El Conde y el hada – Volumen 6 – Capítulo 7: Las promesas del mundo de las hadas

Traducido por Den

Editado por Meli


Edgar observó los movimientos del Wyrm. Pensaba atacar cuando éste abriera la boca de par en par, por lo que sujetó con fuerza su espada, apuntando hacia abajo.

Si la freya no estaba allí, entonces era el final de la historia y sería tragado por él.

Se preguntaba si estaba haciendo algo temerario. Pero incluso Lydia iba a arrancar la rosa con sus manos a pesar de que no sabía lo que eso le haría.

¿Qué iba a hacer si no podía proteger esa clase de chica?

Al principio, se le acercó para aprovecharse y usarla, pero no quería perder su habilidad; ni lo terca, compasiva, tenaz y seria que era; tampoco su toque tan frágil y suave y su olor a manzanilla cuando la abrazaba y ella usaba sus manos cuando se enfadaba por cómo él trataba de acercarse.

Por eso tenía que hacerlo.

El Wyrm se aproximó con lentitud; arremetió con su cabeza y solo abrió un poco la boca.

Edgar pensó que ahora debería arreglárselas, por lo que echó a correr.

Apenas pudo esquivar la columna contra la que se estrelló el dragón, y que se derrumbó.

Cuando apartó la mirada, sus ojos se posaron en Lydia que trataba de trepar por la pared rocosa.

¿Qué está haciendo? ¿Encontró la rosa silvestre? Debería esperar tranquilamente. Pensó y recordó que ella nunca actuaba como él quería.

Al sentir que una sombra lo cubría, levantó la mirada.

Las garras del Wyrm descendían sobre él. Rodó por el suelo y logró esquivarlas. Trató de ponerse de pie, pero el dragón abrió la boca. Al final de su larga lengua, vio que había una fluorita roja que brillaba con la misma intensidad del fuego.

¡Eso es! 

Pero preparó su espada demasiado tarde; los afilados colmillos arremetieron contra él. Justo en ese momento, los movimientos del Wyrm de repente se ralentizaron.

En esa breve fracción de segundo, Edgar recuperó el equilibrio, agachó su cuerpo y esquivó los colmillos. Mientras lo hacía, se fijó en su objetivo y blandió su espada apuntando hacia el final de su lengua. Aunque sintió una resistencia al cortar, la fluorita se quebró y se hizo añicos.

Durante ese segundo, sintió como si el tiempo se hubiera detenido.

Los movimientos del Wyrm y el sonido del agua deberían resonar por toda la cueva, pero ahora se encontraba en un mundo silencioso, sin ruido.

Cuando volvió a escuchar los sonidos, se dio cuenta de que la cabeza levantada del dragón caía con lentitud, por lo que se apresuró a apartarse de su camino.

Hizo un sonido estrepitoso y la bestia que cayó justo frente a él, no se movió más.

♦ ♦ ♦

Lydia se deslizó hasta el final del barranco y se golpeó la espalda. Se levantó mientras combatía el dolor.

Quería averiguar la razón por la que todo de repente se quedó en silencio después del temblor, así que entrecerró los ojos para mirar con atención. Sin embargo, no pudo ver más allá de la zona que la rodeaba, su visión era bloqueada por un polvo blanco esparcido en el aire.

¿Dónde está Edgar? ¿Qué sucedió? 

—¡Lydia!

Escuchó una voz llamándola por su nombre. Cuando volvió la cabeza, vio que Edgar corría en su dirección.

—Edgar… ¿estás bien?

—Sí, el dragón ha muerto —Se arrodilló y la miró, frunció el ceño y le levantó la mano.

Lo que tenía en su mano era una rosa silvestre marchita.

Edgar no debería poder ver la rosa, pero cuando abrió el puño de Lydia que tenía sangre brotando entre sus dedos, sus ojos la miraron afligidos ante los cortes que habían hecho las espinas.

—Destruiste la rosa. Por eso el dragón se movía tan lento. Me salvaste.

Luego atrajo su cabeza a sus brazos, preocupado, como si no supiera qué le iba a pasar porque había destrozado la rosa.

—Démonos prisa y salgamos de aquí.

Ella también estaba asustada. Ni siquiera sabía lo que le iba a suceder.

—¿Todavía tengo el cuerpo de una humana?

—No eres una changeling.

—Es solo el comienzo —declaró, y se pusieron de pie.

El cuerpo del Wyrm, que yacía inmóvil en un círculo y con la cabeza dentro del bosque de columnas de piedra, comenzó a petrificarse. Al mismo tiempo, un tenue fuego surgió del bosque. Este se extendió de un lado a otro como luciérnagas.

—Lo que debería estar en el mundo humano, debería regresar al mundo humano. Eran las almas que estaban unidas a este lugar por la magia del Wyrm.

Edgar tiró de la mano de Lydia, cuyos ojos estaban casi cautivados por las luces que flotaban hacia el cielo.

—Oigo algo extraño.

Se oían olas o algo parecido a un viento fuerte.

—La magia que estaba encerrada en el nido del Wyrm ha perdido su cadena y está fluyendo. Vendrá hacia mí ya que fui yo quien destruyó la rosa. Si te quedas cerca de mí, quedarás atrapado. No podrás regresar…

—¿Qué estás diciendo? Siempre estaremos juntos. De ahora en adelante.

Está diciendo lo mismo de nuevo. 

Era la misma frase que decía por capricho. Pero estaban en el reino de las hadas, un lugar que estaba lleno de magia. Debido a que Lydia no podía descubrir cuál era su verdadero yo, pensó que era una extraña fuerza de voluntad.

Si nuestra voluntad gana contra la magia, entonces el deseo será concedido. Esa era la regla en el mundo de las hadas.

Si estaba con él, ¿podría volver?

Lydia corrió mientras Edgar tiraba de su mano.

Sin embargo, el sonido del viento fue más rápido. Algo cálido los golpeó desde detrás.

La tenue luz que flotaba a su alrededor y el bebé de Martha, que casi fue convertido en piedra, también fueron empujados.

El paisaje de piedra caliza cambió en un instante.

Estaban planeando regresar por el camino por el que entraron, pero ahora se encontraban andando por el sendero estrecho que había entre los bordes de dos precipicios.

—¿Qué está pasando?

—Parece que estamos atrapados en una ilusión mágica, ya que el propósito de la magia de un hada es confundir los recuerdos y los sentidos de las personas.

—De todos modos sigamos moviéndonos.

Edgar se recompuso y empezó a caminar.

—En un cuento de hadas que leí hace un tiempo, había esta clase de historia: un hombre entró al mundo de las hadas para recuperar a la amante que le arrebataron y un hada amigable le dio un consejo. Para regresar al mundo humano, debía seguir adelante sin importar lo que viera. Hasta que saliera, no debía, a toda costa, soltar la mano de su amante. Pero la magia del hada les mostró ilusiones aterradoras una tras otra y trató de separarlos.

—Conozco esa historia. Mientras eso sucedía, el hombre vio a su amante como un monstruo feroz y soltó su mano. Luego ambos se separaron por la eternidad.

—¿Era así…?

Así que no lo leyó hasta el final… 

—Cómo lo digo… los cuentos infantiles son crueles. Pero no te soltaré pase lo que pase. Para ignorar las ilusiones del hada, tenemos que creer en el otro y seguir adelante sin soltarnos, ¿no es eso lo que significa? En otras palabras, eso es lo que yo quería decir.

En realidad tiene labia. 

Sus palabras tenían lógica, pero no era fácil lograrlo. Para escapar de la magia ilusoria importaba cuán fuerte estuvieran unidos.

La duda y el miedo iban a confundir el corazón.

Era seguro que Betty y Pino estaban bien. En cambio, Lydia nunca ha establecido un vínculo emocional con Edgar. Por eso, estaba asustada mientras caminaban por el estrecho precipicio tomados de las manos.

Se preguntaba cuándo y qué tipo de oportunidad se iba a presentar para que la soltara. Tenía miedo de que llegara ese momento, por lo que se sintió abrumada por la necesidad de querer salir corriendo.

¿Y si mi cuerpo se transforma en el de un hada? Para el ojo humano podría parecer un monstruo feo. 

—¿Qué sucede? —Edgar se volvió con una mirada preocupada hacia ella, quien de repente comenzó a aminorar el paso.

—N-No tengo la confianza de poder ganar contra la magia, porque no tengo ningún lugar en el mundo humano. Al principio no sabía qué tipo de existencia y de qué mundo era.

—Por eso estoy contigo. Me convertiré en tu raíz y en una atadura para que puedas salir de aquí —El agarre de su mano se debilitó y casi se suelta, pero la sujetó con fuerza—. Lydia, no dudes.

Puede que sea imposible. Porque no soy la persona más importante para ti. Mira, soy así de inestable. 

Lydia no podía seguir pensando que las palabras de Edgar eran serias. Pero no era por sus hábitos de infidelidad.

Se había dado cuenta de eso, creer en él le era complicado.

—Edgar, si vas a terminar soltando mi mano, entonces suéltala ahora. Si es ahora, podré sentirme bien al respecto.

—¿Bien? Eso es horrible de tu parte. Si te pierdo, entonces yo no estaría bien en absoluto.

Cuanto más le decía esas palabras tan dulces y amables, más quería creer en él poco a poco. Incluso ahora quería creerle.

Quiero ir a casa con él así. Si lo logro, entonces podré ser más honesta a partir de ahora. Pero ¿en verdad quiero eso? Se preguntó.

Si vacilaba incluso por un segundo, la magia ilusoria se colaría por esa apertura en su corazón.

—Lydia no creas en las palabras de ese hombre. Sólo vas a sufrir más adelante. —Cerca de las rocas sobre ellos, Kelpie le habló en su forma de caballo negro—. Ven conmigo. Sabes que en el mundo de las hadas no hay nada que pueda lastimarte.

Sí, es cierto.

Sus pies, que caminaban hacia adelante, comenzaron a sentirse más pesados. Edgar apenas podía tirar de ella.

—Para mí, solo estás tú. Ya que no tengo ningún interés en otros humanos, ni siquiera en las hadas.

¿Realmente es Kelpie? 

Edgar no parecía ver ni oír nada, porque seguía avanzando.

Entonces ¿eso era la magia ilusoria?

El escenario a su alrededor cambió. Lydia ya no pudo moverse y se dejó caer al suelo. Aún así, Edgar trató de levantarla y hacer que se pusiera de pie.

En ese momento, vio la figura de una persona abajo. Cuando entrecerró los ojos para mirar el camino al final del acantilado, se dio cuenta que quien yacía inmóvil a un lado era Ermine.

—¡Edgar, es Ermine! —gritó Lydia.

Él miró hacia el suelo debajo de ellos, y la vio. Pudo sentir su tensión a través de sus manos.

—Necesita ayuda.

—No… Es imposible. No hay nada que podamos hacer por ella ahora.

Eso se debía a que estaba sujetando la mano de Lydia.

—Estaré bien —dijo Lydia, tratando de tener cuidado de no hablar con voz temblorosa —. Si es solo por un momento, entonces estará bien que sueltes mi mano. Estaré esperando aquí. Esperaré aquí para que no nos perdamos mientras tú ayudas a Ermine y regresas.

Edgar se quedó quieto, como si estuviera dudando, mientras miraba a Lydia.

—¿De verdad…?

Si perdía a Ermine de esta forma, eso lo volvería a lastimar profundamente. Mucho más que su desaparición.

—Sí —Mientras asentía, le susurró un adiós en su corazón.

Edgar aflojó su agarre. Lydia agachó la cabeza y respiró hondo. Cuando sus manos se separaron, sintió que la magia la aplastaba. Cerró los ojos y dejó de sentir la presencia de Edgar.

—¡¿Qué estás haciendo, conde?! ¡No la sueltes! —le advirtió Nico.

Edgar volvió a sus sentidos.

Sopló una fuerte ráfaga de viento. Fue tan violenta como un tornado que no pudo abrir los ojos. Pero se aferró a la mano de Lydia, la cual estaba a punto de soltar.

Cuando sintió que la agarró, tiró de ella y atrapó su cuerpo que cayó sin fuerza en sus brazos. Al mirarle la cara se sintió extraño.

—Lydia, ¿qué pasa? Despierta.

Su cuerpo y sus ojos estaban cerrados, no se movía.

—Llegué demasiado tarde —jadeó Nico; se había acercado corriendo.

El lugar donde estaba no era ningún precipicio, sino que estaba dentro de la cueva de piedra caliza, en un espacio desde donde podía ver el agua del mar.

Parecía ser de noche y la luz de la luna hacía brillar las piedras, iluminando la zona lo suficiente para poder ver con claridad.

Ermine no estaba en ninguna parte.

Se percató de la ilusión. Había sido engañado por la magia del hada y estuvo a punto de soltar la mano de Lydia. No, aunque fue solo por un segundo, la soltó. Porque le dijo que estaría bien incluso si se separaban por un momento. No, Lydia debía haber sabido que esto iba a pasar antes de decir aquello.

Lo hizo para que no tuviera que dudar en ir a salvar a Ermine. Incluso él debería haber sabido que, aunque fuera sólo por un segundo, no debería haber dejado que sus sentimientos o su mano se separaran de Lydia.

La abrazó mientras yacía sin vida en sus brazos, y se derrumbó en el suelo.

—¿Fue demasiado tarde? Pero Lydia está aquí. Está respirando y tiene pulso.

—Porque son sus restos. El alma de Lydia ha sido llevada al mundo de las hadas.

—Nico tienes que ayudarla. ¿No puedes hacer nada?

—Como soy un hada, no tengo ningún poder para traerla de regreso al reino humano —Dio un profundo suspiro con sus patas en sus caderas—. Lo siento, conde. Será mejor que te des prisa y regreses. Súbete al pequeño bote de allí. Una vez estés en el agua del mar, estarás en el mundo humano.

Entonces esta orilla de aquí debe estar justo al lado de la frontera. Con un solo paso salían.

Estaba tan molesto que presionó el cuerpo contra el suyo, pero no hubo respuesta.

—Deberías dejarlo atrás. No puedes llevarlo contigo; desaparecerá cuando lo sueltes.

—Entonces me quedaré aquí. Me voy a quedar.

—Ya veo… Bueno, eres libre de hacer lo que quieras —habló sin ninguna lástima.

Edgar tenía la intención de quedarse ahí.

Lydia se veía triste y solitaria cuando le instó a que fuera a salvar a Ermine y dijo que lo esperaría. Quizás deseó, por un instante, que Edgar se diera cuenta de su mentira. A pesar de que no lo deseara, él debió haber notado lo presionada y al límite que estaba.

Aunque la estuviera atando con el matrimonio, si estaba pensando en protegerla a toda costa y amarla en serio, debería haberse dado cuenta.

No podía usar la espada y, a este paso, no podría protegerla por completo. Y porque dudó, porque no se decidió por una ni por otra, por eso terminó así.

Quería mantenerla atada al mundo humano y apoyarla porque no tenía ningún apego a ese mundo. También porque era tan bondadosa que renunciaría a poder regresar a casa por el bien de los demás, y porque trabajaba tan duro por las personas y las hadas.

Se preguntó si sus repetidas palabras terminaron convirtiéndose en una mentira.

Nico había dicho que su cuerpo eran sus restos, pero no quería dejarla sola. Quería quedarse a su lado para siempre, porque se lo prometió. Así que acarició su suave cabello color caramelo.

Edgar se llevó su mano, que apretaba con fuerza, cerca de su boca mientras sus ojos vagaban por el anillo de compromiso de piedra lunar.

La suave, blanquecina y débil luz osciló.

Se dio cuenta de algo. ¿No podría el anillo haber evitado que el alma de Lydia se fuera? Era un anillo de un hada guardián. Con su poder debería mantener la promesa de que ella permaneciera como su prometida; debería estar luchando contra el poder que trataba de separarlos.

—Lydia.

Cerró los ojos mientras la llamaba. Entonces sintió su presencia junto a él. La sintió débilmente en sus párpados. Parecía estar perdida y miraba a su alrededor para ver si había algo.

Lydia todavía estaba allí.

Escuchó la voz de Edgar en sus oídos, pero como no podía ver dónde estaba, ladeó un poco la cabeza. Él incluso pudo ver ese gesto suyo.

—¿Edgar? ¿Dónde estás? 

Sintió su voz.

—Justo aquí. A tu lado.

—Entonces, estás muy lejos… 

Quizás era una gran distancia para ella.

—Lydia, estoy dolido por cómo mentiste para que soltara tu mano.

Fue para salvar a Ermine —murmuró.

—Fue solo una ilusión para poner a prueba mis sentimientos por ti. Pero, ¿no crees que fue injusto? Dijiste que estaría bien.

—Sí, no fue justo de mi parte. 

—Si hubiera sabido que te iba a perder, no te habría soltado aunque eso me matara.

—No quería lastimarte. 

—Entonces ¿sabes cuánto estoy sufriendo en este momento? Si no puedo regresar contigo, entonces no deseo regresar. No me importa quedarme aquí y morir.

—No morirías por mi bien… 

—Entonces puedes solo observar desde allí hasta que sepas que no es una mentira.

De repente Lydia perdió la compostura a causa de su nerviosismo.

No podía saber cuáles eran sus verdaderos sentimientos. Pero ahora mismo, Edgar sólo podía aprovecharse de su parte bondadosa.

Desde el momento en que se conocieron por primera vez, ella no pudo abandonarlo, porque él estaba en problemas. Él, por su parte, incluso si ahora iba a aprovecharse de esa parte amable de ella, deseaba tanto recuperarla.

—Lydia, todavía estás aquí conmigo. Para alejar la magia del hada, deberíamos unir nuestros corazones y regresar a casa. Volvamos juntos. Por favor, desea volver a casa por mi bien.

Deseaba poder regresar… —Su rostro se contrajo de tristeza—. Pensé que estaba bien creer en ti y por eso deseé volver a casa juntos. 

—Sí.

Con sus ojos cerrados y todavía sintiendo el corazón de Lydia, Edgar apretó con fuerza su mano sin vida.

Pero fue imposible porque no somos verdaderos amantes. Pensé en aceptar con sinceridad lo que dices si podíamos alejar la magia ilusoria y volver a casa.

—Entonces nuestros corazones son uno.

Lydia no sabía cómo responder, pero Edgar no le dio importancia y siguió hablando.

—Nunca te soltaré.

Al siguiente segundo, la piedra lunar emitió una luz tan brillante que incluso con los ojos cerrados podía saberlo, ya que la luz blanca deslumbraba.

Edgar sintió que su mano era agarrada con suavidad y abrió los ojos. Sentía cómo Lydia, que estaba en sus brazos, y sus ojos verdes dorados, que lo miraban, eran como un tesoro precioso.

♦ ♦ ♦

—Sí, quiero decir, no tengo idea de cómo sucedió pero al momento siguiente estaba de pie frente a la casa del terrateniente.

En una de las habitaciones de la mansión, Lota estaba descansando en una bañera que estaba frente a la chimenea, y hablaba mientras soltaba una bocanada de humo de su cigarrillo.

—Eso es porque se rompió la magia. Recuerda que te intercambiaste con Betty y te convertiste en la changeling. Por eso, regresaste al lugar donde debías estar —explicó Lydia mientras se secaba con una toalla el cabello, recién lavado.

—Fue fácil para ti. Mientras Pino y yo caminábamos juntos, nos seguían monstruos aterradores.

Betty soltó el agua caliente que estaba en el balde sobre la cabeza de Lota. Ésta levantó el brazo para que su cigarrillo no se apagara.

—Hmm, ¿eso fue lo que pasó? Pero, ¿Pino no te protegió sin problemas?

—Sí. Así descubrí cuáles eran sus verdaderos sentimientos. Aunque fue un rodeo demasiado largo —Betty sonrió avergonzada—. Tardó mucho tiempo.

Lota, e incluso Lydia, sonrieron.

Las tres regresaron del nido del Wyrm llenas de polvo y suciedad. Ahora al fin se estaban relajando.

—Oye, Lydia, ¿podrías cepillarme el pelo de la espalda? —Nico entró donde estaban con un cepillo en la mano.

Dentro de la cueva de piedra caliza, cuando Lydia recuperó la consciencia, Nico, que estaba junto a Edgar, estaba tan sucio como un gato callejero.

En ese momento, sus ojos se encontraron y Lydia comentó: «Te ves horrible». Él no se enfadó porque estaba fuera de sí. Más bien, podría haber estado consternado por la facilidad con la que Lydia regresó cuando Edgar la llamó. Luego, tomó la delantera y se limitó a decir que quería salir rápido para bañarse.

Frente a un espejo, Lydia peinó su pelaje gris, que había recuperado su brillo. Mientras lo hacía, miró con curiosidad cómo al final todavía tenía el cuerpo de un humano.

Se preguntó si podría o no ser una changeling. Pensaba que el poder inconmensurable que estaba guardado dentro de la piedra lunar había hecho que permaneciera en la forma que el Conde Caballero Azul había deseado para su prometida.

—Señoritas, ¿debería poner más agua caliente?

La señora Tyler entró en la habitación. Se enteraron que su bebé, que también fue cambiado, había regresado con ella.

—Martha, no tienes que trabajar tan duro en un momento como este. Por favor, quédate junto a tu bebé.

La mirada de la mujer se relajó ante su comentario. Sus ojos reflejaban su fuerte voluntad.

—Mi bebé está durmiendo, así que estoy bien. Y además, quería agradecerle al conde y a todos. Incluso los aldeanos, después de enterarse de que no tienen que hacer lo que el alcalde y el falso lord les dicen, están aquí porque quieren ayudar.

Gracias a Dios, pensó con honestidad Lydia.

Justo hace un momento, la madre Dobby también apareció cargando a su bebé, y parecía muy feliz. Le dio las gracias a Lydia.

El clan Dobby dejó un pez enorme a los pies de la mansión del lord como agradecimiento al Conde Caballero Azul por derrotar al Wyrm.

Pero aún así, eso no significaba que todos los problemas estuvieran resueltos.

Raven regresó poco después que los demás y mostró su decepción al no poder rescatar a Ermine. Edgar dijo que sólo podían esperar.

Lydia pidió ayuda a los Dobby para que buscaran en todos los rincones de la cueva caliza. Si no la pudieron encontrar, significaba que Ermine escapó y que pronto regresaría por su cuenta. Sin embargo, no podían estar tranquilos hasta verla ellos mismos. A primera vista, Edgar parecía sereno, pero cuando imaginaba lo preocupado que debía estar, le dolía el corazón.

La Ermine que vieron tirada en el fondo del barranco solo fue un hechizo mágico ilusorio que había entrado por las aberturas en sus corazones. Pero fue tan real que el sentimiento ominoso no podía desaparecer de su mente.

—Cuando hayan terminado de vestirse, por favor vengan al salón. Tendré preparado té y algo de comer —anunció Martha al salir. Lota y Betty soltaron gritos de alegría.

Cuando terminó de cepillar con cuidado a Nico, este se miró en el espejo y entrecerró los ojos con alegría y satisfacción.

—Bueno entonces, me retiraré al banquete de los Dobby.

—No bebas demasiado.

Se despidió de Nico y, al darse la vuelta, vio que Lota había salido de la bañera y estaba preparándose para cambiarse. Por otro lado, Betty se recogió el cabello color café y lo ató en una coleta alta como de costumbre. Fue bastante rápida al hacerlo. Lydia pudo imaginar que ambas se habían peinado entre ellas desde que eran niñas.

—Lydia, también te peinaré. Será una molestia si no te lo secas —Betty la agarró por los hombros sin darle tiempo para objetar y la hizo sentarse en una silla.

—Ese es un vestido encantador. ¿Ese es su gusto? —Jugueteó Lota.

Su propia ropa se había ensuciado demasiado y no tenía ninguna otra muda, así que se puso el vestido de niña rica que llevó cuando llegó por primera vez al pueblo. Pero, por alguna razón, parecía que se estaba vistiendo bonita para Edgar. Mientras le arreglaban el cabello, Lydia lo sintió con más seguridad.

En poco tiempo, Betty había trenzado su cabello hermosamente y lo había decorado con una cinta.

—Eso es perfecto. Pero, Lydia, en realidad no estás a la altura de tu valor con ese hombre.

—Sip —Estuvo de acuerdo Lota.

—Pero, bueno, ¿se puede decir que se ha vuelto un poco más digno? Pensé eso cuando regresó contigo.

Incluso después de que abandonaran la cueva de piedra caliza, incluso cuando salieron a tierra firme y vieron la mansión del propietario, no sólo Lydia todavía estaba preocupada por soltar su mano, sino que de alguna manera, ambos siguieron tomándose de la mano con fuerza. Lydia recordó cómo estaban caminando tan cerca el uno del otro, hombro con hombro, y eso la puso roja.

—N-No estamos en esa clase de… —Incluso mientras decía eso, cómo regresaron juntos del mundo de las hadas hizo que esta noche se sintiera diferente a cualquier otra normal, y eso la puso nerviosa.

—Para serte sincera, incluso si tenía una mujer a la que cortejaba, siempre tenía muchas otras con las que tonteaba, y parecía que no sentía ni un ápice de culpabilidad por eso. Pero escuché que aunque te está proponiendo matrimonio, se siente culpable por tontear con otras. ¿No crees que ese es un gran paso?

—Lota, ¿cómo es que sabes algo así? —Betty ladeó la cabeza.

—Hace un tiempo en Londres, lo vi entrar en una casa que estaba al otro lado de la calle de una librería. Lydia, ¿no lo viste también?

—¿Eh? ¿Por qué sabes…? —Recordó a la chica que gritaba en voz alta—. ¿Esa eras tú, Lota?

—Pero, Lydia, salió de inmediato. Pensé que el marido ausente había vuelto a casa antes. Pero ahora siento que se lo pensó bien.

—¿E-En serio?

—Y luego entró en un club. Pero eso es todo lo que sé.

Se preguntaba si era cierto que estuvo en el club de Slade hasta la mañana. Pero no sabía si eso fue por la culpabilidad que podría haber sentido por Lydia. No lo sabía y aún así se sintió un poco aliviada.

—Ahora bien, démonos prisa para ir a tomar el té —Lota terminó de ponerse las botas y se levantó con ímpetu.

Lydia vio por la ventana un magnífico carruaje estacionado afuera. Y jadeó cuando reconoció la figura que descendió de él.

Betty y Lota se acercaron con velocidad y miraron por la ventana.

—¿Quién es?

—Ese caballero es el gran duque Cremona.

—¿Qué? —preguntaron al unísono Lota y Betty, mirándose la una a la otra.

♦ ♦ ♦

Las tres se colocaron junto a la puerta del salón y pararon la oreja para escuchar lo que estaba sucediendo dentro de la sala, donde se encontraba el gran duque. Pero no podían oír con mucha claridad. Cuando Lota abrió un poco la puerta, escapó el delicioso aroma de los dulces y eso le abrió un poco el apetito a Lydia. Sin embargo, no era una situación en la que pudieran disfrutar de esos dulces.

Aunque pensó que era inapropiado por su parte, se asomaron y vieron que el caballero le estaba dando la mano a Edgar. Y luego de repente Edgar se volvió hacia la puerta.

—Lydia, entra.

Cuando la llamó, entró en pánico, pero no podía escapar cuando ya la había notado, así que entró en silencio en la habitación. Cuando el gran duque la miró con unos ojos llenos de amabilidad, se relajó e hizo una reverencia.

—Su Gracia, muchas gracias por salvarme el otro día.

—Oh, no, no, ¿se han curado tus heridas? He oído que has rescatado a mi nieta y me gustaría agradecértelo desde el fondo de mi corazón.

Al parecer Edgar había llamado al gran duque para contarle sobre la existencia de un falso conde. Sin embargo, ahora ya no había un anillo de fluorita, por lo que se preguntó si el gran duque aceptaría a Lota como su nieta.

—Lydia, ¿podrías traer a la princesa?

Ahora que lo recordaba, Edgar debía pensar de que Betty era la princesa.

—Umm, Edgar, antes de eso, tengo algo que decirte.

Lota confesó que a lo mejor le gustaría conocer a su abuelo. Pero para ella, quien fue criada por piratas, su miedo a ser rechazada debía ser fuerte. Además, si el duque se confundía al no saber cuál era la verdadera princesa, Betty o Lota, entonces no sería una reunión triste.

—¿Sucede algo?

—Uh, a decir verdad, ambas intercambiaron posiciones…

—Oh, lo sé.

—¿Eh?

—Aunque también me engañaron durante mucho tiempo.

En ese momento, se abrió la puerta y Lota y Betty entraron en la habitación.

Ambas guardaron silencio.

Como no había un anillo con el escudo como prueba, parecía que Lota iba a esperar en silencio hasta que el gran duque se diera cuenta de quién era su verdadera nieta.

Al principio, el caballero se sintió un poco desconcertado por la entrada de las dos jóvenes, pero centró sus ojos en una de ellas.

—La de la derecha es Lota y la de la izquierda es Betty. ¿Puede decir quién es su nieta? —preguntó Edgar.

El hombre no dudó en acercarse y tomar las manos de una de ellas.

—Realmente eres tú.

Lota abrió bien los ojos por la sorpresa. Sin embargo, bajó rápido la mirada al no saber qué hacer.

—He perdido el anillo con el escudo. Pero ¿me seguirás considerando tu nieta?

—Eres el vivo reflejo de tu madre. No hay duda. Y el nombre Lota…, todos los de la familia te llamábamos así.

—Si se trataba de una niña de unos tres años, entonces no sería una sorpresa que dijera su nombre cuando la rescataron —argumentó Edgar y le sonrió a Lydia, quien estaba confundida.

—¿Eh? Pero el gran duque no mencionó que el nombre de su nieta fuera Lota.

—Dijo que era Charlotte. En Cremona hablaban italiano, así que sería Carlotta. Lo que significa que su apodo era Lota. Por lo que cuando era niña, recordó que los demás la llamaban por el apodo que solían usar.

Entonces, cuando Edgar conoció al gran duque, se dio cuenta de que Betty y Lota habían intercambiado lugares.

—Lota, aunque tu país ya no existe, ¿te quedarías a mi lado de ahora en adelante? Había estado pensado que no quedaba nadie a quien pudiera llamar familia, pero eras la única que quedaba con vida.

—Pero fui criada por un capitán pirata. No tengo derecho a ser la nieta del abuelo.

—Ellos fueron las personas que te criaron hasta ahora, ¿verdad? Sólo siento gratitud hacia ellos.

Betty hizo una expresión de alivio, retrocedió y se acercó a Pino, que estaba de pie en la puerta. El hombre oso estaba al borde de las lágrimas. Se marcharon en silencio, mientras ella lo tranquilizaba.

Y Lydia también. Edgar la instó y abandonaron el salón.

♦ ♦ ♦

En la otra habitación, Lydia al fin pudo tener un momento para relajarse con un poco de té y dulces.

A su lado, Edgar la miraba sin reparos. Su mirada era tan ardiente y anhelante que Lydia, que se llevó la taza de té de leche a los labios, de repente se sintió avergonzada y bajó su taza.

—Me pregunto que hará Lota a partir de ahora. ¿Es fácil abandonar el puesto de capitán de una tripulación pirata?

—Si Pino se casa con Betty, entonces no habría ningún problema si se hace cargo del barco. Ya que es el barco del capitán anterior, eso significa que pertenece a Betty, que es su hija.

Oh, ya veo. Así que Betty era hija de un pirata. Ahora que lo recuerdo, parecía ser bastante valiente, ya que eludía la mirada del Wyrm y holgazaneaba en sus deberes.

Tenía una extraña sensación, como si ahora lo entendiera. Cuando levantó la mirada, se encontró con los ojos de Edgar.

—¿No vas a comer…?

—Estoy saboreando la dulce felicidad de estar a tu lado de nuevo.

Cuando se quedaban solos, era normal que él comenzara a seducirla. Pero esta vez, Lydia estaba más nerviosa que nunca. Porque estaba en desventaja.

Quería pensar en Edgar seriamente y por eso había dicho que quería ir a casa. Destruyó la rosa silvestre y el hecho en sí de escapar de ese lugar estaba diciendo que ya tenía una confianza absoluta en Edgar.

Seguramente él iba a señalar esa parte, y si lo hacía…

—Lydia, está bien para mí no renunciar a ti, ¿verdad?

No podía rechazarlo por completo como antes.

Edgar le quitó la taza de la mano, mientras ella permanecía en silencio, y la colocó sobre la mesa.

No sabía qué hacer con las manos vacías, por lo que lo miró aturdida a la cara.

Durante todo este tiempo, Lydia había considerado a Edgar un adúltero mujeriego; que no era una persona que pudiera amar a una sola mujer. No obstante, resultó no ser el caso.

Tal vez, igual que Betty en el pasado, podría estar apostando por Lydia para ver si podía ser serio con ella. Si eso sucediera, tal vez siente que podría liberarse de Ermine de esa forma.

Lo más probable era que no hubiera necesidad de que esa persona fuera Lydia, pero porque tenía un vago sentimiento amoroso por ella, podría estar tratando de convertir esos sentimientos en seriedad.

En cuanto a ella, la única razón por la que pudo seguir rechazándolo todo este tiempo fue porque él era una persona poco entusiasta. Si no fuera así, le preocupaba que no hubiera otra buena razón para rechazarlo.

Si se convertía en un hombre que podía preocuparse tanto por alguien que encerraría sus sentimientos por la única persona que amaba, entonces podría enamorarse de él.

Se apoyaron mutuamente para derrotar al Wyrm y prometieron volver a casa juntos. Si quería creer en él y escapar de la magia ilusoria, pensó en algo así en ese momento.

Incluso ahora, estaba pensando eso mientras observaba a Edgar inclinar su cuerpo hacia delante.

Se preguntaba qué pasaría si llegara a amarlo.

Sus ojos estaban rodeados de pestañas doradas y en ellos se reflejaba amablemente Lydia, y sus labios bien esculpidos tenían una suave sonrisa.

—No pongas esa cara tan asustada.

—¿Eh…?

Parecía que estaba demasiado intimidada. Pero permaneció tensa y mirando a Edgar.

—Bueno, podrías cerrar los ojos. Así no estarías asustada.

Oye, ¿qué planeas hacer? 

O… ¿era esa una pregunta estúpida?

Pero de repente llamaron a la puerta y Lydia, que estaba tan tensa y rígida como una cuerda estirada, se estremeció.

—Lord Edgar, mi hermana ha regresado. —informó Raven.

Edgar se puso de pie.

Ermine estaba inclinando la cabeza en la puerta, se acercó rápido a ella y la abrazó como lo haría con un miembro de la familia.

—Gracias a Dios, estaba muy preocupado. Si fueras una humana, no habrías podido sobrevivir.

—Lo lamento mucho. Me había perdido.

—Está bien, mientras estés a salvo.

Lydia también se sintió aliviada.

—Ermine, lo siento mucho. Pasaste por ese peligro para salvarme —se disculpó, poniéndose de pie.

—No, era mi deber. Lo más importante era que la señorita Carlton estuviera a salvo.

Se había quitado el abrigo, sólo llevaba puesta su camisa y chaleco. Debió haber caído al mar ya que el olor a sal emanaba de su ropa que todavía no estaba seca.

Lydia se dio cuenta de que había una mancha de color rojo en uno de sus puños.

—Ermine, ¿estás herid…?

Pero cuando estuvo a punto de decirlo, recordó que su sangre Selkie se convertiría instantáneamente en arena clara. Lo que significaba que era la sangre de otra persona, como la sangre de un humano.

—Encontré el cadáver del alcalde —declaró, volviéndose hacia Edgar—. Dos aldeanos habían arrastrado su cuerpo desde el mar hasta la orilla, y registraban su ropa, parecía que estaban tratando de quitarle algo. Cuando los llamé, vinieron a atacarme, así que me defendí.

—Deben haber estado buscando a la Freya —declaró Edgar con una expresión seria.

Al parecer, Príncipe le había ordenado a Ulysses que despertara al Wyrm para poder conseguirla. La fluorita de fuego, o Freya, resultó ser la debilidad del dragón y podría haber sido similar a la magia misma que poseería un hada.

—Entonces ¿qué pasó con esos dos?

—Lograron escapar.

—¿Junto con la Freya?

—Lo más probable…

Den
Qué mentirosa >:v

Edgar suspiró. Pero aún así sonrió, como si apreciara el dolor que ella había soportado.

—Has pasado por muchos problemas.

Sacudió la cabeza con suavidad. A Lydia le pareció que podría caerse en cualquier momento.

—Ermine, no te ves bien.

Sus ojos temblaron por un momento, como si hubiera perdido la compostura.

—Está bien que te retires a tus aposentos. Es mejor que dejes que tu cuerpo descanse.

Hizo una reverencia y salió de la habitación. Raven la siguió y cerró la puerta.

—Me pregunto si está bien.

—Sí, yo también.

Al ver su perfil que parecía un poco preocupado, los latidos rápidos de su corazón se convirtieron en dolor.

Quizás no es tan bueno amarlo. 

Edgar le tendió la mano a Lydia como si fuera a continuar donde lo había dejado. Pero no pareció convencido cuando lo hizo, lo que hizo que ella volviera la cara.

La miró con un rostro afligido.

—¿También estás cansada?

—¿Eh? Uh, sí, eso creo. He pasado por mucho…

—Ya veo. Entonces será mejor que descanses bien esta noche.

Él se retiró con facilidad, Lydia se quedó de pie mientras lo observaba alejarse. Estaba sorprendida de lo que acababa de pasar.

¿Eso es todo? 

Si fuera como en el pasado, era normal que la sedujera incluso cuando ella mostraba su disgusto. ¿Por qué esta noche se marchó tan fácilmente?

Y dijiste que nunca soltarías mi mano…

Se sentó en una silla, mientras bebía su té ahora frío, comenzó a sentirse sofocada como si hubiera algo atrapado en el fondo de su corazón.

Me pregunto si le preocupa cómo se veía Ermine. Sí, debe ser eso. Así es la vida, reflexionó y se deprimió.

Era justo como cuando vieron esa ilusión.

Por el bienestar de Ermine, Edgar estuvo a punto de soltar su mano. Y aunque así fue por un segundo, trató con desesperación de recuperarla.

Porque sintió que esos sentimientos suyos no eran una mentira, ahora ella estaba aquí.

Por eso, por esta noche, estaba pensando en ser honesta con sus propios sentimientos y no sólo empeñarse en rechazarlo.

Por ejemplo, si él deseara un beso suyo, intentaría pensar en no golpearlo o huir.

—Ohh, caray, ¡estúpida, estúpida! ¡Soy una completa idiota!

—¿Por qué estás gritando?

Kelpie entró en la habitación por la ventana. Trató de recomponerse de prisa, pero como era él, no hacía falta preocuparse por sus modales.

—No hay nada mal…

Pero él se acercó a ella, deliberadamente colocó su mano en su cabeza y la miró a la cara.

—Al final, sigues siendo una humana. Es una lástima, pero no se puede evitar.

—Ahora que lo recuerdo, gracias por ayudarme. ¿Estuviste bien después del fuego del Wyrm?

—¿Parezco tener algún problema?

—En absoluto.

—Bueno, eso es todo. Entonces ¿estás tomando el té sola? Qué inusual.

Lota estaba con el gran duque y Betty con Pino. Estaban reflexionando sobre todo lo sucedido y debían estar pasando su tiempo tranquilamente. Edgar… podría estar con Ermine. Lydia también había pasado por bastantes cosas, pero ahora estaba sola.

Pero siempre estuve así. 

Den
¿Oyen eso? Es el sonido de mi corazón rompiéndose </3

—Todos están ocupados.

—Entonces, yo pasaré tiempo contigo —Kelpie se sentó en la mesa, agarró un bizcocho y se lo metió en la boca.

Aunque pensaba que no tenía modales, Lydia se rió entre dientes. Como quiera que fuera, siempre eran las hadas quienes estaban a su lado. Por eso podría haber sido mejor que Edgar no le hubiera hecho insinuaciones esta noche.

No era como si se hubiera decidido a enamorarse de Edgar hasta el punto en que aceptaría su propuesta. Pero casi la hizo sentir como si fueran amantes.

Si lo analizaba… si llegaba a amarlo, sus sentimientos siempre serían unilaterales. Incluso si se casaban y él dejaba de engañarla, ella no sería su número uno.

Tengo que estar tranquila. No quiero pensar que podría haber sido mejor no regresar a este mundo. 

No era culpa de Edgar que se sintiera triste. Al menos en ese momento, había deseado desde el fondo de su corazón poder regresar con él y él debería haber deseado lo mismo también.

A diferencia de las hadas que no cambiaban, el mundo humano cambiaba con facilidad, los corazones de las personas eran influenciados y ellos seguían adelante. Incluso si sabía eso, Lydia no era tan fuerte para pensar que le gustaba.

♦ ♦ ♦

En los viejos tiempos, los aldeanos le suplicaron al Conde Caballero Azul que sellara a un dragón Wyrm. Él debió haber escondido la fluorita de fuego, Freya, que era su debilidad en alguna parte del pueblo.

Pasado un tiempo, llegaron los hermanos que tenían la sangre del conde. Ellos sabían dónde estaba la Freya del dragón, pero también que si la usaban despertarían una vez más al Wyrm.

El hermano mayor solo utilizó su talento en las esculturas para incrementar el valor de las fluoritas. Sin embargo, el hermano menor era diferente.

Al parecer la fluorita roja, Freya, que crea el dragón, tiene otro uso especial.

El alcalde afirmó que era la piedra de la inmortalidad y que solo podían manejarla aquellos que llevan la sangre del Conde Caballero Azul, pero Edgar no sabía qué clase de método se utilizaba para obtener tal resultado, así que no sabía si era verdad o no.

De todos modos, el hermano menor revivió al dragón y pensó que así podrían extraer freyas una vez más.

El hermano mayor, que intuyó el peligro, le confío la única fluorita que podía revivir al dragón al lejano ducado Cremona. Y antes de que lo asesinara su hermano menor, él la convirtió en un anillo, que tenía el escudo de la familia tallado en él.

El joven Ulysses que Edgar conocía, ¿podría ser el hijo de ese hermano menor?

Daba la impresión de que había recibido una educación especial y que había pasado por un lavado de cerebro, pero todavía debía ser parte del linaje.

En cualquier caso, Ulysses, que se convirtió en un peón de Príncipe, todavía llevaba la sangre del Conde Caballero Azul. No fue asesinado porque le juró su lealtad a Príncipe. Luego buscó y encontró la fluorita que enviaron al ducado Cremona en secreto. Y revivió al dragón.

Al final, parecía que se llevaron la Freya del pueblo. Los dos aldeanos de los que habló Ermine todavía no habían sido encontrados.

Si esa piedra termina en manos de Príncipe, me pregunto si eso hará que no muera. No me gustaría que eso sucediera, pensó Edgar.

Dejando eso de lado, los misterios seguían incrementando.

Incluso si derrotaron al dragón, fue principalmente gracias a Lydia. Para Edgar, que no podía sacar a relucir el poder de la espada de las Merrow contra un hada, todavía no había garantías de que pudiera seguir luchando. Y todavía no sabía qué debía hacer con Lydia.

De pie en el balcón,  miraba el mar sobre el que se reflejaba el sol de la mañana. Se estremeció del frío y volvió a la habitación. Fue entonces cuando Raven entró para anunciar que el desayuno estaba listo.

—Lord Edgar, iré a la oficina de correos del pueblo, ¿tiene algún otro deber para mí?

—¿La oficina de correos? ¿Para qué?

—Para enviar la carta que me pidió la señorita Carlton.

—¿A quién va dirigida la carta?

Incluso si pensaba que estaba violando su privacidad, cuando se trataba de Lydia, sentía demasiada curiosidad y terminaba preguntando.

—A su padre, el profesor Carlton. Le informa que volverá a Escocia desde aquí y pasará las vacaciones con él.

Eso fue un giro inesperado.

¿Vacaciones? Edgar repitió esa palabra en su cabeza.

—Me contó que obtuvo la aprobación para unas vacaciones navideñas anticipadas. ¿No las aprobó?

Nunca escuché al respecto. 

Con el abrigo en una mano, trató de salir rápido de la habitación.

—Um, la señorita Carlton ya partió hace mucho tiempo.

—¿La dejaste ir?

Raven no tenía la culpa. Pero Edgar estaba confundido. ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? Era lo único que le venía a la mente.

—No he aprobado los días libres para las vacaciones. ¿Por qué no me dijiste nada sobre esto?

—Todavía era de noche. Si le dijo que no debía despertar a su maestro, entonces tu leal sirviente confió en las palabras de tu prometida.

Lota entró en su habitación privada sin llamar a la puerta. Le tendió un trozo de papel.

—El formulario de solicitud de vacaciones de Lydia. Me he asegurado de dártelo.

—Pero todavía es noviembre…

—Parece que la hiciste trabajar duro, por lo que ¿no debería tener el derecho a descansar un mes y medio hasta que se acabe la Navidad?

La fuerza había desaparecido de su cuerpo, se dejó caer en el sofá.

—Aparte de eso, ¿por qué te encomendó entregar este formulario?

—Porque fui yo quien le sugirió la idea: tomarse un descanso por vacaciones y pasar tiempo lejos de ti. Insistí en que una vez que se tiene la idea, es mejor que la siga antes de que la discutan.

—¿Queeeé?

Se quedó boquiabierto.

—Es porque le solté a Lydia que podrías haberte vuelto un poco más decente. Pero ¿no sientes que has cambiado desde la época con Betty? Me sentí culpable por hacer que se deprimiera.

¿Lydia estaba deprimida? No mostró ningún indicio de eso, por lo que no tenía ni idea de qué estaba hablando Lota.

—Pensé que no cometiste ningún desliz o error, pero me equivoqué.

Eso lo irritó, por lo que arqueó las cejas y la fulminó con la mirada.

—O ¿es que no puedes pensar con tranquilidad y bien cuando se trata de Lydia?

—Vas y te entrometes en los asuntos amorosos de otras personas… ¿Qué es lo que quieres decir?

—Hasta altas horas de la noche, en su habitación había bastantes hadas de fiesta. Aunque sólo pude ver al tipo de cabello negro ondulado y al gato, parecía bastante animado y ruidoso, así que debió haber habido bastantes allí. Por lo que me pregunté por qué no estabas con ella.

—Le había dicho que era mejor que descansara. ¿No debería haber estado cansada?

—Sí, tuvo un día agitado. Tenía que salvarnos a Betty, a mí y al bebé de Martha; a todos a la vez. Además, no puede recurrir a nadie cuando se trata de hadas.

Tenía razón. Lydia trató de hacerlo por su cuenta y estaba preparada por si no podía regresar. Por eso Edgar pensó que no quería dejarla sola. Incluso si no tenía ningún poder para enfrentarse a las hadas, creyó que podía permanecer al lado de Lydia.

Entonces se dio cuenta.

Anoche, ella estaba sola.

—Pensé que te quedarías a su lado. Como ambos superaron el peligro juntos, eras el único que sabía todos los problemas por los que pasó. Imaginé que estarías coqueteando con ella y entonces se olvidaría de todos los recuerdos aterradores. Pensé que eso la relajaría y podría descansar. Pero me equivoqué.

Edgar solo pudo permanecer en silencio. No obstante, no es como si la hubiera dejado sola sin pensarlo mucho.

Estaba considerando acortar la distancia entre ellos de una vez, pero dudó porque sentía que todavía no tenía derecho a hacerlo.

No pudo recuperar la Freya e ignoraba qué clase de misterioso poder poseía. No sabía cómo iba a seguir protegiéndola contra Ulysses, quien tenía la sangre del verdadero Conde Caballero Azul.

No quería dejarla ir y, sin embargo, no pudo acercarse a ella. Lydia estaba dispuesta a enfrentarlo con franqueza, pero él huyó.

—Lydia tenía una sonrisa en su cara. Dijo que las hadas son las únicas que se quedarían a su lado.

Había regresado porque decidió creer en los humanos, en Edgar, pero fueron las hadas las que estuvieron a su lado. Eso… en definitiva la lastimó.

—Esa chica, porque podía ver hadas, escuché que se burlaban mucho de ella. Pero siempre debe haber sonreído al respecto. Ojalá Lydia sea feliz con un hombre a quien considere el más preciado para ella. Por eso, por como estás ahora mismo con ella, no puedo confiártela.

—¿Te estás considerando como la protectora de Lydia?

—Como una amiga. Lydia no es como Betty. La seduces con unos sentimientos tan superficiales, pero desde su punto de vista, solo tiene una de las dos opciones: rechazarte o amarte en serio.

Sus palabras fueron amargas en toda regla. Lota parecía estar furiosa con Edgar.

Sentimientos superficiales, así no es como me siento. Pensó pero no pudo replicar.

Y así, Edgar se quedó solo.

—¿Debería ir a buscar a la señorita Carlton? —preguntó Raven, inmovil en su lugar.

—No, ahora mismo, no siento que pueda seducirla apropiadamente…

Raven hizo una reverencia y salió de la habitación.

Era claro que se había acercado un poco más a Lydia. Pensó que podría cambiar su destino, pero también lo puso nervioso.

Estaba desanimado. Porque no estaba haciendo su elección.

Cuando quedaron atrapados en la magia del hada, Lydia se fue por su bien, para que él pudiera soltar su mano. Cedió ante su corazón porque quería salvarla. Si era por ella, no perdería ante la magia ilusoria del hada, pero fue él quien le hizo hacer esa clase de mentira.

Quería protegerla pero la estaba lastimando. A este paso, solo iba a aislarse del mundo humano y algún día podría irse de su lado.

—¿Qué debo hacer?

Incluso si se lo preguntaba a sí mismo, no podía pensar en distanciarse de ella.

Al final, pensó en cómo podría corregir su mala conducta.

Son vacaciones, así que regresará, ¿verdad? Pensó.


Den
Este volumen fue el que más me lastimó el corazón u.u Lydia siempre ha estado sola y las acciones de Edgar en muchas ocasiones la han lastimado; por muy pequeñas que sean o por muy insignificantes que las puedan considerar, duelen. Solo puedo decir que, de entre todo lo sucedido, me encantó la actitud de Kelpie en todo el volumen. Siempre queriendo permanecer junto a Lydia, dándole ánimos a su manera y dispuesto a hacer lo que sea por ella. La quiere a su forma, por eso me encanta. Kelpie, eres el mejor ಥ⌣ಥ Y respecto a Lota, me alegro que ahora sea amiga de Lydia :3 Con esto finalizamos el sexto volumen, nos leemos en el siguiente (๑・ω-)~♥”

2 respuestas a “El Conde y el hada – Volumen 6 – Capítulo 7: Las promesas del mundo de las hadas”

  1. Creo sinceramente que Edgar necesita un golpe en la cabeza y un rivel en el amor pero uno real y que lo haga llegar al límite. Me dio mucha pena que Lydia se sienta tan sola. Muchas gracias por traducir esta novela ❤️

  2. Muchas gracias por este nuevo volumen, en este último capítulo me dolió mucho el corazón, a veces me dan muchas gana de golpear a Edgar.
    Gracias por el esfuerzo de traducir esta novela que tiene capítulos tan largos, estoy tan agradecida de que me den la oportunidad de poder leer esta historia tan bella. Como siempre hacen un excelente trabajo, gracias por el esfuerzo, esperare con ansias el próximo capitulo.

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