El Conde y el hada – Volumen 6 – Capítulo 6: El bosque del dragón y las espinas mágicas

Traducido por Den

Editado por Meli


Existían diversos relatos sobre la forma de rescatar a un humano que fue intercambiado por un hada o alejado del Mundo Humano.

Algunos métodos eran precisos y otros carecían  de efecto. En ocasiones funcionaban y en otras fallaban, haciendo que perdieras a la persona por la eternidad.

También había una serie de casos en los que uno lograba entrar en la vivienda del hada y trataba de recuperar a su ser querido.

Era peligroso para un humano que no poseía magia ni poderes y debía luchar contra las hadas, solo podía decidir con seguridad recuperar a esa persona y actuar en consecuencia.

Por alguna extraña razón, había una cosa que no podía romper la ley del Mundo de las Hadas: el fuerte vínculo entre una persona y otra.

Lydia estaba aturdida, preguntándose por qué era así. Quizás porque era algo que no existía entre las hadas.

También se preguntaba si eso estaba relacionado de alguna manera con la razón por la que trataban de robar los bebés de las personas.

La cueva se volvía más amplía cuanto más se adentraban en sus profundidades.

Lydia siguió avanzando con Kelpie mientras se ponía cada vez más nerviosa al pensar que más allá estaba el territorio para dormir del Wyrm.

Pensaba una y otra vez en encontrar a Lota y al bebé de Martha y en destruir la rosa silvestre del Wyrm. Porque ese era el único método.

Pero por alguna razón, se detuvo en seco.

—Oye, ¿escuchaste algo?

—¿Qué?

—Una melodía… ¡Es la ocarina de Lota! —Lydia corrió en la dirección de donde venía la música.

—Oye espera, ¡qué vas a hacer si el Wyrm está cerca de Lota!

Sin prestar atención a la advertencia de Kelpie, entró. Más allá de un lugar parecido a un templo que tenía una hilera de columnas de piedra una al lado de otra, vio a Lota sentada sobre una enorme piedra tocando su ocarina. Junto a ella, había una pared alta y gigantesca cubierta de escamas.

No era una pared, sino el costado del estómago del Wyrm. Su cabeza debía estar descansando en las profundidades de la cueva, por lo que no podía verla. En ese momento, Kelpie tiró de ella y se escondieron en las sombras de una de las columnas.

Desde allí, se asomó para ver cómo estaba Lota. Arrojó una pequeña piedra para que la notara.

Ella dejó de tocar su ocarina, comprobó que el Wyrm estuviera profundamente dormido, se levantó con lentitud y caminó en dirección a Lydia. Pero, había un grillete y una cadena atados a su tobillo.

—Lota, esa cadena…

—Ah, sí, dijo que un humano que acaba de llegar a este lugar podría intentar escapar. Afirmó que después de un tiempo me la iba a quitar.

Después de un tiempo el humano sería influenciado por la magia del hada y su regreso al mundo humano sería más difícil.

—Será mejor que salgas de aquí antes de que se despierte. Me ordenó cantar una canción y cuando toqué la ocarina, se quedó dormido de inmediato. Pero dijo que tenía que tener preparada la comida para cuando se levantara. Parece que tengo que romper rocas, aunque debería ser él quien lo haga. —Parecía bastante cansada.

—Pino va a sacar a Betty de aquí. Nosotros estamos aquí para rescatarte.

—Es la cadena del Wyrm, por lo que no será fácil cortarla —dijo Kelpie.

—Está bien. Si arranco la rosa silvestre, desaparecerá el poder que obliga a los niños cambiados a quedarse aquí. Por lo que esta cadena no servirá de nada.

—¿Rosa silvestre? —preguntó Lota.

—En algún lugar de este nido debería haber una rosa silvestre que el Wyrm hace crecer.

—¿En verdad es algo valioso para él? Bueno, me dijo que no entrara en ese bosque de allí, pero no sé dónde está.

—¿Bosque? Me pregunto si hay algún lugar donde crezcan árboles.

En cualquier caso, Lydia pensó que tenía que ir a buscarlo.

—Lota, necesito pedirte que aguantes esto un poco más. Y también que pienses en las personas más preciadas para ti. Tienes que tener el fuerte deseo de regresar por el bien de esas personas.

—Entendido, pero Lydia, ¿vas a estar bien?

La miró con ojos preocupados; eso la agitó.

—S-Sí. Ya que este es mi trabajo.

—¿En quién estás pensando?

—¿Eh?

—Para volver a casa desde aquí.

Por un instante, Edgar le vino a la mente.

—En mi padre…

—Ya veo.

Sin embargo, pensar en su padre era demasiado natural para ella. Los dos se entendían demasiado bien, así que era un vínculo demasiado débil para atarla al mundo humano.

Pero aún así, la razón por la que podía apreciar un poco ese mundo era porque su padre estaba allí y porque era la tierra que eligió su madre.

Lo más probable era que en este momento no tuviera ningún apego que pudiera reemplazar eso.

—Sabes, puede que quiera conocer a mi abuelo —dijo Lota mientras pensaba en ello. —No soy del tipo que sería una princesa, por lo que pensé que no me importaba mi nacimiento, que lo que había construido con el capitán que me crío y las personas que me rodeaban era lo más importante para mí. Pero, cuando me enteré de que mi abuelo no se había rendido y seguía buscándome, me di cuenta de algo. Quiero saber más sobre mí y sobre mis padres. Quiero conocer a mi abuelo, quien no me ha olvidado.

—En definitiva podrás conocerlo. Esa clase de sentimiento es lo que alejará el poder engañoso de las hadas.

Lota asintió con fuerza y agarró la mano de Lydia.

No se habían dado cuenta, pero los ronquidos del Wyrm que habían estado haciendo vibrar el aire a su alrededor, se habían detenido.

Lydia volvió la cabeza nerviosa.

—Oye, Lydia, el Wyrm se ha…

Kelpie miró hacia arriba. Cuando dos grandes ojos los miraron desde el techo, la sombra de la columna en la que se estaban escondiendo estuvo a la vista.

—¿Quiénes sois? No os perdonaré por entrar en mi palacio sin mi consentimiento. 

—Corre.

Kelpie tiró de su brazo.

—¡Lydia, cuidado! —Lota gritó.

Al parecer, el Wyrm había movido la cola y se dirigía a ellos.

Si Kelpie no la hubiera tomado en brazos y hubiera saltado rápido para esquivarla, es seguro que se habría estrellado contra la columna de piedra.

—Maldición —Kelpie chasqueó la lengua.

El pasadizo por el que iban a intentar entrar, estaba bloqueado por el prominente cuerpo del Wyrm.

—¡Por aquí, Lydia!

Una voz vino desde otra dirección. Era Edgar.

¿Por qué estaba aquí?

Aún sin saber por qué, Lydia corrió hacia el gran agujero dividido en donde lo vio.

Al segundo en que Kelpie y ella se deslizaron por la grieta de la piedra, el cuerpo del Wyrm se estrelló contra ésta, haciendo que la zona a su alrededor temblara.

Pero aún así, la piedra gigantesca no se resquebrajó.

El Wyrm intentó clavar una de sus garras en la grieta. No obstante, parecía que no había nada que pudiera hacer, por lo que se rindió. Cuando todo se quedó en silencio, pensaron que debió haberse ido.

Lydia se dio la vuelta, respirando aliviada, y vio a Edgar, Raven y Ermine.

En ese momento, Edgar la abrazó.

—Gracias a Dios que lo logré.

Le levantó la cabeza con ambas manos y la miró.

—¿Estás herida en alguna parte?

En momentos así, Edgar la trataba como su prometida con demasiada naturalidad. Era demasiado vergonzoso y bastante molesto para ella.

Incluso si estaba desconcertada, Lydia extendió ambos brazos y logró separarse de él.

—Escuché la historia de Nico. Si me lo hubieras dicho desde el principio, no te habría dejado ir sola.

—No está sola. Como puedes ver, estaba con ella.

Ignoró por completo la existencia de Kelpie y siguió hablando mientras presionaba a Lydia cada vez más contra la pared.

—Sé por qué. Pensaste que aunque viniera contigo, no podría hacer nada respecto a las hadas, ¿verdad? Pero, debo decirte que tengo la responsabilidad de protegerte. Decir que no lo sabías no te absolverá.

—Pero yo…

—Tengo la responsabilidad como tu empleador. Más aún ya que es un problema sucediendo en mis tierras —dijo, al darse cuenta de que Lydia quería decir que no era su prometida de verdad.

—Lo siento… No se suponía que iba a resultar así. Solo vine para poder obtener algo de información y luego…

Evito a Edgar para prevenir que se aprovechara y se exaltara.

Él acarició su cabello con su mano como haría un amante y entrecerró sus ojos color malva ceniza con anhelo.

—Está bien, siempre y cuando estés a salvo. Porque lo que más temo es no poder tocarte así de nuevo.

Ermine y Raven estaban con ellos, ¿por qué demonios era capaz de hacer algo tan vergonzoso? Sin embargo, ambos estaban esperando con tanta calma como si fuera natural. Sólo Kelpie se mostraba reacio y pateaba la pared.

—Encontré a Betty, creo que Pino podrá sacarla de aquí. Queda Lota, quien reemplazó a Betty. Y si pudiera encontrar al bebé de Martha…

—El problema es cómo los vamos a rescatar, ¿verdad?

El corazón de Lydia ya estaba decidido. Pero que Edgar y los demás vinieran fue inesperado.

—Umm, ¿solo vinieron los tres aquí? ¿Dónde está Nico?

—Debería haber estado con nosotros, pero como casi se lo come el dragón, creo que no querrá acercarse más.

Oh, Dios mío, casi se lo comen. 

Se compadeció de él, pero pensó que era insensible de su parte tirar la toalla en medio de esto.

Lydia analizó su plan. Aunque arrancara la rosa silvestre del Wyrm, no habría efectos dañinos para las otras hadas, por lo que Ermine y Kelpie estarían bien. Por otro lado, Edgar y Raven eran seres humanos así que no serían influenciados por la magia. Por lo tanto, siempre y cuando se dirigieran al mar, podrían salir de la cueva.

Tenía que creer que Betty saldría con Pino.

En cuanto a ella, no sabía qué sucedería, pero un humano normal y corriente no debería poder ver la rosa silvestre, y un hada ni siquiera podía tocarla con sus manos. Así que ella era la única que podía hacerlo.

—En cualquier caso, deberíamos salir de una vez. Deberíamos calmarnos y luego tratar de pensar en una manera de rescatarlos a ambos.

Lydia negó con la cabeza con vehemencia ante la sugerencia de Edgar.

—No puedo, solo hay un método. Iré sola.

—Pero, Lydia…

—Así que todos váyanse a casa.

Edgar pareció estupefacto. En cambio Kelpie se echó a reír.

—Conde, incluso si se trata de un mujeriego como tú, parece que no es tan fácil para ti hacer que ella haga lo que quieres.

—Solo no quiero ponerla en peligro…

—Te digo que es inútil. En cuanto a mí, consentiré su egoísmo. Sigue diciendo cosas agotadoras como que la abotone y que no toque sus pechos, pero eso no es nada. Estoy dispuesto a entrar al nido de un Wyrm con ella.

¡Oye, Kelpie…! 

—¿Abotonar?¿Pecho?

Tal como temía, Edgar sólo reaccionó a esa parte.

—¿Le hiciste algo infame a mi prometida? ¿La forzaste cuando ella se resistió?

No, no sucedió tal cosa. 

—Si eso es verdad, entonces tengo el derecho a matarte.

Edgar se acercó a Kelpie.

—¡No puedes matarme!

—¡Deténganse de una vez! —Lydia los interrumpió.

—Lydia, este es un problema sobre nuestro honor.

—¡No es así!

—Lord Edgar, el dragón ha aparecido de nuevo —dijo Raven.

Más allá de la abertura de la grieta, en el amplio espacio abierto, todos sintieron la vibración del Wyrm mientras se arrastraba sobre su estómago. Eso los puso nerviosos.

—Esto es malo —murmuró Kelpie. —Oye, date prisa y corre. Huelo fuego. ¡El Wyrm va a escupir fuego!

Edgar agarró a Lydia del brazo y echó a correr.  Todos corrieron a la vez hacia las profundidades de la cueva.

Desde atrás, Lydia escuchó el extraño sonido de regurgitación y, al sentir una temperatura muy caliente, se dio la vuelta. A la distancia vio algo extraño, rojo y muy brillante.

Kelpie se detuvo detrás de ellos.

—¡Lo detendré, así que idos rápido!

—P-Pero si es el fuego del Wym, estarás en peligro.

Lydia intentó dejar de correr, pero Edgar no se lo permitió.

—Kelpie, tu sacrificio no será en vano —Edgar bromeó y trató de irse.

—¿Eh? Si se vuelve peligroso, ¡me largaré de aquí! ¡Por eso, hasta entonces, te digo que es mejor que os deis prisa y vayáis a algún lugar apartado de aquí! —miró a Lydia y agregó—: Lydia, terminemos rápido con esto. Luego iremos a vivir a las Tierras Altas de Escocia. No lo olvides. No, incluso si lo olvidas, ¡te arrastraré hasta allí! —declaró sin preocupación, quizás para calmar a Lydia ya que seguía mirando hacia atrás.

Aún escuchaba la voz de Kelpie cuando siguieron por el camino que se curvaba hacia un lado. Después de un momento, ya no pudo verlo.

Con ese ritmo, siguió corriendo con Edgar por los complicados caminos serpenteantes.

Cuando decidieron que estaban bastante lejos del peligro del fuego, al fin se detuvieron. Lydia ya estaba sin aliento, por lo que no pudo hablar por un momento.

Raven y Ermine dijeron que iban a inspeccionar la zona cerca del pueblo y se fueron. Edgar todavía tenía su mano sobre la de Lydia mientras ella recuperaba el aliento.

—¿Me dirás qué significa eso? —La presionó a responder.

No pudo entender a qué se refería.

—Ese caballo dijo: «vivir contigo en las Tierras Altas de Escocia».

—Eso es…

Estaba confundida y tenía miedo. No podía decirle que podría olvidar todo. Porque sería como si estuviera elaborando una separación indefinida. Eso casi la hizo llorar, por lo que bajó la mirada.

Edgar parecía no saber qué hacer ante la forma en que actuaba Lydia, pero le acarició la cabeza como para calmarla.

—Uh, no es como si estuviera tratando de culparte. No te preocupes, pase lo que pase, mis sentimientos no cambiarán.

Esas eran sus dulces frases habituales. Pero, si le decía algo así, con más razón no podía decírselo.

—Es verdad, ¿no me crees? Incluso si Kelpie te forzó, ese tipo de cosas no será un obstáculo para nuestro matrimonio.

¿Eh? 

—¿Qué estás…?

—El hecho de que Kelpie casi te atacara, no significa que tengas que pensar que eres impura.

Espera un momento, ¿de qué estás hablando? 

—¡No me atacó!

—Lo sé. Ni siquiera me permites besarte aunque soy tu prometido, así que a pesar de que fue algo minúsculo, te hace sentir como si fueras desleal, ¿verdad? Pero si algo asi te hará casarte con Kelpie, entonces la forma en que te traté como un caballero me haría parecer un idiota.

No entiende nada, ¿verdad? Y, ¿como un caballero, dice? ¿Que así lo hizo…? 

—¡Dije que te equivocas! Solo le pedí que me ayudara a abotonarme el vestido. Eso, bueno, fue porque es un hada y no un humano. Lo otro fue solo un accidente, cuando nos caímos… ¡eso es todo!

La miró a los ojos como para asegurarse.

—¿De verdad? Entonces, no te sientes lastimada por nada, ¿verdad?

—¿Podrías dejar de intentar adivinar todos los posibles motivos ocultos?

Aunque estaba avergonzada, irritada y muy ruborizada, Edgar la tomó de los hombros como si se sintiera aliviado desde el fondo de su corazón.

No la soltó, aun cuando se retorció para expresar su disgusto, en cambio, su mano tocó un botón en su espalda.

De repente, se puso tensa y se quedó congelada.

Incluso si estaba bien con Kelpie, no sabía la razón por la que sentía que significaba algo más que la mano de Edgar estuviera tocando uno de sus botones.

—Bueno, sí, incluso si es un hada o un caballo, sigue siendo un hombre, así que es mejor que seas más precavida. Por eso, la próxima vez, te ayudaré cuando quieras desvestirte.

Den
Este Edgar es un pillín (≧σ≦)

Justo cuando pensaba que él estaba preocupado por ella, va y bromea.

—¡No lo necesito! —Lo apartó con fuerza—. Además, dijiste que te rendirías.

—Pero todavía queda tiempo. Y rendirse es sólo cuando dices que no. Quiero que pienses mucho si en verdad me necesitas o no y luego me des una respuesta.

La conversación se puso seria. Su semblante era severo, sintió que si lo rechazaba de cualquier modo como de costumbre, podría perder el interés en ella.

¿No tratará de tocarme como su amante nunca más? Eso debería estar bien. Entonces podría vivir mi vida en paz… ¿Estoy bien con eso? Pero esta clase de promesa… No puedo saber si habla en serio o no… Eso no importa. 

Lydia debería responder tal como le dice el corazón.

—Lo entiendo…

—Ahora bien, volvamos al tema principal. No es como si Kelpie te hubiera tratado suciamente, lo que me hace preguntarme por qué dijo algo así.

Oh, ¿por qué no puede dejarlo estar? 

Aunque Edgar se mantenía callado cuando se trataba de algo desagradable para él, en este momento la estaba presionando por una respuesta, y lo haría hasta el final.

Pero este no era el momento para indagar por respuestas. Un aullido resonó por toda la cueva y el  el suelo comenzó a retumbar de nuevo.

Fue un terremoto violento que no podía compararse con la vibración de cuando el Wyrm se movió.

Vio que Raven y Ermine se apresuraban a volver con ellos, pero Lydia no pudo mantenerse de pie y se aferró a una columna de piedra cercana.

—¡Lydia, sal de ahí!

Cuando levantó la mirada al oír la voz de Edgar, vio que la columna que tenía una gran grieta estaba a punto de derrumbarse.

Intentó agarrar la mano que Edgar extendió hacia ella, pero estaba un poco lejos de su alcance.

Un gran cráter comenzó a abrirse bajo los pies de Edgar. Vio que Raven lo salvó casi cayendo al suelo con él, pero el cráter que se ensanchaba de forma veloz, comenzó a dirigirse hacia ella. Y en ese momento, de repente la agarraron del brazo y la apartaron de la columna.

—Ermine…

—¡Por favor, salte al otro lado!

Al ver que Lydia avanzaba con lentitud, Ermine usó toda su fuerza y la empujó.

Cuando miró hacia atrás, el lugar donde estaba hace un momento, se desmoronó y se llevó a Ermine.

—¡Ermine! —gritó Lydia.

Pero no había nada que pudiera hacer. Mientras esquivaba las piedras que caían, fue arrastrada hacia una abertura en la pared rocosa en la que apenas cabían dos personas.

Incluso cuando el temblor se detuvo, su cuerpo no podía dejar de tiritar.

Edgar se puso de pie y miró hacia el profundo barranco que se formó de la nada.  Llamó el nombre de Ermine varias veces, pero no hubo respuesta. Solo la voz de Edgar resonaba contra la pared de aquí y de allá.

—Bajaré a inspeccionar —ofreció Raven.

—Es peligroso. Podría haber otro terremoto como el de hace un momento.

Este no es el momento para estar temblando, pensó Lydia y reunió toda su fuerza para levantarse.

Tengo que ir a buscar la rosa silvestre del Wyrm. Eso también debería ser útil para ayudar a Ermine.

Pensó en llamar a Edgar, pero se detuvo, era seguro que él querría irse de ese lugar. Además, si de todos modos tenía que hacerlo por su cuenta, entonces tenía que ir sola.

Lydia retrocedió en silencio y se alejó de Edgar y Raven que miraban hacia el fondo del barranco. Giró sobre sus talones y marchó en la dirección que parecía no haber sido afectada por el terremoto.

El temblor provocado por el Wyrm. Parecía que tenía como objetivo la zona en la que Lydia y los demás habían entrado.

Luchar contra diminutos humanos y lanzar un ataque incluso después de perderlos de vista debía significar que estaba protegiendo algo.

Lo más probable era que el lugar donde estaba la rosa silvestre estuviera cerca.

La pista era el bosque. Un bosque debería significar un grupo de árboles.

Lydia siguió andando mientras pensaba al respecto.

Sin embargo, de la nada la agarraron del hombro.

—¿A dónde crees que vas sola? —Edgar la atrajo hacia él con una expresión furiosa—. No te detuviste aunque te llamé.

Debió haber estado pensando tanto en la rosa que no pudo oírlo en absoluto.

No pudo forzarse a mirarlo, por lo que agachó la cabeza. Se sentía culpable por hacer que Ermine cayera por el barranco, y pensó que el leve mal humor de Edgar se debía a que estaba deprimido.

Por eso Lydia hacía lo que solo podía hacer.

—Voy a buscar la rosa silvestre del Wyrm.

Edgar no pudo entender lo que estaba diciendo, por lo que ladeó la cabeza.

—Planeaba hacer eso desde el principio. Si lo hago, entonces la magia que se ha almacenado en el nido del Wyrm manará. El bebé cambiado y Lota serán liberados y, aunque será momentáneo, el poder del Wyrm se debilitará. Si no hay ningún peligro, podrás rescatar a Ermine. Si es para buscar algo, entonces incluso los Dobby te ayudarán.

—Está bien. Entonces también voy.

—Iré sola.

—No, no puedes. He dejado que Raven se ocupe de ese lugar, y no puedo dejarte ir sola.

Le sonrió como si quisiera convencerla de forma amable.

La miraba con unos ojos tan serios que quien los viera pensaría que no había duda de que estaba enamorado de ella.

Pero a quien amaba no era a Lydia. Puede que él mismo no se hubiera dado cuenta que no era ella.

Sí, es posible que Edgar no lo haya notado. Podría estar encerrando sus sentimientos por quien en realidad le importa e incluso engañándose a sí mismo.

—¿Porque soy tu prometida estás pensando que tienes la responsabilidad de quedarte a mi lado y protegerme? Eso es estúpido.

—Estoy preocupado. Si algo te sucediera, no podría soportarlo.

Incluso ahora, debía estar tan preocupado por ella que sería difícil soportarlo.

—Debería haberme caído yo.

Lydia no pudo contenerse más y lo liberó de su interior.

—¿Qué estás diciendo? Sabes que no es tu culpa.

—Pero, si no me hubiera salvado, no se habría caído.

Edgar debía estar pensando que era inútil decirlo ahora, por lo que suspiró como si lo encontrara un poco absurdo.

—Si hubieras sido tú, no habrías sobrevivido. Con Ermine, todavía hay esperanza.

—Eso no es lo que quise decir.

—Entonces ¿qué quieres decir?

Ese habría sido el mejor resultado para Edgar.

Pero eso en sí mismo era algo que no tenía sentido decir. Lydia se quedó en silencio y comenzó a alejarse, él la siguió.

—Es inútil que me sigas. Es posible que no pueda regresar a Londres, así que deberías rendirte ahora.

Quiero estar sola, pensó. Lydia se estaba sintiendo apática.

—¿Eso está relacionado con lo que Kelpie estaba diciendo?

No le respondió.

—Así que está relacionado.

De repente se acercó a ella y se interpuso en su camino, lo que hizo que casi se chocara con él.

Edgar se dejó llevar y la abrazó para que no pudiera escapar de él.

—Si no me lo dices, voy a besarte.

¿Qué clase de amenaza es esa? 

Lo encontró absurdo, pero como ambos brazos estaban retenidos por él y no podía moverse aunque pusiera toda su fuerza en ellos, y él movía su cuerpo como si la estuviera aprisionando, no sólo temía el beso sino que algo más peligroso sucediera.

—¡E-Es porque podría ser una changeling! [1] —Se apresuró a decir.

—¿Por qué está relacionado?

—Si arranco la rosa silvestre del hada, entonces toda la magia sobre las cosas a su alrededor se desvanecerá. Por eso el niño cambiado capturado será devuelto al Mundo Humano, pero a cambio, las hadas que se hicieron pasar como humanos regresarán a su forma humana… Si soy una changeling, volveré a ser un hada y olvidaré todo de cuando era humana.

Cuando le soltó todo a la vez, Edgar se quedó mudo y pareció estar conteniendo su ira.

No obstante, le acarició la mejilla y luego el cabello de una forma tan dulce como nunca antes.

—Qué horrible de tu parte intentar ir sola, ocultándome algo tan importante como eso. ¿Es porque no sé nada sobre las hadas? ¿Es porque soy el Conde Caballero Azul solo de nombre?

—E-Eso no es…

—Entonces, ¿no podías decirlo porque sería demasiado doloroso para ti separarte de mí si algo llegara a suceder?

—¿Eh?

La vanidad de este hombre no es normal. 

Decidió olvidarse sobre cómo pensó que eso podría ser un poco doloroso.

—Aunque te conviertas en un hada y olvides todo, no tengo ninguna intención de entregarte a Kelpie.

—Eres un humano. No podrás verme.

Como si se estuviera asegurando de que eso no fuera así, acunó el rostro de Lydia con las palmas de sus manos.

—No creo que seas una changeling.

—Aunque fuera humana, tengo profundos rasgos relacionados con las hadas. Si destruyo la rosa, seré arrojada al remolino de magia. Cuando eso suceda, no sé si podré mantenerme consciente el tiempo suficiente para regresar al mundo humano. Pero, creo que no me importaría.

—¿Quieres convertirte en un hada?

No lo sé. Si fuera un hada, mis sentimientos no serían lastimados.

—Entonces eso significa que nunca podría ser quien te ate a este mundo.

Lo dijo con una voz tan triste que incluso a ella le dolió el corazón.

—No sé de hadas. Además, no puedo convertirme en alguien especial para ti. Pero aún así, si hay algo que puedo hacer, es no dejarte sola. Por favor, no digas que ni siquiera necesitas eso. Cuando esto termine, regresemos a casa juntos.

La besó en el párpado y eso hizo que quisiera llorar.

Logró contener sus lágrimas y apartó su cuerpo.

—Tenemos que ir.

Edgar asintió, la tomó de la mano y comenzaron a caminar.

Ya no podía decir que iba a ir sola.

♦ ♦ ♦

El agua del océano estaba fría, y sanaba con lentitud la crin y la piel de Kelpie que fueron lastimadas por el abrumador calor del fuego del Wyrm.

Para una criatura como él que vivía en agua dulce, no se podía considerar al agua salada como un ambiente cómodo, pero era mucho más habitable que estar en tierra.

Sentado en el fondo del mar, Kelpie sentía en silencio cómo la magia regresaba a su cuerpo.

Cuando se recuperara por completo, necesitaba regresar de inmediato con Lydia.

Si destruye la rosa, quién sabe lo que va a pasar, pensó y miró hacia la figura femenina que yacía junto a él. Ella se incorporó con lentitud.

—Por fin despertaste.

Lo miró con ojos inquisitivos y luego inspeccionó su entorno. Era la sirvienta travestida de ese conde.

Si recordaba bien, su nombre era Ermine.

—Es cierto que todavía no has aceptado tu parte de selkie. Tu nado no fue bueno en absoluto, por eso es que te quedaste inconsciente, como haría un humano, cuando una piedra te golpeó la cabeza.

—¿Esto es…?

—El fondo del mar. Eso digo yo, pero en realidad es el fondo de la cueva del Wyrm.

—¿Por qué estás aquí?

—¿Por qué? Te salvé la vida. Si te hubieras hundido mientras estabas inconsciente, tendrías rocas acumulándose sobre ti.

Ermine observó con recelo al agresivo caballo acuático. Fue institivo: los Kelpie matan a cualquier criatura y se la comen. También son temidas por las hadas.

Aunque ella sabía que era un extraño caballo acuático que no veía a Lydia como comida sino con afecto, no podía creer que la rescatara.

—¿Por qué me ayudaste?

—Si te dijera que fue para comerte, ¿me creeríais? Ja ja, si te dejaba sola, pensé que Lydia se enfadaría conmigo. Aunque si dices que me darás un brazo como agradecimiento, no lo rechazaré.

Porque eso no podía considerarse una broma, Ermine había perdido la oportunidad para darle las gracias, pero parecía que a Kelpie eso no le importaba en absoluto.

Trató de ponerse de pie, pero su cabeza todavía parecía darle vueltas, así que volvió a sentarse.

—Arriba está ardiendo. Es más seguro estar en el agua por un tiempo.

—¿No están las cavernas en las aguas del mar también conectadas con diferentes lugares?

—Si te mueves demasiado, te resultará aún más difícil volver con el conde.

Ermine apoyó la mano en una roca y trató de levantarse con cuidado una vez más.

—¿Sabes dónde está la zona justo debajo del centro del pueblo?

—¿Por qué?

—No es necesario que te lo diga.

—¿Esa es la actitud para hacer una pregunta?

—Entonces olvídalo.

Caminaba tambaleándose por el fondo del acantilado.

Kelpie se puso de pie pensando que era una mujer mucho más terca que Lydia.

Así que sólo es leal y obediente con el conde, eh. 

O ella está… 

Ermine notó que Kelpie la seguía, por lo que se dio la vuelta frunciendo el ceño.

—No me sigas.

—Voy a donde quiero ir.

—Entonces puedes ir delante de mí.

—Esa también es mi decisión.

Ermine volvió la cabeza irritada y comenzó a alejarse. Kelpie la siguió.

—Entonces ¿por qué no vas a donde está la señorita Lydia? ¿No es peligroso separarse de ella?

—Bueno, hay algo que me está molestando.

—¿Qué…?

—Estaba bastante lejos, pero vi cuando te caíste. Ayudaste a Lydia y, aunque tenías mucho tiempo para lograrlo, te dejaste caer a propósito, ¿verdad?

Ermine continuó caminando en silencio. Kelpie habló mientras la seguía.

—Te diste cuenta que abajo estaba el mar y pensaste que estarías bien. Pero ¿con qué propósito? ¿Quieres ir al centro del pueblo? Incluso si no ibas a correr ningún peligro, debería haber estado bien contárselo al conde. No, o ¿no puedes permitir que lo sepa? Entonces ¿eso no quiere decir que tenías que separarte del conde y de ese chico cuervo sin que pareciera sospechoso?

Ermine se volvió de repente y apuntó a Kelpie con un cuchillo.

—Nada bueno sale de la boca de un charlatán.

—No moriré por un arma humana a diferencia de una Selkie.

—No te tomes tan a la ligera a las Selkie.

—Vamos, no seas tan peleona. No es como si estuviera del lado del conde.

Ermine suspiró y apartó su cuchillo. Se puso en marcha de nuevo; parecía que había renunciado a alejarlo.

Debió haber pensado que Kelpie odiaba a Edgar por obligar a Lydia a comprometerse con él, así que lo más probable era que no dejaría escapar esta oportunidad.

Ermine salía con frecuencia a la superficie y comprobaba sus alrededores mientras seguía adelante.

Kelpie ya no le volvió a hablar y, por su parte, ella ignoraba por completo su existencia.

El comportamiento de Ermine cambió cerca de un lugar donde el fondo del mar ascendía y el agua era poco profunda. Había visto los restos de un pequeño bote.

Inspeccionó minuciosamente la zona a su alrededor, pero al parecer no encontró lo que estaba buscando.

Justo en ese momento, vio la luz de una antorcha en tierra firme. Puso una cara fría y rígida y dio la vuelta en silencio a la sombra de una roca sin provocar ondas en el agua.

Luego, salió a la orilla rocosa sin hacer ruido.

El agua del mar había entrado un poco en la cueva.

En la orilla, había dos hombres que parecían ser aldeanos.

A sus pies, había un cuerpo tirado en el suelo. Debía ser un muerto que sacaron del mar, porque el cuerpo estaba empapado y las ropas mojadas por el agua del mar se estaban escurriendo. Pero también se filtraba sangre de ellas, manchando la piedra caliza blanca.

De repente, Ermine saltó frente a los dos hombres.

Con el cuchillo en la mano, apuñaló directo en el corazón a uno de ellos que todavía estaba atónito. No mostró ningún signo de misericordia.

El otro hombre trató de golpearla con la antorcha. El fuego le rozó la cara, ella se estremeció y retrocedió. Su pie quedó atrapado en el cadáver y perdió el equilibrio, el hombre sonrió y bajó la antorcha. Ella se arrodilló en ese lugar.

A pesar de que está herida, qué imprudente, pensó Kelpie mientras observaba de pie..

Al ver que no pudo levantarse al instante, el hombre, que sujetaba la antorcha, le dio la espalda y trató de huir.

Kelpie le bloqueó el camino al hombre por un simple capricho. Le agarró la cabeza y lo empujó hacia Ermine, quien se puso de pie.

—¿Estás bien con dejar escapar a este?

—No, lo mataré.

Mientras decía eso, cortó el aire con su cuchillo.

La sangre salpicó en el aire y el hombre cayó al suelo.

Ermine no cambió su expresión mientras revisaba la ropa del hombre caído. Cuando sacó una piedra rojiza del tamaño de un puño cerrado, la metió en uno de sus bolsillos con cuidado. Luego, se sentó en una de las rocas, exhausta.

—Si querías eso, no hacía falta matarlo.

—No quiero que tú me digas eso.

Estaba agazapada y sujetaba el cuchillo como si lo estuviera abrazando. El chorro de sangre había manchado su pálido rostro, y eso la hacía lucir aún más hermosa.

Debe haber matado a los hombres porque sería demasiado problemático si hablaban de esto.

La razón por la que se alejó del conde fue para conseguir la piedra que acababa de recuperar. Sin embargo, no debe tener intenciones de decirle qué es.

Eso fue lo que Kelpie pensó antes de irse.

—No le causaré ningún problema a la señorita Carlton.

Me pregunto si es cierto. 

Sin embargo, lo que acababa de ver no sería ningún beneficio o desventaja para él, más bien algo ajeno a él.

♦ ♦ ♦

—Es un bosque —declaró Lydia cuando salieron a una caverna abierta y vasta.

En ese espacio, había una gran cantidad de carámbanos hechos de piedra caliza uno al lado del otro, formando un bosque blanco e inundando su vista. El techo estaba más alto y no podían verlo por los vapores humeantes.

—Así que la rosa silvestre podría estar en algún lugar de allí.

Incluso Edgar se quedó desconcertado mientras miraba hacia arriba.

—En definitiva estará aquí.

Lydia lo sabía.

Las gotas de agua que absorbieron las calizas caían al suelo, haciendo un débil sonido que se superponía entre sí; parecía como si estuvieran en medio de una llovizna.

Las altas columnas de piedra de su alrededor tenían diferentes tamaños. Era un bosque que había creado la naturaleza durante mucho tiempo. Lydia se maravilló asombrada.

Edgar se acercó a una de las torres de piedra caliza que estaba cerca y se arrodilló junto a ella. Ésta estaba apenas a la altura de una persona.

—¿Sucede algo?

—Oh, no, es solo que pensé que parecía una estatua tallada con precisión.

Lydia la miró y jadeó. Dentro de la piedra, parecía que había un bebé con los brazos y las piernas dobladas.

—¡E-Este es un bebé de verdad! Este debe ser el bebé de Martha que fue intercambiado.

—¿Qué? Pero parece que el bebé se ha convertido en piedra.

—Está hechizado con la magia del Wyrm. Pero el bebé todavía está caliente, lo que significa que está vivo. Tengo que darme prisa y salvarlo.

Edgar se puso de pie y frunció el ceño mientras inspeccionaba el bosque.

—¿Estás diciendo que tal vez todas estas columnas son personas?

—No lo sé… La Dobby dijo que el Wyrm convierte a la gente en piedra y luego se las come. Pero en cualquier caso, los que llevan más tiempo convertidos en piedra por completo ya no pueden salvarse.

Lydia miró la columna de piedra e hizo una cruz con su mano sobre su pecho.

—Así que desde antaño, el Wyrm ha comido gente de esta forma y es así como hace las Freya.

Para romper ese ciclo del mal, el Conde Caballero Azul del pasado selló al Wyrm y salvó a los aldeanos, pero a cambio, los aldeanos aceptaron que nunca podrían extraer más hermosas Freya. Y sin embargo…

—No puedo creer que sacrificaran a personas de nuevo solo para ganar dinero…

—Parece que no se trataba de ganar dinero, sino que tenía otro tipo de uso diferente a ese. El alcalde dijo que sólo podía manejarla una persona que tuviera la sangre del Conde Caballero Azul en su interior.

Fue allí donde detuvo su frase y de repente cambió de tema.

—Por cierto, Lydia, ¿conoces alguna forma de derrotar a un dragón?

—Un Wyrm no puede ser derrotado. Por eso estoy buscando su rosa.

—Pero hay héroes que han derrotado a dragones en historias desde hace mucho tiempo, como San Jorge [2]. Ohh, pero eso fue contra un dragón con alas. De todos modos, el anterior Conde Caballero Azul puso a dormir al Wyrm en el pasado. Y me preguntaba ¿qué clase de método usó?.

El Conde Caballero Azul tenía poderes mágicos. Podía ir y venir entre el reino de las hadas y el reino humano, era el señor de la tierra que gobernaba sobre los seres vivos en ambos mundos.

Lo más probable era que quien llevara su sangre fuera el único capaz de derrotar al Wyrm. Incluso la Dobby dijo eso.

Sin embargo, Edgar estaba pensando si había algún otro método.

—Los dragones son poderosos, enormes y misteriosos. Pero, ¿sabes cómo dicen que siempre hay una debilidad? Analizando los ejemplos de todos los tiempos y lugares, lo que puede derrotar a un dragón es alguien que adquiere un arma especial o alguien que ha encontrado un punto débil.

Desenvainó la brillante espada de las Merrow de su cinturón.

—Tengo un arma. No es una espada inferior que no pueda luchar con un dragón, es una espada que una vez derrotó al Wyrm antes. Sin embargo, incluso cuando la uso, no puedo cortar a ningún hada. Pero, ¿qué pasa si encuentro su punto débil? Entonces incluso un humano normal y corriente debería poder derrotarlo.

—¿Cómo vas a encontrar su debilidad?

—Ese es el problema, pero no tenemos tiempo.

—¿Qué?

Edgar apartó sus ojos para explorar la zona que los rodeaba, como si estuviera preocupado por algo. Y entonces se escuchó un crujido como una ráfaga de viento que soplaba sobre un campo de hierba.

Un débil temblor sacudió el bosque de piedra. Lydia se dio cuenta de lo que era y se dio la vuelta.

—¡El Wyrm…!

Había una pared cubierta de escamas tan alta que tuvieron que estirar el cuello hacia arriba para ver lo que pasaba frente a sus ojos. Estaban rodeados por su largo cuerpo parecido al de una serpiente.

—¡Si te habías dado cuenta, deberías haberme avisado antes! —jadeó Lydia.

—Cuando me di cuenta, ya estábamos rodeados.

¿Fue por eso que comenzaste a hablar de derrotar a un dragón? 

—¿Ves? ¿Mi única opción no es derrotarlo?

No me digas «ves». Me dan miedo las serpientes. 

Todo estaba bien cuando no podía ver todo su cuerpo. Pero cuando miró bien a su alrededor, observó cómo se arrastraba esta larga criatura que se retorcía y eso hizo que se le pusiera la piel de gallina.

El dragón levantó la cabeza y los observó desde una enorme distancia.

—¿Quién eres? ¿Por qué tienes esa espada? 

La voz del Wyrm resonó, agitando el aire a su alrededor.

—Porque soy el dueño de esta espada.

—Tú no eres el Conde Caballero Azul. 

—Lo soy. El que te despertó es un farsante. Pero ahora, no dejaré que ese impostor haga lo que le plazca. Te sellaré una vez más.

Al parecer enfrentarse a la espada de las merrows hizo que el Wyrm se volviera precavido, porque el círculo a su alrededor se agrandó.

—Edgar, escapemos mientras la amenaza de la espada todavía funciona.

Sin embargo, él sujetó la espada como si estuviera a punto de comenzar una pelea.

—Oh, no, haré esto. Si no lo hago, entonces no podré convertirme en el verdadero Conde Caballero Azul.

—¿Qué estás diciendo? Al principio solo querías el nombre…

—Así es. Fui yo quien consiguió el nombre. Porque fui yo y no él, cumpliré mi deber.

—¿Él?

El Wyrm debió haber sentido la magia en la espada, porque mantenía su mirada fija en ella y permanecía quieto.

—Ulysses lleva la sangre del hijo ilegítimo del Conde Caballero Azul.

—¿E-Eso es cierto? Entonces, esa es la razón de su poder de controlar a las hadas…

Eso significaba que una simple Doctora de Hadas no era rival para él.

—Incluso él debe haber tratado de conseguir la espada. Pero como no pudo, Príncipe debió pensar que la espada del Conde Caballero Azul ya no existía. No obstante, esto está en mis manos. Yo, que no tengo poderes mágicos ni lazos con la familia Ashenbert, la poseo.

—¡Edgar, detrás de ti!

El Wyrm movió su cola. Edgar se dio la vuelta para esquivarlo mientras la bloqueaba con su espada.

La punta de la espada le rozó la cola. Sin embargo, sólo chocó contra las duras escamas del Wyrm y sonó como si se golpeara contra una piedra.

Al hacer eso, el dragón debe haberse asegurado de que Edgar no era capaz de sacar a relucir el poder de la espada, por lo que encorvó su cuerpo hacia atrás preparándose para dar su siguiente ataque.

Edgar corrió hacia el bosque de columnas de piedra junto con Lydia.

Las patas delanteras del Wyrm se estrellaron contra varias columnas.

Cuando se escondieron en las sombras de un sinfín de columnas, el Wyrm levantó más la cabeza para poder buscarlos desde arriba.

—Sigue escondiéndote.

Edgar estaba a punto de salir una vez más cuando…

—Es imposible, ya basta.

—Si lo derroto, entonces ya no tendrías que destruir la rosa con tus manos, ¿verdad? Entonces no tendrás que ponerte en peligro.

—Morirás.

Lydia trató de aferrarse con desesperación a su brazo.

Sin embargo, él solo se volvió para mirar y no dudó en sonreírle.

—Quiero hacer mía la espada de las Merrow. Sería demasiado arrogante de mi parte desear casarme contigo cuando no tengo nada para protegerte de las hadas o de la magia, ¿verdad?

—No seas estúpido, no debería preocuparte no casarte conmigo.

El Wyrm los encontró. Abrió su boca de par a par y se dirigió hacia ellos.

Lydia y Edgar echaron a correr.

Sin embargo, el bosque de columnas de piedra acabó y una pared de piedra bloqueó su camino.

—¡Hay una cueva allí!

Tan pronto como entraron corriendo, los colmillos del Wyrm se hundieron en el lugar donde estaban hace un momento.

—Si tan sólo pudiera encontrar su debilidad —murmuró Edgar mientras miraba afuera.

Lydia hizo lo mismo para inspeccionar el cuerpo del Wyrm, pero no había signos de algo así en él.

El dragón estrelló su cuerpo y su cola cubierta de escamas duras contra la pared de piedra para agrietar los cimientos, como si tratara de derrumbar el túnel en el que habían entrado.

—¿Es la debilidad algo que puedas ver y encontrar?

El temblor fue tan fuerte y violento que Lydia tuvo que sentarse.

—El color de la escama podría ser diferente.

Entonces recordó algo.

—¡Eso es! ¡La Freya!

—¿Eh?

—La Freya que Betty tenía, al parecer era necesaria para despertar al Wyrm. Lo que significa que podría estar en algún lugar de su cuerpo.

—Ya veo —dijo Edgar—. Si era muy roja, entonces debería resaltar.

Volvieron a examinar su cuerpo, pero no la vieron en ninguna parte. No iba a ser tan fácil encontrar una piedra roja del tamaño de una moneda en todo el monstruoso cuerpo del Wyrm. Además, su estómago y espalda eran difíciles de ver.

—Ahora que lo recuerdo, he oído que el Wyrm tiene la lengua de fuego. Pensé que era porque expulsaba fuego por su boca, pero tal vez la Freya podría estar ahí.

Mencionó con ligereza la posibilidad, pero Edgar asintió con fuerza y se puso de pie.

—La lengua, eh… Entonces, lo intentaré.

—Espera, ¿qué vas a hacer si me equivoco? Te comerá de un bocado.

—Creeré que tienes razón.

—Pero…

Se volvió hacia Lydia, tomó un mechón de su cabello y lo besó.

—Lydia, en verdad deseo casarme contigo. Esta es una prueba para eso, así que tengo que ir.

Así que para Edgar esto era una prueba que se impuso a sí mismo…

Lydia no sabía si el hecho de que él ganara contra el Wyrm pudiera considerarse como una prueba de su amor. Sólo pensó que era la lógica de un hombre.

Pero podía entender que estaba tratando de cambiarse a sí mismo por el bien de ella, quien tenía una habilidad diferente a la de los humanos.

Su deseo era poder usar la espada de las Merrow para no aprovecharse de su habilidad, y protegerla.

Antes de darse cuenta, Lydia le rodeó el cuello con los brazos, se puso de puntillas y presionó con suavidad sus labios contra su mejilla.

Poco después, se apresuró por apartarse de él, sorprendida de sí misma.

—No mueras… —dijo ruborizada.

—Gracias…

Edgar no bromeó ni se dejó llevar, dijo esa palabra porque él mismo estaba muy sorprendido. Salió de la cueva hacia el espacio donde daba vueltas el Wyrm.

El dragón lo vio y se volvió cauteloso mientras detenía su comportamiento violento.

Oh, no. ¿La lengua es en realidad su debilidad? 

Lydia estaba tan asustada que no podía mirar. Apartó los ojos casi por completo cuando notó que algo brillaba cerca del techo de la cueva en la que se encontraban.

Entrecerró los ojos y vio un tenue color verde; parecía una especie de brote.

¿Una planta? 

Espera, ¿esa es la rosa? 

Echó un vistazo rápido a Edgar. El Wyrm estaba de pie, preparado para atacar en cualquier instante.

Si pudiera arrancar la rosa, la magia del Wyrm se debilitaría.  Sus movimientos deberían ralentizarse y eso debería ser de ayuda para Edgar.

Cuando se le ocurrió esa idea, corrió hacia la pared de piedra, se arremangó la falda, la ató en su lugar y puso los pies sobre una roca que sobresalía. Trepó poco a poco por la pared, deslizándose por momentos y casi cayendo.

Extendió con desesperación la mano hacia el capullo de rosa que había expandido sus delgadas raíces a través las grietas de las rocas.

Este no era el momento para preocuparse por las espinas puntiagudas, pero justo cuando estaba a punto de alcanzarla, su pie perdió su sujeción y cayó hacia abajo.


[1] Un/a changeling es una criatura que se encuentra en el folclore y la religión popular. Se describe como el descendiente de un hada, un troll, un duende u otra criatura legendaria que se ha dejado en secreto en el lugar de un niño humano. Hasta ahora hemos traducido este término como niño/a cambiado/a, pero, como en ocasiones me resulta más fácil poner “changeling” y no la otra forma, esta palabra aparecerá más a menudo. Además, suena mejor, ¿no?

[2] Según la leyenda, San Jorge nació a finales del siglo III en la Capadocia, actualmente en territorio turco y por entonces parte del Imperio romano. Hijo de Geroncio, oficial del ejército romano, y de Policromía, siendo muy joven se hizo soldado como su padre e ingresó en el séquito del emperador Diocleciano, donde acabó siendo uno de sus guardias personales. Pero es durante la Edad Media, en el siglo IX, cuando se populariza su célebre gesta como vencedor de un dragón que tenía atemorizados a los habitantes del lugar. Estos mantenían a la bestia entregándole a diario dos corderos para saciar su hambre. Pero los animales pronto escasearon y, en su lugar, se decidió mandar por sorteo a una persona. Un día la mala fortuna le tocó a la princesa, pero Jorge acudió a rescatarla blandiendo la espada a lomos de su caballo y mató al dragón. De la sangre del monstruo abatido brotó una rosa que el héroe regaló a la hija del rey.

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