardó silencio por un momento para pensar en algo, pero poco después pareció decidida y continuó:

—Sabes, Edgar no estaría  ni una sola vez con la chica que ama… ¿No crees?

Debe referirse a Ermine. 

Lydia recordó cómo estaban los dos hace unos momentos y, por extraño que fuera, se convenció de que eso era así.

Edgar sentía que no aceptar los sentimientos de Ermine era la mejor opción para ambos. Ella había sido esclava de Príncipe y él se mantenía alejado porque estaba preocupado de que ella recordara a esa persona.

Incluso para Edgar, tener una relación profunda con Ermine debe haberle hecho sentir miedo, como si no fuera a ser capaz de escapar de Príncipe.

Pero entonces, ¿eso significa que no está seguro de si tomó la decisión correcta?

Porque, al obligarse a seguir rechazando a Ermine, la hizo perder su vida como humana.

—Si la ama, entonces debería haberle expresado sus sentimientos por ella incluso ahora…

—Eso sería imposible. No estoy segura de por qué, pero cuando los ves, tienes la sensación de que no hay otra forma.

Lydia se preguntaba si la influencia de Príncipe entre los dos era mucho mayor de lo que había imaginado.

—¿Y por eso Betty decidió separarse de Edgar?

—No, se volvió más decidida a robarlo y trató de hacer que Ermine bebiera un vino envenenado.

¿Eh? 

Lydia tenía la sensación de haber oído algo increíble, mientras permanecía de pie boquiabierta frente a Lota.

—Bueno, explicó que era una cantidad que no mataría a alguien si se la bebieran. Pero resulta que Edgar se dio cuenta y le dijo a Betty que debería beberlo. Ella comentó «Hacer que tu amante beba veneno… ¡Menuda escoria de hombre!» y terminó su relación con él. Bueno, a decir verdad, creo que ambos tienen la culpa, pero al menos él trataba a Betty como su amante en ese momento. No obstante, no es el método que usarías para lidiar con los celos de tu amante, ¿verdad? Al final, ¿no significa eso que Betty descubrió su verdadera personalidad?

Parecía que Betty era una chica que era del tipo inimaginable para ella.

¿Cuál era el tipo de mujer de Edgar? No, su amor por las mujeres no conocía límites, eso fue lo que acabó pensando.

Pero si no era a quien amaba más, entonces solo podría significar que sin importar por quién desarrollara sentimientos, terminarían siendo lo mismo para él.

Si era una chica que podía quedarse a su lado por alguna razón u otra y que lo distraería de su soledad, entonces cualquiera estaría bien…

Sí, eso es. Por eso no debo creer en sus mentiras. Recapacitó Lydia.

—Si estuvieras enamorada de él, entonces no debería decirte algo así, pero si ese no es el caso, entonces no puedo solo observar cómo caes como su presa. Si ambos se están cortejando mientras sólo estás mirando su superficie, entonces te tratará de forma amable y estoy segura que será muy divertido. Pero tan pronto como desees ser su número uno, te rechazará de repente, así que hablando con franqueza, él es el peor enemigo de una mujer.

Era la primera vez que escuchaba a una mujer hablar así de Edgar. Analizó sus palabras mientras todavía tenía esos sentimientos que la estaban deprimiendo.

Sí, es justo como dijo, pensó

—Pero contigo… ¿no crees que eres una buena amiga de Edgar?

—Quién sabe. Pero, al menos pensé que era un hombre impresionante al lado de su parte coqueta. Se hizo cargo de las ratas podridas de los barrios bajos de la ciudad y se enfrentó cara a cara contra los adultos de la sociedad clandestina.

—Lota, no digas nada que haga que mi impresión sea desfavorable.

Edgar apareció.

—Pero te estoy halagando.

—¿Antes de eso no dijiste que soy el peor enemigo de una mujer?

—Es verdad.

—Lydia, así que aquí estabas. Te estaba buscando.

Debió haber visto que estaba en desventaja y, por lo tanto, haciendo a un lado a Lota, se acercó a ella.

Su sonrisa no era diferente de la habitual, pero cuando recordó su expresión oculta que solo le mostró a Ermine justo antes, de repente se sintió sofocada.

—¿Qué quieres…?

No soy yo… a quien ama. 

Es por eso que mientras la llama su prometida, besa a otras mujeres. Debería haberlo sabido, pero ahora había entendido con claridad los sentimientos reprimidos en su interior que no habían tenido forma hasta ahora.

—Estaba pensando en partir, así que vine a ver tu rostro. Lota, también debes ir y dar órdenes.

Era obvio que trataba de echar a Lota, pero aunque ésta se encogió de hombros, salió de la habitación.

Cuando estuvieron solo los dos en una habitación en penumbras, Edgar la tomó de la mano, antes de que pudiera siquiera intentar escapar.

—¿Desde cuándo estás aquí?

Por un instante, tuvo la sensación de que parecía preocupado.

—Solo desde hace un momento —Mintió.

Ante su respuesta, no quedó claro si Edgar dudaba de ella ya que una de sus cejas se sacudió. De inmediato bajó la mirada y observó la piedra lunar en su dedo anular. Entrecerró los ojos ante el difuso brillo blanquecino.

—Cuando lo tienes puesto, tengo la sensación de que la luz en su interior crece. Cuando lo miras de esta forma, parece que el que seas la portadora de este anillo y te cases conmigo estuviera decidido desde el principio.

Eso es imposible. 

Lydia trató de apartar su mano, pero no la soltó.

—Por otro lado, ¿está bien atacar al alcalde y a los aldeanos?

—¿Estás preocupada por mí? Está bien, pueden ser más numerosos, pero nuestro lado tiene mucha más experiencia en lanzar ataques.

Los ataques no son algo a lo que la gente debería estar acostumbrada… 

—Quienes me preocupan son los aldeanos.

—Seremos buenos con ellos. —diciendo eso, se acercó a ella.

Antes de que se diera cuenta, su mano descansaba sobre su espalda y estaban tan cerca el uno del otro que era como si fueran amantes por completo.

—Um… ¿Edgar…?

Esto es malo. 

—Uh, Edgar, he descubierto algo: contigo yo… uh… solo quiero ser amigos.

—¿Lota te dijo algo? —Inclinó la cabeza hacia un lado.

—No es así… De todos modos, por favor, no vayas diciendo que soy tu prometida.

—¿Quieres decir que no hay ni siquiera una pequeña probabilidad para que te enamores de mí?

—Bueno… sí. —dijo aquello porque le había preguntado de manera pesimista y sintió que él estaba anticipando su respuesta.

—Está bien.

¿Eh? ¿Está bien? ¿Qué quieres decir?, pensó mientras fruncía el ceño, a lo que él esbozó una sonrisa triste.

—Si tus sentimientos no cambian cuando tengamos que regresar a Londres, entonces me rendiré.

—¿D-De verdad?

—¿No me crees?

—Eso se debe a que algunas de tus promesas nunca se cumplen.

—Lo digo en serio…

Las palabras que dijo mientras soltaba un suspiro parecían estar llenas de dolor, pero lo más probable es que no estuviera sufriendo porque iba a renunciar a Lydia.

Para que Edgar dijera algo así como que iba a renunciar a ella, no era nada habitual en él. Tal vez se percató que había una mentira en las palabras que usaba para coquetear con ella.

Si pensaba que Lydia podría haber escuchado la conversación que tuvo lugar antes bajo la ventana, entonces Edgar no podía evitar recordar cómo se sintió en ese momento.

—Pero por ahora, ¿al menos desearías mi victoria como mi prometida? ¿No es habitual que una amante despida a su amante con un beso antes de partir a la batalla?

Esta parte suya… Esta era la parte que no podía decir si estaba bromeando o hablando en serio.

Pero, se sintió nerviosa al escuchar sobre una batalla. Si había un contraataque, existía la posibilidad de que la gente saliera herida e incluso la probabilidad de que perdieran la vida.

Oh, no, ¿qué hago? Un beso está bien si es solo en la mejilla, ¿verdad?Las historias con caballeros están escritas así, pensó mientras todavía estaba indecisa.

No le gustaría que algo le pasara a Edgar si no lo hacía, pero si este tipo de hechizo era solo una superstición…

—Está bien. No codiciaré demasiado —dijo Edgar, quien debe haber sentido pena por Lydia, que se puso rígida porque lo estaba pensando seriamente, y sonrió.

—Es mejor que descanses un poco ahora.

—Te vas ahora, ¿verdad?

—Todo habrá terminado para cuando te despiertes.

No podría quedarme dormida. 

Sin embargo, lo único que podía hacer era esperar, desear su seguridad y esperarlo. Si se entrometía en una lucha entre humanos que no estaba relacionada con las hadas, solo estorbaría.

—Entonces, me iré.

—Ten cuidado…

Aunque asintió, no soltó su mano. Cuando se alejó, Lydia sintió que su cuerpo estaba tenso, como si no quisiera separarse de él.  Incluso si se enamoraba de él, solo saldría lastimada.

♦ ♦ ♦

En las pastosas malas hierbas y matorrales donde vivía el clan de los Dobby, Nico le dio un sorbo a un espeso alcohol de hongos mientras participaba en su banquete.

—Entonces, señor Nico, ¿la Doctora de Hadas vino por lo relacionado a los niños cambiados?

—Considero que es inútil. Incluso si es una Doctora de Hadas, no hay nada que pueda hacer contra un Wyrm que fue revivido por el Conde Caballero Azul.

—¿Qué clase de hombre es ese Conde Caballero Azul? —Nico se lamió el hilo que le colgaba del bigote.

—No lo sé.

—Pude echarle un vistazo rápido. Cuando trajo a la novia del Wyrm.

—¿Novia?

—Así es. El Conde Caballero Azul no solo despertó al Wyrm sino que también le entregó una novia.

—Sería un humano, una joven, ¿verdad?

—Por supuesto. Los dragones de antaño prefieren mujeres jóvenes y les gusta más si son una princesa noble.

Así que la nieta del gran duque Cremona, que se decía que desapareció, no se convirtió en la novia del falso Conde Caballero Azul, sino en la del Wyrm.

Bueno, eso es una desgracia, pensó Nico.

Pero si es la chica por la cual ese conde perdió interés, entonces existe una posibilidad de que el Wyrm, que no podía engañar en absoluto, deba parecer un hombre mejor a sus ojos… o quizás no.

—Entonces, ¿qué clase de hombre era el Conde Caballero Azul?

—Llevaba ropa negra.

—¿Eso es todo lo que sabes…?

—Como dije, le eché un vistazo rápido. Pero la novia del Wyrm podría saberlo.

—Pero la novia está cerca del Wyrm, ¿verdad? ¿Cómo se supone que debo preguntarle?

—A veces sale de su cueva porque quiere comer comida humana. Se ve tan pobrecita que por eso a veces le llevamos comida.

—Entonces, ese sería el momento en que podríamos conocerla.

—Sí, así es. Le llevaremos comida cerca del amanecer. Ya que es el día de la marea primaveral. Es cuando el poder del Wyrn se debilita. Y así, la princesa puede acercarse al límite de la cueva.

Cuando Nico escuchó eso, se puso de pie.

—Al amanecer. Espera, traeré a la Doctora de Hadas.

♦ ♦ ♦

Lydia iba a quedarse despierta y esperar, pero se quedó dormida con el paso de las horas.

Todavía estaba oscuro, pero cuando la punta de una cola peluda le golpeó la punta de la nariz, estornudó y se frotó los ojos.

—¿Nico…? Oh, no, ¿estaba dormida?

—¡Más importante aun, Lydia, descubrí la ubicación de la princesa!

—¿Princesa…?

—Betty, creo que así se llamaba. La princesa que se dice que fue secuestrada por el Conde Caballero Azul. Parece que la convirtieron en la novia del Wyrm.

Lydia se puso de pie tan rápido como un muelle.

—¿E-Eso es cierto?

—Parece que una vez al mes, hay un día en que sale de la cueva del Wyrm. Si no nos apresuramos, no lo lograremos.

—Muy bien, iré de inmediato. Oh, pero, espera un momento, necesito ir a mi habitación y coger mi abrigo.

La mañana afuera podía ponerse bastante helada. Aunque Lydia estaba en una habitación con chimenea, sintió mucho frío incluso cuando estaba durmiendo.

—Estaré esperando en el vestíbulo.

Subió corriendo las escaleras y entró rápido a su habitación. Mientras abría la puerta del armario, pensó que con el vestido que llevaba puesto sería difícil moverse.

Era un vestido que la hacía parecer como cuando uno estaba en un elegante viaje de vacaciones, pero la verdadera personalidad de Edgar se reveló con eso.

Después de pensarlo mucho, se dio cuenta de que no había ninguna necesidad de estar tan bien vestida. Un lugar como la cueva del Wyrm ensuciaría cualquier vestido en cuestión de segundos.

Sacó su ropa habitual de su baúl y se quitó el vestido suave y ondulante. Bajó el miriñaque y se puso una falda sobre su enagua [1]. Cuando trató de abotonarse la parte superior del vestido, escuchó un ruido junto a la ventana.

—¿Nico, podrías esperar un poco más…?

Pensó que Nico la estaba apresurando. Sin embargo, cuando se dio la vuelta, vio que Kelpie le sonreía.

—Oye, Lydia, desapareciste de repente, así que te estaba buscando.

—¡Espera, Kelpie! ¡No entres sin preguntar, me estoy cambiando!

—No es que te lo esté impidiendo.

—¿No tienes sentido común?

—¿Sentido común?

Era un caballo, además de un hada, así que no había forma de que lo tuviera.

En lugar de explicarle, decidió que era mejor apresurarse a cambiarse. Ya que para Kelpie, no había ninguna diferencia entre ropa interior y ropa.

—Puedo sentir el olor a humo. Algo se está quemando en alguna parte —murmuró el hada.

Ante sus palabras, Lydia corrió hacia la ventana mientras abotonaba su vestido.

Pero estaba demasiado oscuro y no podía ver nada. En ese momento, escuchó disparos.

Ohh, no. Me pregunto si Edgar y todos los demás están bien. 

Pero no había tiempo para esperar su regreso.

Necesito decirle a alguien que voy a buscar a Betty. 

Lydia intentó salir de la habitación.

—¿Oye, salir mientras te estás cambiando es una parte del sentido común de los humanos?

Ohh, caray. En momentos como este, ser una mujer es muy molesto. No se le permite salir afuera vestida de manera inapropiada.

Para colmo, la ropa de mujer solía venir con un montón de botones, más de los que uno podía soportar.

Como tenía prisa, llamó a Kelpie.

—¿Me ayudarías a abotonarme la espalda?

—¿Ehh?

Estaba abotonándose la manga.

—Rápido, por favor, ayúdame.

Con una actitud un tanto molesta, Kelpie se acercó a ella.

—¿Qué es esto? ¿Qué se supone que debo hacer?

—Pásalos a través de los agujeros.

—Eso es demasiado agotador…

—Lydia, ¿estás aquí?

Justo en ese momento, la puerta de su habitación se abrió de golpe.

Lota fue quien apareció.

Ésta le echó un buen vistazo al hombre desconocido que estaba en su habitación y que la estaba ayudando a vestirse.

—Ohh —dijo —. Lo siento. Vendré más tarde.

¿Tuvo la impresión equivocada? 

—¡E-Espera, Lota! Te equivocas.

—Lo sé, lo sé, no se lo diré a nadie.

—¡No es eso! ¡No es humano, sino un caballo! ¡Te lo ruego, por favor, no te vayas!

Lota se detuvo en seco con una mirada que parecía decir que no entendía qué demonios estaba diciendo.

—No puedo hacer algo tan tedioso. Oye, tú, ¿por qué no la ayudas?

—¿Yo?

—Lo siento, Lota, por favor.

—Uhh… bueno, está bien. Umm, oh, sí, parece que Edgar y su grupo pudieron acercarse a la casa del alcalde. Nuestros espías pudieron confirmar que los aldeanos se estaban separando y escabulléndose para ocultar algo, por lo que mi tripulación y yo seguimos adelante y los capturamos, pero parece que el alcalde se está resistiendo. Voy a ir a respaldarlos —dijo Lota, mientras le abotonaba el vestido.

—Esos disparos justo ahora…

Lydia se preguntaba si era parte de la conmoción del ataque.

—Esa pequeña cosa no es algo de qué preocuparse.

En este momento, tenía que creer eso.

—Oh, sí, Lota, creo que podría reunirme con Betty. Si pierdo esta oportunidad, me dicen que tendría que esperar otro mes, así que iré ahora.

—¿Betty? ¿Podrás verla?

—Pero parece que se convirtió en la novia de un dragón Wyrm. Por eso puede ser difícil sacarla de inmediato.

—¿La novia de un Wyrm?

—Está encerrada en la cueva de un dragón en el Reino de las Hadas.

Ante el repentino relato parecido a un cuento de hadas, Lota se volvió e inclinó la cabeza por un momento. No obstante, no reaccionó riéndose del comentario y, al final, asintió como si hubiera entendido.

—Entonces, me gustaría ir contigo. Estará bien si lo dejamos en manos de Pino. Por favor, Lydia, llévame contigo.

—Sí… Podría ser mejor. De esa manera sería más rápido ver si es Betty o no.

Lota le guiñó un ojo, como si quisiera decir que estaba decidido. Luego asomó la cabeza por la ventana y llamó a Pino. Se dio la vuelta y volvió a mirar a Kelpie.

—Lydia, eliges a tus hombres por su apariencia, ¿verdad? —Le dijo.

—¡No, te equivocas!

Lydia siguió explicándole que Kelpie era un hada, pero no estaba claro si entendió el mensaje. Así, Lydia junto con Lota y Nico se dirigieron hacia el acantilado a lo largo de la orilla del océano, donde el grupo de los Dobby le había dicho a Nico que fuera.

A pesar de que no tenían una lámpara, bajo el cielo que comenzaba a aclararse, podían ver con claridad el paisaje que los rodeaba.

—¿Qué? ¿La cueva de un Wyrm? No deberías ir a un lugar tan peligroso, Lydia.

Incluso Kelpie los había seguido.

—Las criaturas como ellos respiran fuego, ¿sabes? No estoy bromeando.

—No tienes que forzarte a venir.

—Si no te acompaño, el Wyrm te encontrará y te comerá. No se trata de un simple hada, te estás enfrentando a un enorme dragón.

—Kelpie, aunque estás con nosotros, nadie podría enfrentarse al Wyrm.

—No te preocupes, si se trata de velocidad, entonces no perderé. Además, sólo tiene un cuerpo grande, aparte de eso, se mueve de forma lenta y torpe.

Entonces, eso significa que vas a huir. 

—Oye, Lydia hay un bote por allí. —Lota señaló hacia el fondo del acantilado cerca del límite de las olas.

En una tierra como esta que se encontraba justo al lado del océano en un acantilado, la única forma de salir al mar era bajando las escaleras de madera que se construyeron en la pared del acantilado. Al pie de las escaleras, había un pequeño bote  atado a la orilla.

—Dijeron que puedes entrar a la cueva del Wyrm atravesando una grieta en el acantilado junto al mar. ¿No significa eso que deberíamos usar ese bote de allí? —dijo Nico y se adelantó para bajar las escaleras.

Lota vio con una mirada curiosa cómo Nico se ponía de pie sobre sus dos patas traseras y bajaba las escaleras con habilidad. Lo siguió.

Una vez Lydia también llegó al final, vio un pequeño trozo de madera que flotaba cerca del bote. Entrecerró los ojos para mirar con detenimiento y vio que se trataba de una balsa en la que viajaba un Dobby.

—¿Eres la Doctora de Hadas?

—Así es. ¿Vas a ser nuestro guía?

—Sí, en ese bote, solo dos humanos pueden subir. El gato hada, bueno, supongo que estaría bien. —dijo el Dobby después de mirar a Lota y Kelpie.

—Nadaré. —replicó Kelpie y saltó al mar.

Cuando se formó una gran salpicadura de agua y se transformó en un caballo negro, incluso Lota abrió los ojos sorprendida.

—¿Podrías cargar esta cesta? Doctora de Hadas, ¿es buena dirigiendo un bote?

—¿Eh? Uhh… ¿seré yo quien dirija?

—Lo haré yo. Soy bastante buena en eso —Se ofreció Lota y Lydia respiró relajada.

—Bueno, entonces, ¿podrían seguirme?

En la cesta tejida de pasto que el Dobby le dio, había setas y frutas de los árboles. Debe ser la comida que le entregarán a Betty.

La balsa del Dobby seguía moviéndose a lo largo del acantilado. Las olas que chocaban contra las rocas hacían que el pequeño bote donde estaban viajando, se balanceara con violencia, pero los remos con los que Lota dirigía, hicieron que la proa de su transporte siguiera el camino por el que el Dobby los conducía.

Al final, cuando apareció un largo clivaje vertical en el acantilado rocoso, el Dobby dirigió su balsa hacia esa grieta. Era estrecha, por lo que el pequeño bote en el que estaban apenas podía deslizarse, pero Lota lo atravesó con facilidad.

Las rocas a ambos lados daban una apremiante sensación de opresión, pero cuando continuaron durante un momento, ante ellos apareció una vasta cueva de piedra caliza.

—Guau…

Lota, Nico y ella se sorprendieron. Desde una abertura que estaba en diagonal justo encima de ellos, la luz de la mañana que comenzaba a aparecer poco a poco fue visible a través de ella y el tejado blanco y las paredes parecían dejar salir un tenue resplandor.

La roca caliza que colgaba como carámbanos parecía candelabros. Además, los blanquecinos pilares hacían que el lugar pareciera un santuario.

—¿Este es el nido del Wyrm?

—El nido está mucho más al fondo. Oh, una cosa más, si estás en las aguas del océano, seguirás estando en el Mundo Humano. Pero una vez pises la tierra de aquí, estarás en el territorio del Wyrm. Por lo tanto, asegúrense de no bajarse del bote.

Justo en ese momento, el bote se sacudió. Lydia se aferró a este, pero Nico se cayó y se golpeó la cabeza.

Oh, esto es malo —murmuró el Dobby.

—¿Qué está pasando, señor Dobby?

—Por lo general, alrededor de esta época, el Wyrm debería estar durmiendo, pero…

—Espera, entonces eso significa…

Parece que nos han encontrado. Será mejor que escapemos rápido. —Se giró rápido y comenzó a remar hacia la salida.

Lota chasqueó la lengua porque el bote pequeño en el que viajaban no podía dar la vuelta con tanta facilidad como la balsa. Y mientras eso sucedía, fueron golpeados con una fuerte vibración provocada por algo enorme moviéndose. Las rocas en mal estado comenzaron a caerles encima.

—¡Oye, Lydia, ven aquí!

Kelpie se alzó sobre la superfície del agua en su forma de caballo. Extendió la cabeza, hundió sus dientes en el abrigo de Lydia, la sacó del bote para llevarla en su lomo y echó a galopar a través de las grandes olas.

—¡Kelpie, espera! Nico y Lota…

Lydia replicó pero él solo la tenía a ella en mente. Todavía agarrada a su cuello, vio que una gran ola estaba a punto de chocar contra el bote pequeño. Pero una vez que Kelpie comenzó a galopar por la estrecha entrada de la cueva ya no pudo ver ni la barca ni a los dos que dejaron atrás.


[1] La enagua es una falda usada como ropa interior pero sobre ropa interior íntima. Se lleva puesta bajo un vestido o falda para ayudarle a colgar suavemente y prevenir la irritación de la piel de telas gruesas como la lana. Las enaguas también se llevan puestas para evitar el calor y proteger las telas finas de la transpiración corporal. También se utilizan para evitar la visión del cuerpo o la prenda íntima con ropas externas translúcidas o con demasiado vuelo.

Den
Me dejó muy mal sabor de boca este capítulo. ¿Por qué? Por Edgar y su relación con Ermine. Realmente quiero saber si siente algo por ella… porque siento que estoy llegando un poco a mi límite… ¿Qué piensan ustedes? Sé que quizás exagero un poco, pero hasta ahora solo siento indecisión por su parte y realmente me gustaría que sufriera un poco por Lydia. Pero bueno… hay que ser pacientes, porque esos momentos llegarán… *suspiro*

2 respuestas a “El Conde y el hada – Volumen 6 – Capítulo 4: ¿Mis verdaderos sentimientos?”

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