El Secreto de la Belleza – Capítulo 16: Lamentos

Traducido por Akatsuki

Editado por Sharon

Corregido por Tulskas


Para mí, mi padre era el más fuerte.

La persona más importante para mí, que nació en la familia real de Lakshurusu, Fermeme von Lakshurusu, sería por supuesto, mi abuelo. Pero si alguien me preguntara quién era el más fuerte, la imagen de mi padre me vendría a la mente.

Hedwig von Lakshurusu, el segundo hijo de mi abuelo, el rey, y mi padre.

Sus habilidades con la espada eran las mejores entre todos los caballeros en el reino Lakshurusu. Nunca había escuchado o visto a mi padre perder.

Sabía que había gente hablando a espaldas de él porque se dedicaba a las artes marciales a pesar de ser el príncipe. Esto se hizo para evitar que los problemas no ocurrieran durante la sucesión del tío Heifetz.

Las artes marciales no fueron lo único en lo que mi padre sobresalía, también era muy bueno en la política. No sería extraño si la gente quisiera que mi padre fuera el sucesor en lugar de mi tío Heifetz.

Sin embargo, si eso hubiese llegado a suceder, el país estaría dividido en dos facciones, una que apoyaría a mi padre y la otra que respaldaría a mi tío. Si surgiera una lucha por el trono, entonces la fuerza del reino disminuiría y podría darle a nuestro enemigo de mucho tiempo, el reino Aullène, la oportunidad de atacar. Eso entristeció a mi padre y se retiró de la disputa por la sucesión y actuó como si no le importase nada más que las artes marciales.

Esa fue la difícil decisión a la que llegó porque amaba al reino Lakshurusu. Mi padre nunca me vio practicar con la espada, pero eso fue porque estaba preocupado por mí.

Él se preparó y abandonó su posición a pesar de que era más fuerte que el capitán de los caballeros y mejor que nadie en la política.

Yo amaba a mi fuerte padre.

Pensé que era natural que él fuera elegido como el comandante supremo cuando escuché que el reino Lakshurusu había librado una guerra contra el reino Aullène.

Mi padre, el más fuerte, podría ganar fácilmente contra ellos.

Pensé que tendría la oportunidad de obtener otro gran logro

Lo vi guiar al ejército hacia el campo de batalla montado sobre un caballo negro y mi corazón empezó a palpitar mientras pensaba en las historias que él me contaría a su regreso.

No sabía que la desesperación golpearía un mes después.

♦ ♦ ♦

Levanté el dobladillo de mi vestido y corrí hacia la entrada del castillo cuando escuché que el ejército había regresado.

Creí que vería la figura triunfante de mi padre regresar luego de haber ganado la guerra.

Sin embargo, no logré verlo tras llegar a las puertas, en cambio vi las figuras exhaustas de los caballeros y al amado caballo negro de mi padre, pero él no estaba allí.

En su lugar, el animal traía un carruaje sin techo con una gran caja negra encima.

Había una gran multitud a mi lado. Me quedé estupefacta por lo diferente que era la realidad a mi imaginación.

Finalmente entendí lo que el caballo estaba jalando cuando me acerqué… Era un ataúd.

Mi corazón palpitaba por la ominosa premonición que recibí al verlo.

Esa premonición hizo que tocara mi pecho mientras cerraba los ojos. Mientras tanto, el caballo negro, que estaba tirando del ataúd, entró en el castillo y desapareció.

Un mensajero de mi abuelo vino a llamarme cuando me quedé congelada y lo seguí al interior del castillo.

Pensé que iría a la sala del trono, pero el mensajero me guió hasta la capilla dentro del castillo.

Era un lugar que solo se usaba para ocasiones especiales, como la coronación o funerales.

La capilla estaba tranquila con una luz tenue cubriéndola. Solo el ataúd frente al altar estaba iluminado.

El abuelo y el tío Heifetz estaban en frente del ataúd.

Ambos tenían la mirada llena de tristeza.

Los miré, y noté que la tapa del ataúd estaba abierta.

No podía ver dentro, así que me acerqué y miré el ataúd.

—¿Eh…?

Dentro estaba la silenciosa figura de mi padre.

No sabía por qué estaba durmiendo en ese lugar y mi voz se filtró de mis labios.

—Es así como lo ves… Fermeme.

Mi abuelo se dio cuenta de que yo estaba allí por mi voz, levantó la vista y me habló antes de mirar al ataúd una vez más. Su expresión estaba llena de dolor.

¿Es como lo veo? ¿Qué estás diciendo?

Quise preguntar porque no sabía lo que estaba viendo, pero…

—¡Padre, padre!

—Fermeme…

Me acerqué rápidamente al ataúd e intenté despertarlo, pero él no abría los ojos.

El tío Heifetz gritó mi nombre lleno de tristeza.

—¡Padre, por favor despierta!

—¡Fermeme, mira la realidad! —El abuelo me reprendió por llamar repetidamente a mi padre.

Lo sé…, ya no soy una niña. Sé que mi padre está… Pero, ¡no quiero! ¡No quiero admitirlo!

—¡Es mentira!

—No es una mentira. Los hechos están en frente tuyo. Hedwig… está muerto.

¡Mentira! ¡Mentira! ¡Mentira! ¡Que mi padre haya muerto es una mentira! ¿No es extraño? ¡No hay nadie que pueda vencer a mi padre! Entonces, ¿cómo murió?

Traté de gritar, pero perdí toda esperanza y mi conciencia empezó a desvanecerse.

—¡¿Fermeme?!

Me derrumbé sobre el piso de la capilla mientras escuchaba las voces de mi abuelo y mi tío.

♦ ♦ ♦

Cuando desperté, estaba sobre mi cama.

Me desmayé en la capilla y fui traída aquí.

Hubiera estado bien si solo hubiese sido un mal sueño, pero el mayordomo, Lucas, me explicó lo que había pasado una vez más y mi único rayo de esperanza desapareció.

Lucas me contó cómo mi padre había muerto.

Me dijo que el ejército luchó hasta que llegó a la fortaleza más allá de la frontera, que el reino Aullène obtuvo refuerzos, que se enfrentaron en el campo de batalla y que mi padre aceptó una batalla uno a uno.

—Julius Rosenberg… —murmuré ese nombre.

Esa persona fue la que desafió a mi padre a una batalla uno a uno y quien mató a mi padre.

Había escuchado ese nombre antes.

Era una persona excéntrica del reino Aullène que se disfrazó de hombre a pesar de ser una mujer.

Akatsuki
Eh~, la popularidad de Julius está bien extendida.

Era extremadamente descabellado que una mujer saliera al campo de batalla. Padre probablemente pensó lo mismo.

—Su… ¿Su alteza? —preguntó Lucas preocupado, pero yo no estaba en el estado para responder.

—No la perdonaré… no la perdonaré, ¡no la perdonaré! Julius Rosenberg, quien mató a mi padre. Definitivamente no la perdonaré. ¡Ten por seguro que morirás! —Me levanté de la cama y murmuré para mis adentros mientras apretaba las sábanas.

No hay forma de que mi padre pierda ante una mujer en una pelea justa. No sé qué tipo de movimientos utilizó, pero hubo alguna clase de juego sucio involucrado. La mujer que deshonró a mi padre y le quitó la vida… ¡Julius Rosenberg!

—Quiero un asesino de la orden de caballeros, Lucas. La persona que mató a mi padre, Julius Rosenberg, ¡la quiero muerta! —Le di una orden a Lucas, pero él entró en pánico.

—Su alteza. Fuimos derrotados y nos estamos preparando para hacer un tratado de paz con el reino Aullène. Seríamos arruinados si hace algo tan descabellado como eso.

—¡Entonces contrata a alguien que no esté conectado con nosotros! —Le ordené después de chasquear la lengua y Lucas asintió a pesar de sus dudas.

Tras las palabras que derrotaron a Lucas, sentí que mi padre había sido menospreciado, la sangre corrió hasta mi cabeza y quise gritar.

Sin embargo, pude mantener la calma y pensar en otro plan.

—Entiendo.

Había oído de personas en el reino Lakshurusu que se encargaban de ciertas cuestiones sospechosas por dinero. Por supuesto, nunca los había visto antes.

No tenían conexión directa con el reino Lakshurusu, por lo que no podían ser rastreados hasta aquí.

Tenía que esconder esto de mi abuelo y de mi tío.

No tenía dinero que pudiera usar sin que ellos lo supieran, pero si vendo las joyas y adornos que tengo entonces debería ser suficiente para cubrir la tarifa.

—Tan solo mira, Julius Rosenberg. ¡Definitivamente te pagaré por usar métodos sucios para matar a mi padre!

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