La Princesa derriba banderas – Capítulo 63: La entrevista de la Princesa reencarnada (2)

Traducido por Yousei

Editado por Sakuya


—No importa. —Dijo padre después de ver mi sonrisa. Arrogantemente, el preguntó, — ¿Qué quieres? Escúpelo.

Inmediatamente, mi rostro se contrajo.

Por supuesto quería decírselo, de quién crees que es la culpa, pero me detuve. Ahora parecía que no tenía nada que decir acerca de mi conocimiento sobre el escorbuto, no quería salirme de mi camino en busca de problemas. Mientras más rápido terminara esta conversación, más rápido podría huir.

Fui directo al grano. —Las preparaciones están completas, por lo que me gustaría dejar el Reino. Solicito su permiso.

— ¿A dónde vas?

No estaba sorprendido. Ni una sola ceja se estremeció. Incluso su franca pregunta era solo para comprobar mis respuestas. ¿A dónde iba? Él ya debía saberlo. Si ese era el caso, tenía que enfrentarlo con la misma candidez.

—A Flamme.

— ¿Intentas perseguir al heredero de los Eigel?

—Sí, padre.

En menos de un mes, muchas cartas de Greog habían llegado. Ellos habían tomado la ruta por tierra y ya habían entrado a Flamme hace mucho tiempo atrás. Incluso ahora, yo estaba segura de que ellos estaban buscando desesperadamente por una pista de la medicina.

No podía permitirme estar sentada y dejarlos hacerse cargo de algo más que esto.

Con renovada determinación, le di una mirada feroz.

—Está bien. —Asintió fácilmente, casi burlándose.

Era tan inesperado, estaba en shock.

— ¿Por qué estás tan sorprendida? La que hizo el acuerdo para moverse libremente fuiste tú, ¿no es así?

—Sí, pero…

Sí, yo había sido quien lo buscó. Pero nunca esperé que estuviera de acuerdo tan pronto.

No estaba convencida y lo miré con sospecha.

Es más, estaba pensando que debía estar planeando algo.

—Al parecer ya preparaste una nave por ti misma. No tengo ninguna razón para detenerte.

No dije nada.

—Sin embargo. —Él se detuvo.

¡Aquí viene!

¡¿Qué cosa irracional me iba a obligar a hacer?!

Mirándome derecho mientras levantaba mi guardia, dijo, —Deja a Leonhard.

[Yousei: D: noooooo]

— ¿Qué? —Chillé. Sonó tan débil que no reconocí mi propia voz.

Ha habido muchas sorpresas, pero esta era la guinda del pastel.

¿Qué acababa de decir?

—Puedo ignorar un paseo cercano, pero no puedo permitir que él vaya contigo a otro Reino. No es tu niñera. Él es el Comandante en control de la Real Orden de Caballeros. Si quieres defenderte a ti misma, llévate a tu propio caballero.

Era lo justo. Su razonamiento era correcto, y yo no tenía como rebatirlo.

Si pensaba con normalidad, era fácil de entender. Como el líder de los Caballeros Reales, era impensable que Sir Leonhard alguna vez se le permitiera acompañarme a otro Reino a mi conveniencia.

Aun así, esa posibilidad jamás se me había ocurrido.

Qué tonta.

¿Cuántas veces ha suspirado mi padre al mirarme, congelada con mi boca abierta?

— ¿Lo olvidaste?

—Sí, padre…

—No calzaba en tu “petición” y es por eso que no lo consideraste. Te he mimado demasiado.

—Sí, padre…

¡¿A quién has mimado demasiado?! no lo dije.

Pero incluso sin decirlo, yo sabía que me apoyaba demasiado en Sir Leonhard.

Cada vez que estaba conmigo, me sentía tranquila sabiendo que podía hablar con él en cualquier momento.

Incluso a pesar de que no debería olvidar que un hombre en su posición con tantas responsabilidades estaría bajo mucha presión.

El pánico se había apoderado de mí, intenté pretender que no me había dado cuenta de esta embarazosa culpa.

Yo era terrible. La peor.

Pese a que ahora lo entendía, no podía bajar la cabeza sinceramente y admitir mi error. Realmente, ¿que había que hacer conmigo?

Padre rompió el extendido silencio.

— ¿Entiendes que él es un hombre extremadamente talentoso y reconocido? —Preguntó abruptamente.

Levanté la cabeza. Dudosa, asentí. —Um, lo entiendo.

Aún sin su título como Comandante de los Caballeros Reales, Sir Leonhard ya era un hombre notable. El nombre del León Negro era bien conocido en los países vecinos, y había muchos jóvenes caballeros en otros Reinos que aspiraban a ser como él.

—Piensa como se ve para la gente a tu alrededor cuando tienes a un hombre como él sirviéndote.

—Como se ve para la gente… —repetí.

—Es correcto. En cuanto logres algo, ¿crees que los espectadores van a elogiarte?

Me cubrí mi boca con la mano y no dije nada. Pensé en ello como me dijo que hiciera.

Si le pidiera a Sir Leonhard que viajara conmigo.

Si todo iba bien, obtendría la medicina, y lograría prevenir que la enfermedad de extendiera por el Reino de Wind, ¿las personas me elogiaran?

—Yo no…

La respuesta era no.

Todos asumirán que fue un logro de Sir Leonhard.

Con el fin de ganar fama, la Princesa lo había usado. Habría algunos que sin duda asumirán que ella se robó el crédito.

Si la situación fuera la misma de siempre, no me importaría. No deseaba fama. Incluso si creían que había robado el crédito, era mejor que ser conocida por razones más peculiares. Yo simplemente sería feliz si podía vivir en paz. Casarme con Sir Leonhard sería la guinda de la torta.

Pero era diferente ahora.

Quería éxito. Tenía que probarlo a todos a mi alrededor. Con el fin de frenar mi matrimonio en otro Reino, necesitaba logros.

—Primero, hazte un nombre por ti misma. Púlete, no pierdas ni siquiera contra Leonhard cuando estés a su lado.

Sir Leonhard es el espadachín más poderoso del Reino. Un oficial superior al mando. Y sobre todo eso, su nombre como un gran caballero era conocido por la tierra, ¿y padre quería que yo estuviera al mismo nivel que él? ¿Qué nivel se supone que es ese?

Imposible. Absurdo. Incluso si recargaba mi vida unas diez veces más, era cercano a lo imposible.

¡Qué tontería le estabas diciendo a una jovencita en su preadolescencia!

Incluso a pesar que pensé en mis palabras, mi rostro ignoraba mi voz interior pues las esquinas de mi boca se levantaron.

No importa que tan difícil sea este camino, si me llevaba a él – a Sir Leonhard – entonces quería continuar.

Era consciente de que estaba siendo atrapada, pero no había vuelta atrás.

—Me dedicaré a ello. —Sonreí.

Sin decir nada, él asintió.

3 respuestas a “La Princesa derriba banderas – Capítulo 63: La entrevista de la Princesa reencarnada (2)”

    1. De todos modos no habría ocurrido, a la original Rosemary del juego, le gusta su guardia Klaus, básicamente ella se antepuso el gusto sadomasoquista para estar con él.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido