El fuerte caballero negro – Capítulo 29: Bailando a la luz de la luna

Traducido por Naiarah

Editado por Haru


En el salón de baile del castillo, tras el torneo de clasificaciones esa noche el Emperador celebraba un baile para festejarlo. Hombres y mujeres resplandecientemente vestidos bailaban al son del vals que sonaba.

Todo iba sobre ruedas, bueno a excepción de…

—Señor Caballero Negro, ¡baile conmigo!

—No, no, ¡bailará conmigo!

—¡¿Qué están diciendo?! Quieres bailar conmigo, ¿verdad? — Estaba rodeada de elegantes damas de alta alcurnia que se peleaban por ganar mi atención, ¿cómo he llegado a esto? ¿En qué momento he terminado en la misma posición que Yuusuke? Además, ¿cuándo se unió a la contienda la vicecapitana Charlotte?

Me giré hacia el ikemen de cabello azul, quien vestía su atuendo ceremonial, para pedirle ayuda, pero evitó mi mirada. ¿¡Por qué narices estás intentando huir de esto!? ¡Por lo menos haz algo con Charlotte!

—Lo siento, pero ¿podrían dejar ir al Comandante? —Era Conrad, ¡un regalo de los cielos! ¡No, mi ángel de la guarda! Me disculpé y de alguna forma logré escabullirme entre la multitud.

—Gracias por salvarme —hablé bajito para que las damas no pudieran oírme y Conrad me dedicó una sonrisa comprensiva. Sí, para mí el más atractivo de todos era Conrad.

Eché un vistazo atrás y vi que las señoritas le fulminaban con la mirada, ¿no deberían odiarme a mí? En mi opinión, Conrad se veía mucho más genial que yo. Le miré bien, también vestía su atuendo ceremonial; un abrigo largo azul, con faldones que llegaban a sus pantorrillas y el cuello levantado, también poseía un bordado de vides en las mangas azul marino y, finalmente, unos pantalones blancos y unas botas negras junto con su habitual manto azul desteñido completaban el conjunto.

Los colores de los mantos variaban según el rango; los soldados rasos llevaban tonos marrones, los oficiales amarillos verdosos y verde oscuro, los vice-capitanes vestían azules y los capitanes y el comandante usaban mantos blancos y negros. El bordado podía ser gris para los oficiales y soldados, plateado para los vice-capitanes y dorado para los capitanes y el comandante. Tanto hombres como mujeres utilizaban el mismo uniforme, así que todos iban con pantalones.

Por supuesto, yo también vestía el uniforme, pero lo llevaba bajo la armadura. Me sentiría fuera de lugar si llevaba ropa sencilla así que me vestí para la ocasión aunque nadie pudiera verlo.

—Realmente te ves bien con esa ropa —le dije a Conrad.

—¡¿Eh?! —Ups, creo que lo asusté. Bueno, no puedo culparlo por sorprenderse.

—Lo siento por decir esto de repente. Es la primera vez que te veo sin tu uniforme de trabajo. —Mi investidura se hizo con prisas, así que todos vestían uniforme de combate.

—Um, uh… Gracias. —¿Eh? ¿Por qué se sonroja tanto? ¿No debería estar acostumbrado a recibir tales cumplidos de las mujeres a su alrededor? Eso fue lo que Byron me dijo el otro día.

—Como sea, ¿necesitabas algo? —Debe de haberme ido a buscar por algo.

—Ah, sí. Su Majestad te buscaba, Comandante.

—Bueno, eso no puede esperar, vámonos.

—Sí. —Nos dirigimos hacia los asientos reservados.

El Emperador, su mujer, la princesa y el Primer Ministro estaban allí charlando, quise darme la vuelta en cuanto vi al Primer Ministro, pero ya que fui llamada por su Majestad no podía hacerlo. Además, debo decir que Su Alteza estaba en mi mismo barco.

—Discúlpenme, Su Majestad. —Me saludó con una sonrisa mientras el Primer Ministro me fruncía el ceño. Bueno, no me sorprende.

—Oh, viniste, Caballero Negro. —Ignoré al Ministro y saludé a su Majestad. Bueno, ya que soy la única que no le cae bien, debería ser la única que lo soportara.

—Puede ser un poco tarde para decir esto pero, bien hecho. Tengo grandes expectativas sobre lo que Conrad y tú lograreis.

—Agradezco sus amables palabras.

—Haré mi mayor esfuerzo para cumplir con sus expectativas. —Conrad y yo nos inclinamos.

—Ahora bien, es hora de ponerse a trabajar. —Ah, así que se trataba de eso.

—Entendido… pero ¿está bien conmigo?

—Está bien, mejor dicho, eres la persona más adecuada. —Su Majestad tenía razón, pero aún así… —Por favor se la primera pareja de baile de Elene. Ella personalmente te nominó.

Ayer, después de mi misión como su escolta, Elene me lo pidió antes de partir.

—Oye, ¡Caballero Negro! ¡Baila conmigo en el baile de mañana!

No podía rechazarla, ya que sus majestades estaban al lado, pero en primer lugar, sabían que soy una chica. No tengo idea de por qué estaba pasando esto, ni siquiera usan a la princesa para temas políticos, aunque me baso en sólo medio año de observación.

Ah, supongo que esto también es parte de mi trabajo, realmente no pensé que fuera una pareja adecuada para la Princesa. Supongo que sería un conflicto de interés si ella bailara con un hombre noble adecuado, su padre tendría que considerar las relaciones políticas con la nobleza, Conrad era demasiado alto para ella y lo mismo pasaba con el ikemen, el Estúpido espadachín estaba fuera de la lista y el señor musculoso… ya estaba casado.

Me chocó cuando lo descubrí la semana pasada, todos estaban como: ¿Oh, no te lo dijimos? a lo que respondí con una negativa. Fue una conversación agotadora, todavía no la conozco, pero escuché que eran amigos de la infancia y era tres años más joven que él, además era bastante bonita. Estaba celosa, en secreto, de que fue bendecida con un amigo de la infancia como él.

Volviendo al tema, todos los demás hombres no podían bailar con ella por varios motivos, así que yo era la última opción. Por supuesto, leí el ambiente y no objeté nada. Soporté los estremecimientos que me causaba la mirada fija del primer ministro, y nerviosa me dirigí hacia la princesa.

—Bueno entonces, puede ser presuntuoso por mi parte, pero ¿puedo pedirle un baile? —hice una reverencia y le tendí mi mano derecha.

—Puedes. —La princesa tomó mi mano, y la escolté al centro de la pista.

Los otros bailarines se apartaban a nuestro paso, y cuando llegamos al centro, todos se apartaron y detuvieron su danza. La música terminó y el director de orquesta nos miró. Estábamos rodeadas de las miradas de nobles, soldados y sirvientes por igual.

Las de los nobles eran bastante significativas, pero no pude prestarles atención, nos miramos la una a la otra y sostuve su cintura mientras ella ponía una mano en mi hombro, nos tomamos las manos y la música empezó a sonar; un vals lento. Empezamos a bailar como me enseñó Alice, estaba contenta sólo con aprender a guiar como el hombre de la pareja, pero ella me engañó y acabé aprendiendo la parte de la mujer. Me enseñó bastante entusiasmada así que me dejé llevar.

Mientras recordaba mi práctica con Alice, la Princesa y yo seguíamos bailando, suavemente, por el salón.

♦ ♦ ♦

Conrad

Mientras miraba el vals de la Comandante y la Princesa, Su Majestad me susurró.

—Me siento un poco culpable por pedirle a Caballero Negro que haga esto. —Ella sonreía, pero sus cejas estaban caídas. La culpa se reflejaba en su cara.

—No había otra forma… es lo que me gustaría decir, pero supongo que es cierto. —Quería negarlo, pero esa la verdad. Todos los que trabajan en palacio saben que ella odia la adulación y la hipocresía.

—En el caso del Comandante, no lo detesta realmente, pero…

¿Quería participar como mujer, tal vez? 

No dije lo que pensaba pero parece que su Majestad entendió lo que iba a decir.

A diferencia de las demás chicas, la Comandante no se preocupaba por cosas como el maquillaje y la ropa, más bien su pasión eran las katanas. Sin embargo, no era necesariamente poco femenina; la forma en la que sonreía cuando jugaba con Hayate, cuando miraba las flores o cuando comía dulces… incluso cuando se enfadaba… Me hacían darme cuenta de que era una chica. Entonces, ¿por qué me siento cada vez más incómodo? Esos pensamientos no dejaban de correr por mi mente.

Sabía que no podía hacer nada, porque tenemos que mantener su aspecto en secreto.

—Conrad, me gustaría pedirte algo. —Me agaché para acercar mi oído.

—¿Eh? —Se me escapó un grito sorprendido al escuchar su petición, ella sonrió satisfecha con mi reacción, sin embargo…

—¿Está bien? El Caballero Negro es la principal atracción esta noche, ¿no? —susurré tan bajo como pude.

Como ganador del anterior torneo, quedaba automáticamente calificado para este, pero sería un problema si los dos nos íbamos, pero sus siguientes palabras drenaron toda mi energía.

—Bueno, la razón de que Elene invitara al Caballero Negro a bailar fue para que yo pudiera pedirte esto. Nosotros tres, incluyendo a Alice, planeamos esto hace un mes. Por supuesto, mi marido y el príncipe también lo saben. —Cuando… No soy rival para Su Majestad.

—Me ocuparé de esto. —Probablemente no tengo elección.

No estoy seguro de si ella estará bien conmigo, pero los únicos hombres que sabían de las circunstancias de la Comandante eran: Claude, el Emperador, el Príncipe, Kyle, yo y unos pocos sirvientes y soldados que estaban con la familia real cuando la conocimos en el bosque. Su Majestad quedaba excluído, Claude también porque iba tras Alice y también tenía una misión importante, además que con la Comandante sólo eran amigos. Ninguno de los soldados estaba en este baile y los criados estaban trabajando así que sólo quedábamos Kyle, el Príncipe y yo.

No obstante, ¿por qué me sentía tan reacio a dejar que algún otro la cuidara?

Asentí en respuesta y ella sonrió y se giró a mirar de nuevo la pista de baile, dando fin a la conversación.

También volví a mirarlas danzar, mientras me preguntaba cuál sería la mejor forma de invitarla. Quería entender pronto el corazón de las chicas.

♦ ♦ ♦

Chie

Tras un tiempo, la música acabó y nos detuvimos, la gente que nos observaba aplaudió y ambas nos inclinamos y regresamos con su Majestad. Casi había olvidado que todos dejaron de bailar para mirarnos.

—Elene, bailaste bien. Caballero Negro, gracias por ser la pareja de mi hija.

—Fue un honor. —Su Majestad nos sonrió.

La princesa le mostró una encantadora sonrisa como respuesta al cumplido y empezó a hablar con su madre. Debe estar muy feliz de que sus amados padres la alabaron en su primer baile. Mientra observaba la bonita escena, Su Majestad me llamó.

—Caballero Negro, ¿no estás un poco cansado?

—No, no lo estoy… —Aunque dije eso….

—No, definitivamente estás cansado.

—Sí, Caballero Negro está agotado. —El Emperador y el príncipe insistieron. ¿Huh? ¿Qué estaba pasando?

Cuando miré al Primer Ministro, me di cuenta de que su mal humor había desaparecido y tenía una expresión en blanco en su cara, con la boca abierta.

—Entonces, por favor usa la terraza de la familia real para descansar. Allí no tienes que preocuparte por las miradas ajenas, está estrictamente vigilada y sólo aquellos que nosotros permitimos pueden entrar. Puedes incluso escuchar la música del salón desde allí. —Insistió su Majestad.

—P-Pero, si no estoy aquí, entonces…

—Conrad, llévate al Caballero Negro a la terraza. Estará aburrido si se queda solo, así que por favor acompáñale. La comida se servirá más tarde, así que tómense su tiempo. La luna está noche está llena y es hermosa, deberían disfrutarlo. —Su Majestad soltó otra bomba.

—¿Eh? ¿Incluso Conrad se va?

—Ciertamente, Su Alteza. Ahora, vámonos, Comandante.

—¡¿Eh?! ¡Espera un minuto, Conrad! —Al final, Conrad ignoró mis protestas y me empujó por detrás. SIn saber lo que estaba pasando, fui sacada del salón, y ya en la terraza…

—Por favor disfruta la comida. Su Majestad me pidió que te dijera que estás disculpada por hoy, y que volverás a tu trabajo normal mañana.

—Vosotros dos habéis estado conspirando con sus Majestades. —Conrad me empujó, mientras todavía estaba sorprendida y me sentó en una silla. Entonces vi a una sonriente Alice, que llevaba platos a una mesa iluminada por el hechizo de luz, y me calmé.

Esto tenía más pinta de haber sido planeado por Alice, la Emperatriz y la Princesa, ¿no? Sólo esas tres harían algo así.

—Jiji —Alice dejó la terraza con una risita y una reverencia. Aunque no respondió, sabía que estaba en lo correcto.

—Déjame decir que su Majestad me lo acaba de decir. Estaba más o menos fuera de esto. —Conrad hizo una mueca. No parecía estar mintiendo.

Suspiré, me quité el manto y regresé mi armadura a su forma de pulsera. Llevaba mi cabello recogido en una cola de caballo, y vestía mi manto ceremonial rojo bajo la armadura. Sabía que nadie vendría aquí, ya que he acompañado a Su Majestad, a tomar el té aquí, a menudo. Habían sido muy pocas las veces que he podido vestir algo que no sea una túnica o la armadura.

—Ah, llevabas eso puesto debajo.

—Bueno, no puedo llevar ropa de calle bajo la armadura. —Me recosté en la silla.

—Lo siento por esto, Comandante.

—Está bien. Honestamente, me estaba sintiendo un poco sofocada, así que ha sido un buen momento —le respondí a Conrad.

Pensé que podría relajarme con los hijos de los nobles, pero en vez de eso, había sido rodeada por señoritas en edad de casarse y después me hicieron bailar con la princesa delante de una multitud. Eso me agotó.

—Si me hubiera quedado, seguramente había sido arrastrada por las señoritas y Charlotte para bailar, así que me siento aliviada. —La sonrisa de Conrad se encogió.

—Puedo imaginar eso.

—¿Verdad? Miré al ikemen de cabello azul pidiendo ayuda, pero hizo oídos sordos. Cuando viniste, de verdad pensé que eras mi ángel de la guarda.

—Jaja, ese chico es bastante inútil, ¿verdad? Estoy contento de que pude ayudar.

Antes de darnos cuenta, estábamos charlando animadamente. Hablamos de temas mundanos mientras comíamos, estaba divirtiéndome por primera vez esa noche.

—Oh, es verdad, Conrad ¿está bien para ti que me acompañes? Normalmente, ¿no te pedirían bailar si no estuviera ahí? —Los ojos de Conrad empezaron a divagar.

—Ah, sobre eso… —Le miré con curiosidad, suspiró y empezó a hablar. —La forma en la que traté a las damas durante el baile de hace cuatro años, hizo que no vayan a pedirme bailar.

—¿Oh? ¿Cómo exactamente las trataste?

—Bueno, era bastante bruto todavía por entonces, así que hubo algunas indiscreciones juveniles… —Cada vez era más vago con su explicación, y al final murmuró. —Eran tan molestas que al final les grité.

—¿Huh? —Así que ¿no les gustó ese arranque?

—¡Después de decirles que se callaran, nadie más se atrevió a acercarse a mi! —Conrad estaba rojo como un tomate y se forzó a soltar esa última frase.

Ah, así que en otras palabras, a las mimadas niñas nobles les gritaron por primera vez y se ¿asustaron de él? Bueno, era comprensible podía simpatizar con la irritación de Conrad, pero también podía entender que las señoritas se asustaran. No podía juzgar quién estaba equivocado, más bien ambos tenían la culpa.

Conrad estaba sonrojado mirando al suelo, por un momento pensé que parecía un perro. No, calma no era un tirano, se veía realmente lindo, en comparación a cómo se ve siempre nunca imaginé que podía ser tan lindo. Me pregunto si realmente estaba tan avergonzado, contra más lo pensaba más divertido me parecía.

—¡Pfft!

—¡Oye, Comandante!

No pude evitarlo y estallé en carcajadas, lo que hizo que Conrad levantara la vista, todavía parecía desanimado.

No podía parar de reir y me sostenía los costados mientras seguía, me duró un rato.

—Ah, ¡fue muy divertido!

—Te reíste demasiado… —Conrad tenía ambas manos cubriendo su cara.

—Ah, lo siento, lo siento. —Respiré hondo, no pude evitarlo Conrad era demasiado divertido. —Así que, ¿es por eso que no fuiste invitado?

—Exactamente, —respondió con las manos todavía sobre su cara. Debe estar realmente avergonzado, lo siento por eso, Conrad.

—Eres demasiado bueno para esas señoritas.

—¿Eh? — Sus manos dejaron su cara por la sorpresa.

—Es cierto, ¿lo sabías? No sé sobre tu pasado, pero ahora eres atractivo y tienes una buena personalidad.

—U-Uh, muchas gracias. —Su cara avergonzada estaba ahora sólo un poco roja, ¿no era incluso más lindo? No puedo decirle eso. —Bueno, siempre pasaba estos bailes hablando con Su Majestad y Adolf. Nunca he bailado con nadie.

—¿Qué? —¿Escuché mal? Le miré con los ojos abiertos. —¿Nunca has participado?

—¿Es cierto? —parecía confundido al responder.

Espera, espera… así que nunca ha bailado, ¿ya que nadie se lo pidió nunca? Ah, bueno tiene sentido ya que es Conrad. Como a mí, no le gustan mucho las cosas llamativas, me he dado cuenta en este medio año, pero ni siquiera una vez…

—Oye, ¿te gustaría bailar conmigo?

—¡¿Huh?!

¡Espera, ¿qué narices acabo de decir?! Probablemente le he asustado también.

—Ah, um, quiero decir estamos solos, podemos oír la música. La terraza es lo suficientemente grande como para danzar y sería divertido al menos una vez…

De verdad, ¿qué estoy diciendo? Eso fue muy embarazoso, siento mi cara caliente.

—Ah, lo siento, eso fue un-

—¡S-Si estás bien conmigo!

—¿Huh? —¿Qué? No podía entender lo que acababa de decir.

Conrad se levantó y caminó hacia mí. Entonces se enderezó, respiró hondo y dijo:

—¿Podría tener este baile, señorita? —Se inclinó con los ojos cerrados, su mano izquierda sobre el pecho y la derecha extendida hacia mí. Mi cara se sonrojó al ver su galante figura a la luz de la luna.

—Sí. —Antes de saberlo, tomé su mano y accedí a bailar.

Conrad se levantó y me guió lejos de la mesa. Nos miramos y, a pesar de la escasa iluminación, pude ver que su cara estaba roja. Eso me calmó, su corazón también late descontrolado, pero me ayudó a relajarme.

—Alice me enseñó más o menos a bailar como chica… pero por favor guíame bien, Señor Caballero —le hablé entre risas, y después de su sorpresa, me sonrió.

—Por favor, déjemelo a mí, señorita. —Esta vez fui yo la sorprendida.

Cuando nos chocamos, no pudimos evitar reírnos. Corregimos nuestra postura, e hice una reverencia usando el borde de mi manto como vestido, mientras él se inclinaba con la mano izquierda sobre el pecho. Entonces nos acercamos y empezamos a bailar al son de la música el salón.

Estábamos solos, bailando bajo la luna, una escena muy romántica. Me sentí culpable por vestir mi uniforme militar, pero como mujer, se sentía bien el hecho de ser capaz de monopolizar a tan buen hombre. No estaba mal hacer cosas femeninas de vez en cuando. Por primera vez en mi vida, pensé eso.

♦ ♦ ♦

Conrad

—Yo debí pedírselo, no es típico de mí, —murmuré para mí en silencio.

Su Majestad me dijo: “Después de esto, se la pareja de baile de Chie”. Había estado esperando una oportunidad para pedirle bailar… Qué poco genial de mi parte haber sido invitado.

Bueno, como sea. No me sentí mal por poder monopolizar el lado femenino de la Comandante. Se veía como un espíritu lunar, de la forma en la que su cabello obsidiana y sus negras pupilas brillaban bajo la luna. Estaba tan atrapado por la atmósfera que empecé a pensar en cosas que normalmente no me importarían.

Sin embargo, la Comandante realmente encajaba con la luna. Se sintió bien poder acaparar una faceta de ella que nadie más conoce, así que estaba feliz de haber aceptado la petición de Su Majestad. Esos pensamientos cruzaron mi mente mientras bailábamos.

♦ ♦ ♦

Varios días más tarde / Chie

Me dirigí a la oficina de su Majestad con dos documentos en mis manos, por fin, había reunido información suficiente para reportar. Fue una suerte que no interrumpiera el torneo, tomé una buena bocanada de aire ante la puerta y llamé.

—¿Quién es? —respondió el Primer Ministro.

—Primer Ministro, Su Majestad, soy yo, Caballero Negro.

—Puedes entrar. —Esta vez fue su Majestad.

—Con permiso, —entré en la habitación, el ministro me fruncía el ceño, pero le ignoré. —Su Majestad, Primer Ministro, tengo algunas noticias urgentes que debo reportar. —Le alcancé uno de los documentos al emperador, y sus ojos se abrieron mucho al leerlo.

—¡Esto es…! — exclamó.

—¿Qué haremos con esto, Su Majestad?

—¡Raiz, lee esto también! —Cuando leyó los documentos palideció.

—¡¿Qué demonios es esto?! —gritó el ministro impactado.

—Es lo que ve. Siento que el reporte llegue tarde, pero juzgué que la situación empeoraría si nos movíamos abiertamente, así que lo investigué por mi cuenta. —me incliné. El Ministro se quedó callado, probablemente reconociendo mi razonamiento.

—Caballero Negro, lo hiciste bien descubriendo esto.

—Sólo fui informado por una fuente que ha sido puesta bajo custodia protegida. —Estaba realmente agradecida a Aaron. Arriesgó su vida al meter su nariz en este asunto.

—Me pregunto si el Torneo de arte marciales de los tres países irá según lo planeado.

— ¿Debería proponer a los otros países que no pospongamos?

—El torneo debería seguir según lo planeado —les interrumpí, respetuosamente.

— ¿Huh? ¿Qué estás diciendo?

—Pareces tener una razón…

—Si lo cambiamos parecerá sospechoso. Y podría empeorar la situación —les argumenté mis ideas.

—Oh, eso suena razonable. —Siguieron escuchando.

—Por eso deberíamos continuar según lo planeado. En cuanto al despliegue de los soldados… —Les alcancé el otro documento.

—Eso no puede posiblemente…

—Pero, así… —Sus ojos se abrieron mucho de nuevo, y luego asintieron juntos.

—Entonces, despliega a los soldados ya.

—Ya les he dado las instrucciones para ello. El informe que os he dado es altamente confidencial.

—Tan rápido. —Incluso el Ministro estaba sorprendido, al verlo me sentí aliviada.

—Sólo los Capitanes y Vice-capitanes saben sobre esto. El plan depende de que el enemigo no se percate.

—Entendido, entonces vamos a reunirnos en la sala de conferencias ahora.

—Sí, Su Majestad. —Cuando estaba a punto de salir de la oficina, el Emperador me llamó.

—Caballero Negro, ¿cómo está el [Cuervo]?

—Es un poco problemático cuando picotea.

—¿Cuervo? —El Ministro estaba ligeramente confuso por el motivo por el que empezamos a hablar de cuervos, pero lo ignoramos.

Era un código que usábamos cuando estábamos con otras personas que no eran Alice o Conrad. La existencia de Claude era un secreto entre nosotros cuatro, así que para discutir sobre él, le llamábamos cuervo. Se podría traducir lo que dijimos por:

—¿Está Claude bien?

—Sí, pero a veces discutimos.

Decidimos que sería menos sospechoso usar nombres de animales como palabra clave. Hice una reverencia y me fui.

Probablemente ahora estaré bastante ocupada por un tiempo.

8 respuestas a “El fuerte caballero negro – Capítulo 29: Bailando a la luz de la luna”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido