El Secreto de la Belleza – Capítulo 3: Prometida

Traducido por Akatsuki

Editado por Sharon

Corregido por Tulskas


—Joven Julius, ha pasado tiempo.

Mientras el mencionado charla con Maxian, una chica se acerca y hace una reverencia, pellizcando ligeramente el dobladillo de su hermoso vestido.

Su nombre es Emilyn Verjus. Ella es la hija del vizconde Verjus y también la prometida de Julius.

Es dos años más joven que su prometido y sigue siendo una chica inocente. Es más adecuado describirla como adorable en lugar de bella. Sus cabellos de color melocotón llegan hasta su espalda y están adornados con una pequeña rosa bordada de color rojo.

Lleva un sencillo vestido violeta sin mangas, muy adecuado para su esbelta figura. El collar de diamantes de color rosa, que coincide con su cabello y adorna su cuello desnudo, es un regalo anterior de su prometido.

Julius inmediatamente sonríe al notar la apariencia de su amada, suavizando su expresión e inclinándose elegantemente. Luego toma su mano y le da un beso gentil.

Ante esta acción, sus mejillas se tornan ligeramente rojas.

—Señorita Emilyn, en efecto, ha pasado tiempo. Soporté los momentos que pasé sin ver su hermoso rostro con una sensación de eterna espera.

—Y-Yo estaré avergonzada si dice esas cosas.

A diferencia de su conversación con su amigo de hace poco, el joven cambia por completo y pronuncia una declaración teatral. Por haber sido entrenado por su madre en su actitud hacia las mujeres, este discurso y conducta es casi una respuesta condicionada.

A propósito, su intención es mostrar un comportamiento caballeroso.

También es un hecho que se siente apropiado cuando Julius dice tales líneas pomposas, pero es asqueroso cuando otras personas lo hacen. Las damas circundantes que escuchaban atentamente también soltaron suspiros apasionados al escucharlo.

Y Emilyn, quien recibió un golpe directo, de alguna manera pudo responder a pesar que sus orejas se tiñeron de rojo.

Sin embargo se puede decir que sólo había alcanzado este nivel debido a su duradera posición como su prometida. Si se hubiera tratado de otra chica, seguramente se habría desmayado de felicidad.

Su apariencia, atmósfera y voz poseían esa habilidad ofensiva.

—Es extraño encontrarnos en esta fiesta de baile. Señorita, ¿quisiera bailar conmigo?

—Sí, será un placer.

La joven sonríe y asiente con la cabeza a su prometido quien la invita mientras presenta su mano izquierda.

Con Julius como escolta, se dirigen hacia el centro y empiezan a bailar.

♦ ♦ ♦

La casa del conde Rosenberg y el vizconde Verjus tenían territorios vecinos y su profunda relación existía desde tiempos antiguos.

Se volvió algo natural unir matrimonios entre las dos familias, pero cuando Emilyn, de catorce años, oyó el anuncio de su compromiso, sintió que era bendecida por el Cielo.

Esto era porque era una ferviente admiradora de Julius.

Ella asintió sin vacilar y la conversación avanzó con tranquilidad. De esta manera, su compromiso se consolidó.

Ante su entusiasmo, el hecho de que la otra persona era una mujer no se convirtió en un obstáculo.

Sí, una mujer.

Sólo la familia de Julius y los empleados que trabajaban antes de que él naciera sabían que realmente era un hombre. El resto de las personas creían que era una mujer disfrazada de hombre.

Por supuesto, su prometida no era una excepción, todavía estaba convencida de que Julius era una mujer. A pesar de eso, aceptó el compromiso.

La prioridad de los nobles era continuar su línea familiar.

En este caso, donde tener un hijo entre dos mujeres era imposible, tal matrimonio no debía ser algo deseado por alguien de su posición.

Que se atreviera a aceptar, indicaba su fervor.

Del mismo modo, no sería extraño pensar que el lado del conde Rosenberg no quisiera ese tipo de matrimonio, pero ella se obsesionó con la noción de que este matrimonio era un camuflaje para “ocultar que su prometido era una mujer”.

Sería difícil seguir falsificando su género si el matrimonio sucedía, pero era una historia diferente si el cónyuge cooperaba. Era la cubierta perfecta.

Julius llevaría una vida casada exteriormente y haría que el hijo de un pariente lejano se convirtiera en su sucesor… Emilyn aceptó el compromiso mientras decidía vivir una vida tan desafortunada.

Estaba satisfecha si podía ayudar a Julius, ya que lo admiraba.

Sin embargo, no era homosexual.

Anhelaba a “Julius” hasta el final. Esto no quería decir que le gustaran las chicas.

—Eres tan experta en el baile como siempre, señorita Emilyn —le susurra a su prometida, quien baila mientras coloca suavemente su mano derecha sobre la mano izquierda extendida de Julius.

—Eso es porque el joven Julius me está guiando —responde con una sonrisa mientras suprime desesperadamente el rubor en su rostro causado por la mano en su cintura.

—Es un honor.

En realidad, su baile era impecable. Los espectadores cercanos también dejaron de bailar antes de que se dieran cuenta, observando con intensidad mientras suspiraban.

—¿Este ritmo está bien, señorita Emilyn?

—Sí, está bien. Le seguiré donde quiera que vaya joven Julius.

Era natural para él ser hábil en el baile ya que fue estrictamente entrenado por su madre, sin embargo ella estaba en el mismo nivel. Esa era la prueba de los grandes esfuerzos que realizó para poder estar junto a quien admira.

La popularidad de Julius entre la gente a su alrededor era alta. Pero, por otro lado, el número de personas que prestaban intensa atención a su prometida no eran de ningún modo pocos.

Había muchas señoritas atraídas por Julius, pero sus sentimientos estaban divididos en dos categorías: quienes albergaban sentimientos románticos serios, y quienes lo admiraban como un ídolo.

En cuanto a la proporción, esta última era abrumadoramente mayor en comparación a la primera. Realísticamente, había varios obstáculos en la búsqueda de una relación romántica con él. La mayoría de la gente entendía eso.

Las personas que lo admiraban se podían dividir en aquellos que soñaban estar a su lado y aquellos que lo apreciaban a distancia.

Las señoritas que veían a Emilyn con hostilidad eran aquellas que albergaban sentimientos románticos serios por Julius y querían estar a su lado. Era ampliamente conocido que este se preocupaba profundamente por su prometida, por lo que se podría decir que estas chicas nunca la dañarían directamente. Si hicieran algo así, seguramente serían odiadas por él.

Pero si Emilyn mostrara una apariencia fea, ellas tomarían la oportunidad para hacer un escándalo diciendo que no era adecuada para ser su prometida.

Debido a que ella también lo entendía, se esforzó por comportarse como una dama perfecta, digna de estar a su lado. Se esforzaba con entusiasmo en todos los campos, sin dejar una apertura para un ataque.

Sin embargo, no todas las personas que los rodeaban eran el enemigo de Emilyn.

La familia de Julius y sus amigos cercanos la aprobaban como novia. También había un montón de jóvenes damas que lo adoraban, y que en este momento observaban con cariño sus figuras.

Por encima de todo, Julius mismo estaba realmente enamorado de Emilyn.

—¿Cuánto tiempo podré bailar alegremente de esta forma con usted? Si mi deseo puede ser concedido, quiero que dure para siempre.

—Yo también. Si es posible, quiero permanecer así durante la eternidad. Aunque no pueda estar a tu lado en el futuro, por favor, déjame quedarme a tu lado por ahora.

Por todo eso, mientras ella piense que su prometido es mujer, esos sentimientos nunca serán transmitidos.

No importaba cuántas veces él transmita sus sentimientos, ella no los tomará en serio, ya que cree que el compromiso es sólo un camuflaje.

—Por favor, no digas algo tan terrible. Mi corazón se romperá si no estás a mi lado.

—Decirme eso es innecesario, joven Julius, ya que no es posible.

—Entonces siempre podemos estar juntos, ¿verdad? Ya que el momento en que ya no te necesite nunca vendrá.

—¡Oh, qué feliz seré si esas palabras fueran verdad!

Contrariamente a su conversación que no estaba en sintonía, sus pasos estaban en perfecta armonía.

En el centro de los espectadores que dejaron de bailar, sólo los dos bailaban con gracia. Esa imagen hacía que parecieran los protagonistas del baile.

Era mortificante, pero incluso las señoritas que no podían soportarla, no podían dejar de reconocer eso.

—Entonces trataré de hacerte creer que estoy diciendo la verdad.

—Sí, por favor, hazme creer en ti.

Mientras recibían una mirada de alabanza de su entorno, los jóvenes amantes continuaron bailando.

A pesar de que estaban enamorados, sus corazones todavía tenían que conectarse verdaderamente…

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