La Malvada Reina – Capítulo 1: Batalla (2)

Traducido por Tomoe

Editado por Susibet


Ella no sintió miedo de que podría ser fácilmente pisoteada por las patas de la bestia y le dio unas palmaditas. Incluso así, Alware era más grande de lo que había pensado y estaba un tanto sorprendida como ansiosa.

¿Puedo cabalgar este monstruo con mi cuerpo herido?

No obstante, no tenía tiempo para dudar. Mari alzó la vista hacia la correa y pensó en cómo se subiría. Cuando concluyó que era imposible para ella hacerlo sola, el hombre de cabello negro, un caballero quien estaba cabalgando sobre una bestia, apartó a la multitud de hombres a un lado y se acercó a ella.

El Caballero miró enormemente entretenido a la mujer, quien estaba evidentemente frunciendo el ceño, y extendió su mano.

— ¿¡Qué le estás haciendo a Su Majestad!? ¡Qué irrespetuoso!

Las personas que gritaron fueron los hombres que fueron apartados a un lado.

Un fuerte sentido de desagrado se incrementó en Marí cuando vio la mano del Caballero en frente de ella. De alguna manera, entendió que ella, la Reina, odiaba a este hombre.

Incluso si ella lo miraba con furia, con ese tipo de emoción el hombre no retiró su mano.

Él fue el único que se dio cuenta de lo que Mari estaba pensando.

Aun así, no quería usar la mano de un hombre que ella odiaba, pero ahora no era el tiempo para ser terca. Ella renuentemente – – –, realmente a regañadientes tomó su mano.

Luego el hombre le dijo que alzara sus piernas sobre la correa de la bestia y la levantó fácilmente. Él levantó a Mari encima de Alware, su agarre era poderoso y de alguna manera áspero.

Cuando sintió que estaba por gritar, apretó los dientes desesperadamente y de alguna manera consiguió aferrarse a la montura de Alware.

El hombre se estaba riendo y Mari se tragó las palabras que amenazaban con salir de su boca.

Si él es así, por supuesto que será odiado por la Reina.

Ella no debería preocuparse por un hombre así. Reajusto su actitud y se sentó en la bestia.

Desde encima de Alware, Mari pudo ver un paisaje urbano mucho más lejos del ejército y desde más allá, podía ver las cadenas de montañas borrosas. El cielo estaba despejado y el sol estaba caliente.

Firmemente sostuvo sus manos sobre su cabeza y se preparó para la derrota o la victoria.

— ¡¡Vamos!! ¡Alware!

Ordenó brevemente. Después, los rugidos de las bestias de los caballeros resonaron.

Las bestias de los caballeros al instante se callaron ante la voz de su líder, Alware. Después todos alzaron sus voces y se inclinaron ante Alware.

El ajetreo y bullicio de la batalla se apaciguo y el silencio se extendió en su ejército y el del enemigo.

Todos miraron a Mari con sorpresa.

Mari no perdió la oportunidad y alzó su cabeza en alto. Luego ella habló.

— ¡¿A quién vencieron?!

Su fría voz resonó a través del campo de batalla. Mari estaba aliviada de que hablara con una voz más grande de lo que había pensado.

— ¡¡Paren con sus mentiras!! ¡¡Los únicos que serán vencidos son mis enemigos!!

Todos estaban sin palabras ante la voz de Mari y su vivida apariencia.

Ella era hermosa.

El barro y la sangre se encontraban pegados en su pálida cara, pero también la destacaban. Sus grandes ojos negros mostraban una brillante determinación, como si dominara a los otros. Su cabello hasta la cintura, que había sido atado estaba balanceándose en medio de las nubes de polvo.

Ella usaba un lujoso vestido carmesí que era inapropiado para una batalla. La parte superior de las mangas había sido arrancada y la ropa caía de sus hombros. Su pecho manchado en sangre podía ser visto parcialmente.

El Caballero de cabello negro que estaba mirando fijamente su pecho, silbo.

Mari lo fulminó con su mirada a él.

Bueno, como sea. Es solo un sueño de todas maneras…

Mari alzó su cabeza y gritó.

— ¡¡Aplástenlos!!

Las personas a su alrededor estaban encantados por su majestuosa y divina figura por lo que gritaron.

— ¡¡Waaaaah!! -gritaron con júbilo. De repente todo el ejército que había perdido su espíritu, revivieron. Encararon al enemigo con una tremenda fuerza.

Mari exhalo con alivio. Había logrado reunirlos.

En ese momento…

¡¿Eh?!

Ella sintió una intensa mirada y giró sus ojos hacia, el ejército del enemigo. Ahí había algo brillando con la luz del sol.

Era difícil distinguir la figura con sus ojos desde esa distancia así que miró fijamente ahí.

Un brillante cabello rubio destelló en la mente de Mari.

… ¿Qué era eso?

Se preguntó, pero pronto ella supo la respuesta.

Ese era el comandante del enemigo.

Ella recordó sus ojos azules mirándola a lo largo, con una sensación indescriptible que se arrastraba por su espina dorsal. Él tenía una expresión dolorosa en su apuesta cara y se veía como si tratara de decirle frenéticamente algo a Mari.

Mari se dio cuenta que el intercambio era la causa de esta batalla, pero ella no podía recordar el detalle principal. Era vergonzoso para ella y sacudió la cabeza como si tratara de quitarse de encima esa duda.

Esta es una oportunidad. Vamos a preocuparnos más tarde.

El grito de su ejército resonó dentro del seco viento.

La moral de su ejército aumentó como un crisol, pero aún estaba insatisfecha.

¿Me excedí con eso?

Mari chasqueo su lengua dentro de su cabeza.

— ¡Todos los Capitanes deberían controlar sus unidades mientras mantienen el espíritu! ¡No carguen imprudentemente y tomen el control!

Agudizó sus sentidos y advirtió a su ejército, quienes estaban llenos de energía, para atenuarlos.

No obstante, esta era ciertamente una oportunidad. El ejército enemigo estaba aún presionando, era importante decidir quién ganaría y quién perdería. Mari llamó al hombre de cabello negro quien la estaba viendo fijamente. . . No, viendo a su pecho mientras mantenía sus desagradables sentimientos en control.

— ¿Cuál es la relación de fuerzas?

El hombre respondió de modo ameno.

— ¿Alrededor de tres a uno? Era cuatro a uno, pero alguien dramáticamente colapso.

Mari se atragantó con esas palabras. La fuerza del ejército que pierde es el número de vidas. Aunque era un sueño, todavía se sentía culpable.

¿Eso está en miles? ¿O en decenas de miles?

Sabía que su cara había palidecido.

— Ya veo… Lo siento.

Ante su débil disculpa, los ojos del hombre se ensancharon como si hubiera visto algo increíble. Luego él dijo:

— ¿Te golpeaste la cabeza…?

Él era realmente un hombre detestable, pero Mari creía que él era el único útil. Ella quería resolver lo antes posible esto para que ya no hubiera más víctimas.

—Quiero usar el ataque de ola humana. ¿Hay algún Capitán bueno en tácticas?

Su propósito era debilitar al ejército enemigo con un constante ataque. Por consiguiente, era una buena idea para un Capitán, una persona que tome el comando de los caballeros.

Mari reprimió su molestia y movió a Alware cerca del caballero.

— ¿Eh…? ¿Estás hablando de mí?

Mari asintió ante su pregunta y él se estaba volviendo más y más sorprendido. Pero aun así le respondió.

—… Solo el Mayor General Leonir y el Teniente General Bashir. Y por supuesto, el próximo soy yo. Pero si necesitas a alguien que ordene a todo el ejército entonces probablemente el General Bashir.

Él respondió arrogantemente justo como había pensado que lo haría, pero no parecía como si mintiera.

—Bueno entonces, el Teniente Bashir se queda aquí… Y dejo que comandes la otra facción.

Mari ordenó la primera mitad en voz alta a su entorno y después la segunda mitad fue dicha en voz baja al hombre.

— ¿Eh? ¿Un mercenario como yo comandando las tropas?

Mari estaba cansada de sus palabras auto-despectivas. Si él era un mercenario o no, si puede ser usado, ella lo usaría. Hablando en términos generales, los mercenarios son profesionales en guerra. Mari hizo señas a los caballeros. Él se acercó a la bestia de manera divertida y una vez más se quedó mirando fijamente el pecho de Mari.

Resistió la urgencia de abofetear su cara y susurró a su oído.

—Atrae la atención del enemigo hacia aquí. Escoge a los caballeros que necesites, haz tu camino a través del espacio e infiltrate en el ejército enemigo. Quiero que atrapes al comandante enemigo.

Él dejó salir un suspiro de sorpresa ante las palabras de Mari.

—Es más fácil decirlo que hacerlo…

Los hombres que estaban más que nada ignorados por Mari– – –la Reina, estaban molestos e irrespetuosos.

Sus críticas fueron directas al Caballero que estaba siendo irrespetuoso y haciendo el tonto con la Reina.

— ¡Darius! ¡Tú!

— ¡Un comerciante como tú se atreve a hablarle así a su Majestad!

… Ya veo, ¿entonces su nombre es Darius?

Mari había predicho su anterior respuesta, pero todavía estaba molesta. De repente se rió y una vez más le susurró al caballero Darius, en una voz seductora.

El enemigo fue capaz de cortarme en medio de este gran ejército. ¿Estás diciendo que no puedes hacer lo mismo?

Darius se rió y susurró ante su provocación.

—Secuestrar a alguien y asesinar a alguien son dos cosas diferentes. ¿Estás segura de que quieres dejar ese trabajo a mí? Puedo huir, ¿sabes?

—No lo harás.

Mari estaba segura por alguna razón y declaró. Se sentía disgustada por las acciones de él, pero no sintió como si fuera alguien de poca confianza. Mari creía en su intuición.

Darius fue atrapado con la guardia baja ante la respuesta de Mari por un instante. Se separó de ella y la miró fijamente desde el frente.

— ¿Eh…? Entonces, la tarifa de contingencia sigue siendo cualquier cosa que yo quiera, ¿no es así?

Esto significa que él acepta, ¿no es así?

Mari asintió calmadamente, satisfecha con su respuesta.

—Te daré cualquier cosa que quieras, como si son tierras o dinero.

Este era un sueño de todos modos. No haría mella en el bolsillo de Mari. Los ojos de Darius brillaron sospechosamente al escuchar esas palabras.

—No estoy interesado en ese tipo de cosas… Lo que quiero ahora es a ti… Déjame dormir contigo.

Un clamor enfadado provino de los alrededores. También hubo personas que querían asesinarlo. Una intención asesina se enfocó en Darius.

Mari estaba aturdida.

Este hombre, ¿es un idiota…? Haciendo ese tipo de cosas como una recompensa por una misión de vida o muerte.

—Has cualquier cosa que quieras.

Mari, quien creía que esto era un sueño, acepto fríamente.

— ¡Su Majestad!

Los chillidos fueron directamente hacia Mari esta vez.

—Promételo.

—Ah, sin ningún problema.

Mari sacudió su mano diciéndole que se apresurara y se fuera.

Darius se rió con satisfacción, devolvió las riendas y se fue sin mirar hacia atrás.

— ¡Su Majestad!

— ¿El Teniente General Bashir aún no está aquí? Todos, conozcan sus cuerpos, sigan las instrucciones y prepárense para moverse de inmediato.

Mari ordenó, silenciando las voces de las personas de los alrededores.

No había vuelta atrás. Si Darius lo consigue entonces ellos serán capaces de ganar en un periodo de tiempo corto como ella había deseado.

Si él fallaba, entonces las casualidades solo incrementarían. Sin embargo, si su ataque de ola humana avanzaba sin problemas entonces no perderían en fuerza.

Mientras pensaba en una manera de asegurar el plan de Darius, una voz la llamó.

—Su Majestad. Yo, Bashir, estoy aquí.

El caballero respetuoso que dijo eso y se arrodillo en el suelo era el polo opuesto de Darius.

Entonces él es Bashir. Espero que él sea un poco útil…

Mari informó a Bashir de la estrategia.

—Divide las tropas en pelotones, golpéenlos con una ola humana desde el frente. No dejen al enemigo descansar. Te dejo las tácticas y la organización a ti.

Bashir calmadamente miró a Mari. Mari, vio enderezar su espalda con una expresión seria en su rostro, pensó: probablemente está alrededor de los 40 años. El hombre frente a ella tenía un aura severa que definitivamente podía comandar a un ejército.

—Si se me permite decirlo, pienso que con nuestro impulso y poder de pelea, sería mejor asediarlos con un ataque frontal completo.

Bashir propuso un ataque frontal. Mari se rió y asintió ante su calmada habilidad de analizar la situación.

—No intentó destruir al enemigo.

Mari explicó claramente su idea y los ojos de Bashir se ampliaron un poco.

—Desesperación les da coraje a los cobardes. Ellos se resistirán si solo los arrinconamos y no solo será el enemigo quien reciba daño, sino que nosotros también. Incluso si los atacamos, no pretendo cortar su ruta de escape. Si ellos intentan escapar entonces sus fuerzas se verán reducidas. Aquellos que quieran rendirse serán bienvenidos a hacerlo. Por supuesto, la persecución de los prisioneros no será excusada.

Mari habló y Bashir discretamente bajo su cabeza en admiración.

—Incluso si ellos son sus enemigos, ellos aún son sus ciudadanos. Cumpliré con la benevolencia de Su Majestad.

Esta vez, Mari se sorprendió ante las palabras de Bashir.

¿¡Mis ciudadanos!? Entonces, ¿es esto una rebelión…?

—Siendo ese el caso, Su Majestad…

Mari interrumpió a Bashir, ella podía adivinar qué es lo que quería decir.

—Ya he enviado a Darius con una tropa.

Como esperaba Mari, él sabía que es lo que significaba y asintió.

—Lo entiendo. He dicho algo innecesario.

—No me importa.

Mari quería comenzar la operación de una vez, pero dudaba.

Las palabras “rebelión” estaba atascadas en su mente. Quería saber qué es lo que causó esta rebelión.

Sin embargo, ella no podía preguntar en un lugar así. Después de todo, no quería verse fuera de lugar así que pregunto algo más.

— ¿Por qué propusiste algo así?

La actitud de Bashir fue agradable. No obedeció ciegamente a las órdenes de la Reina. Se movió después de expresar sus ideas y comprender la situación. Sin embargo, si ese era su propio estilo de ejército, entonces la Reina no se entrometería en la batalla y sería derribada. La Reina antes de que Mari se despertara, era una arrogante gobernante que no escuchaba a sus súbditos. Pero ella quería escuchar la verdadera intención detrás del consejo de Bashir.

10 respuestas a “La Malvada Reina – Capítulo 1: Batalla (2)”

  1. Aquí uno paga con cuerpomatic?
    Se me hace que al comandante enemigo no le veo pagaron las horas extras. Este interesante, ya quiero ver más.

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