La hija de la Casa Albert – Capítulo 12

Traducido por Nina

Editado por Chizuro

Corregido por Maru


Cuando Addie vuelva, ¿podré hablarle?

Dejando las cosas sin resolver, Mary se apresuró hacia el salón de clase.

Patrick y Alice ya estaban dentro. Al verla, él se disculpó con una risa incómoda.

—Siento molestarte.

Alice, que estaba a su lado mostrando un rostro desanimado, parecía a punto de llorar… No, sus ojos estaban rojos, así que debía de estar llorando hasta hacía un momento.

Se alarmó cuando se dio cuenta de la presencia de Mary, sus hombros casi automáticamente se tensaron.

Percatándose de esto, Patrick afectuoso y gentil apretó ligeramente su pequeño hombro.

—Mary, debes de haber adivinado la razón por la que te he llamado.

—Sí, voy a ser dejada por ti.

Mary sonrió ladina.

Confrontado con tal intrépido gesto, Patrick sonrió irónico; solo el rostro de Alice se volvía más amargo siendo testigo de su intercambio.

Entonces, alzó el tono de voz para intervenir.

—¡Por favor esperad! Señorita Mary, y-yo… ¡Tu compromiso!

—Alice, lo he dicho antes, ¿cierto?

—Pero Patrick, después de todo yo… Deseo que tenga un feliz matrimonio que sea aceptado por todos.

Observando la figura en llanto de Alice, Mary recordó el anterior discurso de Addie.

Por cómo procedía el intercambio, aparentemente ella deseaba resignarse.

De hecho, Alice alegaba que Mary era una compañera apropiada. Considerando su estatus social, los impactos y sus alrededores, era una evaluación correcta. Eran una pareja para matrimonio político perfecta.

Por supuesto, se decidió sin el consentimiento de las personas implicadas. Aun así esto era lo que un matrimonio convencional implicaba.

De esta manera, Alice suplicó por un tiempo. Escuchando sus palabras sofocadas por las lágrimas, Patrick intentó con todas sus fuerzas detenerla pero fue en vano. Mary suspiró.

—Tú, plebeya, ¿estás intentando ofrecerme un hombre? —le dijo.

—¿Mary?

—¿Señorita Mary?

Ante la desconcertante actitud de Mary, Patrick y Alice se quedaron boquiabiertos.

Sin ser afectada por estas dos reacciones, continuó riéndose con atrevimiento.

—¿Estás diciéndome que yo, Mary Albert, sería feliz de recibir un desecho de hombre de una palurda como tú?

Su sonora risa era indudablemente la de una villana.

Sin embargo, no había ningún signo de haber sido ofendida en lo más mínimo en su comportamiento, y mucho menos hacía un escándalo por sus ridiculeces.

Naturalmente, las palabras de Mary no tenían malas intenciones. Hablando con honestidad, era su usual forma difícil de comunicarse. A su manera, ella estaba aceptando su relación.

—Mary, todos estos problemas son mi culpa. No me importa si usas el rompimiento como una excusa para beneficiarte.

—Oh, gracias por tu preocupación.

—Señorita Mary… Yo, no tengo intenciones de ser una carga para ti. Realmente pienso que os complementais bien. Así que…

—Por favor, no quiero a un hombre que se enamoró de una chica de campo.

Interrumpiéndola, Mary alineó su mirada con la de Patrick.

Los ojos de él mostraban determinación, su mano todavía sobre el hombro de Alice. Aceptando su mirada, como si le respondiera, se mantuvo inquebrantable.

—Hasta ahora he cumplido con el capricho de mi padre de ser un sucesor modelo para la Casa Dice. Ahora es distinto, me he convertido en el hombre que Alice deseaba. Viviré junto a Alice.

Mary asintió satisfecha ante su juramento.

Patrick se había mostrado como el perfecto caballero aristócrata. Sus padres lo educaron así, y él reaccionó como corresponde. Y ahora estaba decidido a tirarlo todo por la borda para estar junto a Alice.

He dejado ir a un hombre tan bueno… 

Una observación irónica flotaba en lo más profundo de su mente. Mary se carcajeó frívolamente.

—Bueno, ¿cómo planeas explicarle esto a tus padres? Después de haber criado meticulosamente a un hijo ideal, acabaste escogiendo a una plebeya. No me sorprendería si se desmayan.

—No tengo otra opción más que convencerlos. Si aun así no pueden aceptarlo, felizmente me desharé de la Casa Dice.

—¡No hay manera, Patrick!

Él cogió el brazo tembloroso de Alice.

Sus acciones le recordaban a Mary los anteriores desacuerdos de Addie.

Para él desechar su linaje.

Incluso si fuera a hacerse realidad, las aptitudes y los talentos de Patrick no se perderían en vano.

Era obvio. Su rango no era algo que le otorgaron sus padres; era algo que consiguió a través de sus esfuerzos y trabajo duro. Seguro, el nombre de su familia era algo que daba por hecho.

Sin embargo, incluso si fuera a ser reducido a un mero plebeyo, rápidamente escalaría de nuevo hasta la cima. Era un hombre ingenioso; más bien sería capaz de elevar a su familia para ser nobleza de primer rango en una sola generación.

Desde la perspectiva de Alice, no solo lo estaba privando del nombre de su familia, sino que incluso de su conexión con sus parientes por sangre.

Lo que ella le ofrecía a cambio era una simple vida de plebeyo. Era completamente opuesto a lo que la aristocracia tenía, inconvenientes y ordinarios días.

Quizás, él conseguiría mejorar su posición; sin embargo, sería una tarea sin sentido que podría evitar desde el principio.

Los sacrificios por amor pueden sonar maravillosos, pero el coste es demasiado elevado.

Asustada de tal posibilidad, con los ojos brillantes, Alice tiró frenéticamente del brazo de Patrick.

—Por favor, no —solicitó una y otra vez.

Observando a Alice, Mary frunció el ceño. Si no hubiera oído la charla de Addie, ¿habría sido capaz de comprender los sentimientos de la joven?

Bueno, como los entendía ahora… La comisura de sus labios se alzó.

Conocía las circunstancias de ambos. La determinación de él para vivir con Alice, el miedo de ella de robarle todo lo que tiene, podía simpatizar con ambos.

Como se compadecía de ellos, iba a escuchar ambas opiniones… Como si fuera a hacerlo, no iba a andarse por las ramas; era Mary Albert.

—Puesto que estás desesperada por negarte, ¿no me digas que andas tras su fortuna? —se burló Mary sarcástica.

¿Así que estás mostrando tus verdaderas intenciones?

Escuchando su pregunta, Alice inspiró profundamente y con un rostro indescifrable fulminó a Mary.

—¡¿Qué sin sentido es ese?! Amo a Patrick por su persona. ¡Incluso si perdiera su estatus social, mis sentimientos no cambiarían! —declaró por primera vez con una fuerza sin precedentes, sofocada por las lágrimas, al escucharla.

Siendo fulminada por su mirada, Mary dejó escapar un suspiro.

—Entonces, no debería haber ningún problema, ¿cierto? ¿O son tus palabras solo una actuación?

—Ah, señorita Mary… Yo…

Sollozando, y con ojos llorosos, se miraron.

Pero en respuesta a eso, Mary anunció que se sentía enferma y cansada, y así logró aligerar la tensión del ambiente.

Palabras de gratitud eran algo inadecuado para dirigir a una villana. No tenía como pasatiempo ser la víctima, aun así, ser agradecida era algo completamente vergonzoso para ella, y no le gustaba.

—Tengo cero intenciones de felicitarlos. Sin embargo, podéis contar conmigo para convencer a mi padre.

—De alguna manera u otra eso lo es, Mary. Gracias.

Aceptando la voz aliviada de Patrick, finalmente sintió que no podía soportarlo más y quería alejarse de ellos.

Frente a ella había una chica temblorosa agradeciéndole con un semblante exultante. Incluso si no fuera una villana, era una ocurrencia sorprendente.

Y así, Mary apresuradamente se alejó y abrió la puerta del salón. Addie estaba apoyado en la pared con los ojos bien abiertos.

—Espiar es algo malo, ya sabes.

—En esa situación era imposible para mí entrar, ¿cierto?

—Bueno, es cierto. Entonces, ¿has comprado mi bebida?

—¿Eh? ¿De qué está hablando? —Evitando la pregunta, Addie al parecer recordó su conversación de hacía unos momentos atrás y rápidamente articuló una respuesta—. B-Bueno, verá, ¡la cafetería! La cafetería aún está abierta, ¡así que pensé que antes de comprarle una bebida era mejor si usted tomaba un té cuando su conversación terminase!

—Es simplemente increíble, pero me tragaré tu mentira.

—He preparado té negro y pasteles. Después de todo, ¡hoy es un día de celebración!

—¿Celebración? Si te estás refiriendo al compromiso de Patrick y Alice, ¿no es demasiado pronto?

—No, hoy es la celebración de usted siendo rechazada, señorita.

—Si lo deseas, no me importaría celebrar tu despido.

En respuesta a su habitual insolencia inadecuada para un sirviente, más aún hacia una dama quien acababa de ser dejada, Mary lo fulminó con la mirada.

Sin embargo, se sentía más decepcionada conforme el rostro de Addie florecía con más extravagancia.

Este asistente, está extremadamente feliz de que el compromiso de su ama se haya cancelado.

Sin pronunciar ninguna queja sobre Addie, Mary suspiró. Entonces, escuchando voces felices de un chico y una chica y volvió a suspirar.

Por cierto, cuando le explicó a su padre sobre la anulación del compromiso, las primeras palabras del hombre fueron:

—Ah, como esperaba. —Además, añadió—: Supuse que él renunciaría.

Recibiendo esas palabras, incluso Mary quería llorar.

4 respuestas a “La hija de la Casa Albert – Capítulo 12”

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