La Princesa derriba banderas – Capítulo 54: El dilema del hijo del Marqués (POV de Georg zu Eigel)

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya


Con una mano en el cristal de la ventana, dirigí mi mirada afuera.

Un carruaje se volvía más distante a medida que el paisaje se teñía de naranjo ante la puesta de sol, y mi dedo picaba, como si quisiera seguir la forma que gradualmente se volvía cada vez más y más pequeña. El vidrio helado se empaño y la escena se ponía más borrosa a medida que el calor se transmitía a su superficie.

Incluso cuando el carruaje desapareció de la vista, permanecí parado junto a la ventana.

— ¿No es maravilloso?

Mis hombros saltaron. Que alguien hablara a mi espalda de repente, no me sorprendió… El temblor venía de algo que no quería que vieran.

Debo verme patético.

Pese a que la alejé, vi desde lejos, al igual que una doncella, cuando ella se alejaba. No quería que nadie me viera en ese estado.

— ¿Qué pasa? —  respondí con frialdad.

Lentamente, bajé mi mano. Traté de verme despreocupado, pero la impresión de mi palma era un doloroso recuerdo de mi vergüenza y no tenía ningún apuro por desaparecer. Me di media vuelta y miré ferozmente a Julius, mi tío. La mirada mordaz que tenía, no daba espacio a discutir, pero no tenía ningún efecto y para él era como un soplo de brisa. Saltó justamente al tema del que no quería hablar.

—Estoy hablando acerca de la señorita Marie, por supuesto.

Fruncí el entrecejo, momentáneamente sin palabras. Con una expresión pétrea, descarté su pregunta —Me temo que no sé de qué estás hablando.

Sin embargo, esa dulce sonrisa enfermiza no se fue de la cara de mi tío. Su cabeza se inclinó hacia un lado.

— ¿Oh? No pensé que fuese necesario ser cuidadoso para hablar de algo tan simple. ¿Me pregunto si mi sobrino es un poco lento? ¿O acaso se está comportando como malcriado para que no toque un tema embarazoso?

Qué guapo se veía mientras lanzaba veneno de sus labios sonrientes.

Estaba en silencio. Mi tío me miró con amabilidad, pero no era solamente eso.  Cuando intenté hacerme el tonto, él me dijo de forma tajante que dejara de actuar como un mocoso.

De mala gana, le dije —Le di un reporte de nuestro progreso —No tenía ganas de responderle, por lo que obstinadamente fingí ignorancia. Por supuesto, a mi tío no le importaba eso.

—Es extraño. Si solamente fue un reporte de nuestro progreso, entonces ¿porque la señorita Marie lucía tan triste?

No le respondí.

—Estoy seguro de que algún idiota obstinado estaba presionando su propia agenda sin siquiera escuchar su opinión.

Intentando mantener mi cara sin cambios, le dije —Lo dices como si hubieras estado viendo. —En la superficie, sonreí, pero en mi mente lo llamé anciano.

—No caería tan bajo como para espiarte. Pero no necesito ver tu cara para saber que estás tratando de decir.

La sonrisa sarcástica, que había tenido su cara todo este tiempo, se volvió irónica. Lo miré, con un poco de culpa, como si hubiera descubierto un error que había cometido.

—Le dije que no quería que se relacionada con la investigación del lugar.

No creo haber tomado la decisión equivocada. No deberíamos enviar a una princesa, como la Señorita Marie, a un lugar lleno de varios tipos de peligros. Los únicos que debían ir, éramos nosotros. Todo lo que ella debía hacer era estar en el Palacio, a salvo y esperar nuestros reportes.

Sí, a pesar de que creía en eso…

La mirada de sorpresa en su cara estaba grabada en mi mente y no desaparecía.

Después de que le pedí que nos dejará la investigación nosotros, su rostro se oscureció y se tiñó de dolor.

Nunca quise hacerla lucir así, ¿cómo pude haberme equivocado tanto?

—Ya veo. —dijo en voz baja.

Mi rostro estalló en llamas. A pesar de que apenas me estaba criticando, la razón por la que sentía esta terrible vergüenza, era probablemente porque sentía culpa. Las siguientes palabras que salieron de mi boca sonaron como una excusa.

—Creo que es evidente que no podemos llevar a su Alteza Real a lugares peligrosos.

—No digo que tu opinión este mal.

—Pero, tampoco estás diciendo que estoy en lo correcto ¿cierto? —le respondí inmediatamente.

—Eso apenas es beligerante, chico. —Respondió rápidamente mi tío. Me miró. —Bien, supongo que vemos las cosas de forma diferente aquí.

— ¿Supongo que eso significa…? —lo miré fijamente, pero él no se dio cuenta.

—Exactamente como suena. Además, ¿no es un poco duro de tu parte decidir qué Flamme es un lugar peligroso?

—Siento discernir. Hasta ahora, “Flamme es gobernado por una Reina, y su Reinado interino es inestable. ¿Encuentras algo malo en considerar eso peligroso?

—La situación actual es estable.

—Por ahora, sí, pero no sabemos acerca del futuro.

—Si seguimos esa teoría, ella nunca será capaz de salir a ningún lado. —Suspiró. —Ningún lugar en la tierra es seguro. Nadie sabe cuándo y dónde van a pasar las cosas. ¿Quién dice que un enemigo no está forzando su entrada a esta propiedad mientras nosotros estamos conversando? No lo pasaría más allá, que un meteorito que está cayendo del cielo para aplastarnos también.

—Un argumento engañoso.

—Estás en lo correcto. Hay falacias. Sin embargo, si lo ponemos todo junto, lo que has dicho no es diferente. Lo que estás haciendo se llama ser sobreprotector… ni siquiera quieres que salga a caminar afuera. Estoy seguro de que quieres proteger a la Señorita Marie, —él continuó tranquilamente —Pero déjame dejarte esto claro; tú lo haces por tu propia autosatisfacción. Encerrando a alguien que te importa, no es más que un plan para darte un poco de paz mental.

— ¡Nunca tuve esas intenciones! —Negué inmediatamente. —La posición de una Princesa es muy diferente a la nuestra. Si hay incluso una mínima posibilidad de que esté en peligro, ella no debería ir. Además, incluso si la Señorita Marie no hace nada, ¿no está bien si al final la medicina cae en sus manos? El fin es más importante que el método.

—Greog. —Continuó en tono de reproche.

—No tengo intención de repetirlo. —Lance las palabras sobre mi hombro mientras pasaba caminando rápidamente a mi tío. No quería que él sacudiera más mi resolución. —Si esto es todo lo que tienes que decir, me disculpo.

—Tu primer amor, ¿de verdad crees que ella será feliz encerrada en una jaula?

No respondí, mientras cerraba la puerta con mis manos tras mi espalda.

Sus palabras hacían eco en mi cabeza, mientras escapaba.

5 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 54: El dilema del hijo del Marqués (POV de Georg zu Eigel)”

    1. Muy cierto, te apoyo señorita a mi parecer leon a diferencia de los demás no la trata de encerrarla para mantenerla a salvo sino más bien camina a su lado y a mis ojos eso es lo que lo hace digno de ser el protagonista masculino

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido