El fuerte caballero negro – Capítulo 33: Las finales y la revuelta

Traducido por Kavaalin

Editado por Nemoné


Sala de espera de Conrad.

Había pasado una hora desde el combate de la comandante Chie. Lo había visto todo a través de la pantalla de cristal y los resultados no habían sido una sorpresa. Sin embargo, tanto mi respeto por ella como mi exasperación hacia su oponente aumentaron. Era un sentimiento complejo.

Los representantes de los otros reinos nunca habían llegado muy lejos en los últimos años, ya que nosotros siempre ganábamos los combates. Pero, incluso teniendo en cuenta eso, este grupo realmente iba más allá. Esas naciones siempre habían mantenido la idea de que los nobles eran superiores a los plebeyos y, por lo tanto, solo los nobles podían subir en rango más allá de un mero soldado raso. Además de eso, para ser promovido, tenías que pertenecer a la facción del comandante del ejército. Los nobles incluso colocaban a su propia gente en la parte superior de la cadena de mando para evitar que el ejército los desafiara.

En resumen, esos oficiales eran solo títeres.

Y dado que un humilde plebeyo nunca sería considerado para el papel de Representante, este derecho terminaría perteneciendo a la marioneta más fuerte. En el mejor de los casos, el títere sólo sería un poco mejor que la media. En el peor de los casos, estaría justo por encima de la definición de débil.

Y se notaba. No eran como las personas verdaderamente fuertes, las que podían sentir la fuerza de su oponente. Tenían la arrogancia que le faltaba a aquellos que pasaban el suficiente tiempo entrenando como para aprender un poco de humildad. Carecían del sentido común y del juicio de aquellos que afirmaban ser. Después de todo, los verdaderamente fuertes nunca se permitirían convertirse en títeres. Pero estas marionetas habían  sido malcriadas desde jóvenes, criadas con palabras como: Los nobles son especiales. Son una existencia por encima de los plebeyos.

Un ejército lleno de tales títeres ya no era apto para su propósito. Le faltaba fuerza. Un ejército impotente había dado espacio para que florecieran gremios de combate ya que alguien tenía que luchar contra los monstruos y los bandidos. Sería justo decir que estos gremios eran lo único que se interponía entre esos reinos y la ruina.

Uno podría preguntarse por qué los gremios no se revelaban si eran mucho más fuertes. Bueno, no estaban bien versados en política. Al ser plebeyos, no podían unirse al gobierno ni recibir una educación formal.

Pensando en esto, me sentía afortunado de haber nacido en el Imperio.

Es realmente una bendición haber podido obtener educación. Asentí sinceramente ante este pensamiento. En ese preciso momento, escuché un golpeteo en la puerta y vi entrar a un soldado.

—Vice comandante Conrad, ya casi es hora.

Oh, ¿ya?

—Entendido —dije. Agarré mi espada de madera y salí de la sala de espera.

Era momento de concentrarse.

♦ ♦ ♦

Arena (POV de Chie)

Regresé a la arena del coliseo después de una hora de descanso.

Después de que concluyera mi combate, no estaba cansada en absoluto y hubiera estado bien por mí parte comenzar el combate final de inmediato. Pero había un horario que cumplir.

Lamenté haber terminado mi duelo tan rápido. Sólo un poco.

— ¡Comandante!

— ¿Mm?

Busqué la fuente de la voz y vi a Conrad caminando hacia mí, con su mano derecha levantada y una sonrisa refrescante en su rostro.

Por alguna razón, se veía positivamente radiante. Parecía que también había podido desahogar todo su estrés. Me alegraba por él.

— ¡Hey, Conrad!

Le devolví el saludo. Esa no era la forma en que debería tratar a su oponente, pero no estaba en posición de criticarlo. Los dos estábamos de buen humor.

Asentí para mí misma, mirándolo llegar a su lugar designado. Todo lo que quedaba era esperar al árbitro.

Por cierto, el árbitro esta vez sería del Imperio. Como ambos combatientes pertenecían al mismo reino, no se necesitaba un árbitro extranjero.

Miré a Conrad mientras esperábamos.

Habíamos trabajado juntos casi todos los días durante los últimos seis meses, pero no habíamos peleado ni una sola vez. Nos habíamos concentrado demasiado en fortalecer a nuestros soldados.

A decir verdad, estos ya eran más fuertes que los ejércitos de los otros reinos, pero para mí, una persona proveniente de otro mundo, todavía me parecían bastante deficientes. Podría ser una novata, pero el conocimiento que la diosa Amaterasu me había otorgado, junto con las habilidades de observación que había perfeccionado en mi mundo original, habían compensado mi falta de experiencia.

Por lo que pude ver, no tenían problemas para trabajar en pequeños escuadrones, pero había una necesidad de enseñarles cómo trabajar juntos como un ejército. Después de todo, sus trabajos eran más que sólo patrullajes, misiones de subyugación y tareas de escolta. Por eso había una necesidad de personas capaces de unificar a todo el ejército, pero no había nadie con ese talento disponible. Entonces, todos los comandantes y vice comandantes habían terminado con trabajo.

Por eso Conrad y yo nunca habíamos tenido un combate. Había sido lo mismo con los otros comandantes, el único con el que podía entrenar era Claude.

Sin embargo, eso no significaba que no había analizado el estilo de lucha de Conrad. También había observado a los otros comandantes durante las eliminatorias. Como carecía de experiencia para luchar contra ellos, la mejor manera de encontrar contramedidas era usar mi conocimiento en base a lo que había visto.

Tener sólo poder carecía de sentido.

Idealmente, me gustaría ganar experiencia usando solo mi cabeza, sin depender de mi fuerza en absoluto. Este duelo sería una oportunidad como ninguna otra. Después de todo, Conrad había sido el ganador del último torneo, y anteriormente era conocido como El más fuerte del Imperio.

Ahora ese título había sido transferido a mí, pero yo no me sentía cómoda con este apodo, ya que lo había ganado sin siquiera derrotarlo. Si iba a estar por encima de él, necesitaba ganarme ese puesto. Incluso si el título en sí mismo no era algo en lo estuviera interesada o que me hiciera ilusión. Ser su oficial superior podía ser un verdadero dolor en el trasero.

Mi rostro se distorsionó en una sonrisa irónica. Estaba agradecida por el yelmo. Era realmente conveniente que las demás personas no pudieran ver mi expresión en momentos como este.

El silencio fue roto repentinamente, no nos habíamos dicho nada desde que me había sumido en mis pensamientos.

— ¡Lamento mucho la espera! —dijo un joven, nuestro árbitro, que acababa de llegar con una sonrisa tranquila en su rostro.

—Está bien. No hay problema —dijo Conrad.

Su sonrisa era tan refrescante.

—Ah, el poder presenciar de cerca el encuentro entre el comandante y el vice comandante… ¡Estoy tan feliz de ser el árbitro!

Parecía bastante feliz de hecho. Supuse que realmente quería estudiar el duelo entre sus dos oficiales superiores.

Pero, ¿realmente era algo por lo que alegrarse tanto?

— ¿No estás exagerando un poco? —pregunté.

Sin embargo él sacudió la cabeza rápidamente.

— ¡De ninguna manera, comandante! —Insistió con pasión—. ¡Es el combate entre el campeón actual contra el héroe que mató a Fafnir! ¡Cualquiera estaría encantado de presenciar un duelo tan emocionante!

— ¡Bien! Bien. Lo entiendo —dije, levantando ambas manos.

No esperaba que fuera tan apasionado. Esto hacía resurgir mis viejas preocupaciones: ¿qué pensaba el ejército imperial de mí?

Me daba cuenta cuando se trataba de Conrad, Kyle y los demás comandantes, pero el resto de los soldados eran un misterio en ese sentido. Con la excepción de Charlotte Aveline, no podía descifrar qué pasaba por sus cabezas, a pesar de que los había visto entrenar durante los últimos seis meses. Y no es que no le hubiese dado vueltas al tema.

—Entiendo cómo te sientes, soldado, pero cálmate. Y lo más importante, ¿no deberíamos comenzar ya?

— ¡Oh! ¡Mis disculpas, señor!

Conrad le dio una advertencia, mientras mostraba una pequeña sonrisa, y el árbitro corrió a posicionarse en su lugar. Conrad era realmente bueno para ayudarme a salir de estas situaciones problemáticas.

Puse mi espada en posición.

En ese momento, Conrad me llamó.

— ¡Comandante! Por favor, no se contenga.

La sonrisa desapareció de su rostro y fue reemplazada por una expresión de determinación.

—Entiendo.

Mi respuesta fue breve. Ya no había necesidad de palabras. Los dos estábamos esperando la señal.

—Entonces. Listo… ¡Comiencen!

Al ver que ambos estábamos listos, el árbitro comenzó el duelo.

Me acerqué a Conrad de inmediato, bajando la espada mientras atacaba. El bloqueó mi ataque. Nuestras espadas chocaron.

Vi que su frente estaba arrugada por la concentración. Debe haber estado haciendo un gran esfuerzo.

Así que esta era su verdadera fuerza. Esta era la anterior persona más fuerte del Imperio, el actual campeón.

Yo estaba usando un poco menos de fuerza de la que había usado para vencer a Fafnir hace medio año. No me estaba reteniendo por vanidad. Era simplemente que él era el primer oponente humano que había hecho  que me esforzara tanto desde que había llegado a este mundo.

Puse un poco más de fuerza en mis brazos y lo empujé hacia atrás. Su equilibrio fue perturbado y aproveché la oportunidad para apuñalarlo en el estómago. Conrad retrocedió con un gemido.

Retrocedió para ganar algo de distancia, probablemente habiendo juzgado que el ataque no había salido bien. Preparé mi espada, en espera de ver qué haría después.

Si volviera a intentar un ataque frontal, probablemente Conrad lo bloquearía.

Bueno, ninguno de los comandantes del Imperio caería en el mismo truco dos veces. El combate aún no estaba completamente decidido. Justo ahora, Conrad había logrado alejarse inmediatamente de mi ataque, reduciendo el daño. Pero no estaba sorprendida. No esperaba ganar con ese movimiento.

Sin embargo, ese golpe lo había dado con la intención de incapacitarlo. Probablemente había usado suficiente fuerza como para aturdir a cualquiera de los otros comandantes.

Por lo general, cuando blandía mi espada, incluso Claude tenía problemas para esquivar. Y Claude era más rápido que el Hermano Cabeza de Músculo. Me había ayudado a practicar para lidiar con oponentes ágiles.

Sin embargo, Conrad había sido capaz de reaccionar fácilmente con la velocidad con la que incluso Claude tenía problemas. Mi golpe probablemente habría sido esquivado por completo si no lo hubiera forzado a perder el equilibrio.

Parecía que tendría que esforzarme un poco más.

Sin embargo, eso significaba que mi espada definitivamente se rompería. Aún así, no había otra opción.

Me pregunté brevemente qué ocurriría primero, mi victoria o que mi espada se rompiera.

♦ ♦ ♦

(POV de Conrad)

Si hubiera confrontado directamente el ataque de la comandante, habría perdido.

Sudor frío corría por mi espalda mientras observaba su postura. Ella me había tenido a la defensiva desde el principio. Realmente necesitaba usar este breve descanso para elaborar un plan.

La señal apenas había sonado y ella ya había aparecido justo frente a mí, blandiendo su espada. Había sido capaz de bloquear su ataque, apenas, pero ni siquiera toda mi fuerza había sido suficiente para hacerla ceder.

Habíamos chocado espadas por un rato, pero ella rápidamente había logrado romper mi balance con un empujón y me apuñaló con su espada en un ataque brutal. Logré retroceder justo a tiempo, pero aún me dolía el estómago.

Demasiado para ser un daño mitigado.

Dado que la comandante se mantenía quieta, estudiándome, me daba cuenta de que no estaba tratando de terminar el combate rápidamente. Ese empuje también era algo de lo que podría haber salido ileso si no hubiera perdido el equilibrio.

Ese era su estilo, al principio probar a su oponente en busca de fortalezas y debilidades. Luego, una vez que tuviera suficiente información, lidiaría adecuadamente con él. Y, por lo general, le tomaba, como máximo, un minuto de intercambio de golpes para descubrir todo lo que requería.

Esto era lo más aterrador acerca de ella.

También lo estaba haciendo ahora, como era de esperarse, organizaba la información obtenida de nuestro breve intercambio de golpes. Por eso se había quedado quieta.

Si lo hiciera cualquier otra persona, esto sería una oportunidad. Pero la comandante nunca bajaba la guardia mientras procesaba la información.

No hay aperturas.

Resignado, admití que probablemente no podría ganar.

Nunca había luchado contra ella hasta ahora.

No sabía nada de ella como oponente. Esta era la razón por la que quería que me enfrentara en serio. Era la primera persona cuya espalda sentía que valía la pena perseguir.

Retomé mi postura con una respiración profunda, y luego la miré directamente.

Ella no mostró ninguna intención de hacer un movimiento. Parecía que estaba esperando que yo actuara.

¡Que así sea!

La ataqué con vigor.

Blandí mi espada con fuerza.

Por supuesto, ella no era lo suficientemente amable como para quedarse quieta y recibir el golpe.

Ataqué con todas mis fuerzas desde todos los ángulos, pero ella bloqueó cada golpe. Ningún humano había podido detener mi espada antes de hoy. Ella era realmente, realmente increíble. ¿Era así como uno se sentía cuando su sangre comenzaba a hervir?

No lo sabía. Nunca hubiera adivinado que enfrentarse a un enemigo tan fuerte, incluso por un breve momento, se sentiría así. Emocionado, entendí por qué Celestia amaba esto.

No esperaba ganar, pero le haría compañía a la comandante Chie hasta el final.

♦ ♦ ♦

(POV de Chie)

¿Eh?

Conrad estaba sonriendo. De una manera muy tenebrosa.

Hice una mueca debajo de mi yelmo, preguntándome si había despertado algo en él que realmente no debería de haber despertado.

♦ ♦ ♦

Ubicación desconocida (POV de Claude)

Vi a los dos caballeros continuar con su combate en la arena del coliseo. Podía hacerlo desde donde estaba porque Chie me había dado un cristal.

Era una vista tan ridícula.

Nunca había visto algo así, a pesar de que había estado entrenando mucho con ella. Claramente debía de haber estado conteníendose todo este tiempo. Bueno, para ser justos, ya lo sabía. Completamente.

Haciendo a un lado a Chie, ni siquiera era rival para Conrad.

Aparté mi flequillo a un lado, miré hacia el cielo y sonreí después de un momento. Tenía que volverme más fuerte o me dejarían atrás.

Devolví la vista hacia el cristal. La batalla continuaba, tan intensa como siempre.

Si no quería quedarme atrás, tenía que aprender de Chie y asimilar todo lo que veía.

♦ ♦ ♦

Arena (POV de Chie)

Habían pasado varios minutos desde el comienzo del duelo.

Mientras intercambiaba golpes con Conrad, seguía haciendo ajustes.

Había aprendido tres cosas.

Con respecto a su velocidad: había entendido bastante de ese primer empuje. Era sólo un poco más rápido que Claude.

En cuanto a su fuerza: me había dado cuenta de ello mientras intercambiábamos golpes. Por supuesto, era un poco más débil que Fafnir. Pero era lo suficientemente fuerte como para hacerme ejercer tanta fuerza.

No estaba siendo engreída.

La diosa Amaterasu me había dado un cuerpo que rivalizaba con el del rey demonio. Para que Conrad me hiciera eforzarme tanto, realmente era increíblemente fuerte.

Me pregunté brevemente cómo sería si blandiera la espada del héroe. Era un pensamiento muy aterrador.

Y finalmente, la última observación: era un maniático de la lucha. Me había dado cuenta porque parecía estar divirtiéndose mientras blandía su espada.

¿Pero por qué tenía que poner una sonrisa tan aterradora? ¡Había una gran diferencia entre su actitud normal y cómo era ahora!

Por lo general, era un caballero, siempre allí para ofrecerte apoyo. Nunca hubiera imaginado que tenía este lado oculto.

¡Nadie me había contado sobre esto! Ni Alice ni el Ikemen de pelo azul.

Sólo podía haber dos razones. O bien, todos me lo habían ocultado. O este duelo en particular había despertado su espíritu guerrero. Ambos eran igualmente posibles.

Pero de cualquier manera, no tenía planes de perder. Después de todo, él era quien me había admirado más por ser su superior. Perder contra él significaría perder su respeto. Ante sus ojos, al menos.

Era hora de terminar con esto, así que puse un poco más de fuerza en el brazo con el que empuñaba mi espada. Su espada de madera voló en el aire. La punta de mi arma descansaba en su garganta.

Conrad se veía bastante sorprendido.

Unos segundos después, su espada de madera golpeó el suelo a su espalda.

— ¡Tenemos un ganador! ¡Es el Caballero Negro! —Anunció el árbitro, como si el sonido lo hubiera estimulado.

La multitud se volvió loca y el rugido repentino del público me hizo darme cuenta de que durante la pelea se había asentado un silencio sepulcral.

La arena una vez más se llenó de vítores.

Quité la espada del cuello de Conrad y la cambié a mi mano izquierda. Entonces, me quité el guante y le tendí mi mano derecha expuesta.

— ¿Cómo estuvo? ¿Soy digna de ser tu jefa?

Conrad se quedó aturdido por un segundo, pero pronto mostró una sonrisa resignada.

— ¿Qué está diciendo, comandante? Por supuesto que lo es. Este combate sólo reforzó esa convicción. Nadie más que usted puede pararse por encima de mí.

También se quitó el guante y me estrechó la mano. El gesto conmovió a la multitud aún más.

De repente, sentí algo extraño proveniente de la espada en mi mano izquierda. La miré. Al igual que Conrad, al parecer había notado algo extraño. Una grieta empezó a recorrerla.

A lo mejor exageré un poco. 

Cuando la solté, se partió en dos con un ruido bastante fuerte.

—Ahh… Lo sabía.

— ¿C-Comandante?

Conrad parecía desconcertado, así que decidí explicárselo.

—No pudo soportar mi fuerza. Ya había alcanzado su límite y por eso tuve que apresurarme en terminar el combate.

Hice una sonrisa autocrítica.

—La primera duró hasta la final. Esta era nueva, pero supongo que todo esto fue demasiado. Eras tan fuerte que empecé a entrar en pánico.

Se había roto después de sólo un combate.

En ese momento, noté que, por alguna razón, Conrad se había sonrojado.

— ¿Mm? Conrad? ¿Qué pasa?

Pensando que podría ser fiebre, puse mi mano derecha desnuda sobre su frente.

— ¿C-Comandante?

—No, no hay fiebre.

Conrad se puso aún más rojo. Era bastante desconcertante.

—Ah —Suspiró exasperado—. Realmente es…

— ¿Mm? ¿Qué?

Volvió a ponerse su guante. No estaba segura de lo que acababa de pasar, pero también me puse el mío.

La ceremonia de clausura sería lo siguiente, por lo que no tuvimos que abandonar la arena. Parecía que los otros dos combatientes no se unirían a nosotros. Una probablemente estaba demasiado asustada, el otro todavía no podía moverse. Las cosas terminarían pacíficamente si no sucedía nada más.

Si nada más sucedía.

— ¡Bien, gente tonta! ¡Pongamos fin a este festival!

Una repentina voz proveniente del cielo arruinó el ambiente. Todos levantaron la vista, incluyéndome a mí.

Vi a un grupo de extraños montados en grifos. Estaban vestidos con extrañas túnicas negras.

¿Serían el último trabajo del día?

Notas de la autora: Gracias por esperar. ¿Cómo estuvo el capítulo 33? Vimos un nuevo lado de Conrad. Él no es una heroína ordinaria.

Normalmente es un caballero (con Chie), pero contra un enemigo fuerte, se convierte en un maníaco de la lucha (sólo contra personas del nivel de Chie). Él es ese tipo de waifu.

¿Cómo tratarán con este nuevo enemigo? ¡Estén atentos al próximo capítulo!

He estado ocupada con el trabajo, así que no podré actualizar muy seguido, pero lo haré poco a poco.

Por favor, ¡continúen leyendo esta novela!


Nemoné
AJAJAJAJA Conrad como la heroína. Confirmado. #ConradBestWaifu

Capítulo 34 ya disponible en Kovel Times edición 27

5 respuestas a “El fuerte caballero negro – Capítulo 33: Las finales y la revuelta”

Responder a Waldino Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido