La hija de la Casa Albert – Capítulo 9

Traducido por Nina

Editado por Chizuro

Corregido por Maru


Patrick Dice era un hombre excepcional.

Un cuerpo flexible y moderadamente entrenado con largas extremidades, hermoso cabello índigo y ojos del mismo color; él era la encarnación perfecta del ideal de las mujeres. Brillante tanto en el ámbito académico como en los deportes y proveniente de una prestigiosa Casa, era impecable. Es comprensible que se ganará el sobrenombre de “príncipe”.

Su popularidad no se limitaba al recinto escolar; sin importar su estatus social, siempre y cuando fuera mujer al menos fantasearía con una historia de amor con él.

Mary también pensaba que el comportamiento de Patrick era bueno en aquel entonces. Naturalmente, lo veía como un “príncipe salido de un cuento de hadas”.

Pero de alguna manera, quien estaba destinada a permanecer junto a Patrick dentro de la historia no era Mary. No importa lo entusiasmada que ella se mostraba leyendo los maravillosos cuentos de hadas, incluso si era un príncipe que adoraba tanto, en su imaginación no era ella quien se encontraba al lado de Patrick sino alguien más.

A pesar de haber crecido, eso no había cambiado. Observando a todas las chicas de su edad enamorándose de él, ella se acercaba imperturbable.

Incluso ahora, mientra bailaba con el Patrick a quien todo el mundo adoraba, sus latidos eran tranquilos.

Obviamente no le odiaba, solo se limitaba a seguir con calma sus movimientos.

 —¿Tengo un tornillo suelto?

—¿Qué está mal? Has estado extraña desde hace un rato.

—No, no es nada… Tú también has estado mirando en otra dirección por un tiempo. A pesar de que yo soy tu pareja, me pregunto a quién estás buscando.

—E-Eso… No tiene relación contigo.

—Entonces, estamos en paz.

Dos sonrisas se solaparon. Mary miró hacia arriba a Patrick.

Ante ella estaba un príncipe refrescante que todo el mundo idolatraba. Admitía que tenían algo de razón, pero no había ningún indicio de que su ritmo cardíaco se acelerara. Incluso cuando él miraba a otra parte, no había celos u otros sentimientos que emergieran.

Me pregunto por qué… 

Mientras Mary suspiraba, la melodía que había estado sonando hasta ese momento se detuvo.

Una canción había terminado.

Consecuentemente, Patrick inclinó la cabeza y, levantando un poco el borde de su falda, Mary hizo una leve reverencia en honor a su baile sin emociones.

Tras eso se apresuró a desaparecer de la vista del joven Dice. La razón era, por supuesto, las miradas vehementes de sus próximas parejas de baile.

Mientras Mary era alegremente insensible a sus codiciosos ojos, si tomaba en cuenta su seguridad, “escapar” era una sabia elección. Si ella fuera a solicitar un segundo baile, esas llamas de envidia la habrían quemado viva.

Así, apresuró sus pasos para salir del salón. Addie, quien entendió la situación, estaba esperando con una sonrisa mordaz.

—Como se esperaba, fue excelente.

—¿El baile? ¿O mi huida?

—Ambos.

Addie reprimió su carcajada; Mary devolvió la sonrisa y enderezó su espalda.

—Entonces, ¿debería saludar a nuestros invitados?

—Por favor, sea cuidadosa.

—Deberías ir a donde esa niña se encuentra. Debe de estar ansiosa sin tener a nadie a quien conozca cerca.

—Por supuesto, escucho y obedezco.

Siendo plenamente consciente de los ojos que los rodeaban, Addie inclinó su cabeza como un sirviente decente. La risilla de Mary se desvaneció y fue a la multitud.

Así, estuvo entretenida saludando a los invitados por un rato.

Como una señorita de la Casa Albert, tenía que saludar toneladas de personas, y no podía rechazar ninguna invitación a bailar.

Especialmente hoy que era la celebración de su padre. Para la gente que había venido entusiasmada, como la hija de la Casa Albert, decepcionarlos era imperdonable.

Ese es el por qué ella había ido de aquí para allá sin distinción. Era el tipo de persona que sujetaba con fuerza el gato que empezaba a meditar en escapar cuando descansaba entre sus brazos.

—Señorita… Mary, así que se encuentra aquí.

—Addie, ¿qué ocurre?

Entre el enjambre de personas, el rostro de Addie sobresalió.

¿Cuál es el problema…?, pensó ella cuando volvió a intervenir.

—Por favor venga aquí —cogió su brazo y empezó a caminar.

Privada de cualquier explicación, siguió a su asistente fuera de la mansión, hasta que llegaron al jardín.

Iluminadas por una luz tenue se encontraban dos siluetas humanas; el viento traía algunos rastros de música del salón principal.

En el centro del jardín, bañados por la luz de la luna, Patrick y Alice estaban danzando.

Era como si el mundo les perteneciera a ellos dos. Golpeada por un recuerdo familiar, Mary estaba aturdida.

—Viendo a la señorita y al joven Patrick bailar, Alice quería experimentarlo también. Pero no era mi posición el enseñarle, y entonces el señorito Patrick lo escuchó.

—Y, ¿por qué yo?

—Ahora que ha llegado a esto, la señorita podría guiarla para que así ella se vuelva mejor, o esa era mi idea.

Escuchando la explicación de Addie, la pareja se percató de ellos y detuvieron sus pies.

Alice alzó una mano para llamarlos.

La sonriente chica, con mechones dorados que brillaban bajo la luz de la luna, era hermosa. A pesar de que su verdadera identidad no fuera otra que una campesina, lucía como una princesa salida de un cuento de hadas.

Sin embargo Mary, quien no podía aceptar esto con honestidad, pronunció sus primeras palabras con voz enfadada.

—¡Arregla tu desastrosa postura!

—¡Sí! —contestó Alice, que se apresuró a enderezar su espalda.

—¡Quien tiene su orgullo gana como dama por defecto! ¡Arregla tu postura y saca pecho, para la próxima fiesta tu vestido A-line lucirá magnífico!

—¡Sí! —respondió de nuevo Alice al ser aconsejada por Mary.

Los dos hombres que estaban familiarizados con estas reglas para los bailes de sociedad mostraban una sonrisa irónica en su rostro.

Y entonces Alice, más orgullosa que antes, junto con Patrick, empezó a mover sus pies otra vez en sincronía con la música. Mary suspiró satisfecha.

Ante ella había una pareja bailando bajo la luz de la luna. Patrick, que portaba el atuendo apropiado para la nobleza, y la encantadoramente vestida Alice. A pesar de que uno de ellos era todavía un principiante con movimientos forzados, con las enseñanzas de Mary había mejorado mucho.

Siendo testigo de la escena de ensueño, Mary frunció el ceño en reflexión.

He visto esta “escena” antes. No, decir que “he visto esta ilustración” sería más adecuado.

Sí, lo que Mary estaba observando, los dos bailando, era el evento secreto de “Escuela de Amor”.

Por supuesto, Mary y Addie no aparecían en él.

No había ninguna historia específica sobre ello pero sin lugar a dudas, esta situación corresponde con ese evento. Eso significa…  

Los pensamientos de Mary daban vueltas.

En “Escuela de Amor”, los acontecimientos del baile de esta noche eventualmente ocurrirían según la trama. Se podría decir que es el llamado evento forzado.

Sin embargo hay cierta condición para que ocurra y si no se cumple todo acabará con una simple conversación. Una condición absoluta… Esa es, en el momento del evento específico, el jugador debe haber entrado en la ruta del personaje.

En el caso de Patrick, no importa qué tan alto esté su medidor de afecto, si el jugador no entró en su ruta, él se limitaría a felicitar su vestido y terminaría allí. Por otro lado, el hecho de que estuviera bailando con ella era una prueba sólida de que Alice había entrado en la ruta de Patrick.

El rostro de Addie, quien estaba parado a su lado mientras recibía tal explicación, se iluminó y respondió:

—¡Ya veo!

Ante tal respuesta respuesta absurda y emocionada, Mary espontáneamente abrió sus ojos.

—¿Por qué estás tan entusiasmado, qué pasó? [1]

—Bueno, ¡el señorito Patrick es un brillante caballero, así que Alice, una chica que lo apoya con todo su corazón, es la pareja ideal para él!

—E-Es así… Bueno, ellos ciertamente hacen buena pareja.

—¿Cierto? En serio, ¡qué pareja más perfecta! De igual manera, ¡para el señorito Patrick nadie más que Alice se refleja en sus ojos!

Mary fue forzada a asentir en acuerdo, siendo abrumada por la excesiva confianza de Addie.

De hecho, ¿por qué su asistente le contaba sobre la historia de amor de otros? Era impensable.

Sin embargo, hablando con franqueza, Mary sí pensaba que se complementan el uno al otro. Patrick era un noble respetado, y además, un hombre abierto a opiniones.

Ciertamente, estando sumergido en las estrictas normas y uniones de la nobleza, y aun así, permanecer al lado de la rústica Alice seguro que lo cambiaría.

No estaba claro si el cambio traería cosas buenas para la Casa Dice o no, sin embargo, Alice como la princesa podía asegurar una ventaja.

—Sí, no hay dudas de que esos dos son el soporte del otro. Si las cosas procedieran bien, estoy segura que sus destinos se entrelazarían. Pero… —murmuró Mary, y se levantó lentamente.

—¿Pero, qué? —preguntó Addie mirándola, siguiendo su augurio melancólico.

Alice y Patrick estaban atraídos el uno por el otro.

Viendo sus figuras bailar bajo la luz de la luna demostraba que no era una conclusión poco realista.

Ese es el por qué, Mary se mantenía reflexionando. Si este mundo continuaba en la dirección del juego Otome…

—Antes de eso, Patrick y yo nos vamos a comprometer.

Esas palabras susurradas por Mary fueron llevadas por el viento y ahogadas por el clímax de la música.


[1] ¿Nadie más piensa que Addie está aliviado de no tener que competir con Patrick para conquistar a Mary? ¿No? Pues seguiré disfrutando con mis paranoicas fantasías >.<

5 respuestas a “La hija de la Casa Albert – Capítulo 9”

  1. Jijiji finalmente… lo sabía Addie esta enamorado de Mary
    Nina comparto opinión pero igualmente quiero que todos se enamoren de Mary

  2. Desde que Eddie aparto la mirada de Mary por cambiar el vestido de fiesta que solo puedo ver que Eddie quiere a Mary, antes igual habían señales pero no tan notorias

Responder a MonrreTastic Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido