Esta Villana quiere mantener al Jefe Final – Tomo I – Capítulo 2

Traducido por Kavaalin

Editado por Yusuke


Recobré las memorias de mi vida pasada debido a la conmoción que recibí al ser abandonada por mi prometido.

Si fuera a decir eso sus sobreprotectores hermanos llamarían inmediatamente a un doctor o su madre pensaría que su entrenamiento hasta ahora había sido insuficiente y por lo tanto se volvería muchísimo más estricta con ella.

Es por eso que, posteriormente a que regresara a casa miserablemente después de que fuera abandonada por su prometido, Aileen decidió analizar su situación actual. La noche pasada había tenido suerte de que, después de decirle a su familia que no tenía ánimos para cenar, estos pensaran que todavía se encontraba conmocionada por la anulación de su acuerdo matrimonial y se abstuvieran de preguntar sobre sus planes para el futuro.

Gracias a eso fue capaz de escabullirse de la mansión sin tener que preocuparse por que la descubrieran. Normalmente sería extremadamente difícil hacerlo debido a los excelentes empleados que servían a la casa ducal D’Autriche. Pero las palabras quisiera pasar un rato a solas nunca habían sido tan útiles.

En primer lugar, sería mucho más escandaloso si se enteraban de que se dirigía al castillo del rey demonio.

Aunque mis hermanos me adoran, dudo que dejaran pasar algo como esto. Sobre todo ese padre mío…

Aileen Lauren D’Autriche.

Ese era su nombre actual. Hija única de la familia ducal D’Autriche, una de las más nobles familias aristócratas del reino de Elmeier, cuyo linaje se encontraba relacionado por sangre con el de la familia real. Su padre era el primer ministro y su madre la sobrina de la emperatriz viuda, una renombrada duquesa en los círculos sociales y militares. Además de sus padres, también tenía tres hermanos mayores.

Siendo la menor de cuatro hermanos y la única mujer, Aileen había crecido siendo mimada por su familia. Especialmente por sus prestigiosos hermanos. No obstante, Aileen sabía. Estos la mimaban no porque fuera la única mujer, sino porque nunca la verían como una rival.

Aileen se sentía como una marginada. No importaba cuánto se esforzara, nunca podría superar a sus inteligentes hermanos que sobresalían en cualquier materia que aprendieran. Su madre la había reprendido varias veces, diciéndole que las mujeres luchaban en un campo de batalla diferente al de los hombres.

Aileen entendió las palabras de su madre cuando tenía ocho años, en el momento que el príncipe Cedric Jeanne Elmeier se arrodilló ante ella y pidió su mano en matrimonio.

Se había sentido como si estuviera flotando. Si un príncipe tan encantador como él la necesitaba a su lado, era posible que su vida sí tuviera algún valor.

Si se casaba con él, eventualmente se convertiría en la reina. Su padre le había dicho que necesitaba convertirse en alguien digna de ese título. Esa era la primera vez que la familia de Aileen posaba sus expectativas en ella.

Modales, danza, estudios que iban desde economía hasta política internacional, fueron grabados a hierro en su ser sólo con el fin de serle de ayuda a Cedric. Incluso se había instruido en esgrima con el fin de no ser una carga para él en el caso de que se encontraran bajo ataque.

Si demostraba ser capaz, Cedric buscaría su ayuda y sería elogiada por los demás. Como eso la hacía feliz, siempre intentaba ser mejor, mucho mejor.

Sin embargo, antes de que se diera cuenta se había convertido en la arrogante dama que usaba su posición como la prometida del príncipe heredero para comportarse como si fuera la dueña del mundo entero.

Para empezar, Aileen ya poseía un fuerte espíritu competitivo por su deseo de sobrepasar a sus hermanos mayores. Nunca dudaba en expresar su opinión, pero sus palabras eran generalmente malentendidas. Quizás no había sido bueno que sólo se preocupara por lo que pensaba Cedric y descuidara a la gente a su alrededor.

Sin saberlo se había convertido en la persona más odiada de la academia y quien ella creía que la comprendía, terminó anulando su compromiso.

Tal vez si hubiese desempeñado el papel de una doncella en apuros, las cosas hubiesen sido diferentes.

La actual Aileen pensaba de esa manera. Ya que ahora que había recobrado sus memorias del juego, sabía lo que debería haber hecho.

A decir verdad, no me importa mucho lo que los demás piensen de mí… Tampoco es como si pudiera arreglarlo ahora. Sin importar que recobrara los recuerdos de mi vida pasada.

Para empezar, sólo podía recordar su vida como fragmentos a través de sus sueños.

Vivía en un lugar llamado Japón donde la ciencia y la civilización se encontraban muchísimo más avanzadas. Sin embargo, debido a su enfermedad vivía postrada en cama. No poseía muchas memorias debido a su corta vida, pero podía recordar con certeza el anhelante deseo de querer disfrutar su juventud y, de ser posible, experimentar un romance como el de los juegos Otomes.

Entre los juegos otomes que había jugado se encontraba uno llamado los símbolos del bien, el mal y la doncella elegida. Este se desarrollaba en un reino de estilo europeo con el nombre de Elmeier donde se contaba la leyenda de la doncella de la espada santa… Ese era el reinó donde residía actualmente Aileen.

En el juego, Aileen era la prometida del príncipe Cedric, un personaje principal bastante difícil de enamorar. Aileen era la típica antagonista que usaba su posición social para obstruir el camino hacia el amor de la heroína. Comenzaba a acosar a Lilia después de que ésta ingresara a la academia debido a su ascenso en la nobleza. A medida que progresaba la ruta de Cedric, este se desencantaría cada vez más de su prometida y terminaría anulando su compromiso.

La historia le causaba risa mientras jugaba, pero ahora que la estaba experimentando en carne propia, lo último en lo que pensaba era en reír.

Y lo peor de todo era que Aileen moriría sin importar que final obtuvieras.

En la ruta común del juego se descubriría que la heroína, Lilia, era en realidad la reencarnación de la doncella de la espada santa y eventualmente sería conocida como la santa de la salvación; sin embargo, antes de que eso pasara, la doncella de la espada santa debería derrotar a un último enemigo, al rey demonio despertado.

Dicho rey demonio era el mismo al que Aileen le había propuesto matrimonio.

Claude Jeanne Elmeier. Si la información que había obtenido del juego era correcta, ahora debería tener unos veinticuatro años, haciéndolo siete años mayor que Aileen. Era el medio hermano mayor de Cedric por parte de padre y el anterior príncipe heredero del reino de Elmeier.

De acuerdo con la leyenda dejada por la anterior doncella de la espada santa, él sería la reencarnación del rey demonio por haber nacido con ojos rojos y poseer una magia tan descomunal que ningún ser humano sería capaz de manejarla. Se decía que si alguien se atrevía a tocarle los cojones, una horda de monstruos saldría de quien sabe dónde para aniquilar a su enemigo. Los monstruos parecían amarlo por sobre todas las cosas e incluso estarían dispuestos a sacrificar sus vidas por su bien. ¿Si no se trataba del rey demonio quién más sería?

El pequeño Claude había experimentado varios intentos de asesinato, no obstante, los monstruos se asegurarían de protegerlo cada vez. Los humanos no escatimarían en esfuerzos para evitar que Claude sucediera el trono, finalmente logrando su objetivo y forzándolo a vivir exiliado en un castillo abandonado a cambio de dejarlo en paz.

Claude despertaba como el rey demonio en la mayoría de las rutas, enfrentándose a la heroína y sus prospectos amorosos. En el final malo destruía el reino entero, en el final bueno era aniquilado por la espada santa que emergía del cuerpo de Lilia. Y, en medio de todo ese caos, Aileen siempre moriría.

Ya fuera aplastada por el rey demonio transformado, calcinada por una de sus bocanadas de fuego o incluso usada como un sacrificio humano en una ceremonia para resucitar al rey demonio. Sus muertes eran tan terribles que algunas incluso se mencionaban sólo como una pequeña nota al pie de página. Aileen había sido un personaje importante hasta el evento de la anulación de su compromiso, sin embargo, era evidente que después de eso el entusiasmo por su personaje del equipo creativo del juego había disminuido significativamente.

Bueno, tampoco era como si los jugadores fuéramos a quejarnos porque la mataran de formas tan lamentables.

No cuando la persona asesinada era ella. Incluso si sentías lastima por Aileen, su final había sido fruto de su corrompida personalidad.

Además de que, a fin de cuentas, Aileen sólo era la grotesca antagonista de un juego.

Mientras pensaba en todo eso, su mente lentamente comenzó a aclararse. Se debía a que había escuchado unas voces.

—Entonces, ¿por qué el rey demonio está cuidando de una muchacha humana?

—No es como si pudiera dejarla a su suerte dada la situación.

—Escuchar eso me hace sentir aliviado. Como príncipe heredero nunca debería olvidar ser caballeroso con las damas.

Las voces pertenecían a tres hombres.

Es verdad, el rey demonio tenía dos asistentes, uno era humano y el otro un monstruo. Y ambos eran sumamente atractivos…

Aún en su estado de seminconsciencia, Aileen cotejaba la información obtenida del juego con la realidad.

—¿Cuál príncipe heredero? Él es el rey demonio y como tal no debería tener que lidiar con meros humanos.

—Es el primer príncipe del reino de Elmeier. No pienso darme por vencido. ¡Me aseguraré de que algún día se case con una modesta dama aristócrata y que juntos construyan una amorosa familia!

—Keith… ¿Cuántas veces me harás repetirte que eso no me interesa?

Así es, Keith era el asistente humano del rey demonio. También era su amigo de la infancia, un joven hombre de ondulado cabello marrón y expresión gentil. Cuando era pequeño hubo una ocasión en la que el rey demonio salvó su vida y, por esa razón, decidió seguirlo incluso después de ser exiliado por los humanos.

—Esta dama le propuso matrimonio al príncipe Claude, ¿verdad? Puede que los rumores no la favorezcan, pero viendo que eligió cortejar al amo, mínimo podemos fiarnos de su buen gusto en los hombres.

—Eso es verdad. Si el rey demonio desea tener a una mujer humana, antes deberíamos hacer algunos arreglos.

—No necesitan hacer nada, Beelzebub.

Beelzebub era el asistente monstruo. De largo cabello liso y buena apariencia, su descripción encajaba más con la de un demonio que con la de un mero monstruo. Él era el leal sirviente de Claude, el rey demonio, dispuesto a acatar todas y cada una de sus órdenes.

—Está bien, príncipe Claude. Incluso con la mala reputación que la precede, una vez que se mude al castillo, me aseguraré de educarla para que se convierta en la novia perfecta para usted.

—Te estoy diciendo que no hay necesidad de que hagas eso, Keith.

—¿Entonces el rey se quedará con esta mujer humana?

—¿Por qué ambos insisten tanto en que me empareje con ella?

—Porque el rey no está enojado. Los rayos anteriores fueron porque estaba sorprendido.

Se escuchó un carraspeo después de la afirmación de Beelzebub. Seguido por las palabras de Keith.

—Eso es cierto. Cuando el príncipe Claude se enoja, ocurren catástrofes como terremotos o erupciones volcánicas. Y cuando enloquece por la ira se transforma en un dragón… Pero recemos porque eso no suceda.

¿Así que ese rayo significaba que había quedado estupefacto en vez de estar enojado? Pensaba que había tratado de matarme.

Habiendo recobrado la paz mental, Aileen abrió los ojos lentamente.

Siendo sincera, la vista ante mí es mucho mejor que los CGs del juego.

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